È soltanto un Pokémon con le armi o è un qualcosa di più? Vieni a parlarne su Award & Oscar!
 

2008

Ultimo Aggiornamento: 29/06/2013 20:43
Autore
Stampa | Notifica email    
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
25/06/2013 19:48


XII ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA
DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS
XXIII CONGREGACIÓN GENERAL

SALUDO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
AL FINAL DE LA COMIDA
CON LOS PARTICIPANTES EN EL SÍNODO DE LOS OBISPOS

Atrio de la Sala Pablo VI
Sábado 25 de octubre de 2008



Queridos hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
queridos hermanos y hermanas:

El Sínodo está a punto de concluir, pero el caminar juntos bajo la guía de la Palabra de Dios continúa. En este sentido, siempre seguimos en "sínodo", en camino común hacia el Señor bajo la guía de la Palabra de Dios.

El Instrumentum laboris hablaba de la polifonía de las Sagradas Escrituras. Y podemos decir que ahora, en las contribuciones de este Sínodo, también hemos oído una bella polifonía de la fe, una sinfonía de la fe, con muchas contribuciones, incluso por parte de los delegados fraternos. Así hemos experimentado realmente la belleza y la riqueza de la Palabra de Dios.

También ha sido una escuela de escucha. Nos hemos escuchado unos a otros. Ha sido una escucha recíproca. Y precisamente escuchándonos unos a otros hemos aprendido mejor a escuchar la Palabra de Dios. Hemos experimentado la verdad de las palabras de san Gregorio Magno: "La Escritura crece con quien la lee". Sólo a la luz de las diferentes realidades de nuestra vida, sólo en la confrontación con la realidad de cada día, se descubren las potencialidades, las riquezas escondidas de la Palabra de Dios. Vemos que en la confrontación con la realidad se abre de modo nuevo también el sentido de la Palabra que nos es donada en las Sagradas Escrituras.

Así, nos hemos enriquecido realmente. Hemos visto que ninguna meditación, ninguna reflexión científica por sí misma puede sacar de esta Palabra de Dios todos los tesoros, todas las potencialidades que se descubren sólo en la historia de cada vida.

No sé si el Sínodo ha sido muy interesante o edificante. En todo caso ha sido conmovedor. Nos hemos enriquecido con esta escucha recíproca. Al escuchar a los demás, escuchamos mejor también al Señor mismo. Y en este diálogo del escuchar aprendemos la realidad más profunda, la obediencia a la Palabra de Dios, la conformación de nuestro pensamiento, de nuestra voluntad, al pensamiento y a la voluntad de Dios. Una obediencia que no es ataque a la libertad, sino que desarrolla todas las posibilidades de nuestra libertad.

He llegado ahora al momento del agradecimiento a todos aquellos que han trabajado para el Sínodo. No me atrevo a enumerar a todos y cada uno de los que han actuado, porque seguramente podría olvidar a muchos. No obstante, agradezco a todos el gran trabajo que han realizado: los presidentes delegados, el relator, con su secretario adjunto, todos los relatores, los colaboradores, los técnicos, los expertos, los auditores y las auditoras, de los que hemos aprendido cosas conmovedoras. Gracias cordialmente a todos.

Estoy un poco preocupado porque me parece que hemos violado el derecho humano de algunos al descanso nocturno, así como al descanso del domingo, porque son realmente derechos fundamentales. Debemos reflexionar sobre el modo de mejorar esta situación en los próximos Sínodos. Quiero ahora dar las gracias también a la empresa que nos ha preparado esta magnífica comida y a todos los que han servido. Gracias por este regalo.

Ahora debemos empezar a elaborar el documento postsinodal con la ayuda de todos estos textos. También esta será una escuela de escucha. En este sentido, permanecemos juntos, escuchamos todas las voces de los demás. Y vemos que sólo puedo entrar en la riqueza de la Escritura si el otro me la lee. Siempre necesitamos este diálogo, escuchar la Escritura leída por el otro desde su perspectiva, desde su punto de vista, para aprender conjuntamente la riqueza de este don.

A todos os deseo ahora buen viaje y os agradezco todo vuestro trabajo.


Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
25/06/2013 19:49


All'Ambasciatore delle Filippine presso la Santa Sede (27 ottobre 2008)

English

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
25/06/2013 19:50


DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
AL FINAL DE LA MISA CELEBRADA
CON OCASIÓN DEL 50 ANIVERSARIO DE LA ELECCIÓN
A LA CÁTEDRA DE PEDRO DEL BEATO JUAN XXIII

Basílica Vaticana
Martes 28 de octubre de 2008



Señor cardenal secretario de Estado;
venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
queridos hermanos y hermanas:

Me alegra poder compartir con vosotros este homenaje al beato Juan XXIII, mi amado predecesor, en el aniversario de su elección a la Cátedra de Pedro. Me congratulo con vosotros por la iniciativa y doy gracias al Señor que nos permite revivir el anuncio de "gran alegría" (gaudium magnum) que resonó hace cincuenta años en este día y a esta hora desde el balcón de la basílica vaticana.

Fue un preludio y una profecía de la experiencia de paternidad que Dios nos ofrecería abundantemente a través de las palabras, los gestos y el servicio eclesial del Papa Bueno. La gracia de Dios estaba preparando una estación comprometedora y prometedora para la Iglesia y para la sociedad, y encontró en la docilidad al Espíritu Santo, que caracterizó toda la vida de Juan XXIII, la tierra buena para hacer germinar la concordia, la esperanza, la unidad y la paz, para el bien de toda la humanidad. El Papa Juan XXIII presentó la fe en Cristo y la pertenencia a la Iglesia, madre y maestra, como garantía de fecundo testimonio cristiano en el mundo. Así, en las fuertes contraposiciones de su tiempo, el Papa Juan XXIII fue hombre y pastor de paz, que supo abrir en Oriente y en Occidente horizontes inesperados de fraternidad entre los cristianos y de diálogo con todos.

La diócesis de Bérgamo está de fiesta y no podía faltar el encuentro espiritual con su hijo más ilustre, "un hermano convertido en padre por voluntad de nuestro Señor", como él mismo dijo. Junto a la Confesión del apóstol san Pedro descansan sus venerados restos mortales. Desde este lugar amado por todos los bautizados, os repite: "Soy José, vuestro hermano". Habéis venido para reafirmar los vínculos comunes y la fe los abre a una dimensión verdaderamente católica. Por eso, habéis querido encontraros con el Obispo de Roma, que es Padre universal. Os guía vuestro pastor, monseñor Roberto Amadei, acompañado por el obispo auxiliar. Agradezco a monseñor Amadei las amables palabras que me ha dirigido en nombre de todos y expreso a cada uno mi gratitud por el afecto y la devoción que os animan. Me siento alentado por vuestra oración, y os exhorto a seguir el ejemplo y la enseñanza del Papa Juan XXIII, vuestro paisano. El siervo de Dios Juan Pablo II lo proclamó beato, reconociendo que las huellas de su santidad de padre y de pastor seguían resplandeciendo ante toda la familia humana.

En la santa misa presidida por el señor cardenal secretario de Estado, la Palabra de Dios os ha acogido e introducido en la acción de gracias perfecta de Cristo al Padre. En él encontramos a los santos y a los beatos, así como a cuantos nos han precedido en el signo de la fe. Su herencia está en nuestras manos. Un don verdaderamente especial que Dios regaló a la Iglesia con Juan XXIII fue el concilio ecuménico Vaticano II, que él decidió, preparó e inició. Todos estamos comprometidos en acoger de manera adecuada ese don, meditando en sus enseñanzas y traduciendo en la vida sus indicaciones prácticas. Es lo que vosotros mismos habéis tratado de hacer en estos años, personalmente y como comunidad diocesana.

En particular, recientemente, os habéis comprometido en el Sínodo diocesano, dedicado a la parroquia: en él habéis acudido de nuevo al manantial conciliar para sacar la luz y el calor necesarios para hacer que la parroquia vuelva a ser una articulación viva y dinámica de la comunidad diocesana. En la parroquia se aprende a vivir concretamente la propia fe. Esto permite mantener viva la rica tradición del pasado y proponer nuevamente los valores en un ambiente social secularizado, que con frecuencia resulta hostil o indiferente.

Precisamente, pensando en situaciones de este tipo, el Papa Juan XXIII dijo en la encíclica Pacem in terris: los creyentes han de ser "como centellas de luz, viveros de amor y levadura para toda la masa. Efecto que será tanto mayor cuanto más estrecha sea la unión de cada alma con Dios" (n. 164). Este fue el programa de vida del gran Pontífice, y puede convertirse en el ideal de todo creyente y de toda comunidad cristiana que sepa encontrar, en la celebración eucarística, la fuente del amor gratuito, fiel y misericordioso del Crucificado resucitado.

Permitidme aludir en particular a la familia, sujeto central de la vida eclesial, seno de educación en la fe y célula insustituible de la vida social. En este sentido, el futuro Papa Juan XXIII escribía en una carta a sus familiares: "La educación que deja huellas más profundas es siempre la de la casa. Yo he olvidado mucho de lo que he leído en los libros, pero recuerdo muy bien todo lo que aprendí de mis padres y de los ancianos" (20 de diciembre de 1932). En la familia se aprende de modo especial a vivir en la cotidianidad el mandamiento cristiano fundamental del amor. Precisamente por esto la Iglesia atribuye tanta importancia a la familia, que tiene la misión de manifestar por doquier, por medio de sus hijos, "la grandeza de la caridad cristiana, pues no hay nada más adecuado para extirpar las semillas de discordia, no hay nada más eficaz para favorecer la concordia, la justa paz y la unión fraterna de todos" (Gaudet Mater Ecclesia, 33).

Para concluir, quiero referirme de nuevo a la parroquia, tema del Sínodo diocesano. Vosotros conocéis la solicitud del Papa Juan XXIII por este organismo tan importante en la vida eclesial. Con mucha confianza el Papa Roncalli encomendaba a la parroquia, familia de familias, la tarea de alimentar entre los fieles los sentimientos de comunión y fraternidad. La parroquia, plasmada por la Eucaristía, podrá convertirse —así lo creía él— en levadura de sana inquietud en el generalizado consumismo e individualismo de nuestro tiempo, despertando la solidaridad y abriendo en la fe la mirada del corazón para reconocer al Padre, que es amor gratuito, deseoso de compartir con sus hijos su misma alegría.

Queridos amigos, os ha acompañado a Roma la imagen de la Virgen que el Papa Juan XXIII recibió como don en su visita a Loreto, pocos días antes de la inauguración del Concilio. Él quiso que la estatua fuera colocada en el seminario episcopal que lleva su nombre en la diócesis natal, y veo con alegría que hay muchos seminaristas entusiasmados con su vocación. Pongo en las manos de la Madre de Dios a todas las familias y las parroquias, proponiéndoles el modelo de la Sagrada Familia de Nazaret: que ellas sean el primer seminario y sepan hacer crecer en su ámbito vocaciones al sacerdocio, a la misión, a la consagración religiosa, a la vida familiar según el Corazón de Cristo.

En una célebre visita durante los primeros meses de su pontificado, el Beato preguntó a quienes lo escuchaban cuál era, según ellos, el sentido de aquel encuentro, y él mismo dio la respuesta: "El Papa ha puesto sus ojos en los vuestros y su corazón junto al vuestro" (en su primera Navidad como Papa, 1958). Pido al Papa Juan XXIII que nos conceda experimentar la cercanía de su mirada y de su corazón, para sentirnos verdaderamente familia de Dios.

Con estos deseos, imparto de buen grado mi afectuosa bendición apostólica a los peregrinos de Bérgamo, en particular a los de Sotto il Monte, pueblo donde nació el beato Pontífice, que tuve la alegría de visitar hace algunos años, así como a las autoridades, a los fieles romanos y orientales aquí presentes, y a todos sus seres queridos.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
25/06/2013 19:53


DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LA SEÑORA ANNE LEAHY, NUEVA EMBAJADORA DE CANADÁ
ANTE LA SANTA SEDE

Jueves 30 de octubre de 2008



Señora embajadora:

Con alegría le doy la bienvenida con ocasión de la presentación de las cartas que la acreditan como embajadora extraordinaria y plenipotenciaria de Canadá ante la Santa Sede, y le agradezco el saludo afectuoso que me ha transmitido de parte de la gobernadora general de Canadá. En correspondencia, le ruego que le exprese mis mejores deseos para su persona así como para todo el pueblo canadiense, con el auspicio de que la nueva legislatura que comienza en su país contribuya a la promoción del bien común y a la consolidación de una sociedad cada vez más fraterna.

El diálogo confiado que está llamada ahora a mantener entre Canadá y la Santa Sede cuenta ya con una larga historia, puesto que, como usted ha señalado, dentro de algunos meses celebraremos el 40° aniversario del establecimiento de nuestras relaciones diplomáticas. Sin embargo, los vínculos entre la Sede apostólica y su país se remontan a varios siglos. Estas relaciones han dado un matiz particular tanto a la presencia de la Iglesia como a la atención que la Santa Sede presta a su país. Por otra parte, es significativo que el Papa Juan Pablo II haya realizado tres viajes apostólicos a Canadá, el último de los cuales tuvo lugar en 2002 con ocasión de la XVII Jornada mundial de la juventud, a cuyo éxito usted contribuyó personalmente.

Quiero recordar aquí lo que mi venerado predecesor dijo a su llegada a Toronto, dirigiéndose al primer ministro: "Los canadienses son herederos de un humanismo extraordinariamente rico, gracias a la fusión de muchos elementos culturales diversos. Pero el núcleo de vuestra herencia es la visión espiritual y trascendente de la vida, basada en la Revelación cristiana, que ha dado un impulso vital a vuestro desarrollo de sociedad libre, democrática y solidaria, reconocida en todo el mundo como paladina de los derechos humanos y de la dignidad humana" (Discurso durante la ceremonia de bienvenida en el aeropuerto de Toronto, 23 de julio de 2002, n. 3: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 26 de julio de 2002, p. 12). En esta perspectiva, me alegra particularmente el fortalecimiento de los vínculos de entendimiento entre la Iglesia católica y las comunidades autóctonas de Canadá, cuyo signo muy positivo fue la visita de uno de sus representantes a la asamblea de la Conferencia episcopal canadiense.

También me alegra el empeño de su país por desarrollar colaboraciones multilaterales para resolver numerosos problemas que se plantean a la humanidad en nuestro tiempo. La participación de Canadá en los esfuerzos de la comunidad internacional con vistas a la búsqueda y la consolidación de la paz y la reconciliación en numerosas regiones del mundo es una aportación importante a la instauración de un mundo más justo y más solidario, donde a cada persona humana se la respete en su vocación fundamental.

A este respecto, podemos mencionar el compromiso de Canadá y de la Santa Sede, juntamente con otros países, para apoyar la aplicación de la Convención para la prohibición de las minas antipersonales y promover su universalización. Esta Convención constituye un instrumento internacional que ha obtenido un éxito raramente conseguido en el campo del desarme en tiempos recientes, mostrando, como dijo el Papa Juan Pablo II, que "cuando los Estados se unen, en un clima de comprensión, de respeto mutuo y de cooperación, para oponerse a una cultura de muerte y edificar con confianza una cultura de la vida, la causa de la paz progresa en la conciencia de las personas y de la humanidad entera" (Mensaje a una Conferencia sobre la prohibición de minas antipersonales, 22 de noviembre de 2004, n. 3: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 10 de diciembre de 2004, p. 4). Del mismo modo, Canadá y la Santa Sede, junto con otros países, se esfuerzan por aportar su contribución a la estabilidad, a la paz y al desarrollo en la región de los Grandes Lagos en África.

Como usted acaba de notar, señora embajadora, el catolicismo, gracias a las instituciones que ha creado y a la cultura que ha promovido, ha representado una clave de bóveda esencial del edificio de la sociedad canadiense. Sin embargo, se han producido y se siguen produciendo profundos cambios en nuestros días. Los signos de estos cambios son visibles en muchos campos y a veces son preocupantes, hasta el punto de preguntarse si no significan también una regresión en la concepción del ser humano. Conciernen sobre todo a los campos de la defensa y la promoción de la vida y la familia fundada en el matrimonio natural. Al ser muy conocidos, no es necesario insistir en ellos.

En este contexto, quiero más bien alentar a todos los canadienses, hombres y mujeres, a reflexionar profundamente sobre el camino que Cristo nos invita a trazar. Es un camino luminoso y lleno de verdad. Una cultura de la vida podría irrigar de nuevo toda la existencia personal y social canadiense. Sé que es posible y que su país es capaz de ello. Para ayudarle, me parece necesario redefinir el sentido del ejercicio de la libertad, expresión invocada demasiado a menudo para justificar ciertos excesos. En efecto, se percibe cada vez más su ejercicio como un valor absoluto -un derecho intangible de la persona-, ignorando la importancia de los orígenes divinos de la libertad y de su dimensión comunitaria necesaria para su construcción.

Según esta interpretación, el individuo por sí solo podría decidir y elegir la fisonomía, las características y las finalidades de la vida, de la muerte y del matrimonio. La verdadera libertad se funda y se desarrolla en última instancia en Dios. Es un don que se puede acoger como un germen y hacerlo madurar de manera responsable para enriquecer verdaderamente a la persona y a la sociedad. El ejercicio de esta libertad implica la referencia a una ley moral natural, de carácter universal, que precede y une todos los derechos y los deberes. En esta perspectiva, quiero apoyar las iniciativas de los obispos canadienses para favorecer la vida familiar y, por tanto, promover la dignidad de la persona humana.

Entre las instituciones eclesiales de su país, excelencia, las escuelas católicas desempeñan un papel importante en la educación humana y espiritual de la juventud, y prestan así un servicio de gran valor a su país. Por eso, la enseñanza religiosa debe ocupar el lugar que le corresponde, respetando la conciencia de cada uno de los alumnos. En efecto, los padres tienen el derecho inalienable de garantizar la educación religiosa de sus hijos. La enseñanza de la religión, por la contribución específica que puede aportar, representa un recurso fundamental e indispensable para una educación que tiene entre sus objetivos principales la construcción de la personalidad del alumno y el desarrollo de sus capacidades, integrando las dimensiones cognitiva, afectiva y espiritual. Las escuelas católicas, contribuyendo así a la transmisión de la fe a las nuevas generaciones y preparándolas para el diálogo entre los diferentes componentes de la nación, responden a una exigencia constante de la misión de la Iglesia, para el bien de todos, y enriquecen a toda la sociedad canadiense.

Señora embajadora, no faltan hoy signos de esperanza. Así, me alegra el pleno éxito del 49° Congreso eucarístico internacional, que se concluyó en su país el 22 de junio pasado. En este importante encuentro eclesial podemos ver un signo esperanzador de que las antiguas raíces del árbol del catolicismo están aún vivas en Canadá y pueden hacer que vuelva a florecer. Fueron numerosos los peregrinos que pudieron beneficiarse de la cordial hospitalidad de su pueblo. Quiero dar vivamente las gracias a las autoridades de su país por el esfuerzo realizado para favorecer ese acontecimiento. Fiel a una larga tradición, a pesar de las dificultades de nuestra época, Canadá ha sabido seguir siendo una tierra de acogida. Aliento a los canadienses, hombres y mujeres, a proseguir generosamente esta hermosa tradición de apertura, sobre todo con respecto a las personas más frágiles.

Aprovecho esta ocasión, excelencia, para pedirle que salude afectuosamente a la comunidad católica de su país. En el contexto a menudo complejo en el que la Iglesia está llamada a cumplir su misión, aliento a los obispos y a los fieles a seguir poniendo su esperanza en la Palabra de Dios y a testimoniar sin temor entre sus compatriotas la fuerza del amor divino. Que el compromiso de los cristianos en la vida de la sociedad sea siempre la expresión de un amor que busca el bien integral del hombre.

Ahora que comienza su misión, con la certeza de que encontrará siempre una acogida atenta entre mis colaboradores, le expreso, señora embajadora, mis mejores deseos para su feliz cumplimiento, a fin de que las relaciones armoniosas que existen entre Canadá y la Santa Sede prosigan y se profundicen. Sobre usted, excelencia, sobre su familia y sus colaboradores, así como sobre los responsables y los habitantes de Canadá, invoco de todo corazón la abundancia de las bendiciones divinas.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
25/06/2013 19:54


DISCURSO DEL PAPA BENEDICTO XVI
A UNA DELEGACIÓN DEL COMITÉ JUDÍO INTERNACIONAL
PARA LAS CONSULTAS INTERRELIGIOSAS

Jueves 30 de octubre de 2008



Queridos amigos:

Me alegra dar la bienvenida a esta delegación del Comité judío internacional para las consultas interreligiosas. Desde hace más de treinta años, vuestro Comité y la Santa Sede mantienen contactos regulares y fructíferos, que han contribuido a un entendimiento y aceptación mayores entre católicos y judíos. Aprovecho de buen grado esta ocasión para reafirmar el compromiso de la Iglesia de llevar a la práctica los principios expuestos en la histórica declaración Nostra aetate del concilio Vaticano II. Esta Declaración, que condenó firmemente toda forma de antisemitismo, ha constituido tanto un hito en la larga historia de las relaciones entre católicos y judíos, como una invitación a una renovada comprensión teológica de las relaciones entre la Iglesia y el pueblo judío.

Hoy los cristianos son cada vez más conscientes del patrimonio espiritual que comparten con el pueblo de la Torá, el pueblo elegido por Dios en su misericordia inefable, un patrimonio que impulsa a un aprecio, respeto y amor mutuo mayor (cf. Nostra aetate,4). También a los judíos se les exhorta a descubrir lo que tienen en común con todos los que creen en el Señor, el Dios de Israel, quien se reveló primero a sí mismo a través de su Palabra poderosa y que da la vida. Como nos recuerda el salmista, la Palabra de Dios es lámpara para nuestros pasos, luz en nuestro sendero; nos mantiene vivos y nos da nueva vida (cf. Sal 119, 105). Esta Palabra nos impulsa a dar un testimonio común del amor, de la misericordia y de la verdad de Dios. Este es un servicio vital en nuestro tiempo, amenazado por la pérdida de los valores morales y espirituales que garantizan la dignidad humana, la solidaridad, la justicia y la paz.

En nuestro atormentado mundo, marcado con tanta frecuencia por la pobreza, la violencia y la explotación, el diálogo entre las culturas y las religiones debe considerarse cada vez más como un deber sagrado que incumbe a todos aquellos que están comprometidos en la construcción de un mundo digno del hombre. La capacidad de aceptarnos y respetarnos unos a otros, y de decir la verdad con amor, es esencial para superar diferencias, prevenir incomprensiones y evitar enfrentamientos inútiles. Como vosotros mismos habéis experimentado a lo largo de los años en los encuentros del Comité internacional de unión, el diálogo sólo es serio y honrado cuando respeta las diferencias y reconoce a los otros en su alteridad. Un diálogo sincero necesita tanto apertura como un fuerte sentido de identidad por ambas partes, a fin de enriquecerse mutuamente con los dones del otro.

En los meses pasados, tuve el placer de encontrarme con comunidades judías en Nueva York, en París y aquí en el Vaticano. Doy gracias al Señor por estos encuentros y por el progreso de las relaciones entre católicos y judíos que reflejan. Con este espíritu, por tanto, os animo a perseverar en vuestra importante labor con paciencia y con renovado empeño. Os expreso mis mejores deseos y mi oración por el encuentro que vuestro Comité prepara para el mes próximo en Budapest con una delegación de la Comisión de la Santa Sede para las relaciones religiosas con los judíos, a fin de tratar sobre el tema: "La religión y la sociedad civil hoy".

Con estos sentimientos, queridos amigos, pido al Todopoderoso que continúe velando sobre vosotros y vuestras familias, y que guíe vuestros pasos por el sendero de la paz.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
25/06/2013 19:55


DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LOS PROFESORES Y ALUMNOS DE LAS UNIVERSIDADES
ECLESIÁSTICAS PONTIFICIAS Y ATENEOS DE ROMA

Basílica de San Pedro
Jueves 30 de octubre de 2008



Señores cardenales;
venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
queridos hermanos y hermanas:

Para mí siempre es motivo de alegría este encuentro tradicional con las universidades eclesiásticas romanas al inicio del año académico. Os saludo a todos con gran afecto, comenzando por el señor cardenal Zenon Grocholewski, prefecto de la Congregación para la educación católica, que ha presidido la santa misa y al que agradezco las palabras con las que se ha hecho intérprete de vuestros sentimientos. Me complace saludar a los demás cardenales y prelados presentes, como también a los rectores, a los profesores, a los responsables y a los superiores de los seminarios y de los colegios, y naturalmente a vosotros, queridos estudiantes, que habéis venido a Roma desde distintos países para realizar vuestros estudios.

En este año, en el que celebramos el jubileo bimilenario del nacimiento del apóstol san Pablo, quiero reflexionar brevemente con vosotros en un aspecto de su mensaje que me parece particularmente adecuado para vosotros, estudiosos y estudiantes, y sobre el que hablé también ayer en la catequesis durante la Audiencia general. Me refiero a lo que escribe san Pablo sobre la sabiduría cristiana, de modo particular en su primera carta a los Corintios, comunidad en la que habían surgido rivalidades entre los discípulos. El Apóstol afronta el problema de esas divisiones en la comunidad, afirmando que son un signo de la falsa sabiduría, es decir, de una mentalidad aún inmadura por ser carnal y no espiritual (cf. 1Co 3, 1-3). Refiriéndose después a su propia experiencia, san Pablo recuerda a los Corintios que Cristo lo envió a anunciar el Evangelio "no con sabiduría de palabras, para no desvirtuar la cruz de Cristo" (1 Co 1, 17).

Partiendo de allí, desarrolla una reflexión sobre la "sabiduría de la cruz", es decir, sobre la sabiduría de Dios, que se contrapone a la sabiduría de este mundo. El Apóstol insiste en el contraste existente entre las dos sabidurías, de las cuales sólo una es verdadera, la divina, mientras que la otra en realidad es "necedad". Ahora bien, la novedad sorprendente, que exige ser siempre redescubierta y acogida, es el hecho de que la sabiduría divina, en Cristo, nos ha sido dada, nos ha sido participada. Al final del capítulo 2 de esa Carta, hay una expresión que resume esta novedad y que, precisamente por esto, nunca deja de sorprender. San Pablo escribe: "Ahora tenemos el pensamiento de Cristo" —ημεĩς δε νουν Хριστου έχομεν— (1 Co 2, 16). Esta contraposición entre las dos sabidurías no se ha de identificar con la diferencia entre la teología, por una parte, y la filosofía y las ciencias, por otra. En realidad, se trata de dos posturas fundamentales. La "sabiduría de este mundo" es un modo de vivir y de ver las cosas prescindiendo de Dios y siguiendo las opiniones dominantes, según los criterios del éxito y del poder. La "sabiduría divina" consiste en seguir el pensamiento de Cristo: es Cristo quien nos abre los ojos del corazón para seguir el camino de la verdad y del amor.

Queridos estudiantes, habéis venido a Roma para profundizar vuestros conocimientos en el campo teológico; y, aunque estudiéis otras materias distintas de la teología, por ejemplo derecho, historia, ciencias humanas, arte, etc., sin embargo la formación espiritual según el pensamiento de Cristo sigue siendo fundamental para vosotros, y esta es la perspectiva de vuestros estudios. Por eso para vosotros son importantes estas palabras del apóstol san Pablo y las que leemos inmediatamente después, también en la primera carta a los Corintios: "¿Quién conoce lo íntimo del hombre sino el espíritu del hombre que está en él? Del mismo modo, nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para conocer las gracias que Dios nos ha otorgado" (1 Co 2, 11-12). Seguimos dentro del esquema de contraposición entre la sabiduría humana y la sabiduría divina. Para conocer y comprender las cosas espirituales es preciso ser hombres y mujeres espirituales, porque si se es carnal, se recae inevitablemente en la necedad, aunque uno estudie mucho y sea "docto" y "sutil razonador de este mundo" (cf. 1 Co 1, 20).

En este texto paulino podemos ver un acercamiento muy significativo a los versículos del Evangelio que narran la bendición de Jesús dirigida a Dios Padre, porque —dice el Señor— "has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños" (Mt 11, 25). Los "sabios" de los que habla Jesús son aquellos a quienes san Pablo llama "los sabios de este mundo". En cambio, los "pequeños" son aquellos a quienes el Apóstol califica de "necios", "débiles", "plebeyos y despreciables" para el mundo (1Co 1, 27-28), pero que en realidad, si acogen "la palabra de la cruz" (1 Co 1, 18), se convierten en los verdaderos sabios. Hasta el punto de que san Pablo exhorta a quienes se creen sabios según los criterios del mundo a "hacerse necios", para llegar a ser verdaderamente sabios ante Dios (cf. 1 Co 3, 18). Esta no es una actitud anti-intelectual, no es oposición a la "recta ratio". San Pablo, siguiendo a Jesús, se opone a un tipo de soberbia intelectual en la que el hombre, aunque sepa mucho, pierde la sensibilidad por la verdad y la disponibilidad a abrirse a la novedad del obrar divino.

Queridos amigos, esta reflexión paulina no quiere en absoluto llevar a subestimar el empeño humano necesario para el conocimiento, sino que se pone en otro plano: a san Pablo le interesa subrayar —y lo hace con claridad— qué es lo que vale realmente para la salvación y qué, en cambio, puede ocasionar división y ruina. El Apóstol, por tanto, denuncia el veneno de la falsa sabiduría, que es el orgullo humano. En efecto, no es el conocimiento en sí lo que puede hacer daño, sino la presunción, el "vanagloriarse" de lo que se ha llegado —o se presume haber llegado— a conocer.

Precisamente de aquí derivan las facciones y las discordias en la Iglesia y, análogamente, en la sociedad. Así pues, se trata de cultivar la sabiduría no según la carne, sino según el Espíritu. Sabemos bien que san Pablo con las palabras "carne, carnal" no se refiere al cuerpo, sino a una forma de vivir sólo para sí mismos y según los criterios del mundo. Por eso, según san Pablo, siempre es necesario purificar el propio corazón del veneno del orgullo, presente en cada uno de nosotros. Por consiguiente, también nosotros debemos gritar como san Pablo: "¿Quién nos librará?" (cf. Rm 7, 24). Y también nosotros podemos recibir como él la respuesta: la gracia de Jesucristo, que el Padre nos ha dado mediante el Espíritu Santo (cf. Rm 7, 25).

El "pensamiento de Cristo", que por gracia hemos recibido, nos purifica de la falsa sabiduría. Y este "pensamiento de Cristo" lo acogemos a través de la Iglesia y en la Iglesia, dejándonos llevar por el río de su tradición viva. Lo expresa muy bien la iconografía que representa a Jesús-Sabiduría en el seno de su Madre María, símbolo de la Iglesia: In gremio Matris sedet Sapientia Patris: en el regazo de la Madre está la Sabiduría del Padre, es decir, Cristo. Permaneciendo fieles a ese Jesús que María nos ofrece, al Cristo que la Iglesia nos presenta, podemos dedicarnos intensamente al trabajo intelectual, libres interiormente de la tentación del orgullo y gloriándonos siempre y sólo en el Señor.

Queridos hermanos y hermanas, este es el deseo que os expreso al inicio del nuevo año académico, invocando sobre todos vosotros la protección maternal de María, Sedes Sapientiae, y del apóstol san Pablo. Que os acompañe también mi afectuosa bendición.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
25/06/2013 19:55


DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LA ASAMBLEA PLENARIA
DE LA ACADEMIA PONTIFICIA DE CIENCIAS

Sala Clementina
Viernes 31 de octubre de 2008



Ilustres señoras y señores:

Me alegra saludaros a vosotros, miembros de la Academia pontificia de ciencias, con ocasión de vuestra asamblea plenaria, y agradezco al profesor Nicola Cabibbo las palabras que me ha dirigido amablemente en vuestro nombre.

Con la elección del tema: "Visión científica de la evolución del universo y de la vida", tratáis de concentraros en un área de investigación que despierta mucho interés. De hecho, hoy muchos de nuestros contemporáneos desean reflexionar sobre el origen fundamental de los seres, sobre su causa, sobre su fin y sobre el sentido de la historia humana y del universo.

En este contexto se plantean naturalmente cuestiones concernientes a la relación entre la lectura del mundo que hacen las ciencias y la que ofrece la Revelación cristiana. Mis predecesores el Papa Pío XII y el Papa Juan Pablo II reafirmaron que no hay oposición entre la visión de la creación por parte de la fe y la prueba de las ciencias empíricas. En sus inicios, la filosofía propuso imágenes para explicar el origen del cosmos, basándose en uno o varios elementos del mundo material. Esta génesis no se consideraba una creación, sino más bien una mutación o una transformación. Implicaba una interpretación en cierto modo horizontal del origen del mundo.

Un avance decisivo en la comprensión del origen del cosmos fue la consideración del ser en cuanto ser y el interés de la metafísica por la cuestión fundamental del origen primero o trascendente del ser participado. Para desarrollarse y evolucionar, el mundo primero debe existir y, por tanto, haber pasado de la nada al ser. Dicho de otra forma, debe haber sido creado por el primer Ser, que es tal por esencia.

Afirmar que el fundamento del cosmos y de su desarrollo es la sabiduría providente del Creador no quiere decir que la creación sólo tiene que ver con el inicio de la historia del mundo y la vida. Más bien, implica que el Creador funda este desarrollo y lo sostiene, lo fija y lo mantiene continuamente. Santo Tomás de Aquino enseñó que la noción de creación debe trascender el origen horizontal del desarrollo de los acontecimientos, es decir, de la historia, y en consecuencia todos nuestros modos puramente naturalistas de pensar y hablar sobre la evolución del mundo. Santo Tomás afirmaba que la creación no es ni un movimiento ni una mutación. Más bien, es la relación fundacional y continua que une a la criatura con el Creador, porque él es la causa de todos los seres y de todo lo que llega a ser (cf. Summa theologiae, i, q.45, a.3).

"Evolucionar" significa literalmente "desenrollar un rollo de pergamino", o sea, leer un libro. La imagen de la naturaleza como un libro tiene sus raíces en el cristianismo y ha sido apreciada por muchos científicos. Galileo veía la naturaleza como un libro cuyo autor es Dios, del mismo modo que lo es de la Escritura. Es un libro cuya historia, cuya evolución, cuya "escritura" y cuyo significado "leemos" de acuerdo con los diferentes enfoques de las ciencias, mientras que durante todo el tiempo presupone la presencia fundamental del autor que en él ha querido revelarse a sí mismo.

Esta imagen también nos ayuda a comprender que el mundo, lejos de tener su origen en el caos, se parece a un libro ordenado: es un cosmos. A pesar de algunos elementos irracionales, caóticos y destructores en los largos procesos de cambio en el cosmos, la materia como tal se puede "leer". Tiene una "matemática" ínsita. Por tanto, la mente humana no sólo puede dedicarse a una "cosmografía" que estudia los fenómenos mensurables, sino también a una "cosmología" que discierne la lógica interna y visible del cosmos.

Al principio tal vez no somos capaces de ver la armonía tanto del todo como de las relaciones entre las partes individuales, o su relación con el todo. Sin embargo, hay siempre una amplia gama de acontecimientos inteligibles, y el proceso es racional en la medida que revela un orden de correspondencias evidentes y finalidades innegables: en el mundo inorgánico, entre microestructuras y macroestructuras; en el mundo orgánico y animal, entre estructura y función; y en el mundo espiritual, entre el conocimiento de la verdad y la aspiración a la libertad. La investigación experimental y filosófica descubre gradualmente estos órdenes; percibe que actúan para mantenerse en el ser, defendiéndose de los desequilibrios y superando los obstáculos. Y, gracias a las ciencias naturales, hemos ampliado mucho nuestra comprensión del lugar único que ocupa la humanidad en el cosmos.

La distinción entre un simple ser vivo y un ser espiritual, que es capax Dei, indica la existencia del alma intelectiva de un sujeto libre y trascendente. Por eso, el magisterio de la Iglesia ha afirmado constantemente que "cada alma espiritual es directamente creada por Dios —no es "producida" por los padres—, y es inmortal" (Catecismo de la Iglesia católica, n. 366). Esto pone de manifiesto la peculiaridad de la antropología e invita al pensamiento moderno a explorarla.

Ilustres académicos, deseo concluir recordando las palabras que os dirigió mi predecesor el Papa Juan Pablo II en noviembre de 2003: "La verdad científica, que es en sí misma participación en la Verdad divina, puede ayudar a la filosofía y a la teología a comprender cada vez más plenamente la persona humana y la revelación de Dios sobre el hombre, una revelación completada y perfeccionada en Jesucristo. Estoy profundamente agradecido, junto con toda la Iglesia, por este importante enriquecimiento mutuo en la búsqueda de la verdad y del bien de la humanidad" (Discurso a la Academia pontificia de ciencias, 10 de noviembre de 2003: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 21 de noviembre de 2003, p. 5).

Sobre vosotros, sobre vuestras familias y sobre todas las personas relacionadas con el trabajo de la Academia pontificia de ciencias, invoco de corazón las bendiciones divinas de sabiduría y paz.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
25/06/2013 19:57


DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LA RENOVACIÓN CARISMÁTICA CATÓLICA

Viernes 31 de octubre de 2008



Eminencia;
venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
queridos hermanos y hermanas:

Con mucho gusto os doy mi más cordial bienvenida y os agradezco esta visita con motivo del II Encuentro internacional de obispos que acompañan a las nuevas comunidades de la Renovación carismática católica, del Consejo internacional de la Fraternidad católica de comunidades y asociaciones carismáticas de la Alianza y, por último, de la XIII Conferencia internacional, convocada en Asís, sobre el tema: "Nosotros predicamos a Cristo crucificado, fuerza y sabiduría de Dios" (cf. 1 Co 1, 23-24), en el que participan las principales comunidades de la Renovación carismática en el mundo. Os saludo a vosotros, queridos hermanos en el episcopado, así como a todos los que trabajáis al servicio de los movimientos eclesiales y de las nuevas comunidades. Dirijo un saludo especial al profesor Matteo Calisi, presidente de la Fraternidad católica, que se ha hecho intérprete de vuestros sentimientos.

Como ya he afirmado en otras circunstancias, los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades, que han florecido después del concilio Vaticano II, constituyen un don singular del Señor y un valioso recurso para la vida de la Iglesia. Es preciso acogerlos con confianza y valorarlos en sus diferentes contribuciones que han de ponerse al servicio de la utilidad común de manera ordenada y fecunda. Es de gran interés vuestra reflexión actual sobre el carácter central de Cristo en la predicación, así como sobre la importancia de "los carismas en la vida de la Iglesia particular", haciendo referencia a la teología paulina, al Nuevo Testamento y a la experiencia de la Renovación carismática.

Lo que vemos en el Nuevo Testamento sobre los carismas, que surgieron como signos visibles de la venida del Espíritu Santo, no es un acontecimiento histórico del pasado, sino una realidad siempre viva: el mismo Espíritu divino, alma de la Iglesia, actúa en ella en todas las épocas, y sus intervenciones, misteriosas y eficaces, se manifiestan en nuestro tiempo de manera providencial. Los movimientos y las nuevas comunidades son como irrupciones del Espíritu Santo en la Iglesia y en la sociedad contemporánea. Entonces podemos decir muy bien que uno de los elementos y de los aspectos positivos de las comunidades de la Renovación carismática católica es precisamente la importancia que en ellas tienen los carismas o dones del Espíritu Santo y su mérito consiste en haber recordado en la Iglesia su actualidad.

El concilio Vaticano II, en varios documentos, hace referencia a los movimientos y a las nuevas comunidades eclesiales, especialmente en la constitución dogmática Lumen gentium, donde se dice: "Los carismas, tanto los extraordinarios como los más sencillos y comunes, por el hecho de que son muy conformes y útiles a las necesidades de la Iglesia, hay que recibirlos con agradecimiento y consuelo" (n. 12). Después, también el Catecismo de la Iglesia católica ha subrayado el valor y la importancia de los nuevos carismas en la Iglesia, cuya autenticidad es garantizada por la disponibilidad a someterse al discernimiento de la autoridad eclesiástica (cf. n. 2003). Precisamente por el hecho de que somos testigos de un prometedor florecimiento de movimientos y comunidades eclesiales, es importante que los pastores ejerzan con respecto a ellos un discernimiento prudente, sabio y benévolo.

Deseo de corazón que se intensifique el diálogo entre pastores y movimientos eclesiales en todos los niveles: en las parroquias, en las diócesis y con la Sede apostólica. Sé que se están estudiando formas oportunas para dar reconocimiento pontificio a los nuevos movimientos y comunidades eclesiales, y muchos ya lo han recibido. Los pastores, especialmente los obispos, por el deber de discernimiento que les compete, no pueden desconocer este dato: el reconocimiento o la erección de asociaciones internacionales por parte de la Santa Sede para la Iglesia universal (cf. Congregación para los obispos, Directorio para el ministerio pastoral de los obispos, Apostolorum Successores, cap. 4, 8).

Queridos hermanos y hermanas, entre estas nuevas realidades eclesiales reconocidas por la Santa Sede se encuentra también vuestra Fraternidad católica de comunidades y asociaciones carismáticas de la Alianza, asociación internacional de fieles, que desempeña una misión específica en el seno de la Renovación carismática católica (cf. Decreto del Consejo pontificio para los laicos, 30 de noviembre de 1990, prot. 1585/S-6//B-SO).

Uno de sus objetivos, según las indicaciones de mi venerado predecesor Juan Pablo II, consiste en salvaguardar la identidad católica de las comunidades carismáticas y alentarlas a mantener un vínculo estrecho con los obispos y con el Romano Pontífice (cf. Carta autógrafa a la Fraternidad católica, 1 de junio de 1998: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 19 de junio de 1998, p. 11). Asimismo, me ha complacido saber que se propone constituir un centro de formación permanente para los miembros y los responsables de las comunidades carismáticas. Esto permitirá a la Fraternidad católica desempeñar mejor su propia misión eclesial orientada a la evangelización, a la liturgia, a la adoración, al ecumenismo, a la familia, a los jóvenes y a las vocaciones de especial consagración; misión que se verá favorecida por el traslado de la sede internacional de la asociación a Roma, para poder mantener un contacto más cercano con el Consejo pontificio para los laicos.

Queridos hermanos y hermanas, la salvaguarda de la fidelidad a la identidad católica y del carácter eclesial de cada una de vuestras comunidades os permitirá dar por doquier un testimonio vivo y operante del profundo misterio de la Iglesia. Y esto promoverá la capacidad de las diferentes comunidades de atraer a nuevos miembros.

Encomiendo los trabajos de vuestros respectivos congresos a la protección de María, Madre de la Iglesia, templo vivo del Espíritu Santo, y a la intercesión de san Francisco y santa Clara de Asís, ejemplos de santidad y de renovación espiritual, mientras os imparto de corazón a vosotros y a todas vuestras comunidades una bendición apostólica especial.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
27/06/2013 20:42


All'Ambasciatore della Repubblica Araba d'Egitto presso la Santa Sede (6 novembre 2008)

English

Français


----------


All'Ambasciatore della Repubblica di Lituania presso la Santa Sede (7 novembre 2008)

English


----------


All'Ambasciatore della Repubblica di San Marino presso la Santa Sede (13 novembre 2008)

English


----------


All'Ambasciatore del Libano presso la Santa Sede (17 novembre 2008)

English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
27/06/2013 20:43


DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LOS PARTICIPANTES EN UN SEMINARIO
DEL FORO CATÓLICO-MUSULMÁN

Sala Clementina
Jueves 6 de noviembre de 2008



Queridos amigos:

Me alegra daros la bienvenida esta mañana y os saludo cordialmente a todos. Doy las gracias en especial al cardenal Jean-Louis Tauran, al jeque Mustafá Ceric y al señor Seyyed Hossein Nasr por sus palabras. Nuestro encuentro se celebra al concluir el importante seminario organizado por el Foro católico-musulmán, instituido por el Consejo pontificio para el diálogo interreligioso y por representantes de los 138 líderes musulmanes que firmaron la carta abierta a los líderes cristianos del 13 de octubre de 2007.

Este encuentro es un signo claro de nuestra estima recíproca y de nuestro deseo de escucharnos unos a otros con respeto. Puedo aseguraros que he seguido con la oración los progresos de vuestro encuentro, consciente de que representa un paso ulterior en el camino hacia una mayor comprensión entre musulmanes y cristianos, en el ámbito de otros encuentros regulares que la Santa Sede promueve con diferentes grupos musulmanes. La carta abierta "Una palabra común entre vosotros y nosotros" ha recibido numerosas respuestas y ha suscitado un diálogo, iniciativas y encuentros específicos, orientados a ayudarnos a conocernos mutuamente de una manera más profunda y a crecer en la estima por los valores que compartimos. Para nosotros el gran interés suscitado por este seminario es un estímulo para asegurar que las reflexiones y los desarrollos positivos que surgen del diálogo entre cristianos y musulmanes no se limiten a un grupo restringido de expertos y eruditos, sino que se transmitan como un valioso legado para ponerlos al servicio de todos, a fin de que den fruto en nuestra vida de cada día.

El tema que habéis escogido para el encuentro —"Amor a Dios y amor al prójimo: la dignidad de la persona y el respeto recíproco"— es particularmente significativo. Está tomado de la carta abierta, que presenta el amor a Dios y el amor al prójimo como centro tanto del islam como del cristianismo. Este tema ilumina más claramente todavía los fundamentos teológicos y espirituales de una enseñanza central de nuestras religiones respectivas.

La tradición cristiana proclama que Dios es Amor (cf. 1 Jn 4, 16). Por amor creó todo el universo, y con su amor se hace presente en la historia humana. El amor de Dios se ha hecho visible, manifestándose de manera plena y definitiva en Jesucristo. Él descendió para salir al encuentro del hombre y, sin dejar de ser Dios, asumió nuestra naturaleza. Se entregó a sí mismo para restituir su plena dignidad a cada persona y para traernos la salvación. ¿Cómo podríamos explicar el misterio de la Encarnación y de la Redención sino con el Amor? Este amor infinito y eterno nos permite responder ofreciendo a cambio todo nuestro amor: amor a Dios y amor al prójimo. Puse de relieve esta verdad, que consideramos fundamental, en mi primera encíclica, Deus caritas est, puesto que es una enseñanza central de la fe cristiana. Nuestra llamada y nuestra misión consisten en compartir libremente con los demás el amor que Dios nos da sin ningún mérito por nuestra parte.

Soy consciente de que musulmanes y cristianos tienen planteamientos diferentes con respecto a las cuestiones que afectan a Dios. Sin embargo, podemos y debemos ser adoradores del único Dios, que nos ha creado y que se preocupa de cada persona en todas las partes del mundo. Juntos debemos mostrar, con el respeto recíproco y la solidaridad, que nos consideramos miembros de una sola familia: la familia que Dios ha amado y reunido desde la creación del mundo hasta el fin de la historia humana.

Me ha complacido saber que en vuestro encuentro habéis tomado una postura común sobre la necesidad de adorar a Dios totalmente y de amar desinteresadamente a los demás, hombres y mujeres, de modo especial a los que sufren y a los necesitados. Dios nos llama a trabajar juntos en favor de las víctimas de la enfermedad, del hambre, de la pobreza, de la injusticia y de la violencia. Para los cristianos, el amor a Dios está unido de forma inseparable al amor a nuestros hermanos y hermanas, a todos los hombres y mujeres, sin distinción de raza y cultura. Como escribe san Juan, "si alguno dice: "Amo a Dios", y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve" (1Jn 4, 20).

También la tradición musulmana es muy clara al alentar al compromiso práctico en favor de los más necesitados y recuerda inmediatamente su propia "regla de oro": vuestra fe no será perfecta si no hacéis a los demás lo que queréis para vosotros mismos. Por eso, debemos cooperar en la promoción del respeto auténtico de la dignidad de la persona humana y de sus derechos fundamentales, aun cuando nuestras concepciones antropológicas y nuestras teologías lo justifiquen de modos diferentes. Hay un sector muy amplio en el que podemos trabajar juntos: la defensa y la promoción de los valores morales que forman parte de nuestra herencia común.

Sólo si reconocemos el papel central de la persona y la dignidad de cada ser humano, respetando y defendiendo la vida, que es un don de Dios y que por tanto es sagrada tanto para los cristianos como para los musulmanes, encontraremos un terreno común para construir un mundo más fraterno, un mundo en el que los contrastes y las diferencias se resuelvan pacíficamente y se neutralice la fuerza devastadora de las ideologías.

Espero, una vez más, que estos derechos humanos fundamentales se protejan por doquier para todas las personas. Los líderes políticos y religiosos tienen el deber de garantizar el libre ejercicio de estos derechos respetando plenamente la libertad de conciencia y de religión de cada uno. La discriminación y la violencia que sufren, también hoy, los creyentes en el mundo, y las persecuciones a menudo violentas de las que son objeto, son actos inaceptables e injustificables, y son mucho más graves y deplorables cuando se llevan a cabo en nombre de Dios.

El nombre de Dios sólo puede ser un nombre de paz y fraternidad, justicia y amor. Estamos llamados a demostrar, con palabras y sobre todo con hechos, que el mensaje de nuestras religiones es indefectiblemente un mensaje de armonía y de entendimiento mutuo. Es fundamental que lo hagamos, porque de lo contrario no sólo debilitaríamos la credibilidad y la eficacia de nuestro diálogo, sino también la de nuestras religiones mismas.

Rezo para que el Foro católico-musulmán, que ahora con confianza está dando sus primeros pasos, se convierta cada vez más en un espacio de diálogo y nos ayude a recorrer juntos el camino hacia un conocimiento cada vez más pleno de la Verdad. Este encuentro es también una ocasión privilegiada para comprometernos en una búsqueda más profunda del amor a Dios y del amor al prójimo, condición indispensable para ofrecer a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo un servicio auténtico de reconciliación y de paz.

Queridos amigos, unamos nuestros esfuerzos, con buena voluntad, para superar todos los malentendidos y desacuerdos. Decidámonos a superar los prejuicios del pasado y a corregir la imagen a menudo distorsionada del otro que puede crear todavía hoy dificultades en nuestras relaciones. Trabajemos juntos para educar a todas las personas, sobre todo a los jóvenes, a construir un futuro común.

Que Dios nos sostenga en nuestras buenas intenciones y permita a nuestras comunidades vivir con coherencia la verdad del amor, que constituye el corazón del creyente y es la base del respeto de la dignidad de toda persona. Que Dios, misericordioso y compasivo, nos asista en esta ardua misión, nos proteja, nos bendiga y nos ilumine siempre con la fuerza de su amor.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
27/06/2013 20:44


DISCURSO DEL PAPA BENEDICTO XVI
A LOS PARTICIPANTES EN UN CONGRESO INTERNACIONAL
SOBRE LA DONACIÓN DE ÓRGANOS
ORGANIZADO POR LA ACADEMIA PONTIFICIA PARA LA VIDA

Sala Clementina
Viernes 7 de noviembre de 2008



Venerados hermanos en el episcopado;
ilustres señores y señoras:

La donación de órganos es una forma peculiar de testimonio de la caridad. En un tiempo como el nuestro, con frecuencia marcado por diferentes formas de egoísmo, es cada vez más urgente comprender cuán determinante es para una correcta concepción de la vida entrar en la lógica de la gratuidad. En efecto, existe una responsabilidad del amor y de la caridad que compromete a hacer de la propia vida un don para los demás, si se quiere verdaderamente la propia realización. Como nos enseñó el Señor Jesús, sólo quien da su vida podrá salvarla (cf. Lc 9, 24).

A la vez que saludo a todos los presentes, en particular al senador Maurizio Sacconi, ministro de Trabajo, salud y políticas sociales de Italia, doy las gracias al arzobispo monseñor Rino Fisichella, presidente de la Academia pontificia para la vida por las palabras que me ha dirigido, ilustrando el profundo significado de este encuentro y presentando la síntesis de los trabajos del Congreso. Asimismo, también doy las gracias al presidente de la Federación internacional de las Asociaciones médicas católicas y al director del Centro nacional de trasplantes, subrayando con aprecio el valor de la colaboración de estos organismos en un ámbito como el del trasplante de órganos, que ha sido objeto, ilustres señores y señoras, de vuestras jornadas de estudio y de debate.

La historia de la medicina muestra con evidencia los grandes progresos que se han podido realizar para permitir una vida cada vez más digna a toda persona que sufre. Los trasplantes de tejidos y de órganos constituyen una gran conquista de la ciencia médica y son ciertamente un signo de esperanza para muchas personas que atraviesan graves y a veces extremas situaciones clínicas.

Si extendemos nuestra mirada al mundo entero, es fácil constatar los numerosos y complejos casos en los que, gracias a la técnica del trasplante de órganos, muchas personas han superado fases sumamente críticas y han recuperado la alegría de vivir. Esto nunca hubiera podido suceder si el compromiso de los médicos y la competencia de los investigadores no hubieran podido contar con la generosidad y el altruismo de quienes han donado sus órganos. Por desgracia, el problema de la disponibilidad de órganos vitales para trasplantes no es teórico, sino dramáticamente práctico; se puede constatar en la larga lista de espera de muchos enfermos cuyas únicas posibilidades de supervivencia están vinculadas a las pocas donaciones que no corresponden a las necesidades objetivas.

Es útil, sobre todo en el contexto actual, volver a reflexionar en esta conquista de la ciencia, para que la multiplicación de las peticiones de trasplantes no altere los principios éticos que constituyen su fundamento. Como dije en mi primera encíclica, el cuerpo nunca podrá ser considerado como un mero objeto (cf. Deus caritas est, 5); de lo contrario, se impondría la lógica del mercado. El cuerpo de toda persona, junto con el espíritu que es dado a cada uno individualmente, constituye una unidad inseparable en la que está impresa la imagen de Dios mismo. Prescindir de esta dimensión lleva a perspectivas incapaces de captar la totalidad del misterio presente en cada persona. Por tanto, es necesario que en primer lugar se ponga el respeto a la dignidad de la persona y la defensa de su identidad personal.

Por lo que se refiere a la técnica del trasplante de órganos, esto significa que sólo se puede donar si no se pone en serio peligro la propia salud y la propia identidad, y siempre por un motivo moralmente válido y proporcionado. Eventuales lógicas de compraventa de órganos, así como la adopción de criterios discriminatorios o utilitaristas, desentonarían hasta tal punto con el significado mismo de la donación que por sí mismos se pondrían fuera de juego, calificándose como actos moralmente ilícitos. Los abusos en los trasplantes y su tráfico, que con frecuencia afectan a personas inocentes, como los niños, deben ser unánimemente rechazados de inmediato por la comunidad científica y médica como prácticas inaceptables. Por tanto, deben ser condenados con decisión como abominables. Es preciso reafirmar el mismo principio ético cuando se quiere llegar a la creación y destrucción de embriones humanos con fines terapéuticos. La sola idea de considerar el embrión como "material terapéutico" contradice los fundamentos culturales, civiles y éticos sobre los que se basa la dignidad de la persona.

Con frecuencia, la técnica del trasplante de órganos se realiza por un gesto de total gratuidad por parte de los familiares de pacientes cuya muerte se ha certificado. En estos casos, el consentimiento informado es condición previa de libertad para que el trasplante se considere un don y no se interprete como un acto coercitivo o de abuso. En cualquier caso, es útil recordar que los órganos vitales sólo pueden extraerse de un cadáver (ex cadavere), el cual, por lo demás, posee una dignidad propia que se debe respetar.

La ciencia, en estos años, ha hecho progresos ulteriores en la constatación de la muerte del paciente. Conviene, por tanto, que los resultados alcanzados reciban el consenso de toda la comunidad científica para favorecer la búsqueda de soluciones que den certeza a todos. En un ámbito como este no puede existir la mínima sospecha de arbitrio y, cuando no se haya alcanzado todavía la certeza, debe prevalecer el principio de precaución. Para esto es útil incrementar la investigación y la reflexión interdisciplinar, de manera que se presente a la opinión pública la verdad más transparente sobre las implicaciones antropológicas, sociales, éticas y jurídicas de la práctica del trasplante.

En estos casos, desde luego, debe regir como criterio principal el respeto a la vida del donante de modo que la extracción de órganos sólo tenga lugar tras haber constatado su muerte real (cf. Compendio del Catecismo de la Iglesia católica, n. 476). El acto de amor que se expresa con el don de los propios órganos vitales es un testimonio genuino de caridad que sabe ver más allá de la muerte para que siempre venza la vida. El receptor debería ser muy consciente del valor de este gesto, pues es destinatario de un don que va más allá del beneficio terapéutico. Lo que recibe, antes que un órgano, es un testimonio de amor que debe suscitar una respuesta igualmente generosa, de manera que se incremente la cultura del don y de la gratuidad.

El camino real que es preciso seguir, hasta que la ciencia descubra nuevas formas posibles y más avanzadas de terapia, deberá ser la formación y la difusión de una cultura de la solidaridad que se abra a todos, sin excluir a nadie. Una medicina de los trasplantes coherente con una ética de la donación exige de todos el compromiso de realizar todos los esfuerzos posibles en la formación y en la información a fin de sensibilizar cada vez más a las conciencias en lo referente a un problema que afecta directamente a la vida de muchas personas. Será necesario, por tanto, superar prejuicios y malentendidos, disipar desconfianzas y temores para sustituirlos con certezas y garantías, permitiendo que crezca en todos una conciencia cada vez más generalizada del gran don de la vida.
Con estos sentimientos, a la vez que deseo a cada uno de vosotros que continúe su trabajo con la debida competencia y profesionalidad, invoco la ayuda de Dios sobre las actividades del Congreso e imparto a todos de corazón mi bendición.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
27/06/2013 20:51


DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
AL SEÑOR WANG LARRY YU-YUAN,
NUEVO EMBAJADOR DE LA REPÚBLICA DE CHINA
ANTE LA SANTA SEDE

Sábado 8 de noviembre de 2008



Excelencia:

Me alegra darle la bienvenida al inicio de su misión y aceptar las cartas que lo acreditan como embajador extraordinario y plenipotenciario de la República de China ante la Santa Sede. Le agradezco sus amables palabras y el saludo que me ha traído de parte del presidente Ying-jeou Ma. Le ruego que le transmita mi felicitación por su reciente elección y la seguridad de mis oraciones por él, el primer católico en ser elegido presidente de la República, y por todos los habitantes de Taiwan.

El gobierno de Taipei tiene un profundo sentido de pertenencia a una comunidad mundial, a una familia humana global. Lo expresa de muchas formas, entre ellas mediante la generosidad con que suministra ayuda y alivia las emergencias de las naciones más pobres. A este respecto, su país da una valiosa contribución a la construcción de un mundo más seguro y estable. La Santa Sede se alegra de cooperar con todos los que tratan de promover la paz, la prosperidad y el desarrollo, y aprecia el compromiso de la República de China en favor de esa noble causa.

Aunque los católicos en la República de China representen poco más del uno por ciento de la población, desean desempeñar su papel en la construcción de una sociedad humana, justa y caracterizada por un auténtico interés en el bienestar de los miembros más débiles de la comunidad. Forma parte de la misión de la Iglesia compartir su ser "experta en humanidad" con todas las personas de buena voluntad para contribuir al bienestar de la familia humana.

La Iglesia da su contribución de modo especial en los campos de la educación, la salud y la ayuda caritativa. El compromiso firme de su Gobierno en favor de la libertad religiosa ha permitido a la Iglesia cumplir su misión de amor y servicio, y expresarse abiertamente a través del culto y el anuncio del Evangelio. En nombre de todos los católicos de Taiwan deseo manifestar mi aprecio por esta libertad de la que goza la Iglesia.

En las poblaciones de Asia, gracias a su "intuición espiritual innata" y a su "sabiduría moral" (Ecclesia in Asia, 6), hay una gran vitalidad religiosa y capacidad de renovación. Por eso esa tierra es particularmente fértil para que el diálogo interreligioso arraigue y crezca. Los asiáticos siguen demostrando "una apertura natural al enriquecimiento recíproco de los pueblos, en la pluralidad de religiones y culturas" (ib.). En el mundo actual es muy importante que pueblos diferentes sean capaces de escucharse en un clima de respeto y dignidad, conscientes de que su humanidad común es un vínculo mucho más profundo que los cambios culturales que los dividen. Ese crecimiento en el entendimiento mutuo presta un servicio muy necesario a la sociedad en general. "Al dar testimonio de las verdades morales que tienen en común con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, los grupos religiosos ejercen una influencia positiva sobre la cultura en su sentido más amplio" (Discurso durante el encuentro interreligioso, Washington, el 17 de abril de 2008: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 25 de abril de 2008, p. 9).

Un diálogo sincero y constructivo es también la clave para la solución de los conflictos que amenazan la estabilidad de nuestro mundo. A este respecto, la Santa Sede se congratula por los recientes progresos en las relaciones entre Taiwan y la China continental. De hecho, la Iglesia católica desea promover soluciones pacíficas a conflictos de todo tipo, "prestando atención y estímulo también a las más tenues señales de diálogo o deseo de reconciliación" (Discurso a la Asamblea general de las Naciones Unidas, 18 de abril de 2008: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 25 de abril de 2008, p. 10). Así quiere apoyar los esfuerzos de los gobiernos de convertirse en "firmes defensores de la dignidad humana y audaces constructores de paz" (Mensaje para la Jornada mundial de la paz de 2007, n. 16: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 15 de diciembre de 2006, p. 6).

Excelencia, le aseguro mis mejores deseos y mis oraciones por el éxito de la misión diplomática que comienza hoy. En todo momento los diversos organismos de la Curia romana están dispuestos a ofrecerle su ayuda y apoyo en el cumplimiento de sus tareas. Con sentimientos de sincera estima, invoco abundantes bendiciones de Dios sobre usted, sobre su familia y sobre todo el pueblo de Taiwan.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
27/06/2013 20:53


DISCURSO DEL PAPA BENEDICTO XVI
A LOS PARTICIPANTES EN UN CONGRESO SOBRE PÍO XII
ORGANIZADO POR LAS UNIVERSIDADES LATERANENSE
Y GREGORIANA

Sala Clementina
Sábado 8 de noviembre de 2008



Señores cardenales;
venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
queridos hermanos y hermanas:

Me alegra acogeros con ocasión del congreso sobre: "La herencia del magisterio de Pío XII y el concilio Vaticano II", organizado por la Pontificia Universidad Lateranense juntamente con la Pontificia Universidad Gregoriana. Es un congreso importante por el tema que afronta y por las personas eruditas, procedentes de varias naciones, que participan en él. Al dirigir a cada uno mi cordial saludo, doy las gracias en particular a monseñor Rino Fisichella, rector magnífico de la Universidad Lateranense, y al padre Gianfranco Ghirlanda, rector de la Universidad Gregoriana, por las amables palabras con que han interpretado los sentimientos comunes.

He apreciado el comprometedor tema en el que habéis concentrado vuestra atención. En los últimos años, cuando se ha hablado de Pío XII, la atención se ha concentrado de modo excesivo en una sola problemática, por lo demás tratada de modo más bien unilateral. Prescindiendo de cualquier otra consideración, eso ha impedido un acercamiento adecuado a una figura de gran relevancia histórico-teológica como es la del Papa Pío XII. El conjunto de la imponente actividad llevada a cabo por este Pontífice, y de modo muy especial su magisterio, sobre el que habéis reflexionado en estos días, son una prueba elocuente de lo que acabo de afirmar. En efecto, su magisterio se caracteriza por una enorme y benéfica amplitud, así como por su excepcional calidad, de forma que se puede decir muy bien que constituye una valiosa herencia que la Iglesia ha atesorado y sigue atesorando.

He hablado de "enorme y benéfica amplitud" de este magisterio. Baste recordar, al respecto, las encíclicas y los numerosísimos discursos y radiomensajes contenidos en los veinte volúmenes de sus "Enseñanzas". Son más de cuarenta las encíclicas que publicó. Entre ellas destaca la Mystici Corporis, en la que el Papa afronta el tema de la verdadera e íntima naturaleza de la Iglesia. Con una amplia investigación pone de relieve nuestra profunda unión ontológica con Cristo y —en él, por él y con él— con todos los demás fieles animados por su Espíritu, que se alimentan de su Cuerpo y, transformados en él, le permiten seguir extendiendo en el mundo su obra salvífica. Íntimamente vinculadas con la Mystici Corporis están otras dos encíclicas: la Divino afflante Spiritu sobre la Sagrada Escritura y la Mediator Dei sobre la sagrada liturgia, en las que se presentan las dos fuentes en las que deben beber quienes pertenecen a Cristo, Cabeza del Cuerpo místico que es la Iglesia.

En este contexto de amplias dimensiones, Pío XII trató sobre las diversas clases de personas que, por voluntad del Señor, forman parte de la Iglesia, aunque con vocaciones y tareas diferentes: los sacerdotes, los religiosos y los laicos. Así, emanó sabias normas sobre la formación de los sacerdotes, que se deben caracterizar por el amor personal a Cristo, la sencillez y la sobriedad de vida, la lealtad con sus obispos y la disponibilidad con respecto a quienes están encomendados a sus cuidados pastorales.

En la encíclica Sacra virginitas y en otros documentos sobre la vida religiosa, Pío XII puso claramente de manifiesto la excelencia del "don" que Dios concede a ciertas personas invitándolas a consagrarse totalmente a su servicio y al del prójimo en la Iglesia. Desde esta perspectiva, el Papa insiste fuertemente en la necesidad de volver al Evangelio y al auténtico carisma de los fundadores y de las fundadoras de las diversas Órdenes y congregaciones religiosas, aludiendo también a la necesidad de algunas sanas reformas.

Fueron numerosas las ocasiones en que Pío XII trató acerca de la responsabilidad de los laicos en la Iglesia, aprovechando en particular los grandes congresos internacionales dedicados a estos temas. De buen grado afrontaba los problemas de cada una de las profesiones, indicando por ejemplo los deberes de los jueces, de los abogados, de los agentes sociales, de los médicos: a estos últimos el Sumo Pontífice dedicó numerosos discursos, ilustrando las normas deontológicas que deben respetar en su actividad.

En la encíclica Miranda prorsus el Papa puso de relieve la gran importancia de los medios modernos de comunicación, que de un modo cada vez más incisivo estaban influyendo en la opinión pública. Precisamente por esto, el Sumo Pontífice, que valoró al máximo la nueva invención de la Radio, subrayaba el deber de los periodistas de proporcionar informaciones verídicas y respetuosas de las normas morales.

Pío XII prestó también atención a las ciencias y a los extraordinarios progresos llevados a cabo por ellas. Aun admirando las conquistas logradas en algunos campos, el Papa no dejó de poner en guardia ante los peligros que podía implicar una investigación no atenta a los valores morales. Baste un solo ejemplo: fue célebre el discurso que pronunció sobre la fisión de los átomos ya realizada. Sin embargo, con extraordinaria clarividencia, el Papa advirtió de la necesidad de impedir a toda costa que estos geniales progresos científicos fueran utilizados para la construcción de armas mortíferas que podrían provocar enormes catástrofes e incluso la destrucción total de la humanidad.
Y no podemos menos de recordar los largos e inspirados discursos sobre el anhelado nuevo orden de la sociedad civil, nacional e internacional, para el que indicaba como fundamento imprescindible la justicia, verdadero presupuesto para una convivencia pacífica entre los pueblos: "opus iustitiae pax".

Merece también una mención especial la enseñanza mariológica de Pío XII, que alcanzó su culmen en la proclamación del dogma de la Asunción de María santísima, por medio del cual el Santo Padre quería subrayar la dimensión escatológica de nuestra existencia y exaltar igualmente la dignidad de la mujer.

Y ¿qué decir de la calidad de la enseñanza de Pío XII? Era contrario a las improvisaciones: escribía cada discurso con sumo esmero, sopesando cada frase y cada palabra antes de pronunciarla en público. Estudiaba atentamente las diversas cuestiones y tenía la costumbre de pedir consejo a eminentes especialistas, cuando se trataba de temas que exigían una competencia particular. Por naturaleza e índole, Pío XII era un hombre mesurado y realista, alejado de fáciles optimismos, pero también estaba inmune del peligro del pesimismo, impropio de un creyente. Odiaba las polémicas estériles y desconfiaba profundamente del fanatismo y del sentimentalismo.

Estas actitudes interiores dan razón del valor y la profundidad, así como de la fiabilidad de su enseñanza, y explican la adhesión confiada que le prestaban no sólo los fieles, sino también numerosas personas que no pertenecían a la Iglesia. Considerando la gran amplitud y la elevada calidad del magisterio de Pío XII, cabe preguntarse cómo lograba hacer tanto, dado que debía dedicarse a las demás numerosas tareas relacionadas con su oficio de Sumo Pontífice: el gobierno diario de la Iglesia, los nombramientos y las visitas de los obispos, las visitas de jefes de Estado y de diplomáticos, las innumerables audiencias concedidas a personas particulares y a grupos muy diversos.

Todos reconocen que Pío XII poseía una inteligencia poco común, una memoria de hierro, una singular familiaridad con las lenguas extranjeras y una notable sensibilidad. Se ha dicho que era un diplomático consumado, un jurista eminente y un óptimo teólogo. Todo esto es verdad, pero eso no lo explica todo. En él se daba también un continuo esfuerzo y una firme voluntad de entregarse a Dios sin escatimar nada y sin cuidar su salud enfermiza.

Este fue el verdadero motivo de su comportamiento: todo nacía del amor a su Señor Jesucristo y del amor a la Iglesia y a la humanidad. En efecto, era ante todo el sacerdote en constante e íntima unión con Dios, el sacerdote que encontraba la fuerza para su enorme trabajo en largos ratos de oración ante el Santísimo Sacramento, en diálogo silencioso con su Creador y Redentor. Allí tenía origen e impulso su magisterio, como por lo demás todas sus restantes actividades.

Así pues, no debe sorprender que su enseñanza siga difundiendo también hoy luz en la Iglesia. Ya han transcurrido cincuenta años desde su muerte, pero su poliédrico y fecundo magisterio sigue teniendo un valor inestimable también para los cristianos de hoy. Ciertamente, la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo, es un organismo vivo y vital, y no ha quedado inmóvil en lo que era hace cincuenta años. Pero el desarrollo se realiza con coherencia. Por eso, la herencia del magisterio de Pío XII fue recogida por el concilio Vaticano II y propuesta de nuevo a las generaciones cristianas sucesivas.

Es sabido que en las intervenciones orales y escritas presentadas por los padres del concilio Vaticano II se registran más de mil referencias al magisterio de Pío XII. No todos los documentos del Concilio tienen aparato de notas, pero en los documentos que lo tienen, el nombre de Pío XII aparece más de doscientas veces. Eso quiere decir que, con excepción de la Sagrada Escritura, este Papa es la fuente autorizada que se cita con más frecuencia.

Además, se sabe que, por lo general, las notas de esos documentos no son simples referencias explicativas, sino que a menudo constituyen auténticas partes integrantes de los textos conciliares; no sólo proporcionan justificaciones para apoyar lo que se afirma en el texto, sino que ofrecen asimismo una clave para su interpretación.

Así pues, podemos muy bien decir que, en la persona del Sumo Pontífice Pío XII, el Señor hizo a su Iglesia un don excepcional, por el que todos debemos estarle agradecidos. Por tanto, renuevo la expresión de mi aprecio por el importante trabajo que habéis realizado en la preparación y en el desarrollo de este congreso internacional sobre el magisterio de Pío XII y deseo que se siga reflexionando sobre la valiosa herencia que dejó a la Iglesia este inmortal Pontífice, para sacar provechosas aplicaciones a los problemas que surgen en la actualidad. Con este deseo, a la vez que invoco sobre vuestro esfuerzo la ayuda del Señor, de corazón imparto a cada uno mi bendición.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
27/06/2013 20:54


DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LOS OBISPOS DE BOLIVIA
EN VISITA «AD LIMINA APOSTOLORUM»

Sala del Consistorio
Lunes 10 de noviembre de 2008



Señor cardenal,
queridos hermanos en el Episcopado:

Tengo el gozo de recibiros, obispos de Bolivia, que habéis venido a Roma en visita ad limina, a orar ante los sepulcros de los Apóstoles Pedro y Pablo, y renovar los lazos de unidad, amor y paz con el Sucesor de Pedro (cf. Lumen gentium, 22). Agradezco de corazón al Señor Cardenal Julio Terrazas Sandoval, Arzobispo de Santa Cruz de la Sierra y Presidente de la Conferencia Episcopal, las amables palabras que me ha dirigido en nombre de todos. Deseo, antes de nada, manifestaros mi aprecio y aseguraros mi aliento en el generoso servicio que prestáis a la gran tarea de custodiar y alimentar la fe del pueblo de Dios.

Conozco bien las difíciles circunstancias que afectan a los fieles y ciudadanos de vuestro país desde hace algún tiempo, y que en estos momentos parecen agudizarse aún más. Son ciertamente motivo de preocupación y de especial solicitud pastoral para la Iglesia, que ha sabido acompañar muy de cerca a todos los bolivianos en situaciones delicadas, con el único fin de mantener la esperanza, avivar la fe, fomentar la unidad, exhortar a la reconciliación y salvaguardar la paz. Con sus esfuerzos en esta tarea, llevada a cabo de manera fraterna, unánime y coordinada, los Pastores recuerdan la parábola evangélica del sembrador, que esparce la semilla abundante e incansablemente, sin pensar en cálculos anticipados sobre el fruto que podrá recabar para sí de su trabajo (cf. Lc 8,4ss).

Tampoco faltan otros desafíos en vuestro quehacer pastoral, pues la fe plantada en la tierra boliviana necesita siempre alimentarse y fortalecerse, especialmente cuando se perciben signos de un cierto debilitamiento de la vida cristiana por factores de origen diverso, una extendida incoherencia entre la fe profesada y las pautas de vida personal y social, o una formación superficial que deja expuestos a los bautizados al influjo de promesas deslumbrantes pero vacías.

Para afrontar estos retos, la Iglesia en Bolivia cuenta con un medio poderoso, como es la devoción popular, ese precioso tesoro acumulado durante siglos gracias a la labor de misioneros audaces y mantenido con entrañable fidelidad por generaciones en las familias bolivianas. Es un don que ha de ser ciertamente custodiado y promovido hoy, como sé que se está haciendo con esmero y dedicación, pero que requiere un esfuerzo constante para que el valor de los signos penetre en lo hondo del corazón, esté siempre iluminado por la Palabra de Dios y se transforme en convicciones firmes de fe, consolidada por los sacramentos y la fidelidad a los valores morales. En efecto, es necesario cultivar una fe madura y “una firme esperanza para vivir de manera responsable y gozosa la fe e irradiarla así en el propio ambiente” (Discurso en la sesión inaugural de los trabajos de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Aparecida, 13 de mayo de 2007).

Para lograr esto se necesita una catequesis sistemática, generalizada y penetrante, que enseñe clara e íntegramente la fe católica. Este año paulino que estamos celebrando es una ocasión privilegiada para imitar el vigor apostólico y misionero de este gran Apóstol, que nunca se acobardó a la hora de anunciar en toda su integridad el designio de Dios, como dice a los Pastores de Mileto (cf. Hch 20,27). En efecto, una enseñanza parcial o incompleta del mensaje evangélico no se corresponde con la misión propia de la Iglesia ni puede ser fecunda.

También una educación general de calidad, que comprenda la dimensión espiritual y religiosa de la persona, contribuye poderosamente a poner cimientos firmes al crecimiento en la fe. La Iglesia en Bolivia tiene numerosas instituciones educativas, algunas de gran prestigio, que han de seguir contando con la atención de sus Pastores para que mantengan y sean respetadas en su propia identidad. En todo caso, no se ha de olvidar que “todos los cristianos, puesto que mediante la regeneración por el agua y el Espíritu se han convertido en una criatura nueva y se llaman y son hijos de Dios, tienen derecho a la educación cristiana” (Gravissimum educationis, 2).

Me alegra constatar vuestros esfuerzos para ofrecer a los seminaristas una sólida formación humana, espiritual, intelectual y pastoral, proporcionándoles sacerdotes idóneos para acompañarlos en su discernimiento vocacional y cuidar de su segura idoneidad y competencia. Este criterio, siempre necesario, se hace más imperioso aún en el momento actual, proclive a la dispersión en las informaciones y a la disipación de la interioridad profunda, donde el ser humano tiene una ley escrita por Dios (cf. Gaudium et spes, 16). Por ello es necesario también un seguimiento posterior para garantizar la formación permanente del clero, así como de los demás agentes de pastoral, que alimente constantemente su vida espiritual e impida que su labor caiga en la rutina o la superficialidad. Ellos están llamados a mostrar a los fieles, desde su propia experiencia, que las palabras de Jesús son espíritu y vida (cf. Jn 6,63), “de lo contrario, ¿cómo van a anunciar un mensaje cuyo contenido y espíritu no conocen a fondo?” (Discurso en la sesión inaugural, Aparecida).

En la reciente Asamblea del Sínodo de los Obispos se ha subrayado precisamente que “la tarea prioritaria de la Iglesia, al inicio de este nuevo milenio, consiste ante todo en alimentarse de la Palabra de Dios, para hacer eficaz el compromiso de la nueva evangelización, el anuncio en nuestro tiempo” (Homilía en la Misa conclusiva, 26 de octubre de 2008). Así, pues, os encomiendo encarecidamente que en las homilías, catequesis y celebraciones en las parroquias y en tantas pequeñas comunidades dispersas, pero con sus significativas capillas, como se ven en vuestras tierras, la proclamación fiel, la escucha y la meditación de la Escritura esté siempre en primer plano, pues en ello encuentra el Pueblo de Dios su razón de ser, su vocación y su identidad.

De la escucha dócil de la Palabra divina nace el amor al prójimo y, con él, el servicio desinteresado a los hermanos (cf. ibíd.), un aspecto que ocupa un puesto muy relevante en la acción pastoral en Bolivia, ante la situación de pobreza, marginación o desamparo de buena parte de la población. La comunidad eclesial ha dado muestra de tener, como el buen Samaritano, un gran “corazón que ve” al hermano en dificultad y, a través de innumerables obras y proyectos, acude solícitamente en su ayuda. Sabe que “el amor, en su pureza y gratuidad, es el mejor testimonio del Dios en que creemos y que nos impulsa a amar” (Deus caritas est, 31, c). En este sentido, por decirlo así, es también un “corazón que habla”, que lleva en sí mismo la Palabra que anida muy dentro de su ser y a la que no puede renunciar aunque a veces deba permanecer en silencio. De este modo, si la fraternidad con los hermanos más necesitados nos hace discípulos aventajados del Maestro, la especial entrega y preocupación por ellos nos convierte en misioneros del Amor.

Al terminar este encuentro, deseo reiterar mi aliento en la misión que desempeñáis como guías de la Iglesia en Bolivia, así como en el espíritu de comunión y concordia entre vosotros. Una comunión enriquecida con los especiales vínculos de estrecha fraternidad con otras Iglesias particulares, algunas en tierras lejanas, pero que desean compartir con vosotros los gozos y esperanzas de la evangelización en ese país. Llevad mi saludo y gratitud a los obispos eméritos, a los sacerdotes y seminaristas, a los numerosos religiosos y religiosas que enriquecen y avivan vuestras comunidades cristianas, a los catequistas y demás colaboradores en la tarea de llevar la luz del Evangelio a los bolivianos.

Encomiendo vuestras intenciones a la Santísima Virgen María, tan venerada por el pueblo boliviano en numerosos santuarios marianos, y os imparto de corazón la Bendición Apostólica.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
27/06/2013 21:00


DISCURSO DEL PAPA BENEDICTO XVI
A LA ASAMBLEA PLENARIA
DEL CONSEJO PONTIFICIO PARA LOS LAICOS

Sala del Consistorio
Sábado 15 de noviembre de 2008




Señores cardenales;
venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
queridos hermanos y hermanas:

Me alegra encontrarme hoy con todos vosotros, miembros y consultores del Consejo pontificio para los laicos, reunidos en asamblea plenaria. Saludo al señor cardenal Stanislaw Rylko y a monseñor Josef Clemens, presidente y secretario del dicasterio, y juntamente con ellos a los demás prelados presentes. Doy una bienvenida especial a los fieles laicos provenientes de diversas experiencias apostólicas y de diferentes contextos sociales y culturales. El tema elegido para vuestra asamblea —"A veinte años de la Christifideles laici: memoria, desarrollo, nuevos desafíos y tareas"— nos introduce directamente en el servicio que vuestro dicasterio está llamado a prestar a la Iglesia para el bien de los fieles laicos de todo el mundo.

La exhortación apostólica Christifideles laici, definida la charta magna del laicado católico en nuestro tiempo, es el fruto maduro de las reflexiones y del intercambio de experiencias y de propuestas de la VII Asamblea general ordinaria del Sínodo de los obispos, que tuvo lugar en el mes de octubre de 1987 sobre el tema: "Vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo". Se trata de una relectura orgánica de las enseñanzas del concilio Vaticano ii concernientes a los laicos —su dignidad de bautizados, su vocación a la santidad, su pertenencia a la comunión eclesial, su participación en la edificación de las comunidades cristianas y en la misión de la Iglesia, su testimonio en todos los ambientes sociales y su compromiso al servicio de la persona para su crecimiento integral y para el bien común de la sociedad—, temas presentes sobre todo en las constituciones Lumen gentium y Gaudium et spes, así como en el decreto Apostolicam actuositatem.

La Christifideles laici, a la vez que retoma las enseñanzas del Concilio, orienta el discernimiento, la profundización y la orientación del compromiso laical en la Iglesia ante los cambios sociales de estos años. En muchas Iglesias particulares se ha desarrollado la participación de los laicos gracias a los consejos pastorales, diocesanos y parroquiales, revelándose como muy positiva por estar animada por un auténtico sensus Ecclesiae. La viva conciencia de la dimensión carismática de la Iglesia ha llevado a apreciar y valorar tanto los carismas más simples que la Providencia de Dios otorga a las personas como los que aportan gran fecundidad espiritual, educativa y misionera.

No es casualidad que el documento reconozca y aliente "una nueva época asociativa de los fieles laicos", signo de la "riqueza y versatilidad de los recursos que el Espíritu alimenta en el tejido eclesial" (n. 29), indicando los "criterios de eclesialidad" que son necesarios, por una parte, para el discernimiento de los pastores y, por otra, para el crecimiento de la vida de las asociaciones de fieles, de los movimientos eclesiales y de las nuevas comunidades.

A este respecto, deseo agradecer al Consejo pontificio para los laicos, de modo muy especial, el trabajo realizado durante los decenios pasados para acoger, acompañar, discernir, reconocer y animar estas realidades eclesiales, favoreciendo la profundización de su identidad católica, ayudándoles a insertarse más plenamente en la gran tradición y en el entramado vivo de la Iglesia, y secundando su desarrollo misionero.

Hablar del laicado católico significa referirse a innumerables personas bautizadas, comprometidas en múltiples y diferentes situaciones para crecer como discípulos y testigos del Señor y redescubrir y experimentar la belleza de la verdad y la alegría de ser cristianos. La actual condición cultural y social hace aún más urgente esta acción apostólica para compartir en plenitud el tesoro de gracia y santidad, de caridad, doctrina, cultura y obras, que implica el flujo de la tradición católica. Las nuevas generaciones no sólo son destinatarias preferenciales de esta transmisión y comunión, sino también sujetos que esperan en su corazón propuestas de verdad y de felicidad para poder dar testimonio cristiano de ellas, como sucede ya de modo admirable. Yo mismo fui nuevamente testigo de ello en Sydney, en la reciente Jornada mundial de la juventud. Por eso, aliento al Consejo pontificio para los laicos a proseguir la obra de esta providencial peregrinación global de los jóvenes en nombre de Cristo, y a esforzarse por promover en todas partes una auténtica educación y pastoral juvenil.

También conozco vuestro compromiso en cuestiones de especial importancia, como la dignidad y la participación de las mujeres en la vida de la Iglesia y de la sociedad. En otra ocasión ya manifesté mi aprecio por el congreso que organizasteis a veinte años de la promulgación de la carta apostólica Mulieris dignitatem, sobre el tema: "Mujer y hombre: el humanum en su totalidad". El hombre y la mujer, iguales en dignidad, están llamados a enriquecerse recíprocamente en comunión y colaboración, no sólo en el matrimonio y en la familia, sino también en todas las dimensiones de la sociedad. A las mujeres cristianas se les pide conciencia y valentía para afrontar tareas exigentes, para las cuales, sin embargo, no les falta el apoyo de una notable propensión a la santidad, de una especial agudeza en el discernimiento de las corrientes culturales de nuestro tiempo, y de una pasión particular por el cuidado de lo humano, característica de ellas. Nunca se ponderará suficientemente lo mucho que la Iglesia reconoce, aprecia y valora la participación de las mujeres en su misión de servicio a la difusión del Evangelio.

Permitidme, queridos amigos, una última reflexión concerniente a la índole secular, que es característica de los fieles laicos. En el entramado de la vida familiar, laboral y social, el mundo es lugar teológico, ámbito y medio de realización de su vocación y misión (cf. Christifideles laici, 15-17). Todos los ambientes, las circunstancias y las actividades en los que se espera que resplandezca la unidad entre la fe y la vida están encomendados a la responsabilidad de los fieles laicos, movidos por el deseo de comunicar el don del encuentro con Cristo y la certeza de la dignidad de la persona humana.

A ellos les corresponde dar testimonio de la caridad, especialmente a los más pobres, a los que sufren y a los necesitados, así como asumir todos los compromisos cristianos destinados a crear condiciones de justicia y paz cada vez mayores en la convivencia humana, de modo que se abran nuevas fronteras al Evangelio. Por tanto, pido al Consejo pontificio para los laicos que siga con diligente cuidado pastoral la formación, el testimonio y la colaboración de los fieles laicos en las más diversas situaciones en las que está en juego la auténtica calidad humana de la vida en la sociedad.
De modo particular, reafirmo la necesidad y la urgencia de la formación evangélica y del acompañamiento pastoral de una nueva generación de católicos comprometidos en la política, que sean coherentes con la fe profesada, que tengan rigor moral, capacidad de juicio cultural, competencia profesional y celo de servicio para el bien común.

El trabajo en la gran viña del Señor necesita christifideles laici que, como la santísima Virgen María, digan y vivan el fiat al plan de Dios en su vida. Así pues, con esta perspectiva os agradezco vuestra valiosa aportación a una causa tan noble, y de corazón os imparto a vosotros y a vuestros seres queridos la bendición apostólica.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
27/06/2013 21:01


DISCURSO DEL PAPA BENEDICTO XVI
A LOS PARTICIPANTES EN LA XXIII CONFERENCIA INTERNACIONAL
ORGANIZADA POR EL CONSEJO PONTIFICIO
PARA LA PASTORAL DE LA SALUD

Sala Clementina
Sábado 15 de noviembre de 2008



Señor cardenal;
venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
ilustres profesores;
queridos hermanos y hermanas:

Me alegra encontrarme con vosotros, con ocasión de la Conferencia internacional anual organizada por el Consejo pontificio para la pastoral de la salud, que ha llegado a su vigésima tercera edición. Saludo cordialmente al cardenal Javier Lozano Barragán, presidente del dicasterio, y le agradezco las amables palabras que me ha dirigido en vuestro nombre. Extiendo mi gratitud al secretario, a los colaboradores de este Consejo pontificio, a los relatores, a las autoridades académicas, a las personalidades, a los responsables de los centros de atención médica, a los agentes sanitarios y a los que han prestado su colaboración, participando de distintas maneras en la realización del congreso, que este año tiene como tema: "La pastoral en el cuidado de los niños enfermos".

Estoy seguro de que estos días de reflexión y confrontación sobre un tema tan actual contribuirán a sensibilizar la opinión pública sobre el deber de dedicar a los niños todas las atenciones necesarias para su armonioso desarrollo físico y espiritual. Si esto vale para todos los niños, tiene más valor aún para los enfermos y necesitados de cuidados médicos especiales.

El tema de vuestra Conferencia, que concluye hoy, gracias a la aportación de expertos de fama mundial y de personas que están en contacto directo con la infancia en dificultad, os ha permitido poner de relieve la difícil situación en la que sigue encontrándose un número muy notable de niños en vastas regiones de la tierra, y sugerir cuáles son las intervenciones necesarias, más aún, urgentes, para acudir en su ayuda. Ciertamente, los progresos de la medicina durante los últimos cincuenta años han sido notables: han llevado a una considerable reducción de la mortalidad infantil, aunque aún queda mucho por hacer desde este punto de vista. Basta recordar, como habéis observado, que cada año mueren cuatro millones de recién nacidos con menos de veintiséis días de vida.

En este contexto, el cuidado del niño enfermo representa un asunto que no puede menos de suscitar el atento interés de cuantos se dedican a la pastoral de la salud. Es indispensable un esmerado análisis de la situación actual para emprender, o continuar, una acción decidida para prevenir en la medida de lo posible las enfermedades y, cuando ya están contraídas, a curar a los niños enfermos con los más modernos descubrimientos de la ciencia médica, así como a promover mejores condiciones higiénico-sanitarias, sobre todo en los países menos favorecidos. El desafío hoy consiste en conjurar la aparición de muchas patologías antes típicas de la infancia y, en general, favorecer el crecimiento, el desarrollo y el mantenimiento de un estado de salud conveniente para todos los niños.

En esta vasta acción todos están implicados: familias, médicos y agentes sociales y sanitarios. La investigación médica se encuentra a veces ante opciones difíciles cuando se trata, por ejemplo, de lograr un buen equilibrio entre insistencia y desistencia terapéutica para garantizar los tratamientos adecuados a las necesidades reales de los pequeños pacientes, sin caer en la tentación del experimentalismo. No es superfluo recordar que toda intervención médica debe buscar siempre el verdadero bien del niño, considerado en su dignidad de sujeto humano con plenos derechos. Por tanto, es necesario cuidarlo siempre con amor, para ayudarle a afrontar el sufrimiento y la enfermedad, incluso antes del nacimiento, de modo adecuado a su situación.

Además, teniendo en cuenta el impacto emotivo debido a la enfermedad y a los tratamientos a los que se somete al niño, los cuales a menudo resultan particularmente invasores, es importante garantizarle una comunicación constante con sus familiares. Si los agentes sanitarios, médicos y enfermeros, sienten el peso del sufrimiento de los pequeños pacientes a los que atienden, se puede imaginar muy bien ¡cuánto más fuerte es el dolor que viven los padres! Los aspectos sanitario y humano jamás deben separarse, y toda estructura asistencial y sanitaria, sobre todo si está animada por un auténtico espíritu cristiano, tiene el deber de ofrecer lo mejor en competencia y humanidad. El enfermo, de modo especial el niño, comprende sobre todo el lenguaje de la ternura y del amor, expresado a través de un servicio solícito, paciente y generoso, animado en los creyentes por el deseo de manifestar la misma predilección que Jesús sentía por los niños.

"Maxima debetur puero reverentia" (Juvenal, Sátira XIV, v. 479). Ya los antiguos reconocían la importancia de respetar al niño, don y bien precioso para la sociedad, al que se debe reconocer la dignidad humana que posee plenamente ya desde el momento en que, antes de nacer, se encuentra en el seno materno. Todo ser humano tiene valor en sí mismo, porque ha sido creado a imagen de Dios, a cuyos ojos es tanto más valioso cuanto más débil aparece a la mirada del hombre. Por eso, ¡con cuánto amor hay que acoger incluso a un niño aún no nacido y ya afectado por patologías médicas! "Sinite parvulos venire ad me", dice Jesús en el evangelio (cf. Mc 10, 14), mostrándonos cuál debe ser la actitud de respeto y acogida con la que hay que tratar a todo niño, especialmente cuando es débil y tiene dificultades, cuando sufre y está indefenso. Pienso, sobre todo, en los niños huérfanos o abandonados a causa de la miseria y la disgregación familiar; pienso en los niños víctimas inocentes del sida, de la guerra o de los numerosos conflictos armados existentes en diversas partes del mundo; pienso en la infancia que muere a causa de la miseria, de la sequía y del hambre. La Iglesia no olvida a estos hijos suyos más pequeños y si, por una parte, alaba las iniciativas de las naciones más ricas para mejorar las condiciones de su desarrollo, por otra, siente con fuerza el deber de invitar a prestar mayor atención a estos hermanos nuestros, para que gracias a nuestra solidaridad común puedan mirar la vida con confianza y esperanza.

Queridos hermanos y hermanas, a la vez que expreso el deseo de que numerosas condiciones de desequilibrio aún existentes se solucionen cuanto antes con intervenciones resolutivas en favor de estos hermanos nuestros más pequeños, manifiesto mi profundo aprecio por quienes dedican energías personales y recursos materiales a su servicio. Pienso con particular gratitud en nuestro hospital del "Niño Jesús" y en las numerosas asociaciones e instituciones socio-sanitarias católicas, las cuales, siguiendo el ejemplo de Jesucristo, buen Samaritano, y animadas por su caridad, dan apoyo y alivio humano, moral y espiritual a numerosos niños que sufren, amados por Dios con singular predilección.

La Virgen María, Madre de todos los hombres, vele sobre los niños enfermos y proteja a cuantos se prodigan para cuidarlos con solicitud humana y espíritu evangélico. Con estos sentimientos, expresando sincero aprecio por la labor de sensibilización realizada en esta Conferencia internacional, aseguro un recuerdo constante en la oración e imparto a todos la bendición apostólica.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
27/06/2013 21:02


DISCURSO DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI
A LA ASAMBLEA DE LA CONGREGACIÓN PARA LOS INSTITUTOS
DE VIDA CONSAGRADA Y LAS SOCIEDADES DE VIDA APOSTÓLICA

Sala Clementina
Jueves 20 de noviembre de 2008



Señores cardenales;
venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
queridos hermanos y hermanas:

Os recibo con alegría con ocasión de la asamblea plenaria de la Congregación para los institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica, que celebra cien años de vida y actividad. En efecto, ha transcurrido ya un siglo desde que mi venerado predecesor san Pío X, con la constitución apostólica Sapienti consilio, del 29 de junio de 1908, hizo autónomo vuestro dicasterio como Congregatio negotiis religiosorum sodalium praeposita, nombre que sucesivamente ha sido modificado varias veces. Para recordar este acontecimiento, habéis programado para el 22 de noviembre un congreso que lleva un título significativo: "Cien años al servicio de la vida consagrada". Por eso, deseo pleno éxito a esta iniciativa oportuna.

Este encuentro es una ocasión muy propicia para saludar y expresar mi gratitud a todos los que trabajan en vuestro dicasterio. Saludo en primer lugar al prefecto, cardenal Franc Rodé, a quien doy las gracias por haberse hecho intérprete de los sentimientos comunes. Asimismo, saludo a los miembros del dicasterio, al secretario, a los subsecretarios y a los demás oficiales que, con diversas responsabilidades, prestan su servicio diario con competencia y sabiduría, para "promover y regular" la práctica de los consejos evangélicos en las diversas formas de vida consagrada, como también la actividad de las sociedades de vida apostólica (cf. Pastor bonus, 105).

Los consagrados constituyen una porción elegida del pueblo de Dios: sostener y conservar su fidelidad a la llamada divina, queridos hermanos y hermanas, es el compromiso fundamental que realizáis según modalidades ya bien consolidadas gracias a la experiencia acumulada en estos cien años de actividad. Este servicio de la Congregación ha sido mucho más asiduo en los decenios sucesivos al concilio Vaticano II, en los que se ha llevado a cabo el esfuerzo de renovación, tanto en la vida como en la legislación de todos los institutos religiosos y seculares, así como de las sociedades de vida apostólica. Por tanto, a la vez que me uno a vosotros para dar gracias a Dios, dador de todo bien, por los buenos frutos producidos por vuestro dicasterio durante estos años, recuerdo con gratitud a todos los que a lo largo de este siglo de actividad se han prodigado en beneficio de los consagrados y las consagradas.

La asamblea plenaria de vuestra Congregación ha centrado este año su atención en un tema que me interesa mucho: el monaquismo, forma vitae que se ha inspirado siempre en la Iglesia primitiva, nacida en Pentecostés (cf. Hch 2, 42-47; 4, 32-35). De las conclusiones de vuestros trabajos, centrados especialmente en la vida monástica femenina, podrán brotar indicaciones útiles para los monjes y monjas que "buscan a Dios", realizando su vocación para el bien de toda la Iglesia. También recientemente (cf. Discurso al mundo de la cultura en París, 12 de septiembre de 2008) puse de relieve la ejemplaridad de la vida monástica en la historia, subrayando que su finalidad es sencilla y, al mismo tiempo esencial: quaerere Deum, buscar a Dios y buscarlo a través de Jesucristo que lo reveló (cf. Jn 1, 18), tratando de fijar la mirada en las realidades invisibles que son eternas (cf. 2 Co 4, 18), en espera de la manifestación gloriosa del Salvador (cf. Tt 2, 13).

Christo omnino nihil praeponere (cf. Regla de san Benito 72, 11; san Agustín, Enarr. In Ps. 29, 9; san Cipriano, Ad Fort. 4). Esta expresión, que la Regla de san Benito toma de la tradición precedente, expresa muy bien el valioso tesoro de la vida monástica que se sigue practicando aún hoy tanto en el Occidente como en el Oriente cristiano. Es una invitación apremiante a plasmar la vida monástica hasta hacerla memoria evangélica de la Iglesia y, cuando se la vive de forma auténtica, es "ejemplaridad de vida bautismal" (cf. Juan Pablo II, Orientale lumen, 9). En virtud de la primacía absoluta reservada a Cristo, los monasterios están llamados a ser lugares en los que se realice la celebración de la gloria de Dios, se adore y se cante la presencia divina en el mundo, misteriosa pero real; se trata de vivir el mandamiento nuevo del amor y del servicio recíproco, preparando así la "revelación final de los hijos de Dios" (cf. Rm 8, 19).

Cuando los monjes viven el Evangelio de forma radical, cuando los que se dedican a la vida totalmente contemplativa cultivan en profundidad la unión esponsal con Cristo, de la que habla ampliamente la instrucción de esta Congregación "Verbi Sponsa" (13 de mayo de 1999), el monaquismo puede constituir para todas las formas de vida religiosa y de consagración una memoria de lo que es esencial y tiene la primacía en toda vida bautismal: buscar a Cristo y no anteponer nada a su amor.

El camino indicado por Dios para esta búsqueda y para este amor es su Palabra misma, que en los libros de la Sagrada Escritura se ofrece en abundancia a la reflexión de los hombres. Por tanto, el deseo de Dios y el amor a su Palabra se alimentan recíprocamente y suscitan en la vida monástica la exigencia insuprimible del opus Dei, del studium orationis y de la lectio divina, que es escucha de la Palabra de Dios, acompañada por las grandes voces de la tradición de los Padres y de los santos; y es también oración orientada y sostenida por esta Palabra.

La reciente Asamblea general del Sínodo de los obispos, que se celebró en Roma el pasado mes de octubre sobre el tema: "La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia", al renovar el llamamiento a todos los cristianos a arraigar su existencia en la escucha de la Palabra de Dios contenida en la Sagrada Escritura, invitó en especial a las comunidades religiosas y a cada hombre y mujer consagrados a hacer de la Palabra de Dios su alimento diario, en particular por medio de la práctica de la lectio divina (cf. Elenchus praepositionum, n. 4).

Queridos hermanos y hermanas, quienes entran en un monasterio buscan en él un oasis espiritual donde aprender a vivir como verdaderos discípulos de Cristo, en serena y perseverante comunión fraterna, acogiendo también a posibles huéspedes como a Cristo mismo (cf. Regla de san Benito, 53, 1). Este es el testimonio que la Iglesia pide al monaquismo también en nuestro tiempo. Invoquemos a María, Madre del Señor, la "mujer de la escucha", que no antepuso nada al amor del Hijo de Dios nacido de ella, para que ayude a las comunidades de vida consagrada y especialmente a las monásticas a ser fieles a su vocación y misión.

Los monasterios han de ser cada vez más oasis de vida ascética, donde se perciba la fascinación de la unión esponsal con Cristo y donde la opción por lo Absoluto de Dios esté envuelta en un clima constante de silencio y de contemplación.

A la vez que os aseguro mi oración por esta intención, imparto de corazón la bendición apostólica a todos los que participáis en la asamblea plenaria, a los que trabajan en vuestro dicasterio, así como a los miembros de los diversos institutos de vida consagrada, y especialmente a los de vida totalmente contemplativa. Que el Señor derrame sobre cada uno la abundancia de sus consolaciones.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
27/06/2013 21:07


DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A UNA PEREGRINACIÓN DE LA ARCHIDIÓCESIS
DE AMALFI-CAVA DE' TIRRENI

Sala Pablo VI
Sábado 22 de noviembre de 2008



Queridos hermanos y hermanas:

Bienvenidos a la casa del Sucesor de Pedro: os acojo con afecto y os saludo cordialmente a todos; en primer lugar, al pastor de vuestra comunidad eclesial, el arzobispo monseñor Orazio Soricelli, al que también agradezco las palabras que me ha dirigido en vuestro nombre. Saludo, asimismo, a los sacerdotes, a los diáconos y a los seminaristas, a los religiosos y a las religiosas, a los laicos comprometidos en las diversas actividades pastorales, a los jóvenes, a la coral y a los enfermos, así como a los voluntarios de la Unitalsi. Saludo a las autoridades civiles, a los alcaldes de los ayuntamientos de la diócesis y a los portadores de los estandartes. Por último, saludo a toda la archidiócesis de Amalfi-Cava de' Tirreni, que ha venido a Roma en peregrinación a la tumba del apóstol san Pedro, con las veneradas reliquias de san Andrés, vuestro augusto patrono, conservadas desde el siglo IV en la cripta de vuestra catedral. Más aún, esta peregrinación se realiza precisamente en nombre del apóstol san Andrés, con ocasión del octavo centenario del traslado de sus reliquias desde la gran Constantinopla a vuestra ciudad de Amalfi, pequeña por su dimensión, pero grande también ella por su historia civil y religiosa, como acaba de recordar vuestro arzobispo. Ante este precioso relicario también yo me recogí en oración con ocasión de la fiesta de San Andrés, el 30 de noviembre de 1996, y todavía conservo un grato recuerdo de esa visita.

En esa fiesta, ya inminente, concluirá este Año jubilar con la santa misa celebrada en vuestra catedral por el cardenal Tarcisio Bertone, mi secretario de Estado. Ha sido un año singular, que tuvo su culmen en el solemne acto conmemorativo del pasado 8 de mayo, presidido por el cardenal Walter Kasper, como mi enviado especial. En efecto, siguiendo el ejemplo de san Andrés y recurriendo a su intercesión, queréis dar nuevo impulso a vuestra vocación apostólica y misionera, ensanchando las perspectivas de vuestro corazón a las expectativas de paz entre los pueblos, intensificando la oración por la unidad entre todos los cristianos. Por tanto, vocación, misión y ecumenismo son las tres palabras clave que os han orientado en este compromiso espiritual y pastoral, que hoy recibe del Papa un estímulo a proseguir con generosidad y entusiasmo.

Que san Andrés, el primero de los Apóstoles en ser llamado por Jesús a orillas del río Jordán (cf. Jn 1, 35-40) os ayude a redescubrir cada vez más la importancia y la urgencia de testimoniar el Evangelio en todos los ámbitos de la sociedad. Que toda vuestra comunidad diocesana, a imitación de la Iglesia de los orígenes, crezca en la fe y comunique a todos la esperanza cristiana.

Queridos hermanos y hermanas, nuestro encuentro tiene lugar precisamente en la víspera de la solemnidad de Cristo Rey. Por tanto, os invito a dirigir la mirada del corazón a nuestro Señor Jesucristo, Rey del universo. En el rostro del Pantocrátor, como afirmó admirablemente el Papa Pablo VI durante el concilio Vaticano II, reconocemos "a Cristo, nuestro principio. A Cristo, nuestro camino y nuestro guía, nuestra esperanza y nuestro término" (Discurso de apertura del segundo período, 29 de septiembre de 1963).

La Palabra de Dios, que escucharemos mañana, nos repetirá que su rostro, revelación del misterio invisible del Padre, es el rostro del buen Pastor, dispuesto a cuidar de sus ovejas dispersas y a reunirlas para apacentarlas y hacer que descansen en un lugar seguro. Él busca con paciencia a la oveja perdida y cura a la enferma (cf. Ez 34, 11-12. 15-17). Sólo en él podemos encontrar la paz que nos ha adquirido al precio de su sangre, tomando sobre sí los pecados del mundo y obteniéndonos la reconciliación.

La Palabra de Dios nos recordará también que el rostro de Cristo, Rey del universo, es el rostro del juez, porque Dios es al mismo tiempo Pastor bueno y misericordioso y Juez justo. En particular, la página evangélica (cf.Mt 25, 31-46) nos presentará el gran cuadro del juicio final. En esta parábola, el Hijo del hombre en su gloria, rodeado por sus ángeles, se comporta como el pastor que separa las ovejas de las cabras y pone a los justos a su derecha y a los réprobos a su izquierda. Invita a los justos a entrar en la herencia preparada desde siempre para ellos, mientras que a los réprobos los condena al fuego eterno, preparado para el diablo y para los demás ángeles rebeldes.

Es decisivo el criterio del juicio. Este criterio es el amor, la caridad concreta con el prójimo, en particular con los "pequeños", con las personas que atraviesan más dificultades: los que tienen hambre y sed, los forasteros, los desnudos, los enfermos, los presos. El rey declara solemnemente a todos que lo que han hecho o no han hecho a ellos, lo han hecho o no lo han hecho a él mismo. Es decir, Cristo se identifica con sus "hermanos más pequeños" y en el juicio final se dará cuenta de lo que ya se realizó en la vida terrena.

Queridos hermanos y hermanas, esto es lo que le interesa a Dios. No le importa la realeza histórica; lo que quiere es reinar en el corazón de las personas y desde allí en el mundo: él es rey de todo el universo, pero el punto crítico, la zona donde su reino corre peligro, es nuestro corazón, porque en él Dios se encuentra con nuestra libertad. Nosotros, y sólo nosotros, podemos impedirle reinar en nosotros mismos y, por tanto, podemos poner obstáculos a su realeza en el mundo: en la familia, en la sociedad y en la historia. Nosotros, hombres y mujeres, tenemos la posibilidad de elegir con quién queremos aliarnos: con Cristo y con sus ángeles, o con el diablo y con sus seguidores, para usar el mismo lenguaje del Evangelio. A nosotros corresponde la decisión de practicar la justicia o la iniquidad, abrazar el amor y el perdón o la venganza y el odio homicida. De esto depende nuestra salvación personal, pero también la salvación del mundo.

Por eso Jesús quiere asociarnos a su realeza; por eso nos invita a colaborar en la venida de su reino de amor, de justicia y de paz. Debemos responderle, no con palabras, sino con obras: eligiendo el camino del amor operante y generoso al prójimo, le permitimos extender su señorío en el tiempo y en el espacio.

Que san Andrés os ayude a renovar con valentía vuestra decisión de pertenecer a Cristo y de poneros al servicio de su reino de justicia, de paz y de amor; y que la Virgen María, Madre de Jesús, nuestro Rey, proteja siempre a vuestras comunidades. Por mi parte, os aseguro mi recuerdo en la oración a la vez que, agradeciéndoos una vez más vuestra visita, de corazón os bendigo a todos.


English

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
27/06/2013 21:09


CELEBRACIÓN ECUMÉNICA PRESIDIDA POR EL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
Y POR SU SANTIDAD ARAM I, CATHOLICÓS DE CILICIA DE LOS ARMENIOS
PALABRAS DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI

Capilla "Redemptoris Mater" - Palacio Apostólico Vaticano
Lunes 24 de noviembre de 2008



Santidad:

Con sincero afecto en el Señor lo saludo a usted y a los distinguidos miembros de su delegación con ocasión de su visita a la Iglesia de Roma. Nuestro encuentro de hoy es una continuación de la visita que usted realizó a mi amado predecesor el Papa Juan Pablo II, en enero de 1997, y de los otros muchos contactos y visitas mutuas que, por gracia de Dios, han llevado en los últimos años a unas relaciones más estrechas entre la Iglesia católica y la Iglesia armenia apostólica.

En este Año paulino, usted visitará la tumba del Apóstol de los gentiles y orará con la comunidad monástica de la basílica erigida en su memoria. En esa oración, usted se unirá a los numerosos santos y mártires, maestros y teólogos de Armenia, cuya herencia de doctrina, santidad y frutos misioneros forma parte del patrimonio de toda la Iglesia. Pensemos en los santos Nerses Shnorkhali y Nerses de Lambon que, como obispo de Tarso era conocido como "segundo Pablo de Tarso". Ese testimonio tuvo su culmen en el siglo xx, un tiempo de inenarrable sufrimiento para su pueblo. La fe y la devoción del pueblo armenio se han apoyado constantemente en el recuerdo de los numerosos mártires que testimoniaron el Evangelio en el transcurso de los siglos. Que la gracia de ese testimonio siga plasmando la cultura de su nación e inspirando a los seguidores de Cristo una confianza cada vez mayor en el poder salvífico de la cruz, que da vida.

Desde hace mucho tiempo, la sede de Cilicia participa en contactos ecuménicos positivos entre las Iglesias. De hecho, el diálogo entre las Iglesias ortodoxas orientales y la Iglesia católica se ha beneficiado de manera significativa de la presencia de sus delegados armenios. Debemos esperar que este diálogo continúe, pues promete aclarar cuestiones teológicas que nos han dividido en el pasado, pero que ahora parecen abiertas a un mayor consenso. Confío en que el trabajo de la Comisión internacional sobre el tema: "La naturaleza, la constitución y la misión de la Iglesia" permita encontrar su contexto y su solución a muchas cuestiones específicas de nuestro diálogo teológico.

Ciertamente, el aumento de la comprensión, el respeto y la cooperación que ha experimentado el diálogo ecuménico es muy prometedor para el anuncio del Evangelio en nuestro tiempo. En el mundo, los armenios conviven con los fieles de la Iglesia católica. Una comprensión y un aprecio mayores de nuestra tradición apostólica común contribuirá a un testimonio común más eficaz de los valores espirituales y morales sin los cuales no puede existir un orden social realmente justo y humano. Por esta razón, confío en que se encuentren modos nuevos y concretos de expresar las declaraciones comunes que ya hemos firmado.

Santidad, le aseguro mis oraciones diarias y la profunda preocupación que siento por el pueblo del Líbano y de Oriente Próximo. ¿Cómo no sentirse afligidos por las tensiones y los conflictos que siguen frustrando todos los esfuerzos por fomentar la reconciliación y la paz en todos los niveles de la vida civil y política en la región? Recientemente nos ha entristecido a todos la intensificación de la persecución y la violencia contra los cristianos en algunas partes de Oriente Próximo y en otros lugares. Sólo cuando los países implicados puedan decidir su propio destino, y los diferentes grupos étnicos y comunidades religiosas se acepten y respeten plenamente, se construirá la paz sobre los cimientos sólidos de la solidaridad, la justicia y el respeto de los derechos legítimos de las personas y de los pueblos.

Con estos sentimientos y con afecto en el Señor, le doy las gracias, Santidad, y espero que estos días transcurridos en Roma sean fuente de numerosas gracias para usted y para quienes están confiados a su solicitud pastoral. Para usted y para todos los fieles de la Iglesia armenia apostólica invoco del Señor alegría y paz en abundancia.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
27/06/2013 21:09


DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A UN GRUPO DE SEMINARISTAS ITALIANOS

Sala Clementina
Sábado 29 de noviembre de 2008



Queridos hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
queridos amigos de los seminarios regionales de Las Marcas, Puglia y Abruzos-Molise:

Me alegra mucho acogeros con ocasión del centenario de la fundación de vuestros respectivos seminarios regionales, surgidos por impulso del Papa san Pío X, que pidió a los obispos italianos, especialmente del centro y sur de la península, que se pusieran de acuerdo para concentrar los seminarios, con el fin de proveer más eficazmente a la formación de los aspirantes al sacerdocio. Os saludo con afecto a todos, comenzando por los arzobispos monseñor Edoardo Menichelli, monseñor Carlo Ghidelli y monseñor Francesco Cacucci, a quienes agradezco las palabras con las que han querido interpretar los sentimientos de todos.

Saludo a los rectores, a los formadores, a los profesores, a los alumnos y a cuantos viven y trabajan a diario en estas instituciones vuestras. En esta ocasión tan significativa deseo unirme a vosotros para dar gracias al Señor, que en este siglo ha acompañado con su gracia la vida de tantos sacerdotes, formados en tan importantes centros educativos. Muchos de ellos hoy trabajan en los diversos apostolados de vuestras Iglesias locales, en la misión ad gentes y en otros servicios a la Iglesia universal; y algunos han sido llamados a desempeñar cargos de alta responsabilidad eclesial.

Ahora quiero dirigirme en particular a vosotros, queridos seminaristas, que os estáis preparando para ser obreros en la viña del Señor. Como ha recordado también la reciente Asamblea del Sínodo de los obispos, una de las tareas prioritarias del presbítero consiste en esparcir a manos llenas en el campo del mundo la Palabra de Dios que, como la semilla de la parábola evangélica, parece en realidad muy pequeña, pero una vez que ha germinado se convierte en un gran arbusto y da frutos abundantes (cf. Mt 13, 31-32). La Palabra de Dios que vosotros estaréis llamados a sembrar a manos llenas y que conlleva la vida eterna, es Cristo mismo, el único que puede cambiar el corazón humano y renovar el mundo. Pero podemos preguntarnos: el hombre contemporáneo, ¿siente aún necesidad de Cristo y de su mensaje de salvación?

En el contexto social actual, cierta cultura parece mostrarnos el rostro de una humanidad autosuficiente, deseosa de realizar sus proyectos por sí sola, que elige ser la artífice única de su propio destino y que, en consecuencia, cree que la presencia de Dios es insignificante y por ello, de hecho, la excluye de sus opciones y decisiones. En un clima marcado por un racionalismo cerrado en sí mismo, que considera el modelo de las ciencias prácticas como único modelo de conocimiento, todo lo demás resulta subjetivo y, por tanto, incluso la experiencia religiosa corre el riesgo de ser considerada una opción subjetiva, no esencial y determinante para la vida.

Ciertamente, por estas y otras razones, hoy resulta cada vez más difícil creer, resulta cada vez más difícil acoger la Verdad, que es Cristo, resulta cada vez más difícil consagrar la propia vida a la causa del Evangelio. Sin embargo, como se puede comprobar cada día en las noticias, el hombre contemporáneo se muestra a menudo desorientado y preocupado por su futuro, en busca de certezas y deseoso de puntos de referencia seguros. El hombre del tercer milenio, como el de todas las épocas, tiene necesidad de Dios y quizás lo busca incluso sin darse cuenta. Los cristianos, y de modo especial los sacerdotes, tienen el deber de recoger este anhelo profundo del corazón humano y ofrecer a todos, con los medios y los modos que mejor respondan a las exigencias de los tiempos, la inmutable y siempre viva Palabra de vida eterna, que es Cristo, Esperanza del mundo.

Con vistas a esta importante misión, que estaréis llamados a realizar en la Iglesia, asumen gran valor los años de seminario, tiempo destinado a la formación y al discernimiento; durante estos años debe ocupar el primer lugar la búsqueda constante de una relación personal con Jesús, una experiencia íntima de su amor, que se adquiere sobre todo a través de la oración y el contacto con las Sagradas Escrituras, leídas, interpretadas y meditadas en la fe de la comunidad eclesial.

En este Año paulino os propongo al apóstol san Pablo como modelo en el que os inspiréis para vuestra preparación al ministerio apostólico. La experiencia extraordinaria que realizó en el camino de Damasco lo transformó de perseguidor de los cristianos en testigo de la resurrección del Señor, dispuesto a dar la vida por el Evangelio. Cumplía con fidelidad todas las prescripciones de la Torá y las tradiciones judías, pero, después de encontrarse con Jesús, "lo que era para mí ganancia —escribe en la carta a los Filipenses—, lo he juzgado una pérdida a causa de Cristo". "Por él —añade— he perdido todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo y ser hallado en él" (cf. Flp 3, 7-9). La conversión no eliminó cuanto había de bueno y de verdadero en su vida, sino que le permitió interpretar de forma nueva la sabiduría y la verdad de la ley y de los profetas, y así fue capaz de dialogar con todos, siguiendo el ejemplo del divino Maestro.

A imitación de san Pablo, queridos seminaristas, no os canséis de encontraros con Cristo en la escucha, en la lectura y en el estudio de la Sagrada Escritura, en la oración y en la meditación personal, en la liturgia y en todas las demás actividades diarias. En este sentido, queridos responsables de la formación, es muy importante vuestro papel, pues para vuestros alumnos estáis llamados a ser testigos, antes que maestros de vida evangélica. Los seminarios regionales, por sus características típicas, pueden ser lugares privilegiados para formar a los seminaristas en la espiritualidad diocesana, insertando con sabiduría y equilibrio esta formación en el contexto eclesial y regional más amplio. Vuestras instituciones deben ser también "casas" de acogida vocacional para dar mayor impulso a la pastoral vocacional, prestando atención especial al mundo juvenil y educando a los jóvenes en los grandes ideales evangélicos y misioneros.

Queridos amigos, a la vez que os agradezco vuestra visita, invoco sobre cada uno de vosotros la protección materna de la Virgen Madre de Cristo, que la liturgia de Adviento nos presenta como modelo de quien vela en espera de la vuelta gloriosa de su Hijo divino. Encomendaos a ella con confianza, recurrid a menudo a su intercesión, para que os ayude a permanecer despiertos y vigilantes. Por mi parte, os aseguro mi afecto y mi oración diaria, mientras os bendigo de corazón a todos.


English

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
29/06/2013 19:45


DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LOS PROFESORES Y ALUMNOS DE LA UNIVERSIDAD
DE LOS ESTUDIOS DE PARMA

Sala de las Bendiciones
Lunes 1 de diciembre de 2008



Señor rector;
ilustres profesores;
queridos alumnos y miembros del personal administrativo y técnico:

Me alegra acogeros en este encuentro, que habéis querido para conmemorar las antiguas raíces del Ateneo de Parma. Y me alegra particularmente que, refiriéndoos precisamente a aquel período originario, hayáis elegido la figura representativa de san Pedro Damián, de cuyo nacimiento acabamos de celebrar el milenario y que en las escuelas de Parma fue primero alumno y después maestro. Saludo cordialmente al rector, profesor Gino Ferretti, y le agradezco las amables palabras con las que se ha hecho intérprete de los sentimientos de todos los presentes. Me complace ver juntamente con vosotros al obispo de Parma, monseñor Enrico Solmi, así como a otras autoridades políticas y militares. A todos vosotros, profesores, alumnos y miembros del personal administrativo y técnico, os doy mi sincera bienvenida.

Como sabéis, la actividad universitaria fue mi ámbito de trabajo durante muchos años e, incluso después de no ejercerla, nunca dejé de seguirla y de sentirme espiritualmente vinculado a ella. Muchas veces he hablado en diversos Ateneos, y recuerdo bien que en 1990 también fui a Parma, donde desarrollé una reflexión sobre los "caminos de la fe" en medio de los cambios del tiempo presente (cf. Svolta per l'Europa?, Edizioni Paoline 1991, pp. 65-89). Hoy quisiera detenerme brevemente a considerar con vosotros la "lección" que nos dejó san Pedro Damián, destacando algunas sugerencias de particular actualidad para el ambiente universitario de nuestros días.

El 20 de febrero del año pasado, con ocasión de la memoria litúrgica del gran eremita, dirigí una carta a la Orden de los monjes camaldulenses en la que puse de relieve que es particularmente válida para nuestro tiempo la característica central de su personalidad, es decir, la feliz síntesis entre la vida eremítica y la actividad eclesial, la tensión armoniosa entre los dos polos fundamentales de la existencia humana: la soledad y la comunión (cf. Carta a la Orden de los camaldulenses, 20 de febrero de 2007). Todos los que, como vosotros, se dedican a los estudios de nivel superior —durante toda la vida o durante la edad juvenil— no pueden menos de ser sensibles a esta herencia espiritual de san Pedro Damián.

Hoy las nuevas generaciones están muy expuestas a un doble riesgo, principalmente debido a la difusión de las nuevas tecnologías informáticas: por una parte, el peligro de que se reduzca cada vez más la capacidad de concentración y de aplicación mental en el plano personal; y, por otra, el de aislarse individualmente en una realidad cada vez más virtual. Así, la dimensión social se dispersa en mil fragmentos, mientras que la dimensión personal se repliega sobre sí misma y tiende a cerrarse a las relaciones constructivas con los demás y con los que son diferentes. La Universidad, en cambio, por su misma naturaleza vive precisamente del equilibrio virtuoso entre el momento individual y el comunitario, entre la investigación y la reflexión de cada uno y la participación y la confrontación abierta a los demás, en un horizonte tendencialmente universal.

También nuestra época, como la de san Pedro Damián, está marcada por particularismos e incertidumbres, y por carencia de principios unificadores (cf. ib.). Sin duda alguna los estudios académicos deberían contribuir a elevar la calidad del nivel formativo de la sociedad, no sólo en el plano de la investigación científica entendida en sentido estricto, sino también, más en general, ofreciendo a los jóvenes la posibilidad de madurar intelectual, moral y civilmente, confrontándose con los grandes interrogantes que interpelan la conciencia del hombre contemporáneo.

La historia considera a san Pedro Damián como uno de los grandes "reformadores" de la Iglesia después del año 1000. Lo podemos definir el alma de aquella reforma que lleva el nombre del Papa san Gregorio vii, Hidelbrando de Soana, de quien Pedro Damián fue íntimo colaborador desde que, antes de ser elegido Obispo de Roma, era archidiácono de esta Iglesia (cf. ib.). Pero ¿cuál es el concepto auténtico de reforma? Un aspecto fundamental que podemos encontrar en los escritos y más aún en el testimonio personal de san Pedro Damián es que toda reforma auténtica debe ser ante todo espiritual y moral, es decir, debe partir de las conciencias. A menudo hoy, también en Italia, se habla de reforma universitaria. Pienso que, salvando las debidas proporciones, esta enseñanza sigue siendo siempre válida: las modificaciones estructurales y técnicas son realmente eficaces si van acompañadas por un serio examen de conciencia de los responsables en todos los niveles, pero, más en general, de cada profesor, de cada alumno, de cada empleado técnico y administrativo. Sabemos que san Pedro Damián era muy riguroso consigo mismo y con sus monjes, muy exigente en la disciplina. Si se quiere que un ambiente humano mejore en calidad y eficiencia, es preciso ante todo que cada uno comience a reformarse a sí mismo, corrigiendo lo que puede dañar el bien común o, de algún modo, obstaculizarlo.

Unido al concepto de reforma, quiero poner de relieve también el de libertad. En efecto, el fin de la obra reformadora de san Pedro Damián y de sus contemporáneos era lograr que la Iglesia fuera más libre, ante todo en el plano espiritual, pero luego también en el histórico. De modo análogo, la validez de una reforma de la Universidad no puede menos de tener como resultado su libertad: libertad de enseñanza, libertad de investigación, libertad de la institución académica frente a los poderes económicos y políticos.

Esto no significa que la Universidad se ha de aislar de la sociedad, ni que debe considerarse a sí misma como única referencia, ni mucho menos que busque intereses privados aprovechando los recursos públicos. Ciertamente, esta no es la libertad cristiana. Verdaderamente libre, según el Evangelio y la tradición de la Iglesia, es la persona, la comunidad o la institución que responden plenamente a su propia naturaleza y a su propio fin, y la vocación de la Universidad es la formación científica y cultural de las personas con vistas al desarrollo de toda la comunidad social y civil.

Queridos amigos, os doy las gracias porque con vuestra visita, además del placer de encontrarme con vosotros, me habéis dado la oportunidad de reflexionar sobre la actualidad de san Pedro Damián, al final de las celebraciones en su honor por el milenario de su nacimiento. Deseo éxito a vuestra actividad científica y didáctica de vuestro Ateneo, y ruego para que, a pesar de sus dimensiones ya notables, tienda siempre a constituir una universitas studiorum, en la que cada uno se reconozca y exprese como persona, participando en la búsqueda "sinfónica" de la verdad.

Con este fin, aliento las actuales iniciativas de pastoral universitaria, que son un valioso servicio a la formación humana y espiritual de los jóvenes. Y en este contexto también deseo que se reabra pronto al culto la histórica iglesia de San Francisco en el Prato, para bien de la Universidad y de toda la ciudad. Que por todo esto intercedan san Pedro Damián y la santísima Virgen María, y os acompañe también mi bendición, que os imparto de buen grado a vosotros, a todos vuestros colegas y a vuestros seres queridos.


English

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
29/06/2013 19:45


DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LOS OBISPOS DE CHILE
EN VISITA "AD LIMINA APOSTOLORUM"

Jueves 4 de diciembre de 2008



Señor cardenal,
queridos hermanos en el Episcopado:

1. Os doy mi más cordial bienvenida en este encuentro con el que culmina vuestra visita ad limina, y que me ha permitido compartir, como Sucesor de Pedro, las fatigas apostólicas que afrontáis en esa amada tierra chilena.

Deseo, ante todo, agradecer vivamente a Mons. Alejandro Goić Karmelić, Obispo de Rancagua y Presidente de la Conferencia Episcopal, las amables palabras que ha tenido a bien dirigirme en nombre de todos. Expreso también mi afecto y reconocimiento a vuestras respectivas diócesis y a todos y cada uno de los hijos de la Iglesia en Chile.

2. El Señor Jesús, después de haber pasado la noche en oración, «llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos a los que llamó también Apóstoles» (Lc 6, 12). Él se ha fijado igualmente en vosotros, queridos hermanos sucesores de los Apóstoles, y haciéndoos partícipes de su amor os ha encomendado extender por el mundo su mensaje de salvación (cf. Jn 15, 15).

Por eso, os invito a cultivar una intensa vida interior y de fe profunda, porque en el trato íntimo con el Maestro en la oración, maduran las mejores iniciativas pastorales para responder a las necesidades espirituales del pueblo fiel y, así, partiendo de Dios podremos llegar hasta nuestros hermanos con una palabra eficaz de esperanza. Ciertamente las dificultades y los obstáculos son muchos, pero apoyándonos en la promesa de nuestro Señor, que nos asegura su presencia entre nosotros todos los días hasta el fin del mundo (cf. Mt 28, 20), y en el poder de su Espíritu Santo, podremos lanzarnos con ilusión y entusiasmo a la gran tarea de llevar a Cristo a todos los hombres con el mismo ardor de los Apóstoles.

3. Como fruto de un vasto esfuerzo de discernimiento eclesial, y en consonancia con el documento conclusivo de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, en Aparecida, habéis elaborado unas apropiadas Orientaciones Pastorales para los próximos cuatro años. Con ellas pretendéis suscitar en todos los fieles el gozo de seguir a Cristo, así como una mayor conciencia misionera que permita a toda la comunidad eclesial chilena afrontar con verdadero impulso apostólico los desafíos del momento presente.

Esta gran empresa evangelizadora, a la que os habéis consagrado decididamente, exige de todos un esfuerzo particular de purificación y caridad. Sabéis bien que el hombre de hoy siente urgente necesidad de ejemplos de vida verdaderamente evangélicos y coherentes. Por eso, la santidad de todos los miembros de la Iglesia, y especialmente de sus Pastores, es uno de los dones más preciosos que podéis ofrecer a vuestros hermanos. Recordando a los numerosos santos y beatos de vuestra tierra que, con su maravilloso testimonio de fe y de entrega al servicio de los hermanos (cf. Orientaciones Pastorales, n. 3), son un patrimonio no sólo de la Iglesia católica sino de toda la sociedad chilena, seguid proponiendo incansablemente el llamado universal a la santidad (cf. Lumen gentium, nn. 39-42).

4. Deseo asimismo encomendaros de un modo especial a los sacerdotes, vuestros más cercanos colaboradores, y os pido que les transmitáis mi reconocimiento por su fidelidad al ministerio recibido y por su trabajo constante y abnegado. Mostraos muy cercanos en sus dificultades y ayudadles para que, entre las múltiples actividades que llenan su jornada, sepan dar la primacía a la oración y a la celebración de la Eucaristía, que los conforma a Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote.

A este respecto, os aliento para que no cejéis en vuestros esfuerzos por mejorar la calidad de la formación humana, intelectual y espiritual de los seminaristas. Además, es necesario potenciar la dimensión vocacional de la vida cristiana en la pastoral con los jóvenes, mediante un adecuado acompañamiento espiritual que les permita responder con generosidad al llamado de Jesús en sus vidas.

5. Conozco también la gran labor que habéis realizado para que los laicos asuman con responsabilidad y madurez las exigencias de su bautismo, participando según su propia condición laical en la misión de toda la Iglesia. Continuad ofreciéndoles una adecuada educación en la fe, así como un contacto más asiduo con la Palabra de Dios, que les lleve a un mayor compromiso misionero en sus vidas. Ellos han recibido como vocación específica la santificación del mundo, transformándolo desde dentro según el proyecto de Dios (cf. ibíd., 31). Todos los sectores de la sociedad pueden ser iluminados con la luz de la fe. Pienso, entre otros, en el mundo de la cultura, de la ciencia y la política, en la promoción de la familia, fundada sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer, en la creación de condiciones de trabajo más justas y en la ayuda a los más desfavorecidos, en el cuidado del medio ambiente, en la defensa de la vida humana en todas las etapas de su existencia y en el derecho y obligación de los padres a la educación moral y espiritual de sus hijos.

Otro aspecto importante de vuestro ministerio que deseo confiaros encarecidamente es la actividad caritativa de vuestras diócesis en favor de los pobres. En efecto, a ejemplo de la primera comunidad de discípulos (cf. Hch 2, 42-44), hemos de intentar que la Iglesia, como familia de Dios, sea un lugar de ayuda recíproca (cf. Deus caritas est, 32).

6. Por último, os animo a seguir cultivando el espíritu de comunión con el Romano Pontífice y con los demás hermanos Obispos, sobre todo dentro de la misma Conferencia Episcopal y de la propia Provincia Eclesiástica. Queridos hermanos, habéis sido «configurados con Cristo para amar a la Iglesia con el amor de Cristo esposo» (Pastores gregis, 13) y para velar y proteger su unidad. Por tanto, sed para todos verdaderos modelos e instrumentos de comunión.

Al despedirme de vosotros, os pido que llevéis a los Obispos eméritos, a los sacerdotes, a los religiosos y religiosas, a los seminaristas, así como a todo el pueblo fiel, el saludo del Papa y la seguridad de su oración por ellos. Pongo en las manos maternas de la Virgen del Carmen vuestras personas, para que Ella guíe y conduzca a buen puerto vuestros afanes apostólicos, y os imparto la Bendición Apostólica, que hago extensiva a todos y cada uno de vuestros queridos fieles diocesanos.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
29/06/2013 19:46


DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
AL SEÑOR JUAN PABLO CAFIERO,
EMBAJADOR DE ARGENTINA ANTE LA SANTA SEDE

Viernes 5 de diciembre de 2008



Señor Embajador:

1. Esta ceremonia de inicio de su alta responsabilidad, en la que Vuestra Excelencia presenta las Cartas que lo acreditan como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la República Argentina ante la Santa Sede, representa un momento de particular importancia en el camino de las relaciones bilaterales entre la Sede Apostólica y su noble País, que confiamos sean cada vez más fluidas y fructíferas.

Deseo corresponder con vivo agradecimiento a sus atentas palabras y a los deferentes saludos que me ha transmitido en nombre de la Doctora Cristina Fernández de Kirchner, Presidenta de la Nación argentina, al mismo tiempo que acompaño con mi oración toda iniciativa que aliente la concordia, la justicia y la consecución del bien común en esa amada tierra. Los argentinos saben bien que ocupan un puesto de singular relieve en el corazón del Papa. Pienso en ellos y presento a Dios sus proyectos, sus gozos y también sus preocupaciones, de modo que se abran para todos horizontes de prosperidad, de un presente rico en fecundas realizaciones, y de un futuro luminoso y sereno.

2. Me complace de modo particular recibir a Vuestra Excelencia como Embajador de un País de hondas tradiciones cristianas que han sembrado y cultivado significativas costumbres, conformando de este modo la idiosincrasia y religiosidad de unas gentes que ansían superarse cada día y aportar a la comunidad internacional lo mejor de sí mismas, como ya lo han demostrado en variadas ocasiones, haciendo gala de su generosidad y altura de miras. Este valioso patrimonio espiritual ilumina y potencia las aspiraciones fundamentales del hombre. Por eso es importante considerarlo, además de como una herencia que hay que conservar, como un tesoro del que continuamente puede extraerse fortaleza para afrontar el presente, ofreciéndolo también como don precioso a las nuevas generaciones.

3. El mensaje evangélico ha arraigado hondamente en esa Nación dando cuantiosos frutos, especialmente en preclaros modelos de conducta que han enriquecido a los demás con el testimonio ejemplar de sus virtudes humanas y cristianas. Entre ellos, evoco con gusto la insigne figura de Ceferino Namuncurá, cuya beatificación a finales del pasado año fue una alegría para todo el Pueblo de Dios. Este joven mapuche, hijo espiritual de San Juan Bosco, es un signo espléndido de cómo “Cristo, siendo realmente el Logos encarnado, ‘el amor hasta el extremo’, no es ajeno a cultura alguna ni a ninguna persona; por el contrario, la respuesta anhelada en el corazón de las culturas es lo que les da su identidad última, uniendo a la humanidad y respetando a la vez la riqueza de las diversidades, abriendo a todos al crecimiento en la verdadera humanización” (Discurso en la sesión inaugural de la V Conferencia General del Episcopado latinoamericano y del Caribe, Aparecida, 13 mayo 2007, n. 1).

4. La Iglesia, en el ejercicio de la misión que le es propia, busca en todo momento promover la dignidad de la persona y elevarla de modo integral para el beneficio de todos. En este contexto, la fe en Cristo ha impulsado en Argentina numerosas iniciativas benéficas y asistenciales tanto en las diócesis como a través de institutos religiosos y asociaciones laicales. La solicitud y actividad eclesial, centrándose particularmente en el campo espiritual y moral, se ha irradiado también, y con peculiar intensidad, en ámbitos sanitarios, culturales, educativos, laborales y de atención a los menesterosos.

Con sus obras, la comunidad católica persigue únicamente dar un testimonio de caridad y proyectar sobre las conciencias la luz del Evangelio, para que el hombre encuentre una plenitud de vida que se trasluzca en una digna conducta individual y en una convivencia responsable y armónica, de recíproca comprensión y perdón. Cabría señalar a este respecto la trascendencia que tiene evitar aquellas actitudes que deterioren la fraternidad y el mutuo entendimiento, dando vigor, en cambio, a lo que favorezca el sentido de responsabilidad cívica con vistas al bien de toda la sociedad.

Desde esa perspectiva, la Iglesia, sin pretender convertirse en un sujeto político, aspira, con la independencia de su autoridad moral, a cooperar leal y abiertamente con todos los responsables del orden temporal en el noble diseño de lograr una civilización de la justicia, la paz, la reconciliación, la solidaridad, y de aquellas otras pautas que nunca se podrán derogar ni dejar a merced de consensos partidistas, pues están grabadas en el corazón humano y responden a la verdad. En este sentido, la presencia de Dios tanto en la conciencia de cada hombre como en el ámbito público es un apoyo firme para el respeto de los derechos fundamentales de la persona y la edificación de una sociedad cimentada en ellos. Deseo por eso expresar los mejores deseos de que se robustezca el diálogo y la colaboración entre las Autoridades argentinas y el Episcopado de esa Nación en aras del bien común de toda la población.

5. El siglo XXI va mostrando cada vez con mayor nitidez la necesidad de forjar la vida personal, familiar y social de acuerdo a esos valores irrenunciables que enaltecen a la persona y a toda la comunidad. Entre ellos, hay que destacar el respaldo a la familia basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, la orientación por una moral cuyas notas principales están inscritas en lo más íntimo del alma humana, el espíritu de sacrificio y pródiga solidaridad, que se manifieste de modo especial cuando las circunstancias sean particularmente adversas, la defensa de la vida humana desde su concepción hasta su término natural, la erradicación de la pobreza, el cultivo de la honradez, la lucha contra la corrupción, la adopción de medidas que asistan a los padres en su derecho inalienable de educar a sus hijos en sus propias convicciones éticas y religiosas, así como la promoción de los jóvenes, para que sean hombres y mujeres de paz y reconciliación.

6. En este sentido, precisamente hoy, con la presencia de una Delegación de esta Sede Apostólica, se encontrarán las Presidentas de Argentina y Chile para conmemorar el trigésimo aniversario de la mediación realizada por mi venerado Predecesor el Papa Juan Pablo II en la solución del diferendo que las dos Naciones mantuvieron sobre la determinación de sus límites en la zona austral del continente. El monumento que se va a construir en la localidad de Monte Aymond será un testigo elocuente, y servirá para estrechar aún más los lazos de hermandad y la voluntad de entendimiento entre ambos Países, los cuales, gracias a los esfuerzos de sus gobernantes e instituciones, así como a sus comunes ideales culturales, sociales y religiosos, supieron abandonar las vías del enfrentamiento para demostrar que, con el diálogo y la grandeza de corazón, se puede alcanzar una paz digna, estable y sólida, como es propio de pueblos civilizados y sabios.

7. Al finalizar este encuentro, formulo mis mejores votos a Vuestra Excelencia, a su familia y al personal de esa Misión Diplomática y les expreso la disponibilidad y el apoyo de mis colaboradores en todo lo que pueda redundar en el buen desempeño de vuestra labor como Embajador. Le ruego que se haga portador ante todos sus connacionales, y muy particularmente ante la Señora Presidenta de la República Argentina y su Gobierno, del saludo cordial del Papa, y suplico al Señor, por la maternal intercesión de Nuestra Señora de Luján, que colme de copiosos dones a todos los hijos e hijas de ese amado País, a los que imparto complacido la Bendición Apostólica.


English

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
29/06/2013 19:47


DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LOS PARTICIPANTES EN LA SESIÓN PLENARIA
DE LA COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL

Sala de los Papas del palacio apostólico
Viernes 5 de diciembre de 2008



Venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
ilustres profesores;
queridos colaboradores:

Con verdadera alegría os acojo al término de los trabajos de vuestra sesión plenaria anual, que esta vez coincide también con la conclusión del séptimo quinquenio desde la creación de la Comisión teológica internacional. Ante todo deseo expresar un sentido agradecimiento por las palabras de saludo que me ha dirigido, en nombre de todos, monseñor Luis Francisco Ladaria Ferrer, en calidad de secretario general de la Comisión teológica internacional. También os manifiesto mi agradecimiento a todos vosotros que, durante este quinquenio, habéis dedicado vuestras energías a un trabajo verdaderamente valioso para la Iglesia y para aquel a quien el Señor ha llamado a desempeñar el ministerio de Sucesor de Pedro.

De hecho, los trabajos de este séptimo "quinquenio" de la Comisión teológica internacional ya han dado un fruto concreto, como ha recordado monseñor Ladaria Ferrer, con la publicación del documento: "La esperanza de la salvación para los niños que mueren sin bautismo", y se preparan para alcanzar otra meta importante con el documento: "En busca de una ética universal: nueva mirada sobre la ley natural", que todavía se debe someter a los últimos pasos previstos por las normas de los Estatutos de la Comisión, antes de la aprobación definitiva.

Como ya he recordado en ocasiones anteriores, reafirmo la necesidad y la urgencia, en el contexto actual, de crear en la cultura y en la sociedad civil y política las condiciones indispensables para una conciencia plena del valor irrenunciable de la ley moral natural. También gracias al estudio que vosotros habéis emprendido sobre este tema fundamental, resultará claro que la ley natural constituye la verdadera garantía ofrecida a cada uno para vivir libre y respetado en su dignidad de persona, y para sentirse defendido de cualquier manipulación ideológica y de cualquier atropello perpetrado apoyándose en la ley del más fuerte.

Todos sabemos bien que, en un mundo formado por las ciencias naturales, el concepto metafísico de la ley natural está prácticamente ausente y resulta incomprensible. Tanto más cuanto que, viendo su importancia fundamental para nuestras sociedades, para la vida humana, es necesario que en el contexto de nuestro pensamiento se vuelva a proponer y se haga comprensible este concepto: el hecho de que el ser mismo lleva en sí un mensaje moral y una indicación para las sendas del derecho.

Con respecto al tercer tema, "Sentido y método de la teología", que durante este quinquenio ha sido objeto de estudio particular, deseo subrayar su importancia y actualidad. En una "sociedad planetaria" como la que se está formando hoy, la opinión pública pide a los teólogos sobre todo que promuevan el diálogo entre las religiones y las culturas, que contribuyan al desarrollo de una ética que tenga como coordenadas de fondo la paz, la justicia y la defensa del ambiente natural. Y se trata realmente de bienes fundamentales.

Pero una teología limitada a estos nobles objetivos no sólo perdería su propia identidad, sino también el fundamento mismo de estos bienes. La primera prioridad de la teología, como ya lo indica su nombre, es hablar de Dios, pensar en Dios. Y la teología no habla de Dios como de una hipótesis de nuestro pensamiento. Habla de Dios porque Dios mismo ha hablado con nosotros. La verdadera tarea de la teología consiste en entrar en la Palabra de Dios, tratar de entenderla en la medida de lo posible y hacer que nuestro mundo la entienda, a fin de encontrar así las respuestas a nuestros grandes interrogantes. En esta tarea también se pone de manifiesto que la fe no sólo no es contraria a la razón, sino que además abre los ojos de la razón, ensancha nuestro horizonte y nos permite encontrar las respuestas necesarias a los desafíos de los diversos tiempos.

Desde el punto de vista objetivo, la verdad es la Revelación de Dios en Cristo Jesús, que requiere como respuesta la obediencia de la fe en comunión con la Iglesia y su Magisterio. Recuperada así la identidad de la teología, entendida como reflexión argumentada, sistemática y metódica sobre la Revelación y sobre la fe, también la cuestión del método queda iluminada. El método en teología no podrá constituirse sólo sobre la base de los criterios y las normas comunes a las demás ciencias, sino que deberá observar ante todo los principios y las normas que derivan de la Revelación y de la fe, del hecho de que Dios ha hablado.

Desde el punto de vista subjetivo, es decir, desde el punto de vista de quien hace teología, la virtud fundamental del teólogo es buscar la obediencia a la fe, la humildad de la fe que abre nuestros ojos: la humildad que convierte al teólogo en colaborador de la verdad. De este modo no se dedicará a hablar de sí mismo; al contrario, interiormente purificado por la obediencia a la verdad, llegará a hacer que la Verdad misma, el Señor, pueda hablar a través del teólogo y de la teología. Al mismo tiempo, logrará que, por su medio, la verdad pueda ser llevada al mundo.

Por otra parte, la obediencia a la verdad no significa renuncia a la búsqueda y al esfuerzo del pensar; por el contrario, la inquietud del pensamiento, que indudablemente nunca podrá quedar aplacada del todo en la vida de los creyentes, dado que también ellos están en un camino de búsqueda y profundización de la Verdad, será sin embargo una inquietud que los acompañe y los estimule en la peregrinación del pensamiento hacia Dios, y así resultará fecunda.

Por tanto, deseo que vuestra reflexión sobre estos temas logre volver a poner de relieve los auténticos principios y el significado sólido de la verdadera teología, a fin de que percibamos y comprendamos cada vez mejor las respuestas que la Palabra de Dios nos da y sin las cuales no podemos vivir de una manera sabia y justa, porque sólo así se abre el horizonte universal, infinito, de la verdad.

Así pues, mi agradecimiento por vuestro compromiso y vuestra obra en la Comisión teológica internacional durante este quinquenio es al mismo tiempo un deseo cordial de éxito en el trabajo futuro de este importante organismo al servicio de la Sede apostólica y de toda la Iglesia. A la vez que renuevo la expresión de mis sentimientos de satisfacción, afecto y alegría por este encuentro, invoco del Señor, por intercesión de la Virgen santísima, abundantes luces celestiales sobre vuestro trabajo, y de corazón os imparto una bendición apostólica especial, que extiendo a vuestros seres queridos.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
29/06/2013 19:48


DISCURSO DEL PAPA BENEDICTO XVI
A LA ORDEN ECUESTRE DEL SANTO SEPULCRO DE JERUSALÉN

Sala Clementina
Viernes 5 de diciembre de 2008



Señor cardenal;
venerados hermanos en el episcopado;
señores miembros del Gran Maestrazgo y lugartenientes;
queridos hermanos y hermanas:

Me alegra acoger y dar mi cordial bienvenida a los caballeros, a las damas y a los eclesiásticos que representan a la Orden ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén. En particular, saludo al cardenal John Patrick Foley, gran maestre de la Orden, y le agradezco las amables palabras que, también en nombre de todos vosotros, me acaba de dirigir. Saludo asimismo al gran prior, Su Beatitud Fouad Twal, patriarca de Jerusalén de los latinos. A través de cada uno de vosotros deseo, además, hacer llegar la expresión de mi estima y reconocimiento a todos los componentes de vuestra benemérita Orden, difundida en muchas partes del mundo.

El motivo que os ha reunido aquí en Roma es la "Consulta mundial", que cada cinco años prevé el encuentro de los lugartenientes, de los delegados maestrales y de los miembros del Gran Maestrazgo para evaluar la situación de la comunidad católica en Tierra Santa y las actividades llevadas a cabo por la Orden, y para establecer las directrices para el futuro. A la vez que os agradezco vuestra visita, deseo manifestar mi vivo aprecio especialmente por las iniciativas de solidaridad fraterna que la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén desde hace tantos años sigue promoviendo en favor de los Santos Lugares.

En efecto, vuestra Orden ecuestre, nacida como "Guardia de honor" para la custodia del Santo Sepulcro de nuestro Señor, ha gozado de una singular atención por parte de los Romanos Pontífices, que la han dotado de los instrumentos espirituales y jurídicos necesarios para llevar a cabo su servicio específico. El beato Pío IX, en 1847 la reconstituyó para favorecer la recomposición de una comunidad de fe católica en Tierra Santa, encomendando la custodia de la tumba de Cristo ya no a la fuerza de las armas, sino al valor de un constante testimonio de fe y de caridad en favor de los cristianos residentes en aquellas tierras. Más recientemente, el siervo de Dios Pío XII, de venerada memoria, confirió a vuestra Orden personalidad jurídica, haciendo así más oficial y sólida su presencia y su obra dentro de la Iglesia y ante las naciones

Queridos hermanos y hermanas, un antiguo y glorioso vínculo une a vuestra Orden ecuestre al Santo Sepulcro de Cristo, donde se celebra de forma muy particular la gloria de su muerte y resurrección. Precisamente esto constituye el punto central de vuestra espiritualidad. Así pues, Jesucristo crucificado y resucitado ha de ser el centro de vuestra existencia y de todos vuestros proyectos y programas personales y asociativos. Dejaos guiar y sostener por su poder redentor para vivir en profundidad la misión que estáis llamados a cumplir, para dar un elocuente testimonio evangélico, a fin de ser constructores, en nuestro tiempo, de una esperanza activa fundada en la presencia del Señor resucitado, el cual, con la gracia del Espíritu Santo, guía y sostiene el trabajo de cuantos se dedican a la edificación de una nueva humanidad inspirada en los valores evangélicos de justicia, amor y paz.

¡Cuánta necesidad de justicia y de paz tiene la Tierra de Jesús! Continuad trabajando con este fin, y no os canséis de pedir, con la Oración del caballero y de la dama del Santo Sepulcro, que cuanto antes estas aspiraciones encuentren pleno cumplimiento. Pedid al Señor que os "haga embajadores convencidos y sinceros de paz y de amor entre los hermanos"; pedidle que fecunde con la fuerza de su amor vuestra constante obra en apoyo del ardiente deseo de paz de esas comunidades, agobiadas en los últimos años por un clima incierto y peligroso.

A esas queridas poblaciones cristianas, que siguen sufriendo a causa de la crisis política, económica y social de Oriente Próximo, aún más dura al agravarse la situación mundial, dirijo un saludo afectuoso, asegurando en particular mi cercanía espiritual a nuestros numerosos hermanos en la fe que se ven obligados a emigrar. ¿Cómo no compartir la pena de esas comunidades tan probadas? ¿Cómo no daros las gracias, al mismo tiempo, a vosotros que estáis trabajando generosamente para ayudarles?

En estos días de Adviento, mientras nos preparamos a festejar la Navidad, la mirada de nuestra fe se dirige hacia Belén, donde el Hijo de Dios nació en una pobre gruta. Los ojos del corazón se dirigen luego a todos los demás lugares santificados por el paso del Redentor. A María, que dio al mundo al Salvador, le pedimos que haga sentir su maternal protección a nuestros hermanos y hermanas que viven allí y que a diario afrontan no pocas dificultades. Le pedimos también que os aliente a vosotros y a cuantos, con la ayuda de Dios, quieren y pueden contribuir a la edificación de un mundo de justicia y de paz.

Queridos caballeros y queridas damas, alimentad en vosotros el clima del Adviento, manteniendo viva en vuestro corazón la espera del Señor que viene, para que podáis encontrarlo en los acontecimientos de cada día y reconocerlo y servirlo especialmente en los pobres y en los que sufren. La Virgen de Nazaret, a la que dentro de pocos días invocaremos bajo el título de Inmaculada Concepción, os asista en vuestra misión de velar con amor sobre los Lugares por donde el divino Redentor "pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él" (Hch 10, 38). Con estos sentimientos, de buen grado os imparto a todos mi bendición.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
29/06/2013 19:49


HOMENAJE A LA INMACULADA EN LA PLAZA DE ESPAÑA

DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI

Solemnidad de la Inmaculada Concepción Virgen María
Lunes 8 de diciembre de 2008



Queridos hermanos y hermanas:

Hace casi tres meses, tuve la alegría de ir en peregrinación a Lourdes, con ocasión del 150° aniversario de la histórica aparición de la Virgen María a santa Bernardita. Las celebraciones de este singular aniversario se concluyen precisamente hoy, solemnidad de la Inmaculada Concepción, porque la "hermosa Señora" —como la llamaba Bernardita—, mostrándose a ella por última vez en la gruta de Massabielle, reveló su nombre diciendo: "Yo soy la Inmaculada Concepción". Lo dijo en el idioma local, y la pequeña vidente refirió a su párroco esa expresión, para ella desconocida e incomprensible.

"Inmaculada Concepción": también nosotros repetimos hoy con conmoción ese nombre misterioso. Lo repetimos aquí, al pie de este monumento en el corazón de Roma; e innumerables hermanos y hermanas nuestros hacen lo mismo en otros muchos lugares del mundo, santuarios y capillas, así como en las casas de familias cristianas. Donde hay una comunidad católica, allí se venera hoy a la Virgen con este nombre estupendo y maravilloso: Inmaculada Concepción.

Ciertamente, la convicción sobre la inmaculada concepción de María existía ya muchos siglos antes de las apariciones de Lourdes, pero estas llegaron como un sello celestial después de que mi venerado predecesor el beato Pío ix definiera el dogma, el 8 de diciembre de 1854. En la fiesta de hoy, tan arraigada en el pueblo cristiano, esta expresión brota del corazón y aflora a los labios como el nombre de nuestra Madre celestial. Como un hijo alza los ojos al rostro de su mamá y, viéndolo sonriente, olvida todo miedo y todo dolor, así nosotros, volviendo la mirada a María, reconocemos en ella la "sonrisa de Dios", el reflejo inmaculado de la luz divina; encontramos en ella nueva esperanza incluso en medio de los problemas y los dramas del mundo.

Es tradición que el Papa se una al homenaje que rinde la ciudad trayendo a María una cesta de rosas. Estas flores indican nuestro amor y nuestra devoción: el amor y la devoción del Papa, de la Iglesia de Roma y de los habitantes de esta ciudad, que se sienten espiritualmente hijos de la Virgen María. Simbólicamente, las rosas pueden expresar cuanto de bello y de bueno hemos realizado durante el año, porque en esta cita ya tradicional quisiéramos ofrecerlo todo a nuestra Madre, convencidos de que nada podríamos haber hecho sin su protección y sin las gracias que diariamente nos obtiene de Dios. Pero —como suele decirse— no hay rosa sin espinas, y en los tallos de estas estupendas rosas blancas tampoco faltan las espinas, que para nosotros representan las dificultades, los sufrimientos, los males que han marcado y marcan también la vida de las personas y de nuestras comunidades. A la Madre se presentan las alegrías, pero se le confían también las preocupaciones, seguros de encontrar en ella fortaleza para no abatirse y apoyo para seguir adelante.

¡Oh Virgen Inmaculada, en este momento quisiera confiarte especialmente a los "pequeños" de nuestra ciudad: ante todo a los niños, y especialmente a los que están gravemente enfermos; a los muchachos pobres y a los que sufren las consecuencias de situaciones familiares duras! Vela sobre ellos y haz que sientan, en el afecto y la ayuda de quienes están a su lado, el calor del amor de Dios.

Te encomiendo, oh María, a los ancianos solos, a los enfermos, a los inmigrantes que encuentran dificultad para integrarse, a las familias que luchan por cuadrar sus cuentas y a las personas que no encuentran trabajo o que han perdido un puesto de trabajo indispensable para seguir adelante.
Enséñanos, María, a ser solidarios con quienes pasan dificultades, a colmar las desigualdades sociales cada vez más grandes; ayúdanos a cultivar un sentido más vivo del bien común, del respeto a lo que es público; impúlsanos a sentir la ciudad —y de modo especial nuestra ciudad de Roma— como patrimonio de todos, y a hacer cada uno, con conciencia y empeño, nuestra parte para construir una sociedad más justa y solidaria.

¡Oh Madre Inmaculada, que eres para todos signo de segura esperanza y de consuelo, haz que nos dejemos atraer por tu pureza inmaculada! Tu belleza —Tota pulchra, cantamos hoy— nos garantiza que es posible la victoria del amor; más aún, que es cierta; nos asegura que la gracia es más fuerte que el pecado y que, por tanto, es posible el rescate de cualquier esclavitud.
Sí, ¡oh María!, tu nos ayudas a creer con más confianza en el bien, a apostar por la gratuidad, por el servicio, por la no violencia, por la fuerza de la verdad; nos estimulas a permanecer despiertos, a no caer en la tentación de evasiones fáciles, a afrontar con valor y responsabilidad la realidad, con sus problemas. Así lo hiciste tú, joven llamada a arriesgarlo todo por la Palabra del Señor.

Sé madre amorosa para nuestros jóvenes, para que tengan el valor de ser "centinelas de la mañana", y da esta virtud a todos los cristianos para que sean alma del mundo en esta época no fácil de la historia.

Virgen Inmaculada, Madre de Dios y Madre nuestra, Salus Populi Romani, ruega por nosotros.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
29/06/2013 19:50


CONCIERTO ORGANIZADO POR EL CONSEJO PONTIFICIO JUSTICIA Y PAZ
EN EL 60° ANIVERSARIO DE LA DECLARACIÓN UNIVERSAL
DE DERECHOS HUMANOS

DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI

Sala Pablo VI
Miércoles 10 de diciembre de 2008



Ilustres señores y amables señoras;
queridos hermanos y hermanas:

Dirijo mi cordial saludo a las autoridades presentes y, en particular, al presidente de la República italiana, a las demás autoridades italianas, al gran maestre de la Orden de Malta y a todos los que habéis participado en esta velada dedicada a la escucha de piezas de música clásica, interpretadas por la Brandenburgisches Staatsorchester de Francfort, dirigida en esta ocasión por la maestra Inma Shara. A ella y a los miembros de la orquesta deseo expresar el aprecio común por el talento y la eficacia con que han interpretado estos sugestivos fragmentos musicales.

Doy las gracias al Consejo pontificio Justicia y paz y a la "Fundación San Mateo en memoria del cardenal François-Xavier Van Thuân" por haber organizado el concierto, que ha estado precedido por el acto conmemorativo del 60° aniversario de la Declaración universal de derechos humanos, por la entrega del premio Cardenal Van Thuân 2008 al señor Cornelio Sommaruga, ex presidente del Comité internacional de la Cruz Roja, y por la entrega de los premios "Solidaridad y desarrollo" al padre Pedro Opeka, misionero en Madagascar, al padre José Raúl Matte, misionero entre los leprosos de Amazonia, a los destinatarios del proyecto Gulunap, para la realización de una Facultad de medicina en Uganda del norte y a los responsables del proyecto "Villaggio degli Ercolini", para la integración de niños y muchachos gitanos en Roma.

También expreso mi agradecimiento a cuantos han colaborado en la realización del concierto y a la Radiotelevisión italiana (RAI), que lo ha transmitido, aumentando, por decirlo así, la audiencia de quienes han podido beneficiarse de él.

Hace sesenta años, el 10 de diciembre, la Asamblea general de las Naciones Unidas, reunida en París, adoptó la Declaración universal de derechos humanos, que constituye aún hoy un altísimo punto de referencia del diálogo intercultural sobre la libertad y los derechos humanos. La dignidad de todo hombre solamente queda garantizada cuando todos sus derechos fundamentales son reconocidos, tutelados y promovidos. Desde siempre, la Iglesia reafirma que los derechos fundamentales, más allá de la diferente formulación y del distinto peso que pueden revestir en el ámbito de las diversas culturas, son un dato universal, porque está inscrito en la naturaleza misma del hombre.

La ley natural, escrita por Dios en la conciencia humana, es un común denominador a todos los hombres y a todos los pueblos; es una guía universal que todos pueden conocer. Sobre esa base todos pueden entenderse. Por tanto, en última instancia, los derechos humanos están fundados en Dios creador, el cual dio a cada uno la inteligencia y la libertad. Si se prescinde de esta sólida base ética, los derechos humanos son frágiles porque carecen de fundamento sólido.

La celebración del 60° aniversario de la Declaración constituye, por consiguiente, una ocasión para verificar en qué medida los ideales aceptados por la mayor parte de la comunidad de las Naciones en 1948 son respetados hoy en las diversas legislaciones nacionales y, más aún, en la conciencia de los individuos y de las colectividades.

Sin duda, se ha recorrido un largo camino, pero queda aún un largo tramo por completar: cientos de millones de hermanos y hermanas nuestros ven cómo están amenazados sus derechos a la vida, a la libertad, a la seguridad; no siempre se respeta la igualdad entre todos ni la dignidad de cada uno, mientras que se alzan nuevas barreras por motivos relacionados con la raza, la religión, las opiniones políticas u otras convicciones. Así pues, no ha de cesar el compromiso común de promover y definir mejor los derechos humanos, y se debe intensificar el esfuerzo por garantizar su respeto.

Acompaño estos deseos con la oración para que Dios, Padre de todos los hombres, nos conceda construir un mundo donde cada ser humano se sienta acogido con plena dignidad, y donde las relaciones entre las personas y entre los pueblos estén reguladas por el respeto, el diálogo y la solidaridad.

A todos imparto mi bendición.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
29/06/2013 19:51


ENCUENTRO DEL PAPA CON LOS UNIVERSITARIOS DE ROMA

DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI

Basílica Vaticana
Jueves 11 de diciembre de 2008



Señores cardenales;
señora ministra y distinguidas autoridades;
venerados hermanos;
ilustres rectores y profesores;
queridos estudiantes:

La proximidad de la santa Navidad me brinda la ocasión, siempre grata, de encontrarme con el mundo universitario romano. Saludo cordialmente al cardenal Agostino Vallini, mi vicario para la diócesis de Roma, y al cardenal George Pell, arzobispo de Sydney, cuya presencia nos hace remontarnos con la mente y con el corazón a la inolvidable experiencia de la Jornada mundial de la juventud del pasado mes de julio.

El paso del icono de María, Sedes Sapientiae, de la delegación rumana a la australiana nos recuerda que esta gran "red" de los jóvenes del mundo entero está siempre activa y en movimiento. Doy las gracias al rector de Universidad de Roma La Sapienza y a la estudiante que me han dirigido palabras de saludo en nombre de todos. Agradezco al ministro de Universidades e investigación su presencia, deseando todo bien a ese sector tan importante para la vida del país. Dirijo un saludo especial a los alumnos israelíes y palestinos que estudian en Roma gracias a las ayudas de la región del Lacio y de las Universidades romanas, así como a los tres rectores que participaron ayer en el encuentro sobre el tema: "De Jerusalén a Roma para construir un nuevo humanismo".

Queridos amigos, oportunamente, este año el itinerario preparado para vosotros, universitarios, por la diócesis de Roma está en armonía con el Año paulino. El bimilenario del nacimiento del Apóstol de los gentiles está ayudando a toda la Iglesia a redescubrir su vocación misionera fundamental y, al mismo tiempo, a aprovechar abundantemente el inagotable tesoro teológico y espiritual de las cartas de san Pablo. Yo mismo, como sabéis, estoy desarrollando semana tras semana un ciclo de catequesis sobre este tema.

Estoy convencido de que también para vosotros, tanto en el ámbito personal como en el de la experiencia comunitaria y del apostolado en la universidad, la confrontación con la figura y el mensaje de san Pablo constituye una oportunidad muy enriquecedora. Por este motivo, dentro de poco os entregaré la carta a los Romanos, máxima expresión del pensamiento paulino y signo de su consideración especial por la Iglesia de Roma o, para usar las palabras del saludo inicial de esa carta, por "todos los amados de Dios que estáis en Roma, santos por vocación" (Rm 1, 7).

La carta a los Romanos, como saben bien algunos de los profesores aquí presentes, es sin duda uno de los textos más importantes de la cultura de todos los tiempos. Pero es y sigue siendo principalmente un mensaje vivo para la Iglesia viva y, como tal, como un mensaje precisamente para hoy, yo la pongo esta tarde en vuestras manos. Quiera Dios que este escrito, que brotó del corazón del Apóstol, se transforme en alimento sustancioso para vuestra fe, impulsándoos a creer más y mejor, y también a reflexionar sobre vosotros mismos, para llegar a una fe "pensada" y, al mismo tiempo, para vivir esta fe, poniéndola en práctica según la verdad del mandamiento de Cristo.

Sólo así la fe que uno profesa resulta "creíble" también para los demás, a los que conquista el testimonio elocuente de los hechos. Dejad que san Pablo os hable a vosotros, profesores y alumnos cristianos de la Roma de hoy, y os haga partícipes de la experiencia que hizo él personalmente, es decir, que el Evangelio de Jesucristo "es una fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree" (Rm 1, 16).

El anuncio cristiano, que fue revolucionario en el contexto histórico y cultural de san Pablo, tuvo la fuerza para derribar el "muro de separación" que existía entre judíos y paganos (cf. Ef 2, 14; Rm 10, 12). Conserva una fuerza de novedad siempre actual, capaz de derribar otros muros que vuelven a erigirse en todo contexto y en toda época. La fuente de esa fuerza radica en el Espíritu de Cristo, al que san Pablo apela conscientemente. A los cristianos de Corinto les asegura que, en su predicación, no se apoya "en los persuasivos discursos de la sabiduría, sino en la manifestación del Espíritu y del poder" (cf. 1 Co 2, 4). Y ¿cuál era el núcleo de su anuncio? Era la novedad de la salvación traída por Cristo a la humanidad: en su muerte y resurrección la salvación se ofrece a todos los hombres sin distinción.

Se ofrece; no se impone. La salvación es un don que requiere siempre ser acogido personalmente. Este es, queridos jóvenes, el contenido esencial del bautismo, que este año se os propone como sacramento por redescubrir y, para algunos de vosotros, por recibir o confirmar con una opción libre y consciente. Precisamente en la carta a los Romanos, en el capítulo sexto, se encuentra una grandiosa formulación del significado del bautismo cristiano. "¿Es que ignoráis —escribe san Pablo— que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte?" (Rm 6, 3).

Como podéis intuir, se trata de una idea muy profunda, que contiene toda la teología del misterio pascual: la muerte de Cristo, por el poder de Dios, es fuente de vida, manantial inagotable de renovación en el Espíritu Santo. Ser "bautizados en Cristo" significa estar inmersos espiritualmente en la muerte que es el acto de amor infinito y universal de Dios, capaz de rescatar a toda persona y a toda criatura de la esclavitud del pecado y de la muerte.

En efecto, san Pablo prosigue así: "Fuimos, pues, con él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva" (Rm 6, 4).

El Apóstol, en la carta a los Romanos, nos comunica toda su alegría por este misterio cuando escribe: "¿Quién nos separará del amor de Cristo? (...) Estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades ni la altura ni la profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro" (Rm 8, 35. 38-39).

Y en este mismo amor consiste la vida nueva del cristiano. También aquí san Pablo hace una síntesis impresionante, igualmente fruto de su experiencia personal: "El que ama al prójimo, ha cumplido la ley. (...) La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud" (Rm 13, 8. 10).

Así pues, queridos amigos, esto es lo que os entrego esta tarde. Ciertamente, es un mensaje de fe, pero al mismo tiempo es una verdad que ilumina la mente, ensanchándola a los horizontes de Dios; es una verdad que orienta la vida real, porque el Evangelio es el camino para llegar a la plenitud de la vida. Este camino ya lo recorrió Jesús; más aún, él mismo, que vino del Padre a nosotros para que pudiéramos llegar al Padre por medio de él, es el Camino.

Este es el misterio del Adviento y de la Navidad. Que la Virgen María y san Pablo os ayuden a adorarlo y a hacerlo vuestro con profunda fe e íntima alegría. Os agradezco a todos vuestra presencia. Con vistas a las fiestas navideñas ya próximas, formulo a cada uno mi más cordial felicitación, que extiendo de buen grado a vuestras familias y a vuestros seres queridos. ¡Feliz Navidad!


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
29/06/2013 19:52


DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LOS OBISPOS DE TAIWAN
EN VISITA "AD LIMINA APOSTOLORUM"

Viernes 12 de diciembre de 2008



Queridos hermanos en el episcopado:

A todos vosotros os dirijo un saludo de paz y alegría en el Señor Jesús. Por su gracia, habéis venido a esta ciudad a venerar las tumbas de los apóstoles san Pedro y san Pablo como signo de vuestra comunión con la Iglesia de Roma, que "preside la comunión universal en la caridad" (Pastores gregis, 57; cf. san Ignacio de Antioquía, Ad Romanos i, 1). Con este espíritu de caridad os doy la bienvenida hoy y animo a los fieles católicos de Taiwan a perseverar en la fe, en la esperanza y en el amor.

"Consolad, consolad a mi pueblo" (Is 40, 1). Estas palabras, que han resonado en la liturgia de la Iglesia esta semana, sintetizan con precisión el mensaje que os dirijo hoy. Nunca estáis solos. Unidos al Padre a través del Hijo y en el Espíritu Santo, vosotros, juntamente con todos vuestros hermanos en el episcopado, contáis con la gracia de la "colegialidad afectiva", que os fortalece para anunciar el Evangelio y atender las necesidades de la grey del Señor (cf. Pastores gregis, 8). En realidad, vuestra celebración del 150° aniversario de la evangelización católica en Taiwan es una ocasión para manifestar cada vez con mayor entusiasmo la unidad entre vosotros y con nuestro Señor, mientras juntos promovéis el apostolado común de la Iglesia.

Esta unidad de mente y de corazón se manifiesta en vuestro deseo de cooperar más estrechamente en la difusión del Evangelio entre los no creyentes y en la formación de quienes ya están iniciados en la Iglesia por el Bautismo y la Confirmación. Me complace constatar que seguís coordinando una serie de instituciones con este fin, poniendo el debido relieve en la parroquia, "la animadora de la catequesis y su lugar privilegiado" (Catechesi tradendae, 67). Como obispos, sois muy conscientes de vuestro importante papel a este respecto. Vuestro oficio de enseñar es inseparable de los oficios de santificar y gobernar, y es parte integrante de lo que san Agustín llama "amoris officium": el "oficio de amor" (In Ioannem, 123).

Con este fin, es crucial la formación de los sacerdotes, que son ordenados para asistiros en el ejercicio de este "oficio de amor" con vistas al bien del pueblo de Dios. Estos programas han de ser permanentes, para que los sacerdotes puedan concentrarse continuamente en el significado de su misión y cumplirla con fidelidad y generosidad. Dichos programas también deben ser elaborados teniendo debidamente en cuenta la diversidad de edades, condiciones de vida y obligaciones de vuestro clero.

Del mismo modo, se debe dar prioridad a una preparación esmerada de los catequistas. Una vez más, es esencial tomar en consideración la variedad de ambientes en los que trabajan y proporcionarles los recursos necesarios para que puedan seguir el ejemplo de Jesús proclamando la verdad de modo directo y fácilmente accesible a todos (cf. Mc 4, 11). Con su apoyo activo, podréis elaborar programas catequísticos bien concebidos, que empleen una metodología progresiva y gradual, para que entre vuestros fieles se pueda promover cada año un encuentro cada vez más profundo con el Dios uno y trino.

Una catequesis eficaz construye indudablemente familias más fuertes, que, a su vez, son fuente de nuevas vocaciones sacerdotales. En efecto, la familia es la "Iglesia doméstica" donde se escucha por primera vez el Evangelio de Jesús y donde se practica por primera vez el estilo de vida cristiana (cf. Lumen gentium, 11). La Iglesia, en todos los niveles, debe valorar y promover el don del sacerdocio, para que los jóvenes respondan generosamente a la llamada del Señor a convertirse en obreros de la viña. Los padres, los pastores, los maestros, los líderes parroquiales y todos los miembros de la Iglesia deben proponer a los jóvenes la opción radical de seguir a Cristo, para que, al encontrarlo a él, se encuentren a sí mismos (cf. Sacramentum caritatis, 25).

Como sabéis, la familia es la "célula primera y vital": el prototipo para todos los niveles de la sociedad (cf. Apostolicam actuositatem, 11). Vuestra reciente carta pastoral "Preocupación social y evangelización" subraya la necesidad de la Iglesia de comprometerse activamente en la promoción de la vida familiar. La familia, fundada en una alianza indisoluble, lleva a las personas a descubrir el bien, la belleza y la verdad, para que puedan percibir su destino único y aprender cómo contribuir a la construcción de la civilización del amor.

Vuestra profunda solicitud por el bien de la familia y de la sociedad en su conjunto, queridos hermanos, os impulsa a ayudar a los cónyuges a preservar la indisolubilidad de sus promesas matrimoniales. Jamás os canséis de promover una legislación civil justa y políticas que protejan el valor sagrado del matrimonio. Salvaguardad este sacramento de todo lo que pueda dañarlo, especialmente de la supresión deliberada de la vida en sus fases más vulnerables.

Del mismo modo, la solicitud de la Iglesia por los débiles le impone prestar atención especial a los inmigrantes. En diversas cartas pastorales recientes habéis subrayado el papel esencial de la parroquia para servir a los inmigrantes y para sensibilizar a las personas con respecto a sus necesidades. Me complace asimismo notar que la Iglesia en Taiwan ha promovido activamente leyes y políticas que defienden los derechos humanos de los inmigrantes. Como sabéis, muchos de los que llegan a vuestras costas no sólo participan en la plenitud de la comunión católica, sino que también llevan consigo la herencia cultural única de sus respectivos lugares de origen. Os animo a seguir acogiéndolos con afecto, para que puedan recibir un asiduo cuidado pastoral que les garantice su pertenencia a la "familia en la fe" (cf. Ga 6, 10).

Queridos hermanos en el episcopado, por la providencia de Dios todopoderoso, habéis sido elegidos para velar sobre esta familia en la fe. Vuestro vínculo apostólico con el Sucesor de Pedro implica una responsabilidad pastoral con respecto a la Iglesia universal en todo el mundo. En vuestro caso, esto significa particularmente una solicitud amorosa por los católicos del continente, a los que tengo presentes constantemente en mis oraciones. Vosotros y los fieles cristianos de Taiwan sois un signo vivo de que, en una sociedad ordenada con justicia, no se debe temer ser un católico fiel y un buen ciudadano. Ruego para que, como parte de la gran familia católica china, sigáis estando espiritualmente unidos a vuestros hermanos del continente.

Queridos hermanos, soy bien consciente de que los obstáculos que afrontáis pueden pareceros insuperables. Pero hay muchos signos claros —la Jornada de la juventud de Taiwan y la Conferencia sobre la evangelización creativa son sólo dos ejemplos recientes— de la fuerza del Evangelio para convertir, sanar y salvar. Ojalá que animen siempre vuestro corazón las palabras del profeta Isaías: "No temáis. He aquí vuestro Dios" (Is 40, 9).

En efecto, el Señor habita en medio de nosotros. Sigue enseñándonos con su Palabra y alimentándonos con su Cuerpo y su Sangre. La espera de su vuelta nos impulsa a renovar el grito lanzado por Isaías y repetido por Juan el Bautista: "Preparad el camino del Señor" (cf. Is 40, 3). Confío en que vuestra celebración fiel del santo Sacrificio os prepare a vosotros y a vuestro pueblo para encontrar al Señor cuando venga de nuevo.

Encomendándoos a vosotros y al pueblo confiado a vuestro cuidado a la protección materna de María, Auxilio de los cristianos, de corazón os imparto mi bendición apostólica.


English

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
29/06/2013 19:53


DISCURSO DEL PAPA BENEDICTO XVI
A LOS MIEMBROS DEL CONSEJO PONTIFICIO
PARA LA PROMOCIÓN DE LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

Sala Clementina
Viernes 12 de diciembre de 2008



Señores cardenales;
venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
queridos hermanos y hermanas:

Os doy una cordial bienvenida a todos los que participáis en la sesión plenaria del Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos. En primer lugar, saludo al cardenal presidente, al que también expreso mi agradecimiento por las amables palabras con que ha ilustrado el trabajo que habéis llevado a cabo en estos días.

Mi saludo se extiende al secretario y a los demás colaboradores del Consejo pontificio, así como a cuantos, procedentes de diversas partes, han aportado la contribución de su experiencia a la reflexión común sobre el tema de vuestra reunión: "Recepción y futuro del diálogo ecuménico". Se trata de un tema de notable interés para el camino hacia la unidad plena entre los cristianos; un tema que presenta dos dimensiones esenciales: por un lado, el discernimiento del itinerario recorrido hasta ahora; y, por otro, la búsqueda de nuevos caminos para proseguirlo, tratando de descubrir juntos cómo superar las divergencias que lamentablemente siguen existiendo en las relaciones entre los discípulos de Cristo.

No cabe duda de que el diálogo teológico constituye un componente esencial para restablecer la comunión plena que todos deseamos; por esto, es preciso sostenerlo e impulsarlo. Este diálogo se realiza cada vez más en el contexto de las relaciones eclesiales que, por gracia de Dios, se van ampliando e implican no sólo a los pastores, sino también a todos los diversos componentes y articulaciones del pueblo de Dios.

Demos gracias al Señor por los significativos pasos adelante realizados, por ejemplo, en las relaciones con las Iglesias ortodoxas y con las antiguas Iglesias ortodoxas de Oriente, tanto por lo que atañe al diálogo teológico, como por la consolidación y el crecimiento de la fraternidad eclesial. El último documento de la Comisión mixta internacional para el diálogo teológico entre la Iglesia católica y las Iglesias ortodoxas sobre el tema: "Comunión eclesial, conciliaridad y autoridad", al que aludió explícitamente Su Santidad Bartolomé I al hablar a la reciente Asamblea general ordinaria del Sínodo de los obispos, ciertamente abre una perspectiva positiva de reflexión sobre la relación que existe entre primado y sinodalidad en la Iglesia, tema de importancia crucial en las relaciones con los hermanos ortodoxos, y que será objeto de profundización y confrontación en próximas reuniones.

Es consolador constatar cómo en estos años un sincero espíritu de amistad entre católicos y ortodoxos ha ido creciendo y se ha manifestado también en los múltiples contactos mantenidos entre responsables de la Curia romana y obispos de la Iglesia católica con responsables de las diversas Iglesias ortodoxas, así como en las visitas de altos exponentes ortodoxos a Roma y a Iglesias particulares católicas.

En vuestra sesión plenaria habéis reflexionado, de modo especial, sobre el así llamado Harvest Project: "Consenso-convergencia ecuménica sobre algunos aspectos fundamentales de la fe cristiana identificados en las relaciones de los primeros cuatro diálogos bilaterales internacionales en los que ha participado la Iglesia católica desde el concilio Vaticano II". Esta confrontación os ha llevado a examinar los resultados de cuatro importantes diálogos: los mantenidos con la Federación luterana mundial; con el Consejo mundial metodista; con la Comunión anglicana; y con la Alianza reformada mundial. Aunque habéis delineado lo que, con la ayuda de Dios, ya se ha logrado alcanzar en el entendimiento recíproco y en el descubrimiento de elementos de convergencia, no habéis evitado poner de manifiesto, con gran honradez, lo que aún queda por realizar. Se podría decir que nos encontramos todavía en camino, en una situación intermedia, donde sin duda es útil y oportuno un examen objetivo de los resultados conseguidos. Y estoy seguro de que el trabajo de vuestra sesión dará una valiosa aportación para elaborar, en esta perspectiva, una reflexión más amplia, precisa y detallada.

Queridos hermanos y hermanas, hoy en muchas regiones ha cambiado y sigue cambiando la situación ecuménica, lo cual implica el esfuerzo de una confrontación sincera. Van surgiendo nuevas comunidades y grupos; se van perfilando tendencias inéditas y, a veces incluso, tensiones entre las comunidades cristianas. Por ello, es importante el diálogo teológico, que también afecta al ámbito concreto de la vida de las diferentes Iglesias y comunidades eclesiales.

En esta luz se sitúa el tema de vuestra plenaria, y el discernimiento indispensable para delinear de modo concreto las perspectivas del compromiso ecuménico que la Iglesia católica quiere proseguir e intensificar con prudencia y tacto pastoral. En nuestro espíritu resuenan el mandamiento de Cristo, el "mandatum novum", y su oración por la unidad: "ut omnes unum sint... ut mundus credat quia tu me misisti" (Jn 17, 21).

La caridad ayudará a los cristianos a cultivar la "sed" de la comunión plena en la verdad y, siguiendo dócilmente las inspiraciones del Espíritu Santo, podemos esperar que pronto se alcanzará la anhelada unidad, el día en que lo quiera el Señor. Precisamente por eso el ecumenismo nos estimula a un intercambio fraterno y generoso de dones, conscientes de que la comunión plena en la fe, en los sacramentos y en el ministerio, sigue siendo el objetivo y la meta de todo el movimiento ecuménico. El ecumenismo espiritual es el corazón vivo de esa vasta empresa, como afirmó claramente el concilio ecuménico Vaticano II.

Estamos viviendo los días del Adviento, que nos prepara al Nacimiento de Cristo. Este tiempo de vigilante espera debe mantener viva en nosotros la esperanza de la llegada del reino de Dios, de la Basileia tou Theou. Que María, Madre de la Iglesia, nos acompañe y guíe en el camino, no fácil, hacia la unidad.

Con estos sentimientos, formulo mi cordial felicitación por las próximas fiestas navideñas y, dándoos de nuevo las gracias por el trabajo que habéis llevado a cabo en esta asamblea, invoco sobre todos y sobre cada uno la bendición de Dios.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
Nuova Discussione
 | 
Rispondi
Cerca nel forum

Feed | Forum | Bacheca | Album | Utenti | Cerca | Login | Registrati | Amministra
Crea forum gratis, gestisci la tua comunità! Iscriviti a FreeForumZone
FreeForumZone [v.6.1] - Leggendo la pagina si accettano regolamento e privacy
Tutti gli orari sono GMT+01:00. Adesso sono le 17:07. Versione: Stampabile | Mobile
Copyright © 2000-2024 FFZ srl - www.freeforumzone.com