Pagina precedente | 1 | Pagina successiva

2006

Ultimo Aggiornamento: 05/09/2013 19:48
Autore
Stampa | Notifica email    
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
14/05/2013 21:03

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
05/09/2013 19:38


MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
CON MOTIVO DE LAS CELEBRACIONES DEL IV CENTENARIO
DE LA MUERTE DE SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO



Amados hermanos en el Episcopado:

Con motivo de las celebraciones del IV centenario de la muerte de santo Toribio de Mogrovejo, segundo Arzobispo de Lima, deseo hacer llegar un saludo muy cordial al Señor Cardenal Juan Luis Cipriani Thorne, así como a los numerosos Arzobispos y Obispos que se han congregado para dar gracias a Dios por esta figura sobresaliente de Pastor. Saludo también con afecto a los sacerdotes, personas consagradas y demás pueblo fiel, que se unen al gozo de la Iglesia por el don que Dios le ha hecho con un Santo tan admirable, al que pueden invocar como intercesor y en el que tienen un modelo de vida también para nuestros días.

Deseo igualmente exhortar a todos a considerar esta efeméride como una ocasión providencial para reavivar el camino de la Iglesia en las diversas diócesis, inspirándose en la vida y obra de santo Toribio. Él, en efecto, se distinguió por su abnegada entrega a la edificación y consolidación de las comunidades eclesiales de su época. Lo hizo con gran espíritu de comunión y colaboración, buscando siempre la unidad, como demostró al convocar el III Concilio provincial de Lima (1582-1583), que dejó un precioso acervo de doctrina y de normas pastorales. Uno de sus frutos más preciados fue el llamado Catecismo de Santo Toribio, que se demostró un instrumento extraordinariamente eficaz para instruir en la fe a millones de personas durante siglos, y hacerlo de manera sólida y acorde con la doctrina auténtica de la Iglesia, uniendo así desde lo más hondo, por encima de cualquier diferencia, a cuantos se identifican por tener "un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo" (Ef 4, 5).

Consciente de que la vitalidad de la Iglesia depende en gran parte del ministerio de los sacerdotes, el santo Arzobispo fundó el Seminario conciliar de Lima, que funciona hasta el día de hoy. Es de esperar que siga dando abundantes frutos, precisamente en unos momentos en que urge promover las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, para abordar la ingente tarea de construir comunidades cristianas que se reúnan con gozo en la celebración dominical, frecuenten los sacramentos, fomenten la vida espiritual, transmitan y cultiven con premura la fe, den testimonio de firme esperanza y practiquen siempre la caridad.

El profundo espíritu misionero de santo Toribio se pone de manifiesto en algunos detalles significativos, como su esfuerzo por aprender diversas lenguas, con el fin de predicar personalmente a todos los que estaban encomendados a sus cuidados pastorales. Pero era también una muestra del respeto por la dignidad de toda persona humana, cualquiera que fuere su condición, en la que trataba de suscitar siempre la dicha de sentirse verdadero hijo de Dios.

En esta circunstancia, invoco la intercesión maternal de la Santísima Virgen María, para que proteja al Pueblo de Dios que camina por tierras Latinoamericanas y lo guíe hacia la alegría de vivir plena y coherentemente la fe en Cristo. Con estos sentimientos, les imparto complacido la Bendición Apostólica, con una atención especial por la Iglesia en el Perú y, en particular, por la Arquidiócesis de Lima.

Vaticano, 23 de marzo, fiesta de Santo Toribio de Mogrovejo, año del Señor 2006.

BENEDICTUS PP. XVI

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
05/09/2013 19:40


Messaggio, a firma del Card. Angelo Sodano, al Cardinale Paul Poupard e ai partecipanti all'incontro ortodosso cattolico a Vienna (1°maggio 2006)

Italiano


----------


Messaggio, a firma del Card. Angelo Sodano, al Presidente dell'Indonesia, con la richiesta di un gesto di clemenza per tre condannati a morte (11 agosto 2006)

English


----------


Messaggio televisivo in occasione della "Giornata del Papa" in Polonia (16 ottobre 2006)

Italiano


----------


Messaggio del Card. Tarcisio Bertone, a nome del Santo Padre, ai partecipanti al XXII Congresso Nazionale dell’UCIIM (4 dicembre 2006)

English


----------


Messaggio, a firma del Card. Tarcisio Bertone, al Presidente della Repubblica del Kenya in occasione del 2° Vertice della Conferenza Internazionale sulla Regione dei Grandi Laghi (5 dicembre 2006)

English

Français


----------


Messaggio del Card. Tarcisio Bertone, a nome del Santo Padre, ai partecipanti all'Incontro europeo dei giovani della Comunità di Taizé (23 dicembre 2006)

Français

[Modificato da Paparatzifan 05/09/2013 19:47]
Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
05/09/2013 19:41


MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LOS PARTICIPANTES EN EL II CONGRESO MUNDIAL
DE LOS MOVIMIENTOS ECLESIALES
Y DE LAS NUEVAS COMUNIDADES





Queridos hermanos y hermanas:

A la espera del encuentro, previsto para el sábado 3 de junio en la plaza de San Pedro, con los miembros de más de cien Movimientos eclesiales y nuevas comunidades, me alegra saludaros cordialmente a vosotros, representantes de todas estas realidades eclesiales, reunidos en Rocca di Papa en un congreso mundial, con las palabras del Apóstol: "El Dios de la esperanza os colme de todo gozo y paz en vuestra fe, hasta rebosar de esperanza por la fuerza del Espíritu Santo" (Rm 15, 13).

Sigue vivo en mi memoria y en mi corazón el recuerdo del anterior Congreso mundial de los Movimientos eclesiales, celebrado en Roma del 26 al 29 de mayo de 1998, al que fui invitado a dar mi contribución, entonces en calidad de prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe, con una conferencia sobre la situación teológica de los Movimientos. Ese congreso culminó en el memorable encuentro con el amado Papa Juan Pablo II, el 30 de mayo de 1998 en la plaza de San Pedro, durante el cual mi predecesor confirmó su aprecio por los Movimientos eclesiales y las nuevas comunidades, que definió "signos de esperanza" para el bien de la Iglesia y de los hombres.

Hoy, consciente del camino recorrido desde entonces a través de la senda trazada por la solicitud pastoral, por el afecto y por las enseñanzas de Juan Pablo II, quisiera congratularme con el Consejo pontificio para los laicos, en las personas de su presidente mons. Stanislaw Rylko, del secretario mons. Josef Clemens y de sus colaboradores, por la importante y válida iniciativa de este Congreso mundial, cuyo tema —"La belleza de ser cristiano y la alegría de comunicarlo"— se inspira en una afirmación que hice en la homilía de inicio de mi ministerio petrino.

Es un tema que invita a reflexionar sobre una característica esencial del acontecimiento cristiano, pues en él nos sale al encuentro Aquel que en carne y sangre, de forma visible e histórica, trajo a la tierra el esplendor de la gloria de Dios. A él se aplican las palabras del Salmo 45: "Eres el más bello de los hombres". Y a él, paradójicamente, hacen referencia también las palabras del profeta: "No hay en él parecer, no hay hermosura para que le miremos, ni apariencia para que en él nos complazcamos" (Is 53, 2).

En Cristo encontramos la belleza de la verdad y la belleza del amor; pero, como sabemos, el amor implica también la disponibilidad a sufrir, una disponibilidad que puede llegar incluso a la entrega de la vida por aquellos a quienes se ama (cf. Jn 15, 13).

Cristo, que es "la belleza de toda belleza", como solía decir san Buenaventura (Sermones dominicales 1, 7), se hace presente en el corazón del hombre y lo atrae hacia su vocación, que es el amor. Gracias a esta extraordinaria fuerza de atracción, la razón sale de su entorpecimiento y se abre al misterio. Así se revela la belleza suprema del amor misericordioso de Dios y, al mismo tiempo, la belleza del hombre que, creado a imagen de Dios, renace por la gracia y está destinado a la gloria eterna.

A lo largo de los siglos, el cristianismo se ha comunicado y se ha difundido gracias a la novedad de vida de personas y comunidades capaces de dar un testimonio eficaz de amor, de unidad y de alegría. Precisamente esta fuerza ha puesto en "movimiento" a tantas personas generación tras generación. ¿Acaso no ha sido la belleza que la fe ha engendrado en el rostro de los santos la que ha impulsado a tantos hombres y mujeres a seguir sus huellas?

En el fondo, esto vale también para vosotros: a través de los fundadores y los iniciadores de vuestros Movimientos y comunidades habéis vislumbrado con singular luminosidad el rostro de Cristo y os habéis puesto en camino. También hoy Cristo sigue haciendo resonar en el corazón de muchos la invitación: "Ven y sígueme", que puede decidir su destino. Eso se produce normalmente a través del testimonio de quienes han experimentado personalmente la presencia de Cristo. En el rostro y en la palabra de estas "nuevas criaturas" resulta visible su luz y audible su invitación.

Así pues, a vosotros, queridos amigos de los Movimientos, os digo: haced que sean siempre escuelas de comunión, compañías en camino, en las que se aprenda a vivir en la verdad y en el amor que Cristo nos reveló y comunicó por medio del testimonio de los Apóstoles, dentro de la gran familia de sus discípulos. Que resuene siempre en vuestro corazón la exhortación de Jesús: "Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (Mt 5, 16).

Llevad la luz de Cristo a todos los ambientes sociales y culturales en los que vivís. El impulso misionero es una confirmación del radicalismo de una experiencia de fidelidad, siempre renovada, al propio carisma, que lleva a superar cualquier encerramiento, cansado y egoísta, en sí mismos.
Iluminad la oscuridad de un mundo trastornado por los mensajes contradictorios de las ideologías.
No hay belleza que valga si no hay una verdad que reconocer y seguir, si el amor se reduce a un sentimiento pasajero, si la felicidad se convierte en un espejismo inalcanzable, si la libertad degenera en instintividad. ¡Cuánto daño puede producir en la vida del hombre y de las naciones el afán de poder, de posesión, de placer!

Llevad a este mundo turbado el testimonio de la libertad con la que Cristo nos ha liberado (cf. Ga 5, 1). La extraordinaria fusión entre amor de Dios y amor al prójimo embellece la vida y hace que vuelva a florecer el desierto en el que a menudo vivimos. Donde la caridad se manifiesta como pasión por la vida y por el destino de los demás, irradiándose en los afectos y en el trabajo, y convirtiéndose en fuerza de construcción de un orden social más justo, allí se construye la civilización capaz de frenar el avance de la barbarie. Sed constructores de un mundo mejor según el ordo amoris en el que se manifiesta la belleza de la vida humana.

Los Movimientos eclesiales y las nuevas comunidades son hoy signo luminoso de la belleza de Cristo y de la Iglesia, su Esposa. Vosotros pertenecéis a la estructura viva de la Iglesia. La Iglesia os agradece vuestro compromiso misionero, la acción formativa que realizáis de modo creciente en las familias cristianas, la promoción de las vocaciones al sacerdocio ministerial y a la vida consagrada que lleváis a cabo en vuestro interior. También os agradece la disponibilidad que mostráis para acoger las indicaciones operativas no sólo del Sucesor de Pedro, sino también de los obispos de las diversas Iglesias locales, que son, juntamente con el Papa, custodios de la verdad y de la caridad en la unidad.

Confío en vuestra obediencia pronta. Más allá de la afirmación del derecho a la propia existencia, siempre debe prevalecer, con indiscutible prioridad, la edificación del Cuerpo de Cristo entre los hombres. Los Movimientos deben afrontar cualquier problema con sentimientos de profunda comunión, con espíritu de adhesión a los legítimos pastores.

Que os sostenga la participación en la oración de la Iglesia, cuya liturgia es la expresión más elevada de la belleza de la gloria de Dios, y constituye de algún modo un asomarse del cielo en la tierra.

Os encomiendo a la intercesión de María, a la que invocamos como la Tota pulchra, la "Toda hermosa", un ideal de belleza que los artistas siempre han tratado de reproducir en sus obras, la "Mujer vestida del sol" (Ap 12, 1), en la que la belleza humana se encuentra con la belleza de Dios.
Con estos sentimientos, envío a todos, como prenda de constante afecto, una especial bendición apostólica.

Vaticano, 22 de mayo de 2006


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
05/09/2013 19:42


MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
CON OCASIÓN DEL XX ANIVERSARIO
DEL ENCUENTRO INTERRELIGIOSO DE ORACIÓN POR LA PAZ



Al venerado hermano
Monseñor DOMENICO SORRENTINO
Obispo de Asís-Nocera Umbra-Gualdo Tadino

Este año se celebra el vigésimo aniversario del Encuentro interreligioso de oración por la paz, convocado por mi venerado predecesor Juan Pablo II y que tuvo lugar el 27 de octubre de 1986 en esa ciudad de Asís. Como es sabido, no sólo invitó a aquel encuentro a los cristianos de las diversas confesiones, sino también a exponentes de las diferentes religiones. La iniciativa tuvo amplio eco en la opinión pública: fue un mensaje vibrante en favor de la paz y se convirtió en un acontecimiento que dejó huella en la historia de nuestro tiempo.

Por tanto, se comprende que el recuerdo de lo que entonces sucedió continúe suscitando iniciativas de reflexión y compromiso. Algunas se han programado precisamente en Asís, con motivo del vigésimo aniversario de aquel acontecimiento. Pienso en la celebración organizada, en colaboración con esa diócesis, por la Comunidad de San Egidio, siguiendo la línea de encuentros análogos realizados anualmente por la misma. En los días del aniversario tendrá lugar, además, un Congreso organizado por el Instituto teológico de Asís, en el que las Iglesias particulares de esa región se reunirán en torno a la Eucaristía concelebrada por los obispos de Umbría en la basílica de San Francisco. Por último, el Consejo pontificio para el diálogo interreligioso organizará un encuentro de diálogo, oración y formación en la paz para jóvenes católicos y de otras confesiones y religiones.

Estas iniciativas, cada una con su carácter específico, subrayan el valor de la intuición que tuvo Juan Pablo II y muestran su actualidad a la luz de los acontecimientos acaecidos en estos veinte años y de la situación por la que atraviesa en estos momentos la humanidad. El suceso más significativo en este espacio de tiempo ha sido, sin duda, la caída, en el este de Europa, de los regímenes de inspiración comunista. Con ella terminó la "guerra fría", que había generado una especie de repartición del mundo en esferas de influencia contrapuestas, suscitando la creación de aterradores arsenales de armas y de ejércitos preparados para una guerra total.

Fue un momento de esperanza general de paz, que llevó a muchos a soñar en un mundo diferente, en el que las relaciones entre los pueblos se desarrollarían sin la pesadilla de la guerra, y el proceso de "globalización" se realizaría en un contexto de confrontación pacífica entre pueblos y culturas, en el marco del derecho internacional compartido, inspirado en el respeto de las exigencias de la verdad, la justicia y la solidaridad.

Por desgracia, este sueño de paz no se ha hecho realidad. Más aún, el tercer milenio comenzó con escenarios de terrorismo y violencia que no dan signos de desaparecer. Además, el hecho de que los conflictos armados se desarrollen sobre todo con el telón de fondo de tensiones geopolíticas existentes en muchas regiones puede dar la impresión de que no sólo las diferencias culturales sino también las diferencias religiosas son motivo de inestabilidad o amenaza para las perspectivas de paz.

Precisamente desde este punto de vista, la iniciativa impulsada hace veinte años por Juan Pablo II resulta una profecía. Su invitación a los líderes de las religiones mundiales a dar un testimonio conjunto de paz sirvió para aclarar, sin posibilidad de equívocos, que la religión sólo puede ser promotora de paz. Como enseñó el concilio Vaticano II en la declaración Nostra aetate sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas, "no podemos invocar a Dios, Padre de todos, si nos negamos a comportarnos fraternalmente con algunos hombres, creados a imagen de Dios" (n. 5).

A pesar de las diferencias que caracterizan a los diversos caminos religiosos, el reconocimiento de la existencia de Dios, al que los hombres pueden llegar incluso sólo a partir de la experiencia de la creación (cf. Rm 1, 20), no puede por menos de disponer a los creyentes a considerar a los demás seres humanos como hermanos. Por tanto, a nadie le es lícito servirse de la diferencia religiosa como presupuesto o pretexto para una actitud beligerante hacia los demás seres humanos.

Se podría objetar que la historia registra el triste fenómeno de las guerras de religión. Sin embargo, sabemos que esas manifestaciones de violencia no pueden atribuirse a la religión en cuanto tal, sino a los límites culturales con que se vive y se desarrolla en el tiempo. Ahora bien, cuando el sentido religioso alcanza su madurez, genera en el creyente la percepción de que la fe en Dios, Creador del universo y Padre de todos, no puede por menos de fomentar relaciones de fraternidad universal entre los hombres. De hecho, en todas las grandes tradiciones religiosas se registran testimonios del íntimo vínculo que existe entre la relación con Dios y la ética del amor.

Los cristianos nos sentimos confirmados en esto y ulteriormente iluminados por la palabra de Dios. Ya el Antiguo Testamento manifiesta el amor de Dios a todos los pueblos, que él, en la alianza establecida con Noé, reúne en un gran abrazo, simbolizado por el "arco en las nubes" (Gn 9, 13. 14. 16) y que, en definitiva, según las palabras de los profetas, pretende congregar en una sola familia universal (cf. Is 2, 2 ss; 42, 6; 66, 18-21; Jr 4, 2; Sal 47). Después, en el Nuevo Testamento, la revelación de este designio universal de amor culmina en el misterio pascual, en el que el Hijo de Dios encarnado, con un conmovedor acto de solidaridad salvífica, en la cruz se ofrece en sacrificio por toda la humanidad.

Así Dios muestra que su naturaleza es el Amor. Es lo que quise subrayar en mi primera encíclica, que comienza precisamente con las palabras "Deus caritas est" (1 Jn 4, 8). Esta afirmación de la Escritura no sólo ilumina el misterio de Dios, sino también las relaciones entre los hombres, todos llamados a vivir según el mandamiento del amor.

El encuentro promovido en Asís por el siervo de Dios Juan Pablo II subrayó el valor de la oración en la construcción de la paz. En efecto, somos conscientes de que el camino hacia este bien fundamental resulta difícil y a veces humanamente casi imposible. La paz es un valor en el que confluyen muchos componentes. Ciertamente, para construirla son importantes los caminos de ámbito cultural, político, económico. Ahora bien, en primer lugar, la paz se debe construir en los corazones. Ahí es donde se desarrollan los sentimientos que pueden alimentarla o, por el contrario, amenazarla, debilitarla y ahogarla. Por lo demás, el corazón del hombre es el lugar donde actúa Dios.

Por tanto, junto a la dimensión "horizontal" de las relaciones con los demás hombres, es de importancia fundamental la dimensión "vertical" de la relación de cada uno con Dios, en quien todo tiene su fundamento. Esto es precisamente lo que quiso recordar con fuerza al mundo el Papa Juan Pablo II con la iniciativa de 1986. Pidió una oración auténtica, que comprometiera toda la existencia. Por este motivo, quiso que estuviera acompañada por el ayuno y que se expresara con la peregrinación, símbolo del camino hacia el encuentro con Dios. Y explicó: "La oración supone de parte nuestra la conversión del corazón" (Saludo a las delegaciones en la basílica de Santa María de los Ángeles de Asís, n. 4: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 2 de noviembre de 1986, p. 2).

Entre los aspectos más característicos del encuentro de 1986, conviene subrayar que este valor de la oración en la construcción de la paz fue testimoniado por representantes de diferentes tradiciones religiosas, y esto no sucedió a distancia, sino en el marco de un encuentro. De este modo, los orantes de las diferentes religiones pudieron mostrar, con el lenguaje del testimonio, que la oración no divide sino que une, y que constituye un elemento determinante para una eficaz pedagogía de la paz, basada en la amistad, en la acogida recíproca, en el diálogo entre hombres de diferentes culturas y religiones. Esta pedagogía es hoy más necesaria que nunca, especialmente teniendo presentes a las nuevas generaciones. Muchos jóvenes, en las zonas del mundo marcadas por conflictos, son educados en sentimientos de odio y venganza, en contextos ideológicos en los que se cultivan las semillas de antiguos rencores y se preparan los corazones para futuras violencias.
Es necesario abatir estas barreras y favorecer el encuentro. Por tanto, me alegra que las iniciativas programadas en este año en Asís vayan en esta dirección y que el Consejo pontificio para el diálogo interreligioso haya pensando en hacer una aplicación particular para los jóvenes.

Para que no haya equívocos con respecto al sentido de lo que Juan Pablo II quiso realizar en 1986, y que se ha calificado con una expresión suya como "espíritu de Asís", es importante no olvidar el cuidado que se puso entonces para que el encuentro interreligioso de oración no se prestara a interpretaciones sincretistas, fundadas en una concepción relativista. Precisamente por este motivo, desde el primer momento, Juan Pablo II declaró: "El hecho de que hayamos venido aquí no implica intención alguna de buscar entre nosotros un consenso religioso o de entablar una negociación sobre nuestras convicciones de fe. Tampoco significa que las religiones puedan reconciliarse a nivel de un compromiso unitario en el marco de un proyecto terreno que las superaría a todas. Ni es tampoco una concesión al relativismo de las creencias religiosas" (ib., n. 2).

Deseo reafirmar este principio, que constituye el presupuesto del diálogo entre las religiones que recomendó hace cuarenta años el concilio Vaticano II en la Declaración sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas (cf. Nostra aetate, 2).

Aprovecho de buen grado la ocasión para saludar a los exponentes de las demás religiones que participan en algunas de las conmemoraciones de Asís. Al igual que nosotros, los cristianos, también ellos saben que en la oración se puede hacer una experiencia especial de Dios y encontrar estímulos eficaces para trabajar por la causa de la paz. En este aspecto también es preciso evitar confusiones inoportunas. Por eso, también cuando nos reunimos para orar por la paz es necesario que la oración se desarrolle según los distintos caminos que son propios de las diversas religiones.

Esta fue la opción que se hizo en 1986, y sigue siendo válida también hoy. La convergencia de personas diversas no debe dar la impresión de que se cae en el relativismo que niega el sentido mismo de la verdad y la posibilidad de alcanzarla.

Juan Pablo II escogió para su iniciativa audaz y profética el sugestivo escenario de esa ciudad de Asís, universalmente conocida por la figura de san Francisco. En efecto, el Poverello encarnó de modo ejemplar la bienaventuranza proclamada por Jesús en el evangelio: "Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios" (Mt 5, 9). El testimonio que dio en su época lo convierte en punto de referencia natural para quienes cultivan también hoy el ideal de la paz, del respeto de la naturaleza, del diálogo entre las personas, entre las religiones y las culturas.

Ahora bien, si no se quiere traicionar su mensaje, es importante recordar que la elección radical de Cristo fue la que le ofreció la clave para comprender la fraternidad a la que están llamados todos los hombres y en la que de algún modo participan también las criaturas inanimadas, desde el "hermano sol" hasta la "hermana luna".

Quiero recordar, por tanto, que en este vigésimo aniversario de la iniciativa de oración por la paz de Juan Pablo II se celebra también el octavo centenario de la conversión de san Francisco.
Las dos conmemoraciones se iluminan recíprocamente. En las palabras que le dirigió el Crucifijo de San Damián —"ve, Francisco, y reconstruye mi casa"—, en su elección de una pobreza radical, en el beso al leproso con el que expresó su nueva capacidad de ver y de amar a Cristo en los hermanos que sufren, comenzó la aventura humana y cristiana que sigue fascinando a tantos hombres de nuestro tiempo y hace que esa ciudad sea meta de innumerables peregrinos.

Le confío a usted, venerado hermano, pastor de esa Iglesia de Asís-Nocera Umbra-Gualdo Tadino, la misión de dar a conocer estas reflexiones a los participantes en las diferentes celebraciones previstas para conmemorar el vigésimo aniversario de aquel acontecimiento histórico, que fue el Encuentro interreligioso del 27 de octubre de 1986. Le ruego que transmita a todos también mi afectuoso saludo, participándoles mi bendición, que acompaño con el deseo y la oración del Poverello de Asís: "El Señor os conceda la paz".

Castelgandolfo, 2 de septiembre de 2006


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
05/09/2013 19:43


MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI,
FIRMADO POR EL CARDENAL TARCISIO BERTONE,
AL CAPÍTULO GENERAL DE LOS PASIONISTAS



Al padre Ottaviano D'Egidio,
prepósito general de la Congregación de la Pasión de Jesús

Reverendo padre:

Su Santidad ha sabido con agrado que la Congregación de la Pasión de Jesucristo se dispone a celebrar el capítulo general en Roma del 1 al 21 de octubre. En esta ocasión especial, le dirige a usted y a los participantes un cordial saludo, que extiende a toda esa familia religiosa, a la que conoce desde hace mucho tiempo, pues, ya desde los años de su actividad académica en Alemania, tuvo ocasión de admirar la personalidad de san Pablo de la Cruz. Desea que sean fructuosos los trabajos capitulares, dedicados en especial a la "reestructuración" y la "revitalización" de la presencia de los Pasionistas en la Iglesia y en el mundo, para traducir en obras adaptadas a los tiempos las enseñanzas siempre actuales del fundador.

San Pablo de la Cruz concebía la Pasión de Jesús como la manifestación más grande del amor de Dios, capaz de convertir los corazones más de lo que puede hacer cualquier otro argumento. En efecto, sólo a la luz de la cruz podemos acercarnos al misterio del Amor de Dios. "En la muerte de Jesús en la cruz ―afirma al respecto Benedicto XVI en la encíclica Deus caritas est― se realiza ese ponerse Dios contra sí mismo, al entregarse para dar nueva vida al hombre y salvarlo: esto es amor en su forma más radical" (n. 12).

Este es el mensaje que vosotros estáis llamados a anunciar también en nuestro tiempo; este es el núcleo de vuestro carisma, la luz de la contemplación a la que debéis dedicaros en la soledad de vuestros retiros, como san Pablo de la Cruz llamaba a sus casas religiosas, o creando un espacio análogo de contemplación en las diversas situaciones en las que se desarrolla hoy vuestra misión.
Se trata de una misión siempre actual: mostrar que la cruz es amor y que el amor es Dios.

Como repetía a menudo vuestro fundador, del mar de amor del Padre procede el mar de dolor de la Pasión de Jesús; del corazón del Padre deriva la Pasión del corazón de Jesús y de su Cuerpo, que es la Iglesia. Vuestro fundador estaba íntimamente convencido de que los males del mundo son consecuencia del olvido de la Pasión de Jesús: por eso, su anhelo incesante fue recordar e invitar a recordar la Pasión.

La unión con Cristo crucificado se transformaba para él en estímulo a la comunión con todos los hombres, y en celo por la justicia y por la caridad. En el misterio de la cruz encontraba la fuerza para actuar y para valorar las renuncias y los sufrimientos, siempre deseoso de compartir el dolor del Redentor por los males de la humanidad.

El Sumo Pontífice, a la vez que da gracias al Señor por vuestro testimonio religioso y por las numerosas obras de apostolado que realizáis, os anima a llevar a cabo el esfuerzo de "reestructuración" que habéis emprendido con el fin de responder mejor a los desafíos de nuestro tiempo, teniendo en cuenta los diversos contextos culturales en los que estáis presentes.

En este esfuerzo espiritual y pastoral os han de guiar las orientaciones expresadas en los diferentes documentos del Magisterio pontificio, entre ellos la exhortación apostólica Vita consecrata, en la que se lee: "Se invita, pues, a los institutos a reproducir con valor la audacia, la creatividad y la santidad de sus fundadores y fundadoras como respuesta a los signos de los tiempos que surgen en el mundo de hoy. Esta invitación es sobre todo una llamada a perseverar en el camino de santidad a través de las dificultades materiales y espirituales que marcan la vida cotidiana. Pero es también llamada a buscar la competencia en el propio trabajo y a cultivar una fidelidad dinámica a la propia misión, adaptando sus formas, cuando es necesario, a las nuevas situaciones y a las diversas necesidades, en plena docilidad a la inspiración divina y al discernimiento eclesial" (n. 37).

En vuestro trabajo de "reestructuración" tened presentes la solicitud por la unidad de la Congregación y la responsabilidad de cada uno por todas sus partes; la búsqueda de una formación cada vez más unitaria y profunda; el intercambio de personal y de medios de sustento, sobre todo con vistas a un recíproco apoyo entre países económicamente fuertes y países en vías de desarrollo; la apertura a la colaboración con las Iglesias locales, con los institutos agregados a vosotros y con los fieles laicos; y la sensibilidad ante las nuevas formas de pobreza y ante los "crucificados" de nuestro tiempo.

Tratad de manifestar con formas nuevas el mismo amor a la Iglesia y el mismo celo apostólico por las almas que caracterizaron a vuestro fundador. Además, la implicación de todos los miembros de vuestra congregación en la reflexión sobre el carisma de la Pasión, así como en la búsqueda de una vida y de un apostolado más auténticos y fieles al estilo originario, no podrá por menos de suscitar en vosotros el deseo de una intimidad profunda con Cristo, que os preserve del peligro de ceder ante los influjos del espíritu del mundo y de la cultura secularizada, que trata de penetrar también en la mente y en el corazón de los consagrados.

El Santo Padre exhorta, en particular, a las religiosas de vida contemplativa fundadas por san Pablo de la Cruz a renovar su fervor de oración, de entrega de sí mismas y de testimonio, acogiendo con dócil confianza las indicaciones de los organismos competentes de la Santa Sede para una adecuación de sus estructuras a las necesidades actuales.

Su Santidad Benedicto XVI, asegurando un recuerdo especial en la oración, invoca sobre el capítulo general la protección maternal de María, a la que desde el inicio veneráis en su Presentación en el templo y que luego habéis elegido como patrona bajo la advocación de Virgen de los Dolores, así como la celestial intercesión del fundador y de los santos y beatos de vuestra congregación.

Con estos sentimientos le imparte a usted, reverendo padre, y a toda la familia pasionista, la bendición apostólica.
Uno de buen grado mi cordial saludo y aprovecho la ocasión para confirmarme suyo afectísimo en el Señor.

Vaticano, 29 de septiembre de 2006

Cardenal Tarcisio BERTONE, s.d.b.
Secretario de Estado


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
05/09/2013 19:48


MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LOS OBISPOS, SACERDOTES Y FIELES CATÓLICOS
DE LA REGIÓN DE ORIENTE PRÓXIMO
CON OCASIÓN DE LA NAVIDAD



A los venerados hermanos
en el episcopado y en el sacerdocio
A los amados hermanos
y hermanas católicos
de la región de Oriente Próximo

Inmersos en la luz de la Navidad, contemplamos la presencia del Verbo que puso su tienda entre nosotros. Él es "la luz que brilla en las tinieblas" (cf. Jn 1, 5) y que nos "dio poder de hacernos hijos de Dios" (cf. Jn 1, 12). En este tiempo tan significativo para la fe cristiana, deseo dirigiros un saludo especial a vosotros, hermanos y hermanas católicos que vivís en las regiones de Oriente Próximo: me siento espiritualmente presente en cada una de vuestras Iglesias particulares, incluidas las más pequeñas, para compartir con vosotros el anhelo y la esperanza con que esperáis al Señor Jesús, Príncipe de la paz. A todos expreso el deseo bíblico, que hizo suyo también san Francisco de Asís: El Señor os dé la paz.

Me dirijo con afecto a las comunidades que son y se sienten "pequeño rebaño" tanto por el escaso número de hermanos y hermanas (cf. Lc 12, 32), como por estar inmersas en sociedades compuestas en gran mayoría por creyentes de otras religiones, o por las actuales circunstancias de serias dificultades y problemas que sufren algunas de las naciones a las que pertenecen.

Pienso sobre todo en los países marcados por fuertes tensiones y que a menudo sufren actos de cruel violencia que, además de causar grandes destrucciones, afectan sin piedad a personas inermes e inocentes. Las noticias que llegan a diario de Oriente Próximo muestran un crescendo de situaciones dramáticas, casi sin perspectivas de solución. Son vicisitudes que en todos los implicados suscitan naturalmente recriminación y rabia, y despiertan en los corazones deseos de revancha y venganza.

Sabemos que estos sentimientos no son cristianos; quienes los albergan se hacen en su interior duros y rencorosos, y se sitúan muy lejos de la "mansedumbre y humildad" de las que Jesucristo se propuso como modelo (cf. Mt 11, 29). Así se perdería la ocasión de dar una contribución específicamente cristiana a la solución de los gravísimos problemas de nuestro tiempo. Realmente no sería oportuno, sobre todo en este momento, dedicar tiempo a preguntarse quién ha sufrido más o a querer pasar la cuenta de las injusticias padecidas, enumerando las razones que apoyan la propia tesis.

Eso es lo que se ha hecho con frecuencia en el pasado, con resultados insatisfactorios, por decir poco. En el fondo, el sufrimiento une a todos, y cuando uno sufre debe sentir ante todo el deseo de comprender cuánto pueden estar sufriendo las personas que se encuentran en una situación análoga. El diálogo paciente y humilde, con una escucha recíproca orientada a comprender la situación de los demás, ya ha dado buenos frutos en muchos países antes devastados por la violencia y las venganzas. Un poco más de confianza en la humanidad de los demás, sobre todo si están sufriendo, no puede por menos de dar buenos resultados. Desde muchas partes, de forma autorizada, se está recomendando hoy esta disposición interior.

Durante el período navideño pienso constantemente y con mayor preocupación en las comunidades católicas de vuestros países. Hacia vuestras tierras nos lleva la estrella que vieron los Magos, la estrella que los guió al encuentro con el Niño y con María, su Madre (cf. Mt 2, 11). En la tierra de Oriente Jesús dio su vida para hacer "de los dos pueblos uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad" (Ef 2, 14). Allí dijo a los discípulos: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura" (Mc 16, 15). Allí se utilizó por primera vez el nombre de cristianos para designar a los discípulos del Maestro (cf. Hch 11, 26). Allí nació y se desarrolló la Iglesia de los grandes Padres y florecieron diversas y ricas tradiciones espirituales y litúrgicas.

A vosotros, queridos hermanos y hermanas, herederos de esas tradiciones, os manifiesto con afecto mi cercanía personal en la situación de inseguridad humana, de sufrimiento diario, de temor y de esperanza que estáis viviendo. A vuestras comunidades repito, ante todo, las palabras del Redentor: "No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino" (Lc 12, 32). Podéis contar con mi total solidaridad en las actuales circunstancias. Estoy seguro de que puedo hacerme portavoz también de la solidaridad de la Iglesia universal. Por tanto, cada uno de los fieles católicos de Oriente Próximo, así como la comunidad a la que pertenece, no debe sentirse solo o abandonado. A vuestras Iglesias, en su difícil camino, las acompañan la oración y el apoyo caritativo de las Iglesias particulares del mundo entero, a ejemplo y según el espíritu de la Iglesia primitiva (cf. Hch 11, 29-30).

En la situación actual, marcada por pocas luces y por demasiadas sombras, para mí es motivo de consuelo y esperanza saber que las comunidades cristianas de Oriente Próximo, cuyos intensos sufrimientos tengo muy presentes, siguen siendo comunidades vivas y activas, decididas a testimoniar su fe con su identidad específica en las sociedades que las rodean. Desean poder contribuir de modo constructivo a aliviar las urgentes necesidades de sus respectivas sociedades y de la región entera.

San Pedro, en su primera carta, escribiendo a comunidades más bien pobres y marginadas, que no contaban mucho en la sociedad de entonces e incluso eran perseguidas, no dudó en decirles que su difícil situación debía considerarse como una "gracia" (cf. 1 P 1, 7-11). ¿Acaso no es, de hecho, una gracia poder participar en los sufrimientos de Cristo, uniéndose a la acción con que él tomó sobre sí nuestros pecados para expiarlos?

Las comunidades católicas, que con frecuencia viven en situaciones difíciles, deben ser conscientes de la gran fuerza que brota de su sufrimiento aceptado con amor. Es un sufrimiento que puede cambiar el corazón de los demás y el corazón del mundo. Por tanto, aliento a cada uno a proseguir con perseverancia su camino, sostenido por la conciencia del "precio" con que Cristo lo ha redimido (cf. 1 Co 6, 20). Ciertamente, la respuesta a la propia vocación cristiana es mucho más ardua para los miembros de las comunidades que constituyen una minoría y a menudo son numéricamente insignificantes en las sociedades donde están inmersas.

Sin embargo, como escribieron vuestros patriarcas en su carta pastoral de Pascua de 1992, "una pequeña luz puede iluminar toda la casa. La sal es un elemento muy pequeño en los alimentos, pero les da sabor. La levadura es muy poco en la masa, pero es lo que la hace fermentar y la prepara para convertirse en pan". Hago mías estas palabras y animo a los pastores católicos a perseverar en su ministerio, cultivando la unidad entre sí y permaneciendo siempre cerca de su rebaño. Sepan que el Papa comparte los anhelos, las esperanzas y las exhortaciones expresadas en sus cartas anuales, así como en el cumplimiento diario de sus deberes sagrados; los alienta en su esfuerzo por sostener y fortalecer en la fe, en la esperanza y en la caridad, al rebaño que les ha sido encomendado. Por lo demás, la presencia de sus comunidades en los diversos países de la región constituye un elemento que puede fomentar en gran medida el ecumenismo.

Desde hace mucho tiempo se constata que muchos cristianos están abandonando el Oriente Próximo, de forma que los santos lugares corren el peligro de transformarse en zonas arqueológicas, sin vida eclesial. Ciertamente, situaciones geopolíticas peligrosas, conflictos culturales, intereses económicos y estratégicos, así como actos de violencia que se trata de justificar atribuyéndoles causas de índole social o religiosa, hacen difícil la supervivencia de las minorías y por eso muchos cristianos caen en la tentación de emigrar.

A menudo el mal puede ser de algún modo irreparable. Sin embargo, no conviene olvidar que incluso el simple hecho de estar cerca unos de otros y de vivir juntos un sufrimiento común actúa como bálsamo sobre las heridas y lleva a pensamientos y obras de reconciliación y paz. De esta forma nace un diálogo familiar y fraterno, que con el tiempo y con la gracia del Espíritu, podrá transformarse en diálogo en un ámbito más amplio: cultural, social e incluso político.

Por lo demás, el creyente sabe que puede contar con una esperanza que no defrauda, porque se funda en la presencia del Resucitado. De él brotan la obra de la fe y los trabajos de la caridad (cf. 1 Ts 1, 3). Incluso en las dificultades más dolorosas, la esperanza cristiana atestigua que la resignación pasiva y el pesimismo son el verdadero gran peligro que amenaza la respuesta a la vocación que brota del bautismo. De allí pueden derivar la desconfianza, el miedo, la auto-compasión, el fatalismo y la fuga.

En el momento actual, a los cristianos se les pide que sean valientes y decididos con la fuerza del Espíritu de Cristo, conscientes de que pueden contar con la cercanía de sus hermanos en la fe esparcidos por el mundo. San Pablo, escribiendo a los Romanos, declara abiertamente que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros (cf. Rm 8, 18). Del mismo modo, san Pedro, en su primera carta, nos recuerda que los cristianos, aunque nos encontremos afligidos por diversas tribulaciones, tenemos una esperanza más grande, que nos llena de alegría el corazón (cf. 1 P 1, 6). El mismo san Pablo, en la segunda carta a los Corintios, afirma con convicción que "el Dios de toda consolación (...) nos consuela en toda tribulación nuestra para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación" (2 Co 1, 3-4).

Sabemos bien que la consolación prometida por el Espíritu Santo no consiste simplemente en palabras hermosas, sino que se traduce en un ensanchamiento de la mente y del corazón para que podamos ver nuestra situación en el marco más amplio de toda la creación sometida a dolores de parto mientras espera la revelación de los hijos de Dios (cf. Rm 8, 19-25). Desde esta perspectiva, cada uno puede llegar a pensar más en los sufrimientos de los demás que en los propios, más en los comunes que en los privados, y a preocuparse por hacer algo para que el otro o los otros entiendan que sus sufrimientos son comprendidos y acogidos, y que se desea ponerles remedio en la medida de lo posible.

A través de vosotros, queridos hermanos y hermanas, quiero dirigirme también a vuestros compatriotas, hombres y mujeres de las diversas confesiones cristianas, de las diferentes religiones, y a todos los que buscan con honradez la paz, la justicia, la solidaridad, mediante la escucha recíproca y el diálogo sincero. A todos les digo: perseverad con valentía y confianza. A los que tienen la responsabilidad de guiar los acontecimientos les pido sensibilidad, atención y cercanía concreta, que supere cálculos y estrategias, a fin de que se construyan sociedades más justas y pacíficas, en las que se respete de verdad a todo ser humano.

Como sabéis, amadísimos hermanos y hermanas, espero vivamente que la Providencia haga que las circunstancias me permitan realizar una peregrinación a la Tierra santificada por los acontecimientos de la historia de la salvación. Así, espero poder orar en Jerusalén "patria del corazón de todos los descendientes espirituales de Abraham, para quienes resulta inmensamente entrañable" (Juan Pablo II, Redemptionis anno: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 6 de mayo de 1984, p. 17). En efecto, estoy convencido de que puede llegar a ser "símbolo de encuentro, de unión y de paz para toda la familia humana" (ib.).

Esperando que se haga realidad este deseo, os aliento a proseguir por el camino de la confianza, realizando gestos de amistad y de buena voluntad. Me refiero tanto a gestos sencillos y diarios, que ya desde hace tiempo practica en vuestras regiones mucha gente sencilla que siempre ha tratado con respeto a todas las personas, como a gestos de algún modo heroicos, inspirados en el auténtico respeto por la dignidad humana, con el intento de encontrar caminos de solución de situaciones muy difíciles. La paz es un bien tan grande y urgente que justifica sacrificios también grandes por parte de todos.

Como escribió mi venerado predecesor el Papa Juan Pablo II, "no hay paz sin justicia". Por eso, es necesario que se reconozcan y respeten los derechos de cada uno. Pero Juan Pablo II añadió: "no hay justicia sin perdón". Normalmente sin transigir con errores pasados no se puede llegar a un acuerdo que permita volver a entablar el diálogo con vistas a una futura colaboración. En ese caso, el perdón es condición indispensable para poder proyectar un nuevo futuro. Del perdón concedido y aceptado pueden nacer y desarrollarse muchas obras de solidaridad, en la línea de las que ya existen ampliamente en vuestras regiones por iniciativa tanto de la Iglesia como de los gobiernos y de las organizaciones no gubernamentales.

El canto de los ángeles sobre la cueva de Belén —"Paz en la tierra a los hombres que Dios ama"— asume en estos días su contenido más profundo, y produce ya ahora los frutos que se tendrán en plenitud en la vida eterna. Mi deseo es que el tiempo de Navidad marque el fin, o al menos un alivio, de tantos sufrimientos, y que infunda a numerosas familias la esperanza necesaria para perseverar en la ardua tarea de promover la paz en un mundo aún tan desgarrado y dividido.

Queridos hermanos y hermanas, estad seguros de que en este camino os acompaña la ferviente oración del Papa y de toda la Iglesia. La intercesión y el ejemplo de tantos mártires y santos que en vuestras tierras han dado un valiente testimonio de Cristo os sostengan y os fortalezcan en vuestra fe. Y que la Sagrada Familia de Nazaret vele sobre vuestros buenos propósitos y vuestros compromisos.

Con estos sentimientos, a cada uno de vosotros imparto de todo corazón una bendición apostólica especial, prenda de mi afecto y de mi constante recuerdo.

Vaticano, 21 de diciembre de 2006

BENEDICTUS XVI


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
Amministra Discussione: | Chiudi | Sposta | Cancella | Modifica | Notifica email Pagina precedente | 1 | Pagina successiva
Nuova Discussione
 | 
Rispondi
Cerca nel forum

Feed | Forum | Bacheca | Album | Utenti | Cerca | Login | Registrati | Amministra
Crea forum gratis, gestisci la tua comunità! Iscriviti a FreeForumZone
FreeForumZone [v.6.1] - Leggendo la pagina si accettano regolamento e privacy
Tutti gli orari sono GMT+01:00. Adesso sono le 08:15. Versione: Stampabile | Mobile
Copyright © 2000-2024 FFZ srl - www.freeforumzone.com