2007

Ultimo Aggiornamento: 10/06/2013 20:38
Autore
Stampa | Notifica email    
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
03/06/2013 20:41


DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LOS MIEMBROS DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL
DE SAN CIRILO Y SAN METODIO EN VISITA "AD LIMINA"

Viernes 4 de mayo de 2007



Venerados hermanos en el episcopado:

"El Dios de la esperanza os colme de todo gozo y paz en vuestra fe, hasta rebosar de esperanza por la fuerza del Espíritu Santo" (Rm 15, 13). Me alegra acogeros con estas palabras tomadas de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos: sí, el Dios de la esperanza os colme de sus consolaciones celestiales. Con este deseo, os abrazo fraternalmente a cada uno de vosotros, queridos pastores de una porción de la grey del Señor a la que amo particularmente. Provenís de países diversos, que tienen etnias, culturas y lenguas diferentes, pero cuyas comunidades eclesiales están unidas por la misma fe en Cristo resucitado que nos han transmitido los Apóstoles. Sed bienvenidos.

Os saludo a cada uno, a la vez que agradezco de corazón las amables palabras que me ha dirigido el arzobispo Stanislav Hocevar, presidente de vuestra Conferencia episcopal internacional de San Cirilo y San Metodio, erigida en diciembre de 2004 por mi predecesor el siervo de Dios Juan Pablo II. Vuestro presidente se ha hecho intérprete de los sentimientos de comunión que os unen al Sucesor de Pedro: os doy las gracias por ello.

Esta casa es también vuestra; en ella podéis experimentar la catolicidad de la Iglesia de Cristo, que se extiende hasta los confines de la tierra. Al final de vuestra visita ad limina Apostolorum os renuevo la expresión de mi cordial gratitud, que os ruego transmitáis también a vuestras comunidades; confío en el apoyo de sus oraciones. Asegurad a todos —sacerdotes, religiosos y religiosas, niños y jóvenes, ancianos y familias— que el Papa está cerca de ellos y los recuerda cada día ante el Señor. Exhorto a todos a perseverar en la unidad, en la apertura recíproca y en el espíritu de fraternidad.

Los diversos países y los diferentes contextos sociales y religiosos en los que viven vuestros fieles, venerados hermanos, tienen muchas repercusiones en su vida cristiana. Pienso, por ejemplo, en el matrimonio entre cónyuges de distinta confesión o religión, que exige de vuestra parte, queridos pastores, una especial atención espiritual y una cooperación más armoniosa también con las demás Iglesias cristianas.

Pienso, asimismo, en la educación religiosa de las nuevas generaciones, que es necesario prever en los programas escolares. Y quiero aludir también a un aspecto fundamental para la vida eclesial: la formación de los ministros sagrados y su acompañamiento espiritual en el contexto multiconfesional mencionado. Sé que existe el proyecto de un Seminario mayor en Subotica; aliento cordialmente esta iniciativa, por el buen servicio que podría prestar a las diversas diócesis. Es preciso ayudar a los seminaristas a crecer con la clara conciencia de que el presbítero es "alter Christus" y debe cultivar una relación íntima con Jesús si quiere cumplir plenamente su misión y no considerarse simplemente "funcionario" de una organización eclesiástica.

El sacerdote está totalmente al servicio de la Iglesia, organismo vivo y espiritual que no saca su energía de componentes nacionalistas, étnicos o políticos, sino de la acción de Cristo presente en sus ministros. En efecto, el Señor quiso que su Iglesia estuviera abierta a todos; los Apóstoles la edificaron así desde los primeros pasos del cristianismo, y los mártires con su sangre dieron testimonio de su santidad y de su "catolicidad". A lo largo de los siglos, la Tradición ha mantenido inalterado su carácter de universalidad, mientras iba propagándose y entrando en contacto con lenguas, razas, nacionalidades y culturas diferentes. Podéis experimentar diariamente esta unidad de la Iglesia en la diversidad.

Queridos y venerados hermanos, durante estos días he podido conocer mejor la realidad de vuestras diócesis, constituidas a menudo por una pequeña grey insertada en vastos contextos de multiplicidad étnica, cultural y religiosa. Por tanto, vuestra misión no es fácil. Pero con la ayuda del Señor, y con docilidad a su Espíritu, exhortad a todos los que él mismo ha encomendado a vuestra solicitud a no cansarse de ser "levadura" evangélica que fermente la sociedad. De este modo, según la exhortación del apóstol san Pedro, podréis dar juntos testimonio de la esperanza que os anima (cf. 1 P 3, 15). Realizaréis esto gracias a una constante fidelidad a Cristo, a una asidua práctica sacramental y a una generosa entrega apostólica. Con este fin, será necesario implicar a todos los miembros del pueblo de Dios, utilizando todos los instrumentos disponibles de formación cristiana, preparados en los diversos idiomas de la población.

Esta acción pastoral común no podrá menos de tener consecuencias benéficas también en el ámbito civil, pues las conciencias rectas, formadas según el Evangelio, se sentirán más fácilmente impulsadas a construir una sociedad de dimensión humana. Una modernidad mal entendida tiende hoy a exaltar de manera excesiva las necesidades de la persona, en detrimento de los deberes que toda persona tiene con respecto a Dios y a la comunidad a la que pertenece. Es importante, por ejemplo, poner de relieve la recta concepción de la responsabilidad civil y pública, porque precisamente de esta visión deriva la obligación del respeto a los derechos de cada uno y una integración convencida de la propia cultura con las demás, tendiendo juntos al bien común.

La Providencia ha puesto a vuestros pueblos en el contexto de un continente europeo que en estos años se va reestructurando. También vuestras Iglesias se sienten partícipes en ese proceso histórico, sabiendo bien que pueden aportar su contribución peculiar. Por desgracia, no faltan obstáculos: la escasez de medios a disposición, a causa de la situación económica, y la insuficiencia de fuerzas católicas podrían desanimaros. No es fácil olvidar la pesada herencia de más de cuarenta años de pensamiento único, que han producido comportamientos sociales no basados en la libertad y en la responsabilidad personal. Al mismo tiempo, es difícil resistir a las tentaciones del materialismo occidental, con los riesgos del relativismo y el liberalismo ético, el radicalismo y el fundamentalismo político. No os desaniméis; más bien, unid las fuerzas y continuad pacientemente vuestra obra, convencidos de que un día, con la ayuda de Dios, se podrán recoger los frutos que él mismo hará madurar según sus misteriosos designios de salvación.

En este momento deseo aseguraros que el Papa está cerca de vosotros y os alienta a seguir adelante, confiando en la ayuda del Señor, el buen Pastor. Queridos hermanos, permaneced siempre al lado de vuestros fieles, pues necesitan maestros sabios, pastores santos y guías seguros que con su ejemplo los precedan por el camino de la plena adhesión a Cristo. Estad unidos entre vosotros, cuidad las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada; sed solícitos con los agentes pastorales; exhortad a los laicos a asumir sus responsabilidades propias, tanto en el campo civil como en el eclesial, según el espíritu de la Gaudium et spes, para que puedan dar un testimonio armonioso, verdaderamente católico.

El Señor os ha puesto en estrecho contacto con los hermanos ortodoxos: como miembros de un único Cuerpo, buscad toda colaboración posible al servicio del único reino de Dios. Que no falte la disponibilidad a colaborar también con las demás confesiones cristianas y con todas las personas de buena voluntad en la promoción de lo que puede ser útil para la difusión de los valores evangélicos.

Queridos y venerados hermanos, durante este encuentro he querido poner de relieve algunos aspectos de la vida de vuestras comunidades que emergieron en nuestros encuentros individuales. Al despedirme de vosotros, os confirmo una vez más mi afecto y os aseguro mi oración. A la vez que invoco la protección celestial de María, Reina de los Apóstoles, y de san Cirilo y san Metodio, patronos de vuestra Conferencia episcopal internacional, os imparto a vosotros una cordial bendición apostólica, que de buen grado hago extensiva a todos los fieles encomendados a vuestro cuidado pastoral.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
03/06/2013 20:42


DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LA GUARDIA SUIZA PONTIFICIA
CON OCASIÓN DE SU FIESTA ANUAL

Sábado 5 de mayo de 2007



Señor comandante;
queridos guardias suizos:

Me alegra particularmente encontrarme con vosotros con ocasión del juramento de los nuevos guardias suizos. A cada uno de vosotros, queridos nuevos alabarderos, os dirijo ante todo mi cordial saludo, que extiendo a todos los guardias suizos, dándoos las gracias por haber querido dedicar algunos años de vuestra juventud al servicio del Papa y de sus colaboradores más cercanos. También dirijo mi saludo agradecido a vuestro comandante por todo lo que hace para que vosotros podáis prestar debidamente vuestro servicio. Saludo a vuestro capellán, así como a los parientes, a los familiares, a los ex guardias suizos y a los amigos que han querido estar presentes en un acto tan solemne y significativo para la Sede apostólica, como es precisamente el juramento de los nuevos guardias suizos.

Conservo impreso en mi memoria el recuerdo de las solemnes celebraciones conmemorativas del V centenario de la fundación del Cuerpo de la Guardia suiza pontificia, que tuvieron lugar el año pasado con gran participación del pueblo. Esas celebraciones han contribuido a dar a conocer mejor el origen, la historia y el valor de vuestro Cuerpo y el significativo testimonio de fe y de amor que dais a la Iglesia desde hace más de 500 años.

Todo comenzó el 22 de enero de 1506, cuando llegó al Vaticano una tropa de 150 hombres solicitada por mi predecesor Julio II a la Confederación de la Alta Alemania. Desde aquel día hasta nuestros tiempos, la historia de vuestro Cuerpo de guardia está íntimamente entrelazada con los acontecimientos y la vida de la Iglesia y, en particular, del Papa. Es una larga historia de fidelidad y de generoso servicio prestado siempre con entrega, que a veces ha llegado hasta el heroísmo del sacrificio de la vida. Vuestra apreciada entrega ha merecido justamente la estima y la confianza de todos los Pontífices, que en vuestro Cuerpo de guardia han encontrado siempre ayuda, apoyo y protección. Gracias, queridos amigos, por vuestra silenciosa pero eficiente presencia al lado de la persona del Papa; gracias por la profesionalidad y también por el amor con que cumplís vuestra misión.

Sí, vuestro servicio no es solamente una prestación profesional; también es una verdadera misión al servicio de Cristo y de su Iglesia. En el nuevo Reglamento de la Guardia suiza pontificia, que aprobé el año pasado con ocasión del V centenario de su fundación, se afirma que "los guardias suizos deben mostrarse como buenos cristianos y soldados ejemplares en todas las circunstancias" (art. 73); y también que "deben evitar lo que se opone a la fe, a la moral cristiana y a los deberes de su estado. Además, deben ser siempre fieles a las características y a las tradiciones del Cuerpo, con un estilo de vida sencillo y sobrio" (art. 75). Asimismo, se añade: "Para formar una verdadera comunidad, deben cultivar a nivel personal y tener unos con otros un espíritu de solidaridad cristiana, que sirve para conservar y promover la unión mutua de los corazones" (art. 77).

Como se puede ver fácilmente, se trata de indicaciones muy precisas y concretas con vistas a cumplir el designio que Dios tiene sobre cada uno de vosotros, al llamaros a servirlo en una Institución tan benemérita. En definitiva, el Señor os llama a la santidad, es decir, a ser sus discípulos, siempre dispuestos a escuchar su voz, a cumplir su voluntad y a realizarla en el cumplimiento diario de vuestros deberes. Esto os ayudará a ser "buenos cristianos" y, al mismo tiempo, "soldados ejemplares", animados por el espíritu evangélico, que hace que todo bautizado sea "levadura" capaz de fermentar toda la masa y "luz" que ilumina y calienta el ambiente en el que vive y trabaja.

Queridos amigos, que el Señor os ayude a realizar plenamente vuestra misión peculiar, trabajando cada día "acriter et fideliter", con valentía y fidelidad. Para ello, no ceséis de alimentar vuestro espíritu con la oración y la escucha de la palabra de Dios; participad con devoción en la santa misa y cultivad una devoción filial a María. Invocad y tratad de imitar a vuestros patronos san Martín, san Sebastián y san Nicolás de Flüe, "defensor pacis et pater patriae", para que os asistan desde el cielo y podáis "servir fiel, leal y honradamente al Sumo Pontífice y a sus legítimos Sucesores", como cada uno de vosotros dice en la fórmula de juramento.

Por mi parte, a la vez que os agradezco una vez más vuestra entrega, expreso mis mejores deseos de modo especial a los nuevos guardias suizos. Asimismo, a todos y a cada uno imparto de corazón mi bendición, que de buen grado hago extensiva a vuestras familias y a vuestros seres queridos.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
03/06/2013 20:43


DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LOS MIEMBROS DEL CONSEJO SUPERIOR
DE LAS OBRAS MISIONALES PONTIFICIAS

Sábado 5 de mayo de 2007



Señor cardenal;
venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
queridos hermanos y hermanas:

Me alegra mucho encontrarme con vosotros después de la solemne celebración eucarística presidida por el señor cardenal Ivan Dias, prefecto de la Congregación para la evangelización de los pueblos. A él, en primer lugar, dirijo mi cordial saludo, a la vez que le agradezco las palabras que me ha dirigido en vuestro nombre. Hago extensivo mi saludo al secretario y a los colaboradores del dicasterio misionero, a los prelados y a los sacerdotes presentes, a los religiosos, a las religiosas y a todos los que han participado en el congreso celebrado en los días pasados para conmemorar el 50° aniversario de la carta encíclica Fidei donum del siervo de Dios Papa Pío XII.
Han pasado cincuenta años desde que este venerado predecesor mío, ante la evolución de los tiempos y la aparición de nuevos pueblos y naciones en el escenario de la historia, con clarividente sabiduría pastoral comprendió que se abrían inéditos y providenciales horizontes e itinerarios misioneros para el anuncio del Evangelio en África.

En efecto, Pío XII miraba especialmente a África cuando, con intuición profética, pensó en el nuevo "sujeto" misionero, que de las primeras palabras de la encíclica tomó el nombre de "fidei donum". Quería estimular, además de las formas tradicionales, un nuevo tipo de cooperación misionera entre las comunidades cristianas llamadas "antiguas" y las que acababan de nacer o estaban naciendo en los territorios de reciente evangelización. A las primeras las invitaba a mandar en ayuda de las Iglesias "jóvenes", que tenían un crecimiento prometedor, algunos sacerdotes a fin de que colaboraran con los Ordinarios del lugar durante un tiempo determinado.

Así escribía el Papa Pacelli: "Considerando, por un lado, las innumerables legiones de hijos nuestros que, sobre todo en los países de antigua tradición cristiana, participan del bien de la fe y, por otro, la masa aún más numerosa de los que todavía esperan el mensaje de la salvación, sentimos el ardiente deseo de exhortaros, venerables hermanos, a que con vuestro celo sostengáis la causa santa de la expansión de la Iglesia en el mundo. Quiera Dios que, como consecuencia de nuestro llamamiento, el espíritu misionero penetre más a fondo en el corazón de todos los sacerdotes y que, a través de su ministerio, inflame a todos los fieles" (AAS 49 [1957] 226).

Por tanto, era doble el objetivo que animaba al venerado Pontífice: por una parte, suscitar en todos los miembros del pueblo cristiano un renovado "fuego" misionero; y, por otra, promover una colaboración más consciente entre las diócesis de antigua tradición y las regiones de primera evangelización. A lo largo de estos cinco decenios la invitación de Pío XII ha sido reafirmada, en numerosas ocasiones, por todos mis predecesores y, también gracias al impulso que dio el concilio Vaticano II, se ha ido multiplicando el número de los sacerdotes "fidei donum", que juntamente con religiosos y voluntarios laicos han partido en misión a África y a otras regiones del mundo, a veces a costa de no pocos sacrificios para sus diócesis de pertenencia.

Quisiera aquí dar las gracias en particular a estos hermanos y hermanas nuestros, algunos de los cuales han derramado su sangre por difundir el Evangelio. Como sabéis bien, la experiencia misionera deja una huella indeleble en quienes la realizan y, al mismo tiempo, contribuye a alimentar la comunión eclesial que a todos los bautizados nos hace sentirnos miembros de la única Iglesia, Cuerpo místico de Cristo.

A lo largo de estos decenios, se han intensificado los contactos y los intercambios misioneros, también gracias al desarrollo y al multiplicarse de los medios de comunicación, de forma que la Iglesia prácticamente ha entrado en contacto con todas las civilizaciones y culturas. Por otra parte, el intercambio de dones entre las comunidades eclesiales de antigua y de reciente fundación ha constituido un enriquecimiento mutuo y ha favorecido el aumento de la conciencia de que todos somos "misioneros", es decir, de que todos estamos implicados, aunque sea de modos diversos, en el anuncio y en el testimonio del Evangelio.

A la vez que damos gracias al Señor por el compromiso misionero que se está llevando a cabo, no podemos por menos de constatar simultáneamente las dificultades que se presentan hoy en este campo. Entre ellas, me limito a subrayar la disminución y el envejecimiento del clero en las diócesis que en otros tiempos enviaban misioneros a regiones lejanas. Ciertamente, en el contexto de una crisis vocacional generalizada, esto constituye un desafío que es preciso afrontar.

El congreso organizado por la Pontificia Unión misional para conmemorar el 50° aniversario de la Fidei donum, os ha permitido analizar atentamente esta situación que vive hoy la Iglesia. Aunque no podemos ignorar los problemas y las sombras, debemos mirar al futuro con confianza, dando renovada y más auténtica identidad a los misioneros "fidei donum", en un contexto mundial que indudablemente ha cambiado con respecto al de los años 50 del siglo pasado.

Si son numerosos los desafíos que afronta la evangelización en nuestra época, también son numerosos los signos de esperanza que en todas las partes del mundo testimonian una estimulante vitalidad misionera del pueblo cristiano. Y, sobre todo, es necesario que nunca se pierda la conciencia de que el Señor, antes de dejar a los discípulos para ir al cielo, al enviarlos a anunciar su Evangelio en todos los rincones del mundo, les aseguró: "He aquí que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mt 28, 20).

Queridos hermanos y hermanas, esta certeza no nos debe abandonar nunca. El Dueño de la mies no dejará que falten obreros en su mies, si con confianza e insistentemente se lo pedimos en la oración y en la dócil escucha de su palabra y de sus enseñanzas. A este respecto, deseo reiterar la invitación que Pío XII dirigió a los fieles de entonces: "Especialmente durante estos años —escribió en su encíclica— tal vez decisivos para el porvenir del catolicismo en muchos países, multipliquemos las misas celebradas por las intenciones de las misiones; son las intenciones mismas de nuestro Señor, que ama a su Iglesia y que la quisiera ver extendida y floreciente por todos los lugares de la tierra" (AAS 49 [1957] 239).

Hago mía esta exhortación, convencido de que el Señor, saliendo al encuentro de nuestras incesantes súplicas, seguirá bendiciendo con abundantes frutos apostólicos el compromiso misionero de la Iglesia. Encomiendo este deseo a María, Madre y Reina de los Apóstoles, a la vez que de corazón os imparto a vosotros, aquí presentes, y a todos los misioneros del mundo una bendición apostólica especial.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
03/06/2013 20:43


DISCURSO DEL PAPA BENEDICTO XVI
A LA UNIÓN INTERNACIONAL DE SUPERIORAS GENERALES

Lunes 7 de mayo de 2007



Señor cardenal;
venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
queridas hermanas:

Me alegra encontrarme con vosotros con ocasión de la asamblea plenaria de la Unión internacional de superioras generales. Saludo y doy las gracias al cardenal Franc Rodé, prefecto de la Congregación para los institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica, por las cordiales palabras que me ha dirigido; extiendo mi agradecimiento a la presidenta de vuestra Unión, sor Therezinha Rasera, que no sólo se ha hecho intérprete de vuestros afectuosos sentimientos, sino también de los de las religiosas del mundo entero.

Os saludo asimismo a cada una de vosotras, queridas superioras generales, que representáis a 794 familias religiosas femeninas que actúan en 85 países de los cinco continentes. Y, a través de vosotras, expreso mi gratitud al inmenso ejército de testigos del amor de Cristo, que actúan en las fronteras de la evangelización, de la educación y de la caridad social.

Como ha recordado vuestra presidenta, el tema de la asamblea plenaria, que estáis celebrando en estos días, es particularmente interesante: "Llamadas a tejer una nueva espiritualidad que genere esperanza y vida para toda la humanidad". Este tema, que habéis elegido, es fruto de una amplia reflexión sobre la siguiente pregunta: "Al contemplar nuestro mundo, al escuchar sus gritos, sus necesidades, su sed y sus aspiraciones, ¿cuál es el hilo que nosotras, religiosas responsables de nuestras congregaciones, estamos llamadas a tejer en este momento para llegar a ser "tejedoras de Dios", proféticas y místicas?".

El análisis atento de las respuestas que llegaron hizo comprender al consejo ejecutivo de vuestra Unión que el símbolo elegido, el de "tejer", una imagen muy femenina que se usa en todas las culturas, respondía a lo que las superioras generales sentían como una urgencia espiritual y apostólica en el momento actual.

En las respuestas mismas se indicaban algunos "hilos" —la mujer, los emigrantes, la tierra y su carácter sagrado, los laicos, el diálogo con las religiones del mundo— que consideráis muy útiles para "tejer", en nuestra época, una renovada espiritualidad de la vida consagrada, iniciando así un planteamiento apostólico que responda mejor a las expectativas de la gente.

Precisamente sobre esos temas estáis reflexionando durante los trabajos de vuestra asamblea plenaria. Sois conscientes de que, como ha subrayado oportunamente vuestra presidenta, toda superiora general está llamada a ser animadora y promotora de una vida consagrada "mística y profética", fuertemente comprometida en la realización del reino de Dios. Estos son los "hilos" con los que el Señor os impulsa, queridas religiosas, a "tejer" hoy el entramado vivo de un servicio benéfico a la Iglesia y de un testimonio evangélico elocuente "siempre antiguo y siempre nuevo", en cuanto fiel al radicalismo del Evangelio y valientemente encarnado en la realidad contemporánea, de modo especial donde hay mayor pobreza humana y espiritual.

Ciertamente, no son pocos los desafíos sociales, económicos y religiosos que debe afrontar la vida consagrada en el tiempo actual. Los cinco ámbitos pastorales que habéis puesto de relieve constituyen otros tantos "hilos" que es preciso tejer y entrelazar en la compleja trama de la vida diaria, en las relaciones interpersonales y en el apostolado.

A menudo se trata de recorrer senderos misioneros y espirituales inexplorados, pero manteniendo siempre muy firme la relación interior con Cristo, pues sólo de esta unión brota y se alimenta el papel "profético" de vuestra misión, que consiste en el "anuncio del reino de los cielos", anuncio indispensable en todos los tiempos y sociedades.

Por tanto, no caigáis nunca en la tentación de alejaros de la intimidad con vuestro Esposo celestial, dejándoos arrastrar excesivamente por los intereses y los problemas de la vida diaria. Los fundadores y las fundadoras de vuestros institutos pudieron ser "pioneros proféticos" en la Iglesia porque nunca perdieron la viva conciencia de que estaban en el mundo pero no eran del mundo, como enseñó claramente Jesús (cf. Jn 17, 14). Siguiendo su ejemplo, se esforzaron por comunicar con palabras y obras concretas el amor de Dios a través de la entrega total de sí mismos, manteniendo siempre la mirada y el corazón fijos en él.

Queridas religiosas, si queréis recorrer fielmente también vosotras las huellas de vuestros fundadores y fundadoras, y ayudar a vuestras hermanas a seguir su ejemplo, cultivad la dimensión "mística" de la vida consagrada, es decir, mantened siempre vuestra alma unida a Dios a través de la contemplación.

Como enseña la Escritura, el "profeta" primero escucha y contempla, luego habla, dejándose impregnar totalmente del amor a Dios, que nada teme y es más fuerte incluso que la muerte. Por eso, el auténtico profeta no se preocupa tanto de hacer obras, lo cual sin duda es importante, pero nunca esencial; se esfuerza, sobre todo, por ser testigo del amor de Dios, tratando de vivirlo en medio de las realidades del mundo, aunque su presencia a veces pueda resultar "incómoda", porque presenta y encarna valores alternativos.

Así pues, vuestra preocupación principal ha de ser ayudar a vuestras hermanas a buscar en primer lugar a Cristo y a ponerse generosamente al servicio del Evangelio. No os canséis de prestar la máxima atención posible a la formación humana, cultural y espiritual de las personas que se os han encomendado, para que sean capaces de responder a los actuales desafíos culturales y sociales. Para cumplir vuestra misión sed las primeras en dar ejemplo de huir de las comodidades, del bienestar, de las conveniencias.

Compartid las riquezas de vuestros carismas con todos los que están comprometidos en la única misión de la Iglesia, que es la construcción del Reino. Con este fin, entablad una serena y cordial colaboración con los sacerdotes, los fieles laicos y especialmente las familias, para salir al encuentro de los sufrimientos, de las necesidades, de las pobrezas materiales y sobre todo espirituales de tantos contemporáneos nuestros. Asimismo, cultivad una sincera comunión y una estrecha colaboración con los obispos, que son los primeros responsables de la evangelización en las Iglesias particulares.

Queridas hermanas, vuestra asamblea general se celebra en el tiempo pascual, en el que la liturgia nos invita a proclamar con incesante júbilo: "Este es el día en que actuó el Señor; sea nuestra alegría y nuestro gozo". Que el gozo y la paz de la Pascua os acompañen y permanezcan siempre en vosotras y en cada una de vuestras comunidades. En todas las circunstancias sed mensajeras de esta alegría pascual, como las mujeres que, al ir al sepulcro, lo encontraron vacío y tuvieron la gracia de encontrarse con Cristo resucitado. Con alegría corrieron a dar el anuncio a los Apóstoles.

Que velen sobre vosotras y sobre vuestras respectivas familias religiosas María, Reina de las vírgenes, y vuestros santos y beatos fundadores y fundadoras. A la vez que os encomiendo a su intercesión, de corazón os aseguro un recuerdo en la oración y de buen grado os imparto a todas una especial bendición apostólica.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
03/06/2013 20:44


DISCURSO DEL PAPA BENEDICTO XVI
A LOS MIEMBROS DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE MALÍ
EN VISITA "AD LIMINA"

Viernes 18 de mayo de 2007



Queridos hermanos en el episcopado:

Os acojo con alegría, pastores de la Iglesia en Malí, mientras realizáis vuestra visita ad limina Apostolorum. Para vosotros y para la vida de vuestras comunidades diocesanas es un momento importante, que manifiesta la comunión de vuestras Iglesias locales con el Sucesor de Pedro y con la Iglesia universal, y os ayudará a perseverar en el dinamismo misionero. Vuestras Iglesias locales tienen un lugar en el corazón y en la oración del Papa. Agradezco a monseñor Jean-Gabriel Diarra, presidente de vuestra Conferencia episcopal, las amables palabras que ha pronunciado en vuestro nombre y su presentación de las realidades de la Iglesia en vuestro país.

Feliz de constatar la estima de que goza la comunidad católica maliense ante las autoridades y la población, quisiera saludar afectuosamente a los sacerdotes, a los religiosos, a las religiosas, a los catequistas y a todos los fieles laicos de vuestras diócesis. Los aliento a vivir con generosidad el Evangelio de Cristo, que han recibido de sus padres en la fe. Mi saludo se dirige también a todos los habitantes de Malí, pidiendo a Dios que bendiga a cada familia y conceda que todos vivan en paz y fraternidad.

Queridos hermanos en el episcopado, al buscar vuestra unidad interior y la fuente de vuestras energías en la caridad pastoral, alma de vuestro apostolado, así como en el afecto que manifestáis a la grey que se os ha encomendado, vuestro ministerio tendrá su pleno desarrollo y una eficacia renovada. Sed pastores celosos, guiando al pueblo de Dios como hombres de fe, con confianza y valentía, sabiendo estar cerca de todos, para suscitar la esperanza, incluso en las situaciones más difíciles. En efecto, "a imagen de Jesucristo y siguiendo sus huellas, el obispo sale también a anunciarlo al mundo como Salvador del hombre, de todo hombre. Como misionero del Evangelio, actúa en nombre de la Iglesia, experta en humanidad y cercana a los hombres de nuestro tiempo" (Pastores gregis, 66).

Guiados por una caridad sincera y por una solicitud particular, sois para cada uno de vuestros sacerdotes un padre, un hermano y un amigo. Ellos cooperan generosamente en vuestra misión apostólica, viviendo a menudo en situaciones humanas y espirituales difíciles. Hoy, que el clero diocesano está llamado a desempeñar un papel más activo en la evangelización, en colaboración fraterna y confiada con los misioneros, cuya obra valiente alabo, es necesario que los sacerdotes vivan su identidad sacerdotal entregándose totalmente al Señor mediante el servicio desinteresado a sus hermanos, sin desanimarse ante las dificultades que tienen que afrontar.

En una comunión cada vez más íntima con Aquel que los ha llamado, encontrarán la unidad de su vida así como la fuerza para su ministerio al servicio de los hombres y las mujeres que se les han encomendado, a pesar de la dispersión de las ocupaciones diarias. La vida de oración y la vida sacramental son para los sacerdotes una auténtica prioridad pastoral, que les ayudará a responder con determinación a la llamada a la santidad recibida del Señor y a la misión de guiar a los fieles por ese mismo camino. Como escribí en la encíclica Deus caritas est, no deben olvidar jamás que "quien reza no desperdicia su tiempo, aunque todo haga pensar en una situación de emergencia y parezca impulsar sólo a la acción" (n. 36).

Para que los sacerdotes puedan trabajar eficazmente en la evangelización y contribuir al crecimiento espiritual de la comunidad cristiana, debe cuidarse con gran esmero su formación. No ha de limitarse a la transmisión de nociones abstractas. Debe preparar a los candidatos para el ministerio sacerdotal, por eso ha de estar efectivamente unida a las realidades de la misión y de la vida presbiteral. La formación humana es la base de la formación sacerdotal. Una atención particular a su madurez afectiva les permitirá dar una respuesta libre a la vida en el celibato y en la castidad, don valioso de Dios, y a tener una sólida conciencia a lo largo de toda su existencia.

Ahora que la Iglesia que está en vuestro continente se prepara para celebrar la II Asamblea especial para África del Sínodo de los obispos, el compromiso de los fieles al servicio de la reconciliación, de la justicia y de la paz es un imperativo urgente. Por tanto, los laicos deben tomar nueva conciencia de su misión particular en el seno de la única misión de la Iglesia y de las exigencias espirituales que implica para su existencia. Si se comprometen resueltamente en la edificación de una sociedad justa, solidaria y fraterna, serán también mensajeros auténticos de la buena nueva de Jesús y contribuirán a la venida del reino de Dios, santificando el mundo e infundiéndole el espíritu del Evangelio.

Para que esta participación en la transformación de la sociedad sea eficaz, es indispensable formar laicos competentes para servir al bien común. Esta formación, en la que el conocimiento de la doctrina social de la Iglesia es un elemento esencial, debe tener en cuenta su compromiso en la vida civil, para que sean capaces de afrontar las tareas diarias en los campos político, económico, social y cultural, mostrando que la honradez en la vida pública abre el camino a la confianza por parte de todos y a una sana gestión de los asuntos.

Mediante la acción de las comunidades religiosas y de laicos comprometidos, la Iglesia aporta también una contribución apreciable a la vida de la sociedad, particularmente mediante su obra educativa en favor de las generaciones jóvenes, mediante su atención a las personas que sufren y, de manera general, mediante sus obras caritativas. Sin embargo, estas obras deben ser efectivamente expresión de la presencia amorosa de Dios en medio de las personas necesitadas.

Como señalé en mi encíclica Deus caritas est, la actividad caritativa de la Iglesia tiene un perfil específico; por eso, es importante que "mantenga todo su esplendor y no se diluya en una organización asistencial genérica, convirtiéndose simplemente en una de sus variantes" (n. 31). El apoyo efectivo de los responsables de la nación a estas obras educativas, sociales y sanitarias, que están al servicio de toda la población, sin excepción, no puede menos de ser una ayuda valiosa para el desarrollo de la sociedad misma.

Queridos hermanos en el episcopado, vuestras relaciones quinquenales muestran que la pastoral del matrimonio es una preocupación notable en la vida de vuestras diócesis. En efecto, ahora que el número de matrimonios cristianos sigue siendo relativamente escaso, la Iglesia tiene el deber de ayudar a los bautizados, especialmente a los jóvenes, a comprender la belleza y la dignidad de este sacramento en la existencia cristiana.

Para responder al temor expresado a menudo ante el carácter definitivo del matrimonio, una sólida preparación, con la colaboración de laicos y expertos, permitirá también a las parejas cristianas permanecer fieles a las promesas del matrimonio. Tomarán conciencia de que la fidelidad de los esposos y la indisolubilidad de su alianza, cuyo modelo es la fidelidad manifestada por Dios en la alianza indestructible que él mismo estableció con el hombre, son una fuente de felicidad para quienes se unen. Y esta felicidad será también la de sus hijos, reflejos del amor que se tienen sus padres.

Una educación humana y cristiana impartida desde la infancia y fundada en el ejemplo de los padres permitirá a los hijos acoger los gérmenes de la fe y después hacer que se desarrollen en ellos. Con este espíritu, doy gracias por los jóvenes que aceptan escuchar la llamada de Dios a servirlo en el sacerdocio y en la vida consagrada.

Por último, quiero expresar mi satisfacción de saber que los fieles católicos de Malí mantienen relaciones cordiales con sus compatriotas musulmanes. Es fundamental que se preste una justa atención a su profundización, para favorecer la amistad y una colaboración fructuosa entre cristianos y musulmanes. Por ello es legítimo que la identidad propia de cada comunidad pueda expresarse visiblemente, en el respeto mutuo, reconociendo la diversidad religiosa de la comunidad nacional y favoreciendo una coexistencia pacífica, en todos los niveles de la sociedad. Entonces será posible que todos caminen juntos, con un compromiso común en favor de la justicia, la concordia y la paz.

Para terminar, queridos hermanos en el episcopado, os expreso mi aliento afectuoso en vuestra misión al servicio del Evangelio de Cristo. La esperanza cristiana que debe animaros es un apoyo para la fe y un estímulo para la caridad. Que Nuestra Señora de Malí proteja a todas las familias de vuestra nación. A cada uno de vosotros, a vuestros sacerdotes, a los religiosos, a las religiosas, a los seminaristas, a los catequistas y a todos los laicos de vuestras diócesis, imparto de todo corazón una afectuosa bendición apostólica.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
03/06/2013 20:45


DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A UN CONGRESO INTERNACIONAL ORGANIZADO
POR LA FUNDACIÓN "CENTESIMUS ANNUS, PRO PONTIFICE"

Sala Clementina
Sábado 19 de mayo de 2007



Señor cardenal;
venerados hermanos en el episcopado y en el presbiterado;
queridos amigos:

Es para mí motivo de gran placer acogeros durante esta visita que sigue a la celebración de la Eucaristía, en la que habéis participado esta mañana en la basílica de San Pedro. Os dirijo a cada uno mi cordial saludo y, en primer lugar, al señor cardenal Attilio Nicora, presidente de la Administración del patrimonio de la Sede apostólica, agradeciendo a todos los representantes las palabras que me han dirigido. Mi saludo va asimismo al conde Lorenzo Rossi de Montelera, vuestro presidente, a los obispos y a los sacerdotes presentes, y se extiende a todos los miembros de vuestra benemérita asociación, también a los que no han podido participar en este encuentro, así como a vuestros familiares.

Durante vuestra reunión de este año habéis reflexionado sobre el compromiso fundamental que caracteriza a la Fundación Centesimus annus, pro Pontifice, es decir, profundizar los aspectos más actuales de la doctrina social de la Iglesia con referencia a los problemas y los desafíos más urgentes del mundo actual. En segundo lugar, habéis venido a presentar al Papa el fruto de vuestra generosidad, a fin de que disponga de él para responder a las numerosas peticiones de ayuda que le llegan de todas las partes del mundo. Y, os aseguro que verdaderamente son muchas. Así pues, gracias por vuestra contribución, gracias por lo que hacéis y por el empeño con que os dedicáis a las actividades de vuestra asociación, querida por mi venerado predecesor Juan Pablo II.

Aprovecho esta ocasión para ofrecer a vuestra consideración algunas breves reflexiones sobre el tema social, amplio y estimulante, que os ha ocupado durante vuestros trabajos. En efecto, habéis analizado desde el punto de vista económico y social el cambio que se está produciendo en los países "emergentes", con sus repercusiones de carácter cultural y religioso. En particular, habéis fijado vuestra atención en las naciones de Asia, caracterizadas por fuertes dinámicas de crecimiento económico, pero que no siempre implican un desarrollo social real, y las de África, donde, por desgracia, el crecimiento económico y el desarrollo social encuentran muchos obstáculos y desafíos.

Lo que estos pueblos necesitan, como por lo demás los de todas las partes de la tierra, es sin duda alguna un progreso social y económico armonioso y de dimensión realmente humana. A este propósito, me complace citar un incisivo pasaje de la encíclica Centesimus annus del amado Juan Pablo II, donde afirma que «el desarrollo no debe ser entendido de manera exclusivamente económica, sino bajo una dimensión humana integral». Y añade que «no se trata solamente de elevar a todos los pueblos al nivel del que gozan hoy los países más ricos, sino de fundar sobre el trabajo solidario una vida más digna, hacer crecer efectivamente la dignidad y la creatividad de toda persona, su capacidad de responder a la propia vocación y, por tanto, a la llamada de Dios» (n. 29).

Encontramos aquí una enseñanza constante de la doctrina social de la Iglesia, reafirmada en numerosas ocasiones por mis predecesores durante estos últimos decenios. Precisamente este año se celebra el 40° aniversario de la publicación de una gran encíclica social del siervo de Dios Pablo VI, la Populorum progressio. En ese texto, citado muchas veces en los documentos sucesivos, aquel gran Pontífice ya afirmaba con fuerza que «el desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico», pues, «para ser auténtico, debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a todo el hombre» (n. 14).

La atención a las verdaderas exigencias del ser humano, el respeto a la dignidad de toda persona y la búsqueda sincera del bien común son los principios inspiradores que se han de tener presentes cuando se proyecta el desarrollo de una nación. Pero, por desgracia, esto no siempre sucede. En la sociedad actual globalizada se registran a menudo desequilibrios paradójicos y dramáticos. En efecto, cuando se considera el incremento sostenido de los índices de crecimiento económico, cuando se analizan las problemáticas relacionadas con el progreso moderno, sin excluir la elevada contaminación y el consumo irresponsable de los recursos naturales y ambientales, resulta evidente que sólo un proceso de globalización atento a las exigencias de la solidaridad puede garantizar a la humanidad un futuro de auténtico bienestar y de paz estable para todos.

Queridos amigos, sé que vosotros, profesionales y fieles laicos activamente comprometidos en el mundo, queréis contribuir a resolver estas problemáticas a la luz de la doctrina social de la Iglesia. Otro de vuestros objetivos es promover la cultura de la solidaridad y favorecer un desarrollo económico atento a las expectativas reales de las personas y de los pueblos. A la vez que os animo a proseguir vuestro compromiso, quisiera reafirmar que sólo de la unión ordenada de los tres niveles irrenunciables del desarrollo —económico, social y humano— puede nacer una sociedad libre y solidaria.

Comparto de buen grado, en esta circunstancia, lo que el Papa Montini expresó con claridad apasionada en su ya citada encíclica Populorum progressio: «Si para llevar a cabo el desarrollo se necesitan técnicos, cada vez en mayor número, para este mismo desarrollo se exige más todavía pensadores de reflexión profunda que busquen un humanismo nuevo, el cual permita al hombre moderno hallarse a sí mismo, asumiendo los valores superiores del amor, de la amistad, de la oración y de la contemplación» (n. 20).


Esta es vuestra misión; esta es la tarea que el Señor os encomienda al servicio de la Iglesia y de la sociedad, y sé que la estáis realizando con celo y generosidad. Al respecto, he sabido con placer que vuestra Fundación está extendiendo su presencia en diversos países de Europa y América. Me alegra verdaderamente. Sobre vosotros y sobre vuestras iniciativas, así como sobre vuestras familias, invoco la abundante bendición de Dios.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
03/06/2013 20:46


All'Ambasciatore della Repubblica Democratica di Timor Orientale presso la Santa Sede (21 maggio 2007)

Sólo portugués

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
03/06/2013 20:47


DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
AL FINAL DE UN CONCIERTO OFRECIDO AL PAPA
POR LOS OBISPOS ITALIANOS

Miércoles 23 de mayo de 2007



Señores cardenales;
venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
amables señores y señoras:

Esta tarde, pocos días antes de la conclusión del tiempo pascual -el próximo domingo celebraremos la solemnidad de Pentecostés-, hemos tenido una nueva oportunidad de meditar sobre el acontecimiento admirable de la resurrección de Cristo. La ocasión nos la ha dado la ejecución de este sugestivo oratorio, que la Conferencia episcopal italiana, reunida en asamblea general, ha querido ofrecerme a mí y a mis colaboradores con motivo de mi 80° cumpleaños y como coronamiento de la visita ad limina de los prelados de Italia, que se ha realizado durante este año pastoral en un clima de profunda comunión eclesial.

Gracias, venerados y queridos hermanos obispos italianos, por este grato regalo. Hemos escuchado juntos la evocación de personajes y escenas del Evangelio que nos remiten al misterio central de nuestra fe: la resurrección del Señor. Hemos podido gustar una composición poética para concierto, caracterizada por una armoniosa síntesis de expresividad artística y simbología espiritual, melodía y estimulantes pistas de meditación.

Al final de este hermoso concierto, siento la necesidad de dar las gracias a quienes lo han promovido, preparado atentamente y ahora ejecutado de modo magistral. Ante todo, quisiera expresar mi agradecimiento al arzobispo Angelo Bagnasco, que desde hace algunos meses ha asumido la guía de la Conferencia episcopal italiana como presidente. Lo saludo con afecto y le agradezco las cordiales palabras que me ha dirigido al inicio de este encuentro, y le aseguro mi benevolencia, acompañada con una constante oración por la importante tarea que está llamado a desempeñar al servicio de la Iglesia en Italia.

Saludo a los señores cardenales, a los obispos, a los sacerdotes, a las autoridades presentes y a cuantos no han querido faltar a esta velada musical. Con sincera gratitud saludo al coro, con el maestro Marco Faelli y la orquesta de la Arena de Verona, dirigidos por el maestro Julian Kovatchev. Doy las gracias al coro de voces blancas "Alive" y al maestro Paolo Facincani, así como al de voces blancas "Benjamin Britten", dirigido por el maestro Marco Tonini. A cada uno de vosotros, queridos artistas y músicos, os expreso mi agradecimiento cordial por la admirable ejecución de este oratorio sagrado, cuya parte musical compuso Alberto Colla y cuyo texto poético escribió Roberto Mussapi: a ellos va mi vivo aprecio y mi gratitud.

He dicho al inicio que esta velada musical nos ha permitido meditar en el acontecimiento central de nuestra fe: la resurrección de Cristo. El título Resurrexi, "he resucitado", tomado del incipit latino de la antífona de entrada de la misa de Pascua, es como la autopresentación de Jesús, que en la liturgia se identifica y se hace reconocer precisamente en su condición de Resucitado. El oratorio hace revivir los sentimientos de asombro y de gozo que experimentaron los primeros testigos oculares de la Resurrección. A través de cinco "cuadros", armoniosamente enlazados en una trama melódica y poética, los autores de este melodrama nos han ayudado a meditar en el alba del tercer día, llena de luz deslumbrante, que abrió el corazón de los Apóstoles y les permitió comprender en su pleno significado los acontecimientos dramáticos de la muerte y la resurrección del divino Maestro, así como sus gestos precedentes y las enseñanzas de su vida.

La Pascua constituye el corazón del cristianismo. Para cada creyente y para cada comunidad eclesial es importante el encuentro con Jesucristo crucificado y resucitado. Sin esta experiencia personal y comunitaria, sin una íntima amistad con Jesús, la fe es superficial y estéril. Deseo vivamente que también este oratorio, que hemos seguido con religiosa atención y participación, nos ayude a madurar en nuestra fe. En la Pascua de Cristo se anticipa la vida nueva del mundo resucitado: si estamos firmemente convencidos de ello, nuestro testimonio evangélico será, en consecuencia, más consciente y nuestro celo apostólico más ardiente.

Que nos obtenga este don el Espíritu Santo, que descendió con abundancia en Pentecostés sobre la Iglesia naciente. Con estos sentimientos, a la vez que renuevo, también en nombre de los presentes, un agradecimiento cordial a quienes idearon esta velada, así como a los apreciados maestros, a los componentes de la orquesta y a los cantores, imparto a todos de corazón una especial bendición apostólica.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
03/06/2013 20:48


ALOCUCIÓN DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A UNA DELEGACIÓN BÚLGARA CON OCASIÓN DE LA FIESTA
DE SAN CIRILIO Y SAN METODIO*

Jueves 24 de mayo de 2007



Señor presidente del Parlamento;
ilustres miembros del Gobierno;
venerados hermanos representantes de la Iglesia ortodoxa y de la Iglesia católica:

Me complace daros a cada uno mi cordial bienvenida en la memoria litúrgica de san Cirilo y san Metodio. Esta ocasión es muy propicia para manifestar mi estima y mi cercanía al pueblo búlgaro, que también hoy ha querido dar testimonio de sus raíces cristianas mediante el envío de esta delegación. En este gesto veo también el deseo de reafirmar las propias tradiciones europeas, profundamente impregnadas de valores evangélicos.

Ciertamente, dado su origen, la historia de Bulgaria precede a la revelación cristiana. Pero es indudable que la nación ha encontrado en el Evangelio un manantial de valores capaz de reforzar la cultura, la identidad y el genio típico del pueblo. De este modo, la enseñanza de los Hermanos de Tesalónica ha contribuido a modelar la fisonomía espiritual del pueblo búlgaro, permitiendo su inserción con pleno derecho en la tradición cultural del continente europeo.

Después de la triste y dura dominación comunista, Bulgaria tiende hoy a la plena integración con las demás naciones europeas. Teniendo como referencia precisamente las enseñanzas de Cirilo y Metodio, esta noble nación podrá reforzar los objetivos logrados hasta ahora, acudiendo a esa fuente de preciosos valores humanos y espirituales que ha alimentado su vida y su desarrollo.

Deseo ardientemente que los fundamentos culturales y espirituales presentes en la sociedad búlgara no sólo se sigan cultivando en el territorio de la República, sino que, con su valiosa contribución, se defiendan y se propongan también en los organismos internacionales en los que ahora es protagonista autorizada. En particular, deseo que Bulgaria y su pueblo conserven y promuevan las virtudes cristianas que derivan de las enseñanzas de san Cirilo y san Metodio, hoy más actuales y necesarias que nunca. En esta circunstancia, quiero recordar que tengo siempre presentes los pensamientos y las preocupaciones del pueblo búlgaro, y que por eso le aseguro mi oración y mi cercanía espiritual.

Con estos sentimientos, renuevo la expresión de mi estima y, asegurando que la Santa Sede seguirá el camino de esta nación con amistosa atención, le renuevo a usted, señor presidente, y a los honorables componentes de la delegación, mi bendición y mi saludo, que hago extensivos también a todos los ciudadanos de la querida República búlgara.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
03/06/2013 20:50


ALOCUCIÓN DE L SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A UNA DELEGACIÓN DE LA ANTIGUA REPÚBLICA YUGOSLAVA
DE MACEDONIA CON OCASIÓN DE LA FIESTA
DE SAN CIRILO Y SAN METODIO*

Jueves 24 de mayo de 2007



Señor presidente del Parlamento;
ilustres miembros del Gobierno;
venerados hermanos representantes de la Iglesia ortodoxa y de la Iglesia católica:

Conservo aún vivo el recuerdo del reciente encuentro durante el cual su excelencia el señor primer ministro me transmitió el cordial saludo del primer magistrado de vuestro país. Recuerdo también con placer los intercambios epistolares que le siguieron como testimonio de las amistosas y buenas relaciones existentes entre la Sede apostólica y la República que vosotros representáis aquí dignamente. Esta colaboración comprende tanto aspectos civiles como religiosos, y es vivo el deseo de que se intensifique cada vez más.

También este encuentro, que tiene lugar con ocasión de la tradicional celebración de la memoria litúrgica de san Cirilo y san Metodio, se inserta en este contexto de estima y amistad mutuas. A estos dos grandes apóstoles del Evangelio, maestros en la fe de los pueblos eslavos, los invocan como intercesores y protectores todos los católicos de Europa, deseosos de conservar inalterado el patrimonio espiritual que nos han transmitido y de construir juntos un futuro de progreso y de paz para todos.

Al daros mi más cordial bienvenida, hago mío el deseo manifestado por vosotros de que no sólo se comparta el patrimonio espiritual del que sois herederos, sino que también se reserve a vuestra peculiar identidad la debida consideración, que esperáis de parte de los otros pueblos europeos cercanos a vosotros por tradición y por cultura.

Estos santos copatronos de Europa, a los que con pleno derecho os referís, trazaron un sendero humano y espiritual que hace de vuestra tierra un lugar de encuentro entre diversas exigencias culturales y religiosas. La armonización pacífica de las aspiraciones de los pueblos que viven en ella proyecta sobre el continente europeo un escenario de confrontación efectiva y fecunda, que la Santa Sede ve con agrado.

Deseo cordialmente que conservéis siempre con fidelidad la herencia de vuestros dos santos protectores, de modo que vuestra voz, tanto en el campo civil como en el religioso, pueda escucharse y tenerse en la debida consideración.

A la vez que imploro de Dios serenidad y paz para vuestra patria, en esta singular circunstancia me complace renovaros a cada uno la expresión de la benevolencia de la Sede apostólica. Acompaño estos cordiales sentimientos con la seguridad de mi estima personal y de mi amistad.

Una vez más os expreso mis mejores deseos y los confirmo con la oración que elevo a Dios por vosotros, por las autoridades y por el pueblo macedonio.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
03/06/2013 20:51


DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LA ASAMBLEA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ITALIANA

Jueves 24 de mayo de 2007



Queridos hermanos obispos italianos:

Hoy, con ocasión de vuestra 57ª asamblea general, tenemos una nueva y feliz oportunidad de encontrarnos y vivir un momento de intensa comunión. Saludo a vuestro nuevo presidente, mons. Angelo Bagnasco, y le agradezco de corazón las amables palabras que me ha dirigido en nombre de todos vosotros. Renuevo mi gratitud al cardenal Camillo Ruini, que durante muchos años, en calidad de presidente, ha prestado su servicio a vuestra Conferencia. Saludo a los tres vicepresidentes y al secretario general. Os saludo con afecto a cada uno de vosotros, reviviendo los sentimientos de amistad y comunión que os manifesté personalmente con motivo de vuestra visita ad limina.

Para mí este encuentro con todos los pastores de la Iglesia en Italia es un bellísimo recuerdo. De este modo he aprendido la geografía "exterior", pero sobre todo la geografía "espiritual" de la hermosa Italia. Realmente he podido entrar en lo más íntimo de la vida de la Iglesia, en la que sigue existiendo mucha riqueza, mucha vitalidad de fe; en este difícil período que estamos viviendo no faltan los problemas, pero se ve también que la fuerza de la fe actúa profundamente en las almas. Incluso donde la fe parece apagada, permanece una pequeña llama y nosotros podemos reavivarla.

Precisamente quiero hablaros de la visita ad limina que habéis realizado en los meses pasados, porque fue para mí un gran consuelo y una experiencia de alegría, además de ocasión para conoceros mejor a vosotros y vuestras diócesis, y para compartir con vosotros las satisfacciones y las preocupaciones que acompañan la solicitud pastoral. El conjunto de esos encuentros con vosotros me confirmó ante todo en la certeza de que en Italia la fe está viva y profundamente arraigada, y que la Iglesia es una realidad de pueblo, capilarmente cercana a las personas y a las familias.

Indudablemente hay situaciones muy diferentes en este país rico en historia, también religiosa, y caracterizado por múltiples herencias así como por diversas condiciones de vida, de trabajo y de renta. Sin embargo, la fe católica y la presencia de la Iglesia siguen siendo el gran factor unificador de esta amada nación y un valioso depósito de energías morales para su futuro.

Naturalmente, estas consoladoras realidades positivas no nos hacen ignorar o subestimar las dificultades que existen y las asechanzas que pueden aumentar con el paso del tiempo y de las generaciones. En las imágenes que nos propone el debate público y que el sistema de las comunicaciones amplifica, pero también, aunque en medida diversa, en la vida y en el comportamiento de las personas, constatamos cada día el peso de una cultura impregnada de relativismo moral, pobre en certezas y, en cambio, rica en reivindicaciones a menudo injustificadas.

También sentimos la necesidad de fortalecer la formación cristiana mediante una catequesis más sustanciosa, para la cual puede prestar un gran servicio el Compendio del Catecismo de la Iglesia católica. Asimismo, hace falta el esfuerzo constante por poner a Dios cada vez más en el centro de la vida de nuestras comunidades, dando el primado a la oración, a la amistad personal con Jesús y, por tanto, a la llamada a la santidad.

En particular, conviene prestar gran atención a las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, y cuidar mucho la formación permanente y las condiciones en que viven y trabajan los sacerdotes, pues, de modo especial en algunas regiones, precisamente el número demasiado escaso de sacerdotes jóvenes constituye ya ahora un grave problema para la acción pastoral.

Juntamente con toda la comunidad cristiana, pidamos al Señor con confianza y con humilde insistencia el don de nuevos y santos obreros para su mies (cf. Mt 9, 37-38). Sabemos que alguna vez el Señor nos hace esperar, pero también sabemos que quien llama no lo hace en vano. Por tanto, sigamos orando al Señor, con confianza y con paciencia, para que nos dé nuevos y santos "obreros".

Queridos hermanos en el episcopado, poco antes del inicio de la visita ad limina, estos temas fueron objeto de la Asamblea de la Iglesia italiana en Verona. Conservo en mi corazón un recuerdo profundo y grato de la jornada que pasé con vosotros en esa ocasión y me alegran los resultados que se lograron en la Asamblea. Ahora, fundamentalmente, se trata de proseguir el camino, para hacer cada vez más efectivo y concreto el "gran sí" que Dios, en Jesucristo, dio al hombre y a su vida, al amor humano, a nuestra libertad y a nuestra inteligencia. En ese "sí" se resume el sentido mismo de la Asamblea.

Partir de este hecho y hacer que todos lo perciban —es decir, hacer que comprendan que el cristianismo es un gran "sí", un "sí" que viene de Dios mismo y se concreta en la Encarnación del Hijo— me parece de suma importancia. Sólo si situamos nuestra existencia cristiana dentro de este "sí", si penetramos profundamente en la alegría de este "sí", podremos luego realizar la vida cristiana en todas las fases de nuestra existencia, incluso en las difíciles de la vida cristiana actual.

Así pues, me alegra que en esta asamblea hayáis aprobado la Nota pastoral que recoge e impulsa de nuevo los frutos del trabajo llevado a cabo en la Asamblea de Verona. Es muy importante que la esperanza en Jesús resucitado, el espíritu de comunión y la voluntad de testimonio misionero que animaron y sostuvieron el camino preparatorio y luego la celebración de la Asamblea de Verona sigan alimentando la vida y el compromiso multiforme de la Iglesia en Italia.

El tema principal de vuestra asamblea guarda relación estrecha, a su vez, con los objetivos de la Asamblea de Verona. En efecto, estáis reflexionando sobre "Jesucristo, único Salvador del mundo: la Iglesia en misión, ad gentes y entre nosotros". Por tanto, en una perspectiva de evangelización articulada, pero en fin de cuentas justamente unitaria, porque siempre se trata de anunciar y testimoniar a Jesucristo mismo, abrazáis sea a los hijos de los pueblos que se están abriendo por primera vez a la fe, sea a los hijos de esos pueblos que vienen ahora a vivir y trabajar en Italia, sea a nuestra gente, que a veces se ha alejado de la fe y ciertamente está sometida a la presión de las tendencias secularizadoras que quisieran dominar la sociedad y la cultura en este país y en toda Europa. A todos y cada uno deben dirigirse la misión de la Iglesia y nuestra solicitud de pastores: creo que debo recordarlo de modo particular en este 50° aniversario de la encíclica Fidei donum de Pío XII.

Me alegra que hayáis decidido poner en la base del compromiso misionero la verdad fundamental según la cual Jesucristo es el único Salvador del mundo, pues la certeza de esta verdad proporcionó desde el inicio el impulso decisivo para la misión cristiana. Como reafirmó la declaración Dominus Iesus, también hoy debemos tener plena conciencia de que del misterio de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, vivo y presente en la Iglesia, brotan la unicidad y la universalidad salvífica de la revelación cristiana y, por tanto, la tarea irrenunciable de anunciar a todos, sin cansarse o resignarse, al mismo Jesucristo, que es el camino, la verdad y la vida (Jn 14, 6).

Me parece que, si vemos el panorama de la situación del mundo de hoy, se puede entender —incluso humanamente, casi sin necesidad de recurrir a la fe— que el Dios que tomó un rostro humano, el Dios que se encarnó, que tiene el nombre de Jesucristo y que sufrió por nosotros, este Dios es necesario para todos, es la única respuesta a todos los desafíos de este tiempo.

La estima y el respeto hacia las demás religiones y culturas, con las semillas de verdad y de bondad que contienen y que constituyen una preparación para el Evangelio, son particularmente necesarios hoy, en un mundo que crece cada vez más interrelacionado. Pero no puede disminuir la conciencia de la originalidad, plenitud y unicidad de la revelación del verdadero Dios, que se nos dio definitivamente en Cristo, y tampoco puede atenuarse o debilitarse la vocación misionera de la Iglesia.

El clima cultural relativista que nos rodea hace cada vez más importante y urgente arraigar y hacer madurar en todo el cuerpo eclesial la certeza de que Cristo, el Dios con rostro humano, es nuestro verdadero y único Salvador. El libro "Jesús de Nazaret" —un libro personalísimo, no del Papa, sino de este hombre— ha sido escrito con esta intención: que de nuevo podamos ver, con el corazón y la razón, que Cristo es realmente Aquel a quien espera el corazón humano.

Queridos hermanos, como obispos italianos, tenéis una responsabilidad precisa no sólo con respecto a las Iglesias que se os han encomendado, sino también con respecto a la nación entera. Con un pleno y cordial respeto de la distinción entre Iglesia y política, entre lo que pertenece al César y lo que pertenece a Dios (cf. Mt 22, 21), no podemos menos de preocuparnos de lo que es bueno para el hombre, criatura e imagen de Dios: en concreto, del bien común de Italia. Esta atención al bien común la habéis demostrado claramente con la Nota, aprobada por el Consejo episcopal permanente, sobre la familia fundada en el matrimonio y sobre las iniciativas legislativas concernientes a las uniones de hecho, actuando en plena consonancia con la enseñanza constante de la Sede apostólica.

En este contexto, la recientísima manifestación en favor de la familia, que se realizó por iniciativa del laicado católico, pero en la que participaron también muchos no católicos, fue una grande y extraordinaria fiesta de pueblo, que confirmó que la familia misma está profundamente arraigada en el corazón y en la vida de los italianos. Ciertamente, ese acontecimiento ha contribuido a hacer visible a todos el significado y el papel de la familia en la sociedad, que especialmente hoy necesita ser comprendido y reconocido, ante una cultura que se engaña al querer favorecer la felicidad de las personas insistiendo unilateralmente en la libertad de los individuos. Por tanto, toda iniciativa del Estado en favor de la familia como tal no puede por menos de ser apreciada y estimulada.

Esa misma atención a las auténticas necesidades de la gente se manifiesta en el servicio diario a las múltiples formas de pobreza, tanto antiguas como nuevas, tanto visibles como ocultas; es un servicio en el que colaboran muchos organismos eclesiales, comenzando por vuestras diócesis, las parroquias, la Cáritas, y muchas otras organizaciones de voluntariado. Insistid, queridos hermanos en el episcopado, en promover y animar este servicio, para que en él resplandezca siempre el auténtico amor de Cristo y todos puedan constatar que no existe separación alguna entre la Iglesia custodia de la ley moral, escrita por Dios en el corazón del hombre, y la Iglesia que invita a los fieles a ser buenos samaritanos, reconociendo a su prójimo en cada persona que sufre.

Por último, deseo recordaros que tenemos otra cita en Loreto, a inicios de septiembre, para la peregrinación y encuentro que lleva por nombre "Ágora de los jóvenes italianos" y que tiene como finalidad insertar más profundamente a los jóvenes en el camino de la Iglesia después de la Asamblea de Verona y prepararlos para la Jornada mundial de la juventud del año próximo en Sydney.

Sabemos bien que la formación cristiana de las nuevas generaciones es tal vez la tarea más difícil que debe realizar la Iglesia, pero es sumamente importante. Por eso, iremos a Loreto juntamente con nuestros jóvenes a fin de que la Virgen María los ayude a enamorarse cada vez más de Jesucristo, a estar dentro de la Iglesia, reconocida como compañía digna de confianza, y a comunicar a los hermanos la gozosa certeza de que Dios los ama.

Queridos obispos italianos, en el ejercicio de nuestro ministerio encontramos hoy, como siempre, no pocas dificultades, pero también mucho más abundantes consolaciones del Señor, transmitidas a través de los testimonios de afecto de nuestro pueblo. Demos gracias a Dios por todo esto y prosigamos nuestro camino fortificados por la comunión que nos une y que hoy hemos experimentado nuevamente.

Con estos sentimientos os aseguro mi oración por vosotros, por vuestras Iglesias y por Italia, e imparto de corazón a vosotros y a todos vuestros fieles la bendición apostólica.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
03/06/2013 20:52


DISCURSO DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI
LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE MOZAMBIQUE
EN VISITA "AD LIMINA"

Sábado 26 de mayo de 2007



Señor cardenal;
amados hermanos en el episcopado:

Siguiendo una antigua tradición, habéis venido a Roma, acompañados espiritualmente por vuestro pueblo cristiano, para venerar las tumbas de los apóstoles san Pedro y san Pablo. Hoy, con vuestra presencia aquí, queréis testimoniar de modo colegial la unidad de fe y la conformidad de propósitos existentes entre vuestras Iglesias particulares y la Iglesia que está en Roma y "preside la caridad" (san Ignacio de Antioquía, Carta a los Romanos), así como la unidad entre vosotros y el Sucesor de Pedro, compartiendo su solicitud por todas las Iglesias (cf. 2 Co 11, 28).

Sé que siempre realizáis vuestro ministerio en unión con el Papa, como muchas veces me lo habéis hecho saber y ahora mismo acabáis de repetírmelo a través de las amables palabras de monseñor Tomé Makhweliha, arzobispo de Nampula y presidente de la Conferencia episcopal, que se ha hecho intérprete de los sentimientos y preocupaciones que tenéis en este momento de vuestra visita ad limina. Por tanto, os abrazo y acojo con gran alegría y estima en esta casa, aprovechando la ocasión para enviar, con vosotros y a través de vosotros, un cordial saludo a todo el pueblo de Dios que está en Mozambique: a los sacerdotes, a los religiosos y las religiosas, a los seminaristas, a los catequistas y a los animadores, a las familias cristianas y a todos los fieles laicos, porque todos están llamados, en la diversidad de sus carismas, a testimoniar a Jesucristo, el Señor.

Amados pastores, a quienes de entre vosotros recibieron hace mucho tiempo la plenitud del sacerdocio, les expreso mis mejores deseos de que prosigan incansablemente el cuidado pastoral de cuantos les han sido encomendados; a los que han sido consagrados obispos más recientemente les manifiesto mi vivo afecto y mi esperanza ante Dios de que sus jóvenes energías den nuevo impulso a la obra de evangelización y formación cristiana que ya estáis realizando. Asimismo, os aseguro a cada uno mis oraciones para que el Espíritu del Señor, mediante vuestro ejemplo y vuestro ministerio, realice un nuevo Pentecostés y "renueve la faz de la tierra" en vuestra querida nación.

Sí, pido al Espíritu Santo que acompañe con la abundancia de su luz y de su fuerza el ejercicio de vuestro ministerio pastoral. Como os dijeron el día de vuestra ordenación episcopal, sois responsables del anuncio de la palabra de Dios en toda la región que se os ha encomendado; responsables de la celebración de la liturgia, de la formación en la oración y de la preparación para los sacramentos, a fin que se administren dignamente al pueblo cristiano; y responsables también de la unidad orgánica de la diócesis, de sus instituciones de asistencia, formación y apostolado. Para eso habéis sido revestidos con la autoridad de pastores; esta, además, toma la forma del Siervo que da su vida y su tiempo, sus fuerzas y su valentía por sus ovejas, y se refuerza con el ejemplo que les dais para llevarlas a la santidad de vida, convirtiéndoos en "modelos de la grey" (1 P 5, 3).
Obviamente, este servicio pastoral pasa a través de vuestra presencia, lo más constante posible, en todas las comunidades esparcidas por la diócesis y a través de una atención paterna a sus condiciones de vida, humanas y religiosas. En particular, vuestros sacerdotes necesitan ser visitados o recibidos, escuchados, orientados y animados. Vosotros, juntamente con ellos, tenéis una tarea enorme que realizar, naturalmente en comunión con el Espíritu Santo, que actúa en los corazones: la primera evangelización de más de la mitad de la población de Mozambique.

Sabemos que los obstáculos son numerosos y complejos, que la acogida y el crecimiento no dependen de nosotros, sino de la libertad de las personas y de la gracia. Pero, al menos, procurad que el anuncio misionero siga siendo vuestra principal prioridad, y comunicad a cuantos tienen la gracia de ser cristianos que deben contribuir a su realización. Un medio providencial para un renovado impulso misionero son los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades: acogedlos y promovedlos en vuestras diócesis, porque el Espíritu Santo se sirve de ellos para despertar y profundizar la fe en los corazones y proclamar la alegría de creer en Jesucristo.

En verdad, es importante profundizar la fe con todos los medios que tenéis a vuestra disposición: catequesis de jóvenes y adultos, reuniones, liturgia, con la inculturación necesaria. Sin esta formación profunda, la fe y la práctica religiosa serían superficiales y frágiles, las costumbres ancestrales no se podrían impregnar de espíritu cristiano, los corazones serían agitados por cualquier tipo de doctrina, las sectas atraerían a los fieles, alejándolos de la Iglesia, y el diálogo respetuoso con las demás religiones se frenaría por las insidias y los riesgos. Y, sobre todo, los bautizados no podrían resistir a la indiferencia religiosa, al materialismo y al neopaganismo, fenómenos generalizados hoy en las sociedades de consumo.

Al contrario, una fe profunda y comprometida renovará el comportamiento de las personas en su vida socio-profesional y, en consecuencia, el entramado de la sociedad. Así, los cristianos dan su contribución para combatir las injusticias y elevar el nivel de vida de las personas y los grupos menos favorecidos, para educar en la rectitud de costumbres, en la tolerancia, en el perdón y en la reconciliación. Se trata de una obra ética de gran importancia, que contribuye al bien de la patria; como pastores, os corresponde inspirarla y sustentarla, conservando siempre vuestra libertad, que es la de la Iglesia en su misión profética, manteniendo bien nítida la distinción entre la misión pastoral y la que promueven los programas y los poderes políticos.

Toda la obra de la que os he hablado depende del número y de la calidad de los obreros apostólicos que colaboran con vosotros: sacerdotes, religiosos y religiosas, catequistas y animadores de movimientos y comunidades. Por lo que se refiere a los sacerdotes, me complace señalar su primer Encuentro de formación permanente, en julio de 2001, iniciativa que os dio ocasión de estimularlos a una revisión de vida a propósito de su acción apostólica y a su renovación espiritual. Os animo a favorecer esta formación permanente con vistas a una actualización teológica y pastoral del clero, así como a una vida espiritual regular. Se trata de su dinamismo apostólico al servicio de la evangelización, de su capacidad de afrontar los problemas y de la santidad de su ministerio.

Igualmente importante y decisivo es preparar bien a los futuros sacerdotes. Sé que os preocupáis por mejorar la formación teológica y espiritual en los seminarios; es un tema frecuente de los trabajos de vuestra Conferencia episcopal y de la Conferencia de superiores religiosos y superioras religiosas, dispuestos a daros su colaboración. Dada la importancia de lo que está en juego, os exhorto a dedicar a esta formación a vuestros mejores sacerdotes y a velar para que los directores espirituales de los seminarios se preparen debidamente.

La grave escasez de sacerdotes muestra cuán necesario es invertir en la pastoral de las vocaciones sacerdotales y religiosas, dándole nuevo impulso y coordinación a nivel diocesano y nacional. Eso pasa a través de una reflexión de todos los miembros de la Iglesia sobre el papel del sacerdocio, principalmente en las llamadas "pequeñas comunidades cristianas".

Una idéntica toma de conciencia merecería ser profundizada y ampliada a propósito de la vida consagrada. ¿Cómo es posible que sus candidatos y el pueblo cristiano admiren los institutos de vida consagrada más por la ayuda que dan al apostolado y a la promoción humana que por el valor intrínseco y la belleza incomparable de una consagración total a Dios, en el seguimiento de Cristo, a quien la persona consagrada se une como a su Esposo divino? Con todo, esta última perspectiva es tan beneficiosa para toda la Iglesia, que en ella encontraría una llamada muy especial a la santidad mediante la vivencia de las bienaventuranzas. Aquí tampoco se puede descuidar una formación básica para los aspirantes a la vida consagrada, según la espiritualidad específica de cada familia religiosa. No dudo de que los organismos de coordinación de religiosos y religiosas han de colaborar, con vosotros, para afrontar esta exigencia.

En Mozambique, como en muchos países africanos, los catequistas desempeñan un papel determinante tanto en la formación de los catecúmenos como en la animación de muchas comunidades desprovistas de un sacerdote permanente. Es grande y meritoria su entrega generosa y desinteresada, pero necesitan una formación esmerada y un apoyo particular para afrontar su responsabilidad de testigos de la fe ante la evolución cultural de sus hermanos y hermanas, y para poder guiarlos con el ejemplo de una vida santa.

El futuro dependerá en gran parte del modo como los jóvenes —que en vuestro país constituyen la mayoría de la población— puedan adquirir convicciones de fe, vivirlas en un ambiente que ya no les ofrece las orientaciones éticas y el apoyo de las instituciones como en el pasado, e integrarse con confianza en las comunidades eclesiales. Es un campo inmenso, al que se agrega el mundo de los niños, de los adolescentes y sobre todo de los estudiantes, expuestos a todo tipo de corrientes y cuestiones en ebullición. Os aliento especialmente en vuestros esfuerzos por obtener para todos los jóvenes cristianos la posibilidad de recibir una sólida enseñanza religiosa, para una acción cristiana a su medida.

La evangelización de la vida cristiana y el despertar de las vocaciones dependen de la formación de familias auténticamente cristianas que acepten el modelo, las exigencias y la gracia del matrimonio cristiano. Sé que no faltan dificultades, debido a los límites de ciertas costumbres antiguas y también a la inestabilidad de los hogares, puestos a dura prueba por una sociedad llamada moderna, contaminada de sensualismo e individualismo. La crisis sólo se atenuará mediante una pastoral familiar dinámica y bien fundamentada, que se apoye en asociaciones familiares coordinadas a nivel diocesano y nacional.

Amados hermanos en el episcopado, hay otros campos donde se requiere vuestra solicitud pastoral: la asistencia a los pobres, a los enfermos y a los marginados, la actitud que es preciso adoptar ante la invasión de las sectas, el desarrollo de los medios de comunicación social, etc. Pero los puntos señalados representan ya un peso que requiere arduos esfuerzos, si consideramos las limitadas fuerzas apostólicas de que disponéis, incluso recurriendo a los sacerdotes y a los religiosos de otros países que espero se muestren generosos. Estoy seguro de que podréis superar todos estos desafíos gracias a la fe y a la determinación que os animan, y gracias al Espíritu Santo, que nunca niega su ayuda a cuantos se la piden y cumplen la voluntad de Dios.

Esta es, ante todo, la unión afectiva y efectiva en el seno de vuestra Conferencia episcopal. Como bien sabéis, en la última Cena el Señor Jesús rogó por la unidad de los Apóstoles, para que imitaran su unidad con el Padre (cf. Jn 17, 21). En el firme vínculo que os une al Sucesor de Pedro, conservad y aumentad la unidad y la actividad colegial entre vosotros. Reunid vuestras experiencias, interpretad de manera concorde los signos de los tiempos relativos a las necesidades de vuestro pueblo, animados siempre por un espíritu de fidelidad a la Iglesia. Esta unidad entre vosotros, pastores, será el centro y la raíz de la perfecta comunión eclesial, que abraza a todos en Cristo: obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, y fieles laicos.

Que sobre todos vele con amor materno la Virgen María, a la que os encomiendo al impartiros mi bendición apostólica a vosotros, a vuestros colaboradores y a toda la Iglesia en Mozambique, que Dios ha puesto como fermento y luz en el seno de vuestra amada nación.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
03/06/2013 20:53


DISCURSO DEL PAPA BENEDICTO XVI
A UN GRUPO DE EMPRESARIOS ITALIANOS

Sala clementina
Sábado 26 de mayo de 2007

Queridos amigos:

Gracias por vuestra visita, que me es particularmente grata: os saludo cordialmente a cada uno. En primer lugar, saludo a vuestro presidente, el doctor Matteo Colaninno, y le agradezco las amables palabras que me ha dirigido en nombre de todos. Extiendo mi saludo a los responsables nacionales, regionales y provinciales del Movimiento de empresarios jóvenes, así como a todos los miembros de vuestra asociación, que se distingue por ser un movimiento de personas y no simplemente una organización de empresas. De este modo se quiere poner de relieve la responsabilidad del empresario, llamado a dar una contribución peculiar al desarrollo económico de la sociedad. En efecto, el tenor del bienestar social de que goza hoy Italia no sería posible sin la aportación de los empresarios y de los dirigentes, «cuyo papel», como recuerda el Compendio de la doctrina social de la Iglesia, «reviste una importancia central desde el punto de vista social, porque se sitúa en el corazón de la red de vínculos técnicos, comerciales, financieros y culturales, que caracterizan la moderna realidad de la empresa» (n. 344).

En este encuentro quisiera exponer algunas breves consideraciones sobre vuestro papel en los ámbitos de la vida económica. Me inspiro en un texto del concilio Vaticano II conocido y citado a menudo: «En las empresas económicas —recuerda el Concilio— se asocian personas, es decir, hombres libres y responsables, creados a imagen de Dios. Por ello, teniendo en cuenta las funciones de cada uno, propietarios, dadores de trabajo, dirigentes u obreros, y quedando a salvo la unidad necesaria de la dirección del trabajo, hay que promover, según formas que hay que determinar convenientemente, la participación activa de todos en la gestión de la empresa» (Gaudium et spes, 68).

Toda empresa ha de considerarse, en primer lugar, como un conjunto de personas, cuyos derechos y dignidad se deben respetar. A este propósito, me ha complacido saber que vuestro Movimiento, durante estos años, se ha esforzado por subrayar con vigor la centralidad del hombre en el campo de la economía. Al respecto, fue significativo vuestro primer Congreso nacional de 2006 sobre el tema: "La economía del hombre". En efecto, es indispensable que la referencia última de toda intervención económica sea el bien común y la satisfacción de las legítimas expectativas del ser humano. En otros términos, la vida humana y sus valores deben ser siempre el principio y el fin de la economía.

Desde esta perspectiva, asume su justo valor la función de los beneficios como primer indicador del buen funcionamiento de la empresa. El magisterio social de la Iglesia reconoce su importancia, subrayando al mismo tiempo la necesidad de tutelar la dignidad de las personas implicadas de diversas maneras en las empresas. Incluso en los momentos de mayor crisis, el criterio que gobierna las opciones empresariales no puede ser la mera promoción de una mayor ganancia. Al respecto, el Compendio ya citado afirma: «Los empresarios y los dirigentes no pueden tener en cuenta exclusivamente el objetivo económico de la empresa, los criterios de la eficiencia económica, las exigencias del cuidado del "capital" como conjunto de medios de producción: el respeto concreto de la dignidad humana de los trabajadores que laboran en la empresa es también su deber preciso». «Las personas —prosigue el texto— constituyen "el patrimonio más valioso de la empresa", el factor decisivo de la producción. En las grandes decisiones estratégicas y financieras, de adquisición o de venta, de reajuste o cierre de instalaciones, en la política de fusiones, los criterios no pueden ser exclusivamente de naturaleza financiera y comercial» (n. 344).

Es necesario que la actividad laboral vuelva a ser el ámbito en el que el hombre puede realizar sus potencialidades, haciendo fructificar su capacidad e ingenio; y de vosotros, los empresarios, depende en gran parte crear las condiciones más favorables para que esto suceda. Ciertamente, todo esto no es fácil, dado que el mundo del trabajo está marcado por una fuerte y persistente crisis, pero estoy seguro de que no escatimaréis esfuerzos para salvaguardar el empleo, de modo particular el de los jóvenes. Para construir su futuro con confianza, deben poder contar efectivamente con una fuente segura de sustentamiento para sí y para sus seres queridos.

Junto con la centralidad del hombre en la economía, vuestra reflexión ha afrontado durante estos años otros temas de gran actualidad, como por ejemplo el de la familia en la empresa italiana. Muchas veces he reafirmado la importancia de la familia fundada en el matrimonio, como elemento básico de la vida y del desarrollo de una sociedad. Trabajar en favor de las familias significa contribuir a renovar el entramado de la sociedad y poner también las bases de un auténtico desarrollo económico.

Otro tema importante que habéis subrayado es el complejo fenómeno de la globalización. Este fenómeno, por una parte, alimenta la esperanza de una participación más general en el desarrollo y en la difusión del bienestar gracias a la redistribución de la producción a escala mundial; pero, por otra, presenta diversos riesgos vinculados a las nuevas dimensiones de las relaciones comerciales y financieras, que van en la dirección de un incremento de la brecha entre la riqueza económica de unos pocos y el crecimiento de la pobreza de muchos.

Como afirmó de manera incisiva mi venerado predecesor Juan Pablo II, es preciso «asegurar una globalización en la solidaridad, una globalización sin dejar a nadie al margen» (Mensaje para la Jornada mundial de la paz de 1998, n. 3: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 19 de diciembre de 1997, p. 6).

Que el Señor, queridos amigos, ilumine vuestra mente y fortalezca vuestra voluntad para que cumpláis vuestra misión como un valioso servicio a la sociedad. Con estos sentimientos, a la vez que aseguro un recuerdo particular en la oración por cada uno de vosotros y por vuestras actividades, de corazón os bendigo a vosotros, a vuestras familias y a vuestros seres queridos.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
03/06/2013 20:54


DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
AL SÍNODO SIRO-MALANKAR

Lunes 28 de mayo de 2007



Beatitud;
fieles, hermanos y hermanas;
miembros del Sínodo siro-malankar:

Me alegra acogerlo con ocasión de su primera visita a Roma desde su elección como arzobispo mayor de la amada Iglesia católica siro-malankar. Le agradezco sinceramente su saludo afectuoso y respetuoso, así como su gran deseo de "ver a Pedro" (cf. Ga 1, 18). Juntos demos gracias a Dios por esta providencial oportunidad de confirmar el vínculo de comunión con la Sede de Roma del que su comunidad se siente con razón orgullosa.

Pienso en los ilustres pastores que el Espíritu Santo llamó para ayudar a su pueblo a redescubrir la unidad con el Sucesor de Pedro. Pienso en particular en Mar Ivanios, que en 1930 profesó solemnemente la fe católica, e inició generosamente un camino eclesial lleno de bendiciones. Eso permitió a mi predecesor el siervo de Dios Juan Pablo II elevar la Iglesia siro-malankar a la categoría de arzobispado mayor en febrero de 2005. El venerable Mar Cyril Baselios, metropolita sui iuris de Trivandrum de los siro-malankares, se convirtió entonces en vuestro primer arzobispo mayor y en calidad de arzobispo mayor vino a Roma para representar a la comunidad malankar cuando la Iglesia y el mundo despedían al amado Pontífice que había sido llamado a la casa del Padre. Inmediatamente después lo siguió el mismo Mar Baselios. Hoy sentimos la cercanía de estos inolvidables pastores, mientras la Iglesia siro-malankar prosigue su generosa misión, llena de confianza en la gracia de Dios.

La valiosa herencia de vuestra tradición eclesial ha sido puesta en sus manos, Beatitud, mediante el acto de elección canónica llevada a cabo por los padres del Sínodo siro-malankar. Que el Señor le conceda abundantes dones espirituales, para que esa herencia siga dando mucho fruto según la voluntad del Señor.

Como Sucesor de Pedro, he tenido la alegría de confirmar la decisión del Sínodo. Ahora la Iglesia universal, juntamente con todos los que pertenecen a su tradición eclesial, cuenta con usted, Beatitud, para garantizar que la comunidad malankar avance por un doble camino. Por una parte, mediante la fidelidad a la Sede apostólica participaréis siempre plenamente en la dimensión universal de la única Iglesia de Cristo; y, por otra, vuestra fidelidad a las peculiaridades orientales de vuestra tradición permitirá a toda la Iglesia beneficiarse de lo que en su sabiduría multiforme "el Espíritu Santo dice a las Iglesias" (cf. Ap 2, 7 et passim).

Como cabeza y pastor de la Iglesia siro-malankar, usted, Beatitud, tiene la misión de guiar y sostener el testimonio cristiano y la vida eclesial de los fieles de esa noble Iglesia en el vasto subcontinente de la India y en las demás regiones donde hay católicos siro-malankares. Al mismo tiempo, está tratando de afrontar los desafíos más graves que se plantean al inicio de este tercer milenio cristiano.

Ha llegado la hora de la nueva evangelización, un tiempo de diálogo constantemente renovado y convencido con todos los hermanos y hermanas que comparten nuestra fe cristiana, un tiempo de encuentro respetuoso y fecundo entre religiones y culturas para el bien de todos y en especial de los más pobres entre los pobres. Debemos renovar constantemente nuestro compromiso por la evangelización, tratando de construir la paz, en la justicia y la solidaridad, para toda la familia humana.

Le deseo que cuente siempre con la fuerza del Señor y con el apoyo colegial de sus hermanos en el episcopado, los miembros del Sínodo. Le ruego que les asegure mis oraciones y les transmita mi saludo especial con ocasión del 75° aniversario de la institución de la jerarquía siro-malankar.

Estamos aún inmersos en el clima de Pentecostés y deseamos acompañar a la santa Madre de Dios y a los Apóstoles en el Cenáculo de Jerusalén, dóciles a la acción del Espíritu. A la santísima Virgen encomiendo mis oraciones por usted, Beatitud, y por toda la Iglesia siro-malankar, pidiendo que el don del Espíritu siga alimentándoos y fortaleciéndoos mientras dais testimonio del Evangelio de Cristo.

Con estos sentimientos imparto de corazón mi bendición apostólica a usted, mi venerable hermano, y a todos los hijos e hijas de la Iglesia siro-malankar.

Muchas gracias. Que Dios os bendiga.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
03/06/2013 20:55


DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
DURANTE LA VISITA AL PALACIO DE LA GOBERNACIÓN
DEL ESTADO DE AL CIUDAD DEL VATICANO

Jueves 31 de mayo de 2007


Señores cardenales;
venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
queridos hermanos y hermanas:

"La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con vosotros" (2 Ts 3, 18). Con las palabras del apóstol san Pablo dirijo un saludo cordial a todos los que formáis la gran familia de los que trabajan en las diversas oficinas del Estado de la Ciudad del Vaticano. Saludo a los señores cardenales miembros de la Comisión pontificia y al presidente, el arzobispo Giovanni Lajolo, al que agradezco las amables palabras de bienvenida que me ha dirigido. Mi saludo se extiende a los demás señores cardenales y a los superiores de la Gobernación. A todos les doy las gracias por haber venido aquí y por la generosidad con que, de varias maneras, contribuyen a las diferentes actividades que el conjunto de la Gobernación debe llevar a cabo.

Saludo en particular a los patrocinadores de los Museos vaticanos que han tenido la amabilidad de unirse a nosotros. Gracias por haber hecho un largo viaje desde Estados Unidos, Inglaterra, Irlanda, Portugal y Chile. Vuestra generosidad da un testimonio espléndido de la belleza de la fe, expresada de modo tan admirable en las obras de arte que vosotros amablemente ayudáis a restaurar.

Mi pensamiento se dirige en especial a vosotros, queridos amigos, que prestáis vuestra colaboración en los diversos sectores de nuestro pequeño Estado, desde los más visibles hasta los más ocultos. Constato y aprecio cada día los frutos de vuestro trabajo y de vuestra competencia, y he venido aquí precisamente para expresaros mi gratitud sincera y daros un signo concreto de mi cercanía.

Sé bien que vuestro servicio a menudo es pesado y exige sacrificios que a veces no sólo os implican a vosotros sino también a vuestras familias; eso hace que mi agradecimiento sea aún más sentido. Y aprovecho la ocasión para saludar a vuestros familiares, algunos de los cuales están aquí con nosotros esta tarde.

La Gobernación, en cuyas oficinas trabajáis, desempeña una función importante. Cuando mi venerado predecesor Pío XI mantuvo las negociaciones para llegar a los Pactos Lateranenses, se preocupó de que la Santa Sede pudiera contar con "un territorio suficiente" para garantizar "la absoluta independencia en el cumplimiento de su elevada misión en el mundo". Al realizar con empeño vuestras tareas, queridos amigos, aseguráis la vida diaria del Estado y ayudáis al Papa en el cumplimiento del ministerio que el Señor le ha encomendado al servicio de la Iglesia y del mundo. Por consiguiente, se os puede definir "colaboradores del Papa" y, como tales, os saludo hoy precisamente aquí, delante de este edificio que simboliza idealmente los diversos lugares en los que desempeñáis vuestras funciones.

Así pues, trabajáis en el Vaticano, para el Papa y con el Papa; trabajáis precisamente en los lugares donde han dado su testimonio tantos mártires y ante todo el apóstol san Pedro. Esto exige de vosotros, además de competencia, profesionalidad y entrega, también un serio compromiso de testimonio evangélico.

Cuento con vosotros, y os pido que crezcáis cada día en el conocimiento de la fe cristiana, en la amistad con Dios y en el generoso servicio a los hermanos. Por tanto, os exhorto a ser, tanto en el hogar como en el trabajo, siempre fieles a los compromisos de vuestro bautismo, a ser discípulos dóciles y testimonios creíbles del Señor Jesús. Sólo así podréis dar una valiosa contribución a la difusión del Evangelio y a la construcción de la civilización del amor.

Hace poco, en la capilla de la Gobernación, he bendecido una hermosa imagen de la Virgen, a la que veneráis como "Madre de la familia". También he bendecido el nuevo órgano, conseguido expresamente a fin de sostener el canto de la asamblea litúrgica cuando os reunís para la santa misa diaria. La presencia de la Iglesia en vuestras oficinas y en vuestros talleres os debe recordar cada día la mirada paterna de Dios que, en su providencia, os sigue y cuida de cada uno de vosotros.

Que la oración, que es diálogo confiado con el Señor, y la participación, incluso entre semana, en la celebración del sacrificio divino, que nos une a Cristo Salvador, sea el secreto y la fuerza de vuestras jornadas y os sostenga siempre, de modo especial en los momentos difíciles.

Además, me han informado de que entre los proyectos de la Gobernación se encuentra una fuente dedicada a san José, subvencionada por generosos donantes. El esposo de la Virgen María, cabeza de la Sagrada Familia y patrono de la Iglesia, con pleno derecho puede considerarse ejemplo y modelo de quienes trabajan en los múltiples sectores de la Gobernación, prestando un servicio por lo general humilde y silencioso, pero de indispensable apoyo para la actividad de la Santa Sede. Por tanto, deseo que el proyecto llegue a realizarse realmente. Y pido a san José que os proteja siempre a vosotros y a vuestras familias.

Además de la protección de san José, invoco sobre vosotros la maternal asistencia de la Virgen María, Madre de la Iglesia, que nos mira desde lo alto de este edificio. A ella os encomiendo a todos vosotros: su sonrisa maternal os acompañe y su intercesión os obtenga las más selectas bendiciones de Dios.

Una vez más, gracias por vuestro trabajo, mientras de corazón os bendigo a todos.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
03/06/2013 20:56


PALABRAS DEL PAPA BENEDICTO XVI
AL FINAL DEL REZO DEL ROSARIO EN LOS JARDINES VATICANOS

Jueves 31 de mayo de 2007



Queridos hermanos y hermanas:

Con alegría me uno a vosotros al término de esta vigilia mariana, siempre sugestiva, con la que se concluye en el Vaticano el mes de mayo en la fiesta litúrgica de la Visitación de la santísima Virgen María. Saludo con afecto fraterno a los cardenales y a los obispos presentes, y doy las gracias al arcipreste de la basílica, monseñor Angelo Comastri, que ha presidido la celebración. Saludo a los sacerdotes, a las religiosas y a los religiosos, en particular a la monjas del monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano, así como a las numerosas familias que participan en este rito.

Meditando los misterios luminosos del santo rosario, habéis subido a esta colina donde habéis revivido espiritualmente, en el relato del evangelista san Lucas, la experiencia de María, que desde Nazaret de Galilea "se puso en camino hacia la montaña" (Lc 1, 39) para llegar a la aldea de Judea donde vivía Isabel con su marido Zacarías.

¿Qué impulsó a María, una joven, a afrontar aquel viaje? Sobre todo, ¿qué la llevó a olvidarse de sí misma, para pasar los primeros tres meses de su embarazo al servicio de su prima, necesitada de ayuda? La respuesta está escrita en un Salmo: "Corro por el camino de tus mandamientos (Señor), pues tú mi corazón dilatas" (Sal 118, 32). El Espíritu Santo, que hizo presente al Hijo de Dios en la carne de María, ensanchó su corazón hasta la dimensión del de Dios y la impulsó por la senda de la caridad.

La Visitación de María se comprende a la luz del acontecimiento que, en el relato del evangelio de san Lucas, precede inmediatamente: el anuncio del ángel y la concepción de Jesús por obra del Espíritu Santo. El Espíritu Santo descendió sobre la Virgen, el poder del Altísimo la cubrió con su sombra (cf. Lc 1, 35). Ese mismo Espíritu la impulsó a "levantarse" y partir sin tardanza (cf. Lc 1, 39), para ayudar a su anciana pariente.

Jesús acaba de comenzar a formarse en el seno de María, pero su Espíritu ya ha llenado el corazón de ella, de forma que la Madre ya empieza a seguir al Hijo divino: en el camino que lleva de Galilea a Judea es el mismo Jesús quien "impulsa" a María, infundiéndole el ímpetu generoso de salir al encuentro del prójimo que tiene necesidad, el valor de no anteponer sus legítimas exigencias, las dificultades y los peligros para su vida. Es Jesús quien la ayuda a superar todo, dejándose guiar por la fe que actúa por la caridad (cf. Ga 5, 6).

Meditando este misterio, comprendemos bien por qué la caridad cristiana es una virtud "teologal". Vemos que el corazón de María es visitado por la gracia del Padre, es penetrado por la fuerza del Espíritu e impulsado interiormente por el Hijo; o sea, vemos un corazón humano perfectamente insertado en el dinamismo de la santísima Trinidad. Este movimiento es la caridad, que en María es perfecta y se convierte en modelo de la caridad de la Iglesia, como manifestación del amor trinitario (cf. Deus caritas est, 19).

Todo gesto de amor genuino, incluso el más pequeño, contiene en sí un destello del misterio infinito de Dios: la mirada de atención al hermano, estar cerca de él, compartir su necesidad, curar sus heridas, responsabilizarse de su futuro, todo, hasta en los más mínimos detalles, se hace "teologal" cuando está animado por el Espíritu de Cristo.


Que María nos obtenga el don de saber amar como ella supo amar. A María encomendamos esta singular porción de la Iglesia que vive y trabaja en el Vaticano; le encomendamos la Curia romana y las instituciones vinculadas a ella, para que el Espíritu de Cristo anime todo deber y todo servicio. Pero desde esta colina ampliamos la mirada a Roma y al mundo entero, y oramos por todos los cristianos, para que puedan decir con san Pablo: "El amor de Cristo nos apremia" (2 Co 5, 14), y con la ayuda de María sepan difundir en el mundo el dinamismo de la caridad.

Os agradezco nuevamente vuestra devota y fervorosa participación. Transmitid mi saludo a los enfermos, a los ancianos y a cada uno de vuestros seres queridos. A todos imparto de corazón mi bendición.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
04/06/2013 20:45


All'Ambasciatore della Repubblica Islamica del Pakistan presso la Santa Sede (1° giugno 2007)

English

Français


----------


All'Ambasciatore d'Islanda presso la Santa Sede (1° giugno 2007)

English

Français


----------


All'Ambasciatore della Repubblica di Estonia presso la Santa Sede (1° giugno 2007)

English

Français


----------


All'Ambasciatore della Repubblica del Burundi presso la Santa Sede (1° giugno 2007)

English

Français


----------


All'Ambasciatore della Repubblica del Sudan presso la Santa Sede (1° giugno 2007)

English

Français

[Modificato da Paparatzifan 04/06/2013 20:50]
Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
04/06/2013 20:51


DISCURSO DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI
A CINCO NUEVOS EMBAJADORES ANTE LA SANTA SEDE*

Viernes 1 de junio de 2007



Excelencias:

Me alegra recibiros hoy en el Vaticano para la presentación de las cartas que os acreditan como embajadores extraordinarios y plenipotenciarios de vuestros respectivos países: Pakistán, Islandia, Estonia, Burundi y Sudán. Me habéis transmitido las amables palabras de vuestros jefes de Estado. Os lo agradezco, rogándoos que les transmitáis mi saludo deferente y mis cordiales deseos para sus personas y para su alta misión al servicio de sus pueblos.

Permitidme dirigir también, por medio de vosotros, un saludo afectuoso a todas las autoridades civiles y religiosas de vuestros países, así como a todos vuestros compatriotas. Mis pensamientos y mis oraciones van también a las comunidades católicas presentes en vuestros países. Conocéis el espíritu de colaboración fraterna con el que trabajan juntamente con todos sus hermanos en la humanidad, deseosas de testimoniar el Evangelio, que invita a vivir el mandamiento del amor al prójimo.

Vuestra presencia hoy, al provenir de diferentes continentes, da a nuestros contemporáneos la imagen del mundo que, de norte a sur y de este a oeste, se preocupa por entablar relaciones cada vez más estrechas, para construir una sociedad donde sea agradable vivir. En efecto, en el mundo actual es más importante que nunca afianzar los vínculos que unen a los países, mostrando una solicitud muy particular por las naciones más pobres.

De hecho, no es posible utilizar impunemente las riquezas de los países más pobres, sin que estos últimos puedan participar en el crecimiento mundial. Las autoridades de todos los países tienen el deber de trabajar juntas para una mejor repartición de las riquezas y de los bienes del planeta. Dicha colaboración tendrá repercusiones sobre la solidaridad, la paz y la vida fraterna, tanto en el seno de cada país como entre los diversos países.

Por eso, deseo vivamente un compromiso renovado de todas las naciones, principalmente de las más ricas, para que todos los hombres tomen conciencia de su responsabilidad al respecto y acepten transformar su modo de vida con vistas a una distribución cada vez más equitativa.

Permitidme también subrayar el papel que las religiones pueden desempeñar en este campo. En efecto, tienen el deber de formar a sus miembros en un espíritu de relaciones fraternas entre todos los habitantes de un mismo país, con una atención respetuosa a todos los hombres. Nadie puede ser objeto de discriminación o quedar marginado de la sociedad a causa de sus convicciones y de su práctica religiosa, que son elementos fundamentales de la libertad de las personas. Las sociedades se honran protegiendo estos derechos fundamentales, y así manifiestan la atención que prestan a la dignidad de todo ser humano. Por otra parte, una actividad religiosa verdadera no puede ser fuente de división o de violencia entre personas y entre comunidades humanas. Al contrario, la conciencia se basa en el principio según el cual toda persona es un hermano que hay que proteger y ayudar a crecer.

En el momento en que comenzáis vuestra misión ante la Santa Sede, señoras y señores embajadores, os expreso mis mejores deseos de éxito en vuestro servicio. Pido al Todopoderoso que os acompañe a vosotros, a vuestros familiares, a vuestros colaboradores y a todos vuestros compatriotas, y que derrame sobre cada uno la abundancia de sus bendiciones.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
04/06/2013 20:52


DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LA CONFERENCIA EPISCOPAL
DE LA REPÚBLICA CENTRO AFRICANA EN VISITA "AD LIMINA"

Viernes 1 de junio de 2007



Queridos hermanos en el episcopado:

Con alegría os acojo mientras realizáis vuestra visita ad limina. Esta peregrinación a las tumbas de los apóstoles san Pedro y san Pablo es una ocasión privilegiada para confirmar los vínculos de vuestras Iglesias locales con el Sucesor de Pedro y con la Iglesia universal. Vuestros encuentros con mis colaboradores os permiten también compartir vuestras preocupaciones de pastores de la Iglesia en la República Centroafricana y recibir un aliento fraterno para vuestro ministerio episcopal.
Agradezco al presidente de vuestra Conferencia episcopal, monseñor François-Xavier Yombandje, su presentación de la vida de la Iglesia en vuestro país. Tened la seguridad de que el Papa está cercano a vuestras comunidades y a todo el pueblo centroafricano. A todos, y en particular a los sacerdotes, a los religiosos, a las religiosas y a los fieles laicos de vuestras diócesis, transmitidles su afecto y su aliento, para que edifiquen una sociedad de paz y de fraternidad fundada en el respeto mutuo y en una auténtica solidaridad.

Vuestra misión al servicio del pueblo que el Señor os ha encomendado la debéis cumplir en un contexto difícil. Por eso, para responder a los desafíos que la Iglesia afronta en vuestro país, una colaboración efectiva es garantía de mayor eficacia; pero es sobre todo una necesidad fundada en una viva conciencia de la dimensión colegial de vuestro ministerio, que os permite realizar "las diversas formas de fraternidad sacramental, que van desde la acogida y estima recíprocas hasta las atenciones de caridad y la colaboración concreta" (Pastores gregis, 59). Poniendo vuestra esperanza y vuestra humilde confianza únicamente en el Señor, encontraréis la valentía apostólica, tan necesaria en el ejercicio de vuestras responsabilidades. Tened la seguridad de que nunca estáis solos en el ejercicio de vuestro ministerio; el Señor está cerca de vosotros y os acompaña con su presencia y con su gracia. Mediante una vida de comunión cada vez más intensa y una existencia diaria ejemplar, sois testigos en medio de vuestro pueblo.

Entre los desafíos más urgentes que la Iglesia en vuestro país debe afrontar, se encuentran la paz y la concordia nacional. De modo especial los más pobres son víctimas de situaciones dramáticas, que llevan inevitablemente a profundas divisiones en la sociedad, así como al desaliento. La II Asamblea especial para África del Sínodo de los obispos, que se está preparando, será un tiempo fuerte de reflexión sobre el anuncio del Evangelio en un contexto marcado por numerosos signos de esperanza, pero también por situaciones preocupantes. Deseo vivamente que ya no se olvide a África en este mundo que cambia profundamente, y que surja una auténtica esperanza para los pueblos de ese continente.

La Iglesia tiene el deber de defender a los débiles y hacerse portavoz de los que no tienen voz. Por tanto, quisiera alentar a las personas que se esfuerzan por suscitar la esperanza mediante un compromiso decidido en favor de la defensa de la dignidad de la persona humana y de sus derechos inalienables. Entre esos derechos se encuentra el bien fundamental de la paz y de una vida segura. La promoción de la paz, de la justicia y de la reconciliación es una expresión de la fe cristiana en el amor que Dios siente por cada ser humano. La Iglesia debe seguir anunciando decididamente la paz de Cristo, fomentando, juntamente con todas las personas de buena voluntad, la justicia y la reconciliación.

Invito también a todos los fieles a implorar del Señor este don tan valioso, puesto que la oración abre los corazones e inspira a los constructores de paz. Mediante sus obras sociales, especialmente en los campos de la salud y de la educación de los jóvenes, la Iglesia contribuye también, a su modo, a la edificación de la sociedad fraterna y solidaria a la que aspira vuestro pueblo. Invito en particular a las comunidades religiosas y a los laicos, que participan con competencia en este compromiso esencial para el futuro del país, a proseguir sus esfuerzos, sin desanimarse jamás, para que sean signos de la confianza que el Señor deposita en toda persona humana.

Por otra parte, para que la sociedad pueda acceder a un desarrollo humano y espiritual auténtico, hay que impulsar un cambio de mentalidad. Esta obra de amplio alcance concierne especialmente a la familia y al matrimonio. Comprometiéndose resueltamente a vivir en la fidelidad conyugal y en la unidad de su pareja, los cristianos muestran a todos la grandeza y la verdad del matrimonio. Mediante un "sí" libremente pronunciado, para siempre, el hombre y la mujer expresan su humanidad auténtica y su apertura a dar una vida nueva.

La preparación seria de los jóvenes para el matrimonio debe ayudarles a superar la reticencia a fundar una familia estable, abierta al futuro. Os invito también a seguir apoyando a las familias, sobre todo favoreciendo su educación cristiana. Así, podrán dar con más vigor razón de la fe que las anima, tanto ante sus hijos como ante la sociedad.

Por lo que respecta a vuestros sacerdotes, cuya generosidad y celo alabo, ejercen, con vuestro solícito apoyo a su vida personal y pastoral, una responsabilidad fundamental en la misión de vuestras diócesis. En colaboración fraterna con todos los agentes pastorales, en primer lugar con los misioneros y los catequistas, cuyo compromiso incansable al servicio del Evangelio conozco, los invito encarecidamente a ser hombres apasionados del anuncio del Evangelio. Para lograrlo, han de encontrar la unidad de su persona y la fuente de su dinamismo apostólico en la amistad personal con Cristo y en la contemplación, en él, del rostro del Padre.

Una vida sacerdotal ejemplar, fundada en una búsqueda constante de la configuración con Cristo, es una exigencia de cada día. En la oración, arraigada en la meditación de la palabra de Dios y en la Eucaristía, fuente y cumbre de su ministerio, encontrarán fuerza y valentía para servir al pueblo de Dios y guiarlo por los caminos de la fe.

Para dar a la Iglesia los sacerdotes que necesita, la formación de los candidatos cobra una importancia que no se puede subestimar. Hoy, más que nunca, es necesario ser exigentes con respecto a su formación humana y espiritual. En efecto, puesto que los sacerdotes están llamados a asumir grandes responsabilidades en el ejercicio de su ministerio, hay que exigir a los candidatos un conjunto de cualidades humanas, para que sean capaces de adquirir una verdadera disciplina de vida sacerdotal. Hay que verificar con particular esmero el equilibrio afectivo de los seminaristas y formar su sensibilidad, a fin de tener certeza de su aptitud para vivir las exigencias del celibato sacerdotal.

Esta formación humana debe encontrar todo su sentido en una sólida formación espiritual, ya que es indispensable que la vida y la actividad del sacerdote estén arraigadas en una fe viva en Jesucristo. Por tanto, para que se pueda realizar un discernimiento auténtico, los pastores deben tener como prioridad pastoral un número suficiente de formadores y de directores espirituales competentes que guíen a los candidatos al sacerdocio. También quiero decirles a los jóvenes que da mucha alegría responder generosamente a la llamada del Señor a seguirlo para anunciar el Evangelio.

Por último, después de vivir un año que ha ayudado a los católicos a dar un nuevo impulso y un nuevo fervor eucarístico, sigue siendo fundamental una participación activa y fructuosa de los fieles en el "Sacramento del amor". Desde esta perspectiva, la prosecución de ciertas adaptaciones adecuadas a los diversos contextos y a las diferentes culturas debe apoyarse en una concepción auténtica de la inculturación, para que la Eucaristía se convierta verdaderamente "en criterio de valorización de todo lo que el cristiano encuentra en las diferentes expresiones culturales" (Sacramentum caritatis, 78).

Mediante celebraciones entusiastas, vuestras comunidades quieren dar una expresión gozosa de la gloria de Dios; que haya siempre un justo equilibrio con una contemplación silenciosa del misterio que se celebra, pues el silencio permite ponerse a la escucha del Salvador, que se da a la comunidad que celebra. Así, una preparación interior antes de recibir el Cuerpo de Cristo permite a cada uno acoger en la fe de la Iglesia el misterio de la salvación.

Al final de este encuentro, queridos hermanos en el episcopado, quiero reafirmar mi cercanía espiritual a vosotros y a vuestras diócesis. Proseguid con valentía el arraigo de la fe en vuestro pueblo. Que todos sean constructores incansables de paz y reconciliación. Encomiendo cada una de vuestras diócesis a la Virgen María, Reina de África, para que sea vuestra protectora y la estrella que os guíe a Jesús, su Hijo. A cada uno de vosotros, a los sacerdotes, a los religiosos, a las religiosas, a los seminaristas, a los catequistas y a todos vuestros diocesanos imparto una afectuosa bendición apostólica.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
04/06/2013 20:53


DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LOS SUPERIORES Y ALUMNOS
DE LA ACADEMIA ECLESIÁSTICA PONTIFICIA

Sala del Consistorio
Sábado 2 de junio de 2007



Venerado hermano en el episcopado;
queridos superiores y sacerdotes:

Todos vosotros, que formáis la familia de la Academia eclesiástica pontificia, sed bienvenidos. He escuchado con atención y gratitud el discurso que vuestro presidente acaba de dirigirme en vuestro nombre, y le doy las gracias de corazón. Sus palabras de congratulación por el libro "Jesús de Nazaret", fruto de mi investigación personal del rostro de Cristo, muestran que la Academia eclesiástica pontificia considera con razón el anhelo de conocer cada vez más al Señor como un valor fundamental para quien, como vosotros, está llamado en el servicio diplomático a una colaboración peculiar con el Sucesor de Pedro. En efecto, queridos alumnos, cuanto más busquéis el rostro de Cristo, tanto mejor podréis servir a la Iglesia y a los hombres —cristianos y no cristianos— que encontréis en vuestro camino en las representaciones pontificias esparcidas por todas las partes del mundo.

Cuando, como hoy, tengo la feliz oportunidad de encontrarme con vosotros, pienso en vuestro futuro servicio a la Iglesia. Pienso también en vuestros obispos, que os han enviado a la Academia eclesiástica pontificia para ayudar al Papa en su misión universal en las Iglesias particulares y en las diversas instituciones civiles con las que la Santa Sede mantiene relaciones. El servicio al que estáis destinados y para el que os preparáis aquí, en Roma, es un servicio de testigos cualificados ante las Iglesias y las autoridades de los países a los que, si Dios quiere, seréis destinados.

Al testigo del Evangelio se le pide que, en cualquier circunstancia, sea fiel a la misión que se le ha confiado. Esto implica para vosotros, en primer lugar, una experiencia personal y profunda del Dios encarnado y una amistad íntima con Jesús, en cuyo nombre la Iglesia os envía para una singular tarea apostólica. Ya sabéis que la fe cristiana nunca puede reducirse a mero conocimiento intelectual de Cristo y de su doctrina; también debe expresarse en la imitación de los ejemplos que Cristo nos dio como Hijo del Padre y como Hijo del hombre. En particular, quien colabora con el Sucesor de Pedro, Pastor supremo de la Iglesia católica, está llamado a hacer todo lo posible para ser él mismo un verdadero pastor, dispuesto como Jesús, buen Pastor, a dar la vida por su rebaño.

Por eso me ha agradado mucho el anhelo que os anima, y que habéis expresado a través de vuestro presidente, de ser fundamentalmente pastores; siempre pastores, junto con los demás pastores de la Iglesia, antes de ser también, junto con los representantes pontificios con los que vais a colaborar, promotores del diálogo y constructores de fructuosas relaciones con las autoridades y las instituciones civiles, como establece la peculiar tradición católica.

Cultivad ese anhelo, de modo que cuantos se os acerquen puedan descubrir siempre al sacerdote que hay en vosotros. Así, resultará claro a todos el carácter atípico de la diplomacia pontificia. Una diplomacia que, como pueden constatar las numerosas misiones diplomáticas acreditadas ante la Sede apostólica, lejos de defender intereses materiales o visiones parciales del hombre, promueve valores que brotan del Evangelio, como expresión de los altos ideales proclamados por Jesús, único Salvador universal. Por lo demás, en gran parte, estos valores son un patrimonio que comparten también otras religiones y otras culturas.

Queridos amigos, también al salir de la Academia —más de una decena de vosotros se preparan para hacerlo en las próximas semanas— seguid cultivando una amistad íntima y personal con Jesús, tratando de conocerlo cada vez mejor y de asimilar sus pensamientos y sus sentimientos (cf. Flp 2, 5). Cuanto más profundamente lo conozcáis, tanto más firmemente permaneceréis unidos a él y seréis más fieles a vuestros compromisos sacerdotales, podréis servir mejor a los hombres, será más fecundo vuestro diálogo con ellos, parecerá más fácil de alcanzar la paz que propondréis en caso de tensiones o conflictos, y resultará más consolador el aliento que, en nombre de Cristo y de su Iglesia, brindaréis a las personas probadas e indefensas. De este modo, aparecerá con mayor claridad a los ojos del mundo la convergencia ideal entre vuestra misión y la evangelización propuesta por los demás responsables de la pastoral.

Queridos hermanos, a la vez que encomiendo a vuestra atención estas breves reflexiones, me complace renovaros mis mejores deseos para vosotros y para vuestras familias. De todo corazón os aseguro un recuerdo en mi oración e, invocando la protección materna de la Virgen María, de buen grado os bendigo a vosotros, a las personas que se ocupan de vuestra formación y a todos vuestros seres queridos.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
04/06/2013 20:54


DISCURSO DEL PAPA BENEDICTO XVI
A LOS PARTICIPANTES EN LA XVIII ASAMBLEA GENERAL
DE "CARITAS INTERNATIONALIS"

Sala Clementina
Viernes 8 de junio de 2007



Queridos amigos:

Me alegra dar la bienvenida a los participantes en la XVIII asamblea general de "Caritas internationalis". Saludo en particular al doctor Denis Viénot y al presidente del Consejo pontificio "Cor unum", arzobispo Paul Josef Cordes, agradeciéndoles las amables palabras que acaban de dirigirme. También expreso mis mejores deseos al nuevo presidente de la Confederación, cardenal Rodríguez Maradiaga.

Os habéis reunido todos en Roma durante estos días para un momento significativo en la vida de la Confederación, a fin de que vuestras organizaciones miembros puedan reflexionar, en un clima de comunión fraterna, sobre los desafíos que afrontáis en este momento. Además, habéis dado pasos importantes, forjando vuestro futuro inmediato mediante la elección de los principales funcionarios de "Caritas internationalis". Espero que vuestras deliberaciones durante estos días hayan sido de gran beneficio para vosotros personalmente, para el trabajo de vuestras organizaciones en todo el mundo, y para todos aquellos a quienes servís.

Ante todo, deseo aprovechar esta oportunidad para agradeceros el testimonio excepcional que vuestra Confederación ha dado al mundo, desde la fundación de la primera Cáritas nacional en Alemania, hace más de cien años. Desde entonces ha habido una gran proliferación de organizaciones con este nombre, a nivel parroquial, diocesano y nacional, que se han reunido, gracias a la iniciativa de la Santa Sede, en la Confederación "Caritas internationalis", que hoy cuenta con más de 150 organizaciones nacionales.

Debido al carácter público de vuestra actividad caritativa, arraigada en el amor de Dios, mi predecesor el siervo de Dios Juan Pablo II confirió personalidad jurídico-canónica pública a la "Caritas internationalis" con la carta pontificia Durante la última Cena, del 16 de septiembre de 2004. Este estatuto define la pertenencia eclesial de vuestra organización, encomendándole una misión específica dentro de la Iglesia. Significa que vuestra Confederación no sólo trabaja en nombre de la Iglesia, sino que en verdad también forma parte de la Iglesia, comprometida íntimamente en el intercambio de dones que tiene lugar en tantos niveles de la vida eclesial. Como signo del apoyo de la Santa Sede a vuestra obra, "Caritas internationalis" ha realizado su deseo de ser acompañada y guiada por el Consejo pontificio "Cor unum".

Por tanto, ¿cuál es la misión particular de vuestra Confederación? ¿Qué aspecto de la tarea de la Iglesia os compete a vosotros y a vuestras organizaciones? Mediante la actividad caritativa que realizáis, estáis llamados a contribuir a la misión de la Iglesia, que consiste en difundir por todo el mundo el amor de Dios que "ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo" (Rm 5, 5).

El concepto mismo de cáritas nos remite al corazón del cristianismo, al corazón de Cristo, del que brotan "ríos de agua viva" (cf. Jn 7, 38). En la labor de las organizaciones caritativas como las vuestras vemos los frutos del amor de Cristo. Desarrollé este tema en mi encíclica Deus caritas est, que os recomiendo una vez más como reflexión sobre el significado teológico de vuestra acción en el mundo.

La caridad se debe entender a la luz de Dios, que es caritas: tanto amó Dios al mundo, que le dio a su Hijo único (cf. Jn 3, 16). De este modo, vemos que el amor encuentra su mayor realización en la entrega de sí. Esto es lo que "Caritas internationalis" trata de lograr en el mundo. El corazón de Cáritas es el amor sacrificial de Cristo, y toda forma de caridad individual y organizada en la Iglesia debe tener siempre su punto de referencia en él, la fuente de la caridad.

Esta visión teológica tiene implicaciones prácticas para la labor de las organizaciones caritativas, y hoy quiero referirme a dos de ellas.

La primera es que todo acto de caridad debe inspirarse en la experiencia personal de fe que lleva al descubrimiento de que Dios es amor. Quien trabaja para Cáritas está llamado a dar testimonio de ese amor ante el mundo. La caridad cristiana rebasa nuestra capacidad natural de amar: es una virtud teologal, como nos enseña san Pablo en su famoso himno a la caridad (cf. 1 Co 13). Por tanto, exige que el bienhechor sitúe la ayuda humanitaria en el contexto de un testimonio personal de fe, que luego se convierte en parte del don ofrecido a los pobres. Sólo cuando la actividad caritativa asume la forma de la entrega de sí de Cristo se convierte en un gesto verdaderamente digno de la persona humana creada a imagen y semejanza de Dios. La caridad vivida fomenta el crecimiento en la santidad, según el ejemplo de los numerosos servidores de los pobres a quienes la Iglesia ha elevado al honor de los altares.

La segunda implicación deriva directamente de la primera. El amor de Dios se ofrece a todos; por eso la caridad de la Iglesia tiene también un alcance universal, y así debe incluir un compromiso en favor de la justicia social. Sin embargo, cambiar las estructuras sociales injustas no es suficiente para garantizar la felicidad de la persona humana.

Por otra parte, como dije recientemente a los obispos reunidos en Aparecida, Brasil, el trabajo político "no es competencia inmediata de la Iglesia" (Discurso a la V Conferencia general del Episcopado latinoamericano y del Caribe, 13 de mayo de 2007: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 25 de mayo de 2007, p. 10). Más bien, su misión es promover el desarrollo integral de la persona humana. Por esta razón, los grandes desafíos que se plantean en el mundo en este momento, como la globalización, los abusos de los derechos humanos y las estructuras sociales injustas, no se pueden afrontar y superar sin centrar la atención en las necesidades más profundas de la persona humana: la promoción de la dignidad humana, el bienestar y, en último análisis, la salvación eterna.

Confío en que la labor de "Caritas internationalis" se inspire en los principios que acabo de exponer. En todo el mundo hay innumerables hombres y mujeres cuyo corazón está lleno de alegría y gratitud por el servicio que les prestáis. Deseo animaros a cada uno a perseverar en vuestra misión especial de difundir el amor de Cristo, que vino para que todos tengan vida en abundancia. Encomendándoos a todos a la intercesión de María, Madre de la Iglesia, me alegra impartiros mi bendición apostólica.


English

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
04/06/2013 20:55


DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LA CONFERENCIA EPISCOPAL REGIONAL DEL NORTE DE ÁFRICA EN VISITA "AD LIMINA"

Sábado 9 de junio de 2007

Queridos hermanos en el episcopado:

Me alegra acogeros a vosotros, pastores de la Iglesia católica en los países del norte de África. Al realizar vuestra visita ad limina, venís a las tumbas de los Apóstoles para reavivar vuestra fe y confirmar los vínculos de vuestras Iglesias locales con el Sucesor de Pedro y con la Iglesia universal. Agradezco al presidente de vuestra Conferencia episcopal, monseñor Vincent Landel, arzobispo de Rabat, sus palabras, que expresan la diversidad de los compromisos de la Iglesia en vuestros países y el amor de vuestras comunidades a la tierra donde viven.

Al volver a vuestras diócesis, transmitid los sentimientos afectuosos del Papa a los sacerdotes, a los religiosos, a las religiosas y a todos los fieles, en particular a quienes tienen vínculos más fuertes con vuestros países. También saludo cordialmente a cada uno de los pueblos en medio de los cuales vivís. Que Dios los bendiga y les ayude a progresar en sus esfuerzos por edificar una sociedad cada vez más fraterna y justa.

La diversidad de las situaciones humanas y eclesiales de vuestros países no es un obstáculo para la fraternidad que queréis vivir en vuestra Conferencia episcopal, encontrando en ella un apoyo apreciable para vuestro ministerio, particularmente en las pruebas que han marcado a algunas de vuestras Iglesias locales. Vuestra unidad es un testimonio verídico de la enseñanza del Señor: "Que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado" (Jn 17, 21).

Juntamente con los sacerdotes de vuestras diócesis, confrontados con situaciones que con frecuencia exigen un gran sentido eclesial y profundas convicciones espirituales, así como una atención constante a las nuevas llamadas del Espíritu, realizáis valientemente el servicio al pueblo que os ha sido encomendado. El Señor, que os acompaña cada día, sea la fuerza y la alegría de vuestro ministerio.

El encuentro fraterno de los hombres y mujeres en medio de los cuales vivís es uno de los temas que queréis desarrollar para expresar la misión de la Iglesia en vuestra región. Desde esta perspectiva, os animo vivamente a guiar a los fieles hacia un auténtico encuentro con el Señor, que los lleve al encuentro con sus hermanos y hermanas; él ya está misteriosamente presente en el corazón de cada uno y en la búsqueda de la verdad y de la felicidad por parte de todo hombre (cf. Ad gentes, 11).

Por eso, la Eucaristía ha de estar en el centro de la vida de vuestras comunidades, como la vivió con intensidad el padre Carlos de Foucauld, a quien vuestras Iglesias diocesanas tuvieron la alegría de ver beatificado hace algunos meses. En efecto, tanto en la celebración de este gran misterio como en la adoración eucarística, que son actos de encuentro personal con el Señor, madura una acogida profunda y auténtica del aspecto de la misión que consiste en derribar las barreras entre el Señor y nosotros, así como las barreras que nos separan a unos de otros.

Durante los primeros siglos, las comunidades cristianas de vuestra región contribuyeron a crear puentes entre las orillas del Mediterráneo. Aún hoy, san Cipriano, san Agustín y muchos otros testigos de la fe siguen siendo puntos indiscutibles de referencia espiritual, intelectual y cultural. Actualmente, los miembros de vuestras comunidades son muy diversos, tanto por su origen como por la duración y los motivos de su presencia en el Magreb. Así dan una imagen de la universalidad de la Iglesia, cuyo mensaje evangélico se dirige a todas las naciones.

Quisiera saludar aquí en particular a los jóvenes cristianos del África sub-sahariana que estudian en vuestros países. Que la solidaridad que existe entre ellos, con el apoyo fraterno de sus acompañantes, les ayude a testimoniar generosamente su fe de discípulos de Cristo entre sus hermanos. El vigor y la autenticidad del testimonio eclesial de los fieles de vuestras diócesis en sus familias, en los lugares donde trabajan, estudian o viven, exigen que los pastores compartan sus preocupaciones y les brinden la ayuda espiritual necesaria. Esto les hará tomar conciencia del significado eclesial de su presencia en la sociedad, asumiendo las responsabilidades que les competen en la comunidad.

Al sostener su fe con la celebración de los sacramentos y con una sólida formación cristiana, así como con la búsqueda de una visión evangélica de las realidades sociales, culturales y religiosas del país, les proporcionáis los medios para vivir valientemente las situaciones a menudo difíciles que encuentran en la existencia diaria y en el trabajo. La calidad espiritual de las comunidades cristianas, fundada en la certeza de que el Señor siempre está presente y actúa en ellas y por ellas, es esencial para permitirles dar razón de la esperanza que las anima. Unidas a sus pastores, en un clima de caridad fraterna, han de ser verdaderamente lugares donde se vive la comunión, como manifestación del amor de Dios a todos los hombres.

Desde esta perspectiva, el diálogo interreligioso ocupa un lugar importante en la pastoral de vuestras diócesis. Como ya señalé, "necesitamos con urgencia un auténtico diálogo entre las religiones y entre las culturas, que pueda ayudarnos a superar juntos todas las tensiones con espíritu de colaboración fecunda" (Discurso a algunos embajadores de países de mayoría musulmana, 25 de septiembre de 2006: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 29 de septiembre de 2006, p. 3). Por tanto, me alegra constatar que, mediante iniciativas de diálogo y lugares de encuentro, como los centros de estudio y las bibliotecas, estáis decididamente comprometidos en el desarrollo y la profundización de las relaciones de estima y respeto entre cristianos y musulmanes, con el fin de promover la reconciliación, la justicia y la paz.

Por otra parte, en la convivencia diaria cristianos y musulmanes pueden encontrar la base fundamental para un mejor conocimiento mutuo. Con una participación fraterna en las alegrías y en las penas de los otros, sobre todo en los momentos más significativos de la existencia, así como con múltiples formas de colaboración en los campos de la salud, de la educación y de la cultura, o en el servicio a los más humildes, manifestáis una auténtica solidaridad, que fortalece los vínculos de confianza y amistad entre las personas, las familias y las comunidades.

Entre las principales cuestiones a las que vuestra región debe hacer frente, la emigración de personas procedentes del África sub-sahariana que tratan de cruzar el Mediterráneo para entrar en Europa en busca de una vida mejor, también debe suscitar la colaboración al servicio de la justicia y de la paz. La situación de esas personas, particularmente preocupante y a veces dramática, no puede por menos de interpelar las conciencias. La ayuda generosa que vuestras Iglesias diocesanas les prestan es una contribución al reconocimiento de su dignidad y un testimonio dado del Señor. Deseo vivamente que los países afectados por esas migraciones busquen medios eficaces para permitir que todos tengan la esperanza de construir un futuro para sí mismos y para sus familias, y que se respete siempre la dignidad de toda persona.

También quiero subrayar la importancia de la vida consagrada en vuestras diócesis. La entrega desinteresada de los religiosos y de las religiosas en su servicio a la población, sin distinción de origen ni de credo, es apreciada por todos. Esta vida totalmente entregada, con desprendimiento de sí y libertad interior, testimonia ante todo una pertenencia radical a Dios, que suscita el deseo ardiente de salir al encuentro del prójimo, y especialmente de los más abandonados. Esta pertenencia a Cristo cobra un significado aún más radical en el testimonio de los monjes y las monjas, a los que quiero saludar y animar de modo especial. Su vida de oración y de contemplación es una gracia para toda la Iglesia en vuestra región. Su fidelidad discreta a la población que los acoge, como mostró el ejemplo conmovedor de la comunidad de Tibhirine, es un signo elocuente del amor de Dios, que quieren manifestar a todos.

La colaboración cada vez más amplia de vuestras diócesis con las Iglesias de Oriente Próximo y de África es un testimonio de gran valor para vuestra región, que es un punto de encuentro entre África, Europa y el mundo árabe. El desarrollo de esas relaciones es también una realización efectiva de la solidaridad de la Iglesia en África y en Oriente Próximo, en su solicitud apostólica por vuestra región. La acogida de sacerdotes y de religiosas, que os preocupáis por formar con vistas a situaciones eclesiales a menudo muy diferentes de las de sus países de origen, es para vosotros un apoyo pastoral valioso y para todos una apertura a la dimensión universal de la misión.

Queridos hermanos en el episcopado, os animo encarecidamente en vuestro ministerio al servicio de los pueblos de vuestra región. Que, a ejemplo del beato Carlos de Foucauld, los cristianos de vuestros países sean testigos creíbles de la fraternidad universal que Cristo enseñó a sus discípulos. Encomiendo vuestras comunidades a la protección materna de Nuestra Señora de África, y de todo corazón os imparto una afectuosa bendición apostólica a vosotros, a los sacerdotes, a los religiosos, a las religiosas y a todos los fieles de vuestras diócesis.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
04/06/2013 20:57


VISITA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LA CONGREGACIÓN PARA LAS IGLESIAS ORIENTALES

Palacio de Bramante, Via della Conciliazione (Roma)
Sábado 9 de junio de 2007



DISCURSO DEL SANTO PADRE

ANUNCIO DEL NOMBRAMIENTO DEL NUEVO PREFECTO
DE LA CONGREGACIÓN PARA LAS IGLESIAS ORIENTALES

DISCURSO DEL SANTO PADRE



Beatitud;
venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
queridos hermanos y hermanas:

Ha llegado el día, esperado también por el Papa, de visitar la Congregación para las Iglesias orientales. Es un día significativo, entre otras cosas, porque hoy el calendario de la Iglesia latina recuerda a san Efrén, el gran doctor de la Iglesia siria. Doy gracias al Señor y a todos vosotros por este encuentro tan cordial. Saludo al cardenal prefecto, Ignace Moussa I Daoud, y le agradezco las amables palabras que me ha dirigido. Hago extensivo mi saludo al arzobispo secretario, mons. Antonio Maria Vegliò, al subsecretario, a los colaboradores y a todos los presentes.

Mi primer pensamiento va al Papa Benedicto XV, de feliz memoria, que hace noventa años instituyó la "Sagrada Congregación para la Iglesia oriental". El beato Pío IX había constituido, dentro de Propaganda Fide, la "sección oriental". Sin embargo, para "ahuyentar el temor de que los orientales no fueran debidamente tenidos en consideración por los Romanos Pontífices", el Papa Benedicto quiso el nuevo dicasterio, totalmente autónomo, disponiendo lo que fuera necesario para su mejor funcionamiento. Y él mismo asumió su gobierno.

Como atestigua el motu proprio Dei providentis, deseaba manifestar claramente que "in Ecclesia Iesu Christi, ut quae non latina sit, non graeca, non slavonica, sed catholica, nullum inter eius filios intercedere discrimen" (AAS 9 [1917] 529-531).

Precisamente entonces comenzó una fase dramática de la historia, de modo especial para el este de Europa. Los tiempos sucesivos confirmarían cuán providencial fue esa decisión pontificia, que tenía como fin asegurar a los orientales católicos, a través de una Congregación específica, la solicitud de la Iglesia, la cual acompañaría a muchos de ellos en la hora no breve de la persecución.

Después del silencio llegó el tiempo del rescate, y la vida y la misión de la Iglesia pudieron reanudarse, desarrollarse y consolidarse. En esta circunstancia doy nuevamente gracias al Señor por los designios de su divina bondad. Pero, como padre y pastor, siento el deber de elevar a Dios una ferviente oración y dirigir un apremiante llamamiento a todos los responsables, para que en todas partes, tanto en Oriente como en Occidente, las Iglesias puedan profesar la fe cristiana con plena libertad. Que a los hijos e hijas de la Iglesia, en todas partes, se les permita vivir con tranquilidad personal y social: que se garantice dignidad, respeto y futuro a las personas y a los grupos, sin perjuicio alguno para sus derechos de creyentes y de ciudadanos.

De mis labios se eleva sobre todo una apremiante invocación de paz para Tierra Santa, Irak y Líbano, para todos los territorios puestos bajo la jurisdicción de la Congregación para las Iglesias orientales, así como para las demás regiones implicadas en el torbellino de violencia aparentemente irrefrenable. Que las Iglesias y los discípulos del Señor permanezcan donde, por su nacimiento, los ha puesto la divina Providencia; donde merecen permanecer con una presencia que se remonta hasta los inicios del cristianismo. A lo largo de los siglos se han distinguido por un amor indiscutible e inseparable a su fe, a su pueblo y a su tierra.

Con esta visita sigo las huellas de mis venerados predecesores el siervo de Dios Juan Pablo II y el beato Juan XXIII, que vinieron personalmente a encontrarse con los superiores y los oficiales del dicasterio. Asimismo, con ella quiero continuar simbólicamente la peregrinación al corazón de Oriente que el Papa Juan Pablo II propuso en la carta apostólica Orientale lumen. Dado que la venerable y antigua tradición de las Iglesias orientales forma parte integrante del patrimonio indiviso de la Iglesia de Cristo (cf. Unitatis redintegratio, 17), Juan Pablo II exhortó a conocerla, afirmando: "Es necesario que también los hijos de la Iglesia católica de tradición latina puedan conocer con plenitud ese tesoro y sentir así, al igual que el Papa, el anhelo de que se restituya a la Iglesia y al mundo la plena manifestación de la catolicidad de la Iglesia" (Orientale lumen, 1).

Inicié idealmente esa peregrinación asumiendo el nombre de un Papa que amó mucho a Oriente. Y, al inaugurar oficialmente el servicio petrino del Obispo de Roma, acudí al sepulcro del Apóstol llamando a mi lado a los patriarcas orientales en comunión con el Sucesor de Pedro. Así, ante toda la Iglesia, me sumergí espiritualmente en el manantial siempre activo del Credo apostólico, haciendo mía la profesión de fe del Pescador de Galilea en el "Hijo de Dios vivo" (Mt 16, 16). Volví a escuchar la consoladora promesa del Señor Jesús: "Tú eres Pedro" (Mt 16, 18). Tenía la certeza de que estaban a mi lado, con sus pastores, los hijos e hijas de Oriente, que, fieles a su propia tradición, se alegran de poseer también el carisma de comunión conferido por Jesús a Pedro y a sus Sucesores.

Por último, el viaje apostólico a Turquía, inolvidable por el conmovedor abrazo con la comunidad católica y por su significado ecuménico e interreligioso, constituyó otro momento de especial fecundidad en mi peregrinación al corazón de Oriente.

Hoy el Papa agradece de nuevo a los orientales su fidelidad pagada con sangre, de la que quedan páginas admirables a lo largo de los siglos hasta el martirologio contemporáneo. Les asegura, a su vez, que quiere estar siempre a su lado. Y reafirma la profunda estima hacia las Iglesias orientales católicas por su singular papel de testigos vivos de los orígenes (cf. Orientalium Ecclesiarum, 1), pues sin una constante relación con la tradición de los orígenes la Iglesia de Cristo no tiene futuro.

Son las Iglesias orientales quienes de modo especial conservan el eco del primer anuncio evangélico; las más antiguas memorias de los signos realizados por el Señor; los primeros reflejos de la luz pascual y el resplandor del fuego nunca apagado de Pentecostés. Su patrimonio espiritual, arraigado en la enseñanza de los Apóstoles y de los Padres, ha dado vida a venerables tradiciones litúrgicas, teológicas y disciplinares, mostrando la capacidad del "pensamiento de Cristo" de fecundar las culturas y la historia.

Precisamente por esto también yo, al igual que mis predecesores, miro con estima y afecto a las Iglesias de la Ortodoxia: "Ya nos une un vínculo muy estrecho. Tenemos en común casi todo; y tenemos en común sobre todo el anhelo sincero de alcanzar la unidad" (Orientale lumen, 3). Desde lo más profundo de nuestro corazón se eleva el deseo de que ese anhelo llegue pronto a realizarse plenamente.

La Iglesia universal encuentra en el patrimonio de los orígenes la capacidad de hablar también al hombre contemporáneo de modo unánime y convincente: "Las palabras de Occidente necesitan las palabras de Oriente para que la palabra de Dios manifieste cada vez mejor sus insondables riquezas" (ib., 28).

El concilio ecuménico Vaticano II expresó el deseo de que las Iglesias orientales "florezcan y desempeñen con renovado vigor apostólico la misión que les ha sido confiada (...) de promover la unidad de todos los cristianos, sobre todo de los orientales, según el decreto sobre el ecumenismo, principalmente con la oración, con el ejemplo de vida, con la escrupulosa fidelidad a las antiguas tradiciones orientales, con un mejor conocimiento mutuo, con la colaboración y estima fraterna de las cosas y de los espíritus" (Orientalium Ecclesiarum, 1 y 24).

Las Iglesias orientales, favorecidas por una tradición de vida plurisecular, deberán afrontar el desafío interreligioso con espíritu de verdad, respeto y reciprocidad, para que las diversas culturas y tradiciones encuentren mutua hospitalidad en el nombre del único Dios (cf. Hch 2, 9-11).

La Congregación tiene tareas bien definidas, que lleva a cabo con competente dedicación. Me alegra poder expresarle mi gratitud y aprecio, y animarla a realizar todas las actividades que le han sido encomendadas en el marco de la misión propia de las Iglesias orientales y del componente de la Iglesia latina. Reafirmo la irreversibilidad de la opción ecuménica y la inderogabilidad del encuentro a nivel interreligioso. Elogio la más correcta aplicación de la colegialidad sinodal y la verificación puntual del desarrollo eclesial suscitado por la recuperada libertad religiosa.

Al Papa interesa mucho la prioridad de la formación, así como la actualización de la pastoral familiar, juvenil y vocacional, y la valorización de la pastoral de la cultura y de la caridad. Debe continuar, más aún, debe crecer el movimiento de caridad que, por mandato del Papa, lleva a cabo la Congregación para que, de modo ordenado y equitativo, Tierra Santa y las demás regiones orientales reciban la ayuda espiritual y material necesaria para hacer frente a la vida eclesial ordinaria y a necesidades particulares.

Por último, también hace falta un esfuerzo inteligente para afrontar el grave fenómeno de las migraciones, que a veces priva de sus mejores recursos a las comunidades tan probadas. Es preciso garantizar a los emigrantes una adecuada acogida en el nuevo ambiente y el vínculo indispensable con la propia tradición religiosa.

Con estas preocupaciones, la Congregación debe apoyar a las Iglesias orientales para promover su camino, respetando sus prerrogativas y responsabilidades. Sabe que en esta tarea, no fácil, puede contar siempre con el Papa, con los organismos de la Curia romana, según sus funciones respectivas, y con las instituciones vinculadas a ella: pienso sobre todo en el Pontificio Instituto Oriental, que también celebra el 90° aniversario de su fundación, y al que expreso mi gratitud por su insustituible y cualificado servicio eclesial.

Encomiendo estos deseos al beato Juan XXIII: Oriente lo marcó profundamente hasta el punto de que lo llevó a convocar el "nuevo Pentecostés del Concilio" con docilidad al Espíritu y apertura cordial hacia todos los pueblos. Está cerca de nosotros la santísima Madre de Dios, que en vuestra capilla bizantina he venerado ante los santos iconos, rodeada de la nube de testigos. Las Iglesias orientales, confiando en la Toda Santa, han de cultivar la variedad que no perjudica la unidad, sino que más bien la exalta, para que la Iglesia entera sea el "sacramento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano" (cf. Lumen gentium, 1).

Queridos amigos, os ruego que transmitáis mi saludo a los hermanos y hermanas de Oriente, para que, también gracias al trabajo diario de la Congregación, sientan que tienen siempre un lugar en el corazón del Papa de Roma. Por esto imparto a cada uno la bendición apostólica, que de buen grado hago extensiva a vuestros seres queridos y a todas las Iglesias orientales católicas.

El Santo Padre da las gracias al cardenal Daoud y a mons. Sandri



Beatitud:

Como le decía en la carta personal que le dirigí, he decidido aceptar hoy la dimisión, que me había presentado hace tiempo, del cargo de prefecto de este dicasterio. Me complace aprovechar esta ocasión para expresarle mi profunda gratitud por el trabajo que ha llevado a cabo con entrega generosa en una tarea tan delicada. Sin embargo, me consuela el pensamiento de que puedo seguir contando con su competencia en la colaboración que continuará prestando como miembro de varios dicasterios de la Curia romana, y también por esto le doy vivamente las gracias.

Al mismo tiempo, como ya le he comunicado, hoy, 9 de junio, día en que el calendario de la Iglesia latina recuerda a san Efrén, el gran santo de su tierra, le sucede en el cargo de prefecto de la Congregación para las Iglesias orientales el arzobispo Leonardo Sandri, hasta ahora sustituto de la Secretaría de Estado para los Asuntos generales. En este momento le manifiesto también a él mi gratitud por la ayuda que me ha dado en la realización de las anteriores tareas, y le expreso mis mejores deseos de un cumplimiento fructuoso de las delicadas funciones que le encomiendo con este nombramiento.

Para desempeñar el cargo de sustituto en la sección de la Secretaría de Estado para los Asuntos generales he llamado al arzobispo Fernando Filoni, actualmente nuncio apostólico en Filipinas, a quien saludo cordialmente a la espera de su llegada al Vaticano en el próximo mes de julio.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
04/06/2013 20:58


ALOCUCIÓN DEL PAPA BENEDICTO XVI
AL CURSO DE VERANO
DEL OBSERVATORIO ASTRONÓMICO VATICANO

Sala del Consistorio
Lunes 11 de junio de 2007



Queridos amigos:

Me alegra saludar a la facultad y a los estudiantes del XI curso de verano del Observatorio astronómico vaticano, y agradezco al director, padre José Funes, las cordiales palabras de saludo que me ha dirigido en vuestro nombre.

Desde su creación, en 1891, el Observatorio astronómico vaticano ha tratado de demostrar el deseo de la Iglesia de acoger, alentar y promover el estudio científico de acuerdo con su convicción de que "la fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad" (Fides et ratio, Introducción). Los padres y hermanos jesuitas que forman el equipo del Observatorio no sólo se dedican a la investigación astronómica; también brindan oportunidades pedagógicas a la nueva generación de astrónomos. El curso de verano del Observatorio astronómico vaticano es un signo concreto de ese compromiso.

En este mes tenéis programado el estudio de los planetas extrasolares. Sin embargo, además de vuestra ardua investigación, tendréis la valiosa oportunidad de aprender juntamente con otros estudiantes de veintidós países diversos. La amplia variedad de vuestras experiencias individuales y de vuestras tradiciones culturales puede ser fuente de gran enriquecimiento para todos vosotros. Os animo a aprovechar al máximo esta experiencia y os expreso mis mejores deseos, acompañados de mi oración, para que vuestra pequeña comunidad internacional sea un signo prometedor de una mayor colaboración científica en beneficio de toda la familia humana.

Ojalá que en los próximos días encontréis consuelo espiritual en el estudio de las estrellas que "brillan alegres para el que las ha creado" (Ba 3, 35). Sobre vosotros y sobre vuestras familias invoco de corazón las bendiciones divinas de sabiduría, alegría y paz.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
04/06/2013 20:59


DISCURSO DEL PAPA BENEDICTO XVI
EN LA INAUGURACIÓN DE LOS TRABAJOS
DE LA ASAMBLEA DIOCESANA DE ROMA

Lunes 11 de junio de 2007



Queridos hermanos y hermanas:

Por tercer año consecutivo la asamblea de nuestra diócesis me brinda la posibilidad de encontrarme con vosotros y dirigirme a todos, abordando la temática que la Iglesia de Roma afrontará en el próximo año pastoral, en estrecha continuidad con el trabajo desarrollado en el año que se está concluyendo. Os saludo con afecto a cada uno de vosotros, obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas y laicos que participáis con generosidad en la misión de la Iglesia. Agradezco en particular al cardenal vicario las palabras que me ha dirigido en nombre de todos vosotros.

El tema de la asamblea es "Jesús es el Señor. Educar en la fe, en el seguimiento y en el testimonio". Se trata de un tema que nos atañe a todos, porque cada discípulo confiesa que Jesús es el Señor y está llamado a crecer en la adhesión a él, dando y recibiendo ayuda de la gran compañía de los hermanos en la fe. Ahora bien, el verbo "educar", puesto en el título de la asamblea, implica una atención especial a los niños, a los muchachos y a los jóvenes, y pone de relieve la tarea que corresponde ante todo a la familia: así permanecemos dentro del itinerario que ha caracterizado durante los últimos años la pastoral de nuestra diócesis.

Es importante considerar ante todo la afirmación inicial, que da el tono y el sentido de nuestra asamblea: "Jesús es el Señor". Ya la encontramos en la solemne declaración con la que concluye el discurso de san Pedro en Pentecostés, donde el primero de los Apóstoles dijo: "Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado" (Hch 2, 36). Es análoga la conclusión del gran himno a Cristo contenido en la carta de san Pablo a los Filipenses: "Toda lengua confiese que Cristo Jesús es Señor para gloria de Dios Padre" (Flp 2, 11). También san Pablo, en el saludo final de la primera carta a los Corintios, exclama: "El que no quiera al Señor, sea anatema. Marana tha, Ven, Señor" (1 Co 16, 22), transmitiéndonos así la antiquísima invocación, en lengua aramea, de Jesús como Señor.

Se podrían añadir otras citas: pienso en el capítulo 12 de la misma carta a los Corintios, donde san Pablo dice: "Nadie puede decir "Jesús es Señor" sino con el Espíritu Santo" (1 Co 12, 3). Así declara que esta es la confesión fundamental de la Iglesia, guiada por el Espíritu Santo. Podríamos pensar también en el capítulo 10 de la carta a los Romanos, donde el Apóstol dice: "Si confiesas con tu boca que Jesús es Señor..." (Rm 10, 9), recordando también a los cristianos de Roma que las palabras "Jesús es el Señor" constituyen la confesión común de la Iglesia, el fundamento seguro de toda la vida de la Iglesia. A partir de esas palabras se ha desarrollado toda la confesión del Credo apostólico, del Credo niceno. En otro pasaje de la primera carta a los Corintios san Pablo afirma también: "Pues aun cuando se les dé el nombre de dioses, bien en el cielo bien en la tierra, de forma que hay multitud de dioses y de señores, para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y para el cual somos; y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y por el cual somos nosotros" (1 Co 8, 5-6).

Así, desde el inicio, los discípulos reconocieron que Jesús resucitado es nuestro hermano en la humanidad y que también es totalmente uno con Dios; que con su venida al mundo, con toda su vida, con su muerte y su resurrección, nos trajo a Dios, hizo presente a Dios en el mundo de modo nuevo y único; y que, por tanto, da sentido y esperanza a nuestra vida: en él encontramos el verdadero rostro de Dios, que realmente necesitamos para vivir.

Educar en la fe, en el seguimiento y en el testimonio quiere decir ayudar a nuestros hermanos, o mejor, ayudarnos mutuamente a entablar una relación viva con Cristo y con el Padre. Esta ha sido desde el inicio la tarea fundamental de la Iglesia, como comunidad de los creyentes, de los discípulos y de los amigos de Jesús. La Iglesia, cuerpo de Cristo y templo del Espíritu Santo, es la compañía fiable en la que hemos sido engendrados y educados para llegar a ser, en Cristo, hijos y herederos de Dios. En ella recibimos al Espíritu, "que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre!" (cf. Rm 8, 14-17).

En la homilía de san Agustín hemos escuchado que Dios no está lejos, que se ha hecho "camino" y que el "camino" mismo vino a nosotros. Dice: "Levántate, perezoso, y comienza a caminar". Comenzar a caminar quiere decir emprender el "camino" que es Cristo mismo, en compañía de los creyentes; quiere decir caminar ayudándonos los unos a los otros a ser realmente amigos de Jesucristo e hijos de Dios.

Como nos enseña la experiencia diaria —lo sabemos todos—, educar en la fe hoy no es una empresa fácil. En realidad, hoy cualquier labor de educación parece cada vez más ardua y precaria. Por eso, se habla de una gran "emergencia educativa", de la creciente dificultad que se encuentra para transmitir a las nuevas generaciones los valores fundamentales de la existencia y de un correcto comportamiento, dificultad que existe tanto en la escuela como en la familia, y se puede decir que en todos los demás organismos que tienen finalidades educativas.

Podemos añadir que se trata de una emergencia inevitable: en una sociedad y en una cultura que con demasiada frecuencia tienen el relativismo como su propio credo —el relativismo se ha convertido en una especie de dogma—, falta la luz de la verdad, más aún, se considera peligroso hablar de verdad, se considera "autoritario", y se acaba por dudar de la bondad de la vida —¿es un bien ser hombre?, ¿es un bien vivir?— y de la validez de las relaciones y de los compromisos que constituyen la vida.

Entonces, ¿cómo proponer a los más jóvenes y transmitir de generación en generación algo válido y cierto, reglas de vida, un auténtico sentido y objetivos convincentes para la existencia humana, sea como personas sea como comunidades? Por eso, por lo general, la educación tiende a reducirse a la transmisión de determinadas habilidades o capacidades de hacer, mientras se busca satisfacer el deseo de felicidad de las nuevas generaciones colmándolas de objetos de consumo y de gratificaciones efímeras.

Así, tanto los padres como los profesores sienten fácilmente la tentación de abdicar de sus tareas educativas y de no comprender ya ni siquiera cuál es su papel, o mejor, la misión que les ha sido encomendada. Pero precisamente así no ofrecemos a los jóvenes, a las nuevas generaciones, lo que tenemos obligación de transmitirles. Con respecto a ellos somos deudores también de los verdaderos valores que dan fundamento a la vida.

Pero esta situación evidentemente no satisface, no puede satisfacer, porque deja de lado la finalidad esencial de la educación, que es la formación de la persona a fin de capacitarla para vivir con plenitud y aportar su contribución al bien de la comunidad. Por eso, en muchas partes se plantea la exigencia de una educación auténtica y el redescubrimiento de la necesidad de educadores que lo sean realmente. Lo reclaman los padres, preocupados y a menudo angustiados por el futuro de sus hijos; lo reclaman tantos profesores que viven la triste experiencia de la degradación de sus escuelas; lo reclama la sociedad en su conjunto, en Italia y en muchas otras naciones, porque ve cómo a causa de la crisis de la educación se ponen en peligro las bases mismas de la convivencia.

En ese contexto, el compromiso de la Iglesia de educar en la fe, en el seguimiento y en el testimonio del Señor Jesús asume, más que nunca, también el valor de una contribución para hacer que la sociedad en que vivimos salga de la crisis educativa que la aflige, poniendo un dique a la desconfianza y al extraño "odio de sí misma" que parece haberse convertido en una característica de nuestra civilización.

Ahora bien, todo esto no disminuye la dificultad que encontramos para llevar a los niños, a los adolescentes y a los jóvenes a encontrarse con Cristo y a entablar con él una relación duradera y profunda. Sin embargo, precisamente este es el desafío decisivo para el futuro de la fe, de la Iglesia y del cristianismo, y por tanto es una prioridad esencial de nuestro trabajo pastoral: acercar a Cristo y al Padre a la nueva generación, que vive en un mundo en gran parte alejado de Dios.

Queridos hermanos y hermanas, debemos ser siempre conscientes de que no podemos realizar esa obra con nuestras fuerzas, sino sólo con el poder del Espíritu Santo. Son necesarias la luz y la gracia que proceden de Dios y actúan en lo más íntimo de los corazones y de las conciencias. Así pues, para la educación y la formación cristiana son decisivas ante todo la oración y nuestra amistad personal con Jesús, pues sólo quien conoce y ama a Jesucristo puede introducir a sus hermanos en una relación vital con él.

Impulsado precisamente por esta necesidad pensé: sería útil escribir un libro que ayude a conocer a Jesús. No olvidemos nunca las palabras de Jesús: "A vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca" (Jn 15, 15-16). Por eso, nuestras comunidades sólo podrán trabajar con fruto y educar en la fe y en el seguimiento de Cristo si son ellas mismas auténticas "escuelas" de oración (cf. Novo millennio ineunte, 33), en las que se viva el primado de Dios.

Además, la educación, y especialmente la educación cristiana, es decir, la educación para forjar la propia vida según el modelo de Dios, que es amor (cf. 1 Jn 4, 8. 16), necesita la cercanía propia del amor. Sobre todo hoy, cuando el aislamiento y la soledad son una condición generalizada, a la que en realidad no ponen remedio el ruido y el conformismo de grupo, resulta decisivo el acompañamiento personal, que da a quien crece la certeza de ser amado, comprendido y acogido.

En concreto, este acompañamiento debe llevar a palpar que nuestra fe no es algo del pasado, sino que puede vivirse hoy y que viviéndola encontramos realmente nuestro bien. Así, a los muchachos y los jóvenes se les puede ayudar a librarse de prejuicios generalizados y a darse cuenta de que el modo cristiano de vivir es realizable y razonable, más aún, el más razonable, con mucho.

Toda la comunidad cristiana, en sus múltiples articulaciones y componentes, está llamada a cumplir la gran tarea de llevar a las nuevas generaciones al encuentro con Cristo; por tanto, en este ámbito debe expresarse y manifestarse con particular evidencia nuestra comunión con el Señor y entre nosotros, nuestra disponibilidad y voluntad de trabajar juntos, de "formar una red", de colaborar todos con espíritu abierto y sincero, comenzando por la valiosa contribución de las mujeres y los hombres que han consagrado su vida a la adoración de Dios y a la intercesión por los hermanos.

Sin embargo, es evidente que, en la educación y en la formación en la fe, a la familia compete una misión propia y fundamental y una responsabilidad primaria. En efecto, el niño que se asoma a la vida hace a través de sus padres la primera y decisiva experiencia del amor, de un amor que en realidad no es sólo humano, sino también un reflejo del amor que Dios siente por él. Por eso, entre la familia cristiana, pequeña "iglesia doméstica" (cf. Lumen gentium, 11), y la gran familia de la Iglesia debe desarrollarse la colaboración más estrecha, ante todo en lo que atañe a la educación de los hijos.

Así pues, todo lo realizado a lo largo de los tres años que nuestra pastoral diocesana ha dedicado específicamente a la familia, no sólo se ha de considerar como un fruto, sino que se ha de incrementar ulteriormente. Por ejemplo, los intentos de implicar más a los padres e incluso a los padrinos y madrinas antes y después del bautismo, para ayudarles a entender y a cumplir su misión de educadores de la fe, ya han dado resultados apreciables, y es preciso proseguirlos, convirtiéndolos en patrimonio común de cada parroquia. Lo mismo vale para la participación de las familias en la catequesis y en todo el itinerario de iniciación cristiana de los niños y los adolescentes.
Desde luego, son muchas las familias que no están preparadas para cumplir esa tarea; y algunas parecen poco interesadas en la educación cristiana de sus hijos, o incluso son contrarias a ella: aquí se notan también las consecuencias de la crisis de tantos matrimonios. Con todo, raramente se encuentran padres totalmente indiferentes con respecto a la formación humana y moral de sus hijos, y, por tanto, no dispuestos a dejarse ayudar en una labor educativa que consideran cada vez más difícil.

Por consiguiente, se abre un espacio de compromiso y de servicio para nuestras parroquias, oratorios, grupos juveniles y, ante todo, para las mismas familias cristianas, llamadas a hacerse prójimo de otras familias a fin de sostenerlas y asistirlas en la educación de los hijos, ayudándoles así a recuperar el sentido y la finalidad de la vida de matrimonio. Pasemos ahora a otros sujetos de la educación en la fe.

A medida que los muchachos crecen, aumenta naturalmente en ellos el deseo de autonomía personal, que fácilmente, sobre todo en la adolescencia, se transforma en un alejamiento crítico de la propia familia. Entonces resulta especialmente importante la cercanía que pueden garantizar el sacerdote, la religiosa, el catequista u otros educadores capaces de hacer concreto para el joven el rostro amigo de la Iglesia y el amor de Cristo.

Para que produzca efectos positivos duraderos, nuestra cercanía debe ser consciente de que la relación educativa es un encuentro de libertades y que la misma educación cristiana es formación en la auténtica libertad. De hecho, no hay verdadera propuesta educativa que no conduzca, de modo respetuoso y amoroso, a una decisión, y precisamente la propuesta cristiana interpela a fondo la libertad, invitándola a la fe y a la conversión.

Como afirmé en la Asamblea eclesial de Verona, "una educación verdadera debe suscitar la valentía de las decisiones definitivas, que hoy se consideran un vínculo que limita nuestra libertad, pero que en realidad son indispensables para crecer y alcanzar algo grande en la vida, especialmente para que madure el amor en toda su belleza; por consiguiente, para dar consistencia y significado a nuestra libertad" (Discurso del 19 de octubre de 2006: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 27 de octubre de 2006, p. 10).

Los adolescentes y los jóvenes, cuando se sienten respetados y tomados en serio en su libertad, a pesar de su inconstancia y fragilidad, se muestran dispuestos a dejarse interpelar por propuestas exigentes; más aún, se sienten atraídos y a menudo fascinados por ellas. También quieren mostrar su generosidad en la entrega a los grandes valores perennes, que constituyen el fundamento de la vida.

El auténtico educador también toma en serio la curiosidad intelectual que existe ya en los niños y con el paso de los años asume formas más conscientes. Con todo, el joven de hoy, estimulado y a menudo confundido por la multiplicidad de informaciones y por el contraste de ideas y de interpretaciones que se le proponen continuamente, conserva dentro de sí una gran necesidad de verdad; por tanto, está abierto a Jesucristo, que, como nos recuerda Tertuliano (De virginibus velandis, I, 1), "afirmó que es la verdad, no la costumbre".

Debemos esforzarnos por responder a la demanda de verdad poniendo sin miedo la propuesta de la fe en confrontación con la razón de nuestro tiempo. Así ayudaremos a los jóvenes a ensanchar los horizontes de su inteligencia, abriéndose al misterio de Dios, en el cual se encuentra el sentido y la dirección de nuestra existencia, y superando los condicionamientos de una racionalidad que sólo se fía de lo que puede ser objeto de experimento y de cálculo. Por tanto, es muy importante desarrollar lo que ya el año pasado llamamos la "pastoral de la inteligencia".

La labor educativa implica la libertad, pero también necesita autoridad. Por eso, especialmente cuando se trata de educar en la fe, es central la figura del testigo y el papel del testimonio. El testigo de Cristo no transmite sólo informaciones, sino que está comprometido personalmente con la verdad que propone, y con la coherencia de su vida resulta punto de referencia digno de confianza. Pero no remite a sí mismo, sino a Alguien que es infinitamente más grande que él, en quien ha puesto su confianza y cuya bondad fiable ha experimentado.

Por consiguiente, el auténtico educador cristiano es un testigo cuyo modelo es Jesucristo, el testigo del Padre que no decía nada de sí mismo, sino que hablaba tal como el Padre le había enseñado (cf. Jn 8, 28). Esta relación con Cristo y con el Padre es para cada uno de nosotros, queridos hermanos y hermanas, la condición fundamental para ser educadores eficaces en la fe.

Acertadamente, nuestra asamblea habla de educación no sólo en la fe y en el seguimiento, sino también en el testimonio del Señor Jesús. Por tanto, el testimonio activo de Cristo que se debe dar no sólo atañe a los sacerdotes, a las religiosas y a los laicos que en nuestras comunidades desempeñan tareas educativas, sino también a los mismos muchachos y jóvenes, y a todos los que son educados en la fe.

La conciencia de estar llamados a ser testigos de Cristo no es, por tanto, algo que se añade después, una consecuencia de algún modo externa a la formación cristiana, como por desgracia se ha pensado a menudo y también hoy se sigue pensando, sino, al contrario, es una dimensión intrínseca y esencial de la educación en la fe y en el seguimiento, del mismo modo que la Iglesia es misionera por su misma naturaleza (cf. Ad gentes, 2).

Así pues, desde el inicio de la formación de los niños, para llegar, con un itinerario progresivo, a la formación permanente de los cristianos adultos, es necesario que arraiguen en el alma de los creyentes la voluntad y la convicción de que participan en la vocación misionera de la Iglesia, en todas las situaciones y circunstancias de su vida. No podemos guardar para nosotros la alegría de la fe; debemos difundirla y transmitirla, fortaleciéndola así en nuestro corazón.

Si la fe se transforma realmente en alegría por haber encontrado la verdad y el amor, es inevitable sentir el deseo de transmitirla, de comunicarla a los demás. Por aquí pasa, en gran medida, la nueva evangelización a la que nos llamó nuestro amado Papa Juan Pablo II. Una experiencia concreta, que podrá hacer crecer en los jóvenes de las parroquias y de las diversas asociaciones eclesiales la voluntad de testimoniar su fe, es la "Misión de los jóvenes" que estáis proyectando, después del feliz resultado de la gran "Misión ciudadana".

A la escuela católica corresponde una tarea muy importante en la educación en la fe. En efecto, cumple su misión basándose en un proyecto educativo que pone en el centro el Evangelio y lo tiene como punto de referencia decisivo para la formación de la persona y para toda la propuesta cultural. Por tanto, la escuela católica, en convencida colaboración con las familias y con la comunidad eclesial, trata de promover la unidad entre la fe, la cultura y la vida, que es objetivo fundamental de la educación cristiana.

También las escuelas del Estado, de formas y modos diversos, pueden ser sostenidas en su tarea educativa por la presencia de profesores creyentes —en primer lugar, pero no exclusivamente, los profesores de religión católica— y de alumnos cristianamente formados, así como por la colaboración de muchas familias y por la misma comunidad cristiana.

La sana laicidad de la escuela, como de las demás instituciones del Estado, no implica cerrarse a la Trascendencia y mantener una falsa neutralidad respecto de los valores morales que están en la base de una auténtica formación de la persona. Lo mismo se puede decir, naturalmente, de las universidades; y es un signo positivo que en Roma la pastoral universitaria haya podido desarrollarse en todos los ateneos, tanto entre los profesores como entre los alumnos, y se esté llevando a cabo una fecunda colaboración entre las instituciones académicas civiles y pontificias.

Hoy, más que en el pasado, la educación y la formación de la persona sufren la influencia de los mensajes y del clima generalizado que transmiten los grandes medios de comunicación y que se inspiran en una mentalidad y cultura caracterizadas por el relativismo, el consumismo y una falsa y destructora exaltación, o mejor, profanación del cuerpo y de la sexualidad. Por eso, precisamente por el gran "sí" que como creyentes en Cristo decimos al hombre amado por Dios, no podemos desinteresarnos de la orientación conjunta de la sociedad a la que pertenecemos, de las tendencias que la impulsan y de las influencias positivas o negativas que ejerce en la formación de las nuevas generaciones.

La presencia misma de la comunidad de los creyentes, su compromiso educativo y cultural, el mensaje de fe, de confianza y de amor que transmite, son en realidad un servicio inestimable al bien común y especialmente a los muchachos y jóvenes que se están formando y preparando para la vida.

Queridos hermanos y hermanas, hay un último punto sobre el que quiero atraer vuestra atención: es sumamente importante para la misión de la Iglesia y exige nuestro compromiso y ante todo nuestra oración. Me refiero a las vocaciones a seguir más de cerca al Señor Jesús en el sacerdocio ministerial y en la vida consagrada. En los últimos decenios la diócesis de Roma ha recibido el don de muchas ordenaciones sacerdotales, que han permitido colmar las lagunas del período anterior y también salir al encuentro de las solicitudes de no pocas Iglesias hermanas necesitadas de clero; pero las señales más recientes parecen menos favorables y estimulan a toda nuestra comunidad diocesana a seguir pidiendo al Señor, con humildad y confianza, obreros para su mies (cf. Mt 9, 37-38, Lc 10, 2).

De manera siempre delicada y respetuosa, pero también clara y valiente, debemos dirigir una peculiar invitación al seguimiento de Jesús a los chicos y chicas que parecen más atraídos y fascinados por la amistad con él. Desde esta perspectiva, la diócesis destinará a algunos nuevos sacerdotes específicamente al servicio de las vocaciones, pero sabemos bien que en este campo son decisivas la oración y la calidad del conjunto de nuestro testimonio cristiano, el ejemplo de vida de los sacerdotes y de las almas consagradas, y la generosidad de las personas llamadas y de las familias de las que proceden.

Queridos hermanos y hermanas, os dejo estas reflexiones como contribución para el diálogo de estas tardes y para el trabajo del próximo año pastoral. Que el Señor nos conceda siempre la alegría de creer en él, de crecer en su amistad, de seguirlo en el camino de la vida y de dar testimonio de él en todas las situaciones, de forma que podamos transmitir a quienes vengan después de nosotros la inmensa riqueza y belleza de la fe en Jesucristo. Mi afecto y mi bendición os acompañan en vuestro trabajo. Gracias por vuestra atención.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
04/06/2013 21:00


DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LOS MIEMBROS CONSEJO DE ADMINISTRACIÓN DE LA FUNDACIÓN «POPULORUM PROGRESSIO» PARA AMÉRICA LATINA Y CARIBE

Jueves 14 de junio de 2007



Queridos hermanos en el Episcopado,
amados hermanos y hermanas:

Me es muy grato recibir y saludar con afecto a los miembros del Consejo de Administración de la Fundación “Populorum Progressio” para América Latina y los Países del Caribe, con ocasión de su reunión anual. Este año celebramos el cuadragésimo aniversario de la encíclica de mi predecesor Pablo VI, que da nombre a la Fundación. Deseo agradecer a su Presidente, el Arzobispo Mons. Paul Josef Cordes, las amables palabras que me ha dirigido en nombre también de todos vosotros. Agradezco además la presencia de varios Obispos que vienen del “Continente de la esperanza”, algunos de los cuales he podido saludar en mi reciente visita apostólica al Brasil. Saludo asimismo a los representantes de la Conferencia Episcopal Italiana, que tan generosamente contribuye a que se hagan realidad las palabras de san Ignacio de Antioquía, cuando dice que la Iglesia de Roma «preside a la caridad» (A los Romanos, Proemio). De modo especial, doy las gracias a todos aquellos que nos ayudan a realizar esta misión tan significativa. Deseo saludar, por fin, a los colaboradores del Consejo Pontificio Cor Unum, presentes también en este encuentro con el Sucesor de Pedro. Gracias por el continuo trabajo que estáis llevando a cabo en favor de los más pobres.

Desde hace quince años, cuando mi amado predecesor Juan Pablo II erigió la Fundación “Populorum Progressio” confiándola a la responsabilidad del Consejo Pontificio Cor Unum, ésta se ha dedicado a promover la misión de la Iglesia sosteniendo iniciativas específicas en favor de las poblaciones indígenas, campesinas y afroamericanas de los Países latinoamericanos y caribeños. Al instituir esta Fundación, el Papa pensaba en los pueblos que, amenazados en sus costumbres ancestrales por una cultura postmoderna, pueden ver destruidas sus propias tradiciones, tan dispuestas a acoger la verdad del Evangelio. La Fundación es fruto de la gran sensibilidad que Juan Pablo II demostraba por los hombres y mujeres que más sufren en nuestra sociedad. Este trabajo, emprendido hace quince años, debe continuar siguiendo los principios que han distinguido su empeño en favor de la dignidad de todo ser humano y de la lucha contra la pobreza.

Quiero subrayar aquí dos características de la Fundación. En primer lugar, el desarrollo de los pueblos debe tener como principio pastoral una visión antropológica global de la persona humana, aspecto que el artículo segundo de los Estatutos de la Fundación llama “promoción integral”. En este sentido, al definir este concepto el Papa Pablo VI afirmaba en su encíclica: «Es un humanismo pleno el que hay que promover. ¿Qué quiere decir esto sino el desarrollo integral de todo el hombre y de todos los hombres? Un humanismo cerrado, impenetrable a los valores del espíritu y a Dios, que es la fuente de ellos, podría aparentemente triunfar. [...] No hay, pues, más que un humanismo verdadero, que se abre al Absoluto en el reconocimiento de una vocación que da la idea verdadera de la vida humana» (n. 42). Esta promoción integral tiene en cuenta el aspecto social y material de la vida, así como el anuncio de fe, la cual da al hombre el sentido pleno de su ser. A menudo, la verdadera pobreza del hombre es la falta de esperanza, la ausencia de un Padre que dé sentido a la propia existencia: «con frecuencia, la raíz más profunda del sufrimiento es precisamente la ausencia de Dios» (Deus caritas est, 31).

La segunda característica es la ejemplaridad del método de trabajo de la Fundación, modelo para toda estructura de ayuda. Los proyectos son estudiados por un Consejo de Administración, compuesto por Obispos de diversas áreas de América Latina, los cuales hacen una valoración de los mismos. De este modo, la decisión está en manos de quienes conocen bien los problemas de aquellas poblaciones y sus necesidades concretas. Así, por un lado, se evita un cierto paternalismo, siempre humillante para los pobres y que frena su propia iniciativa y, por otro, los fondos llegan en su totalidad a los más necesitados sin perderse en grandes procesos burocráticos.

Como he afirmado en mi reciente viaje pastoral a Aparecida, la Iglesia en aquellas naciones afronta enormes desafíos, pero al mismo tiempo es la “Iglesia de la esperanza”, que siente la necesidad de luchar en favor de la dignidad de todo hombre, de una verdadera justicia y contra la miseria de nuestros semejantes. América Latina es una parte del mundo, rica por sus recursos naturales, donde las diferencias en el nivel de vida deben dar paso a ese espíritu de compartir los bienes, como se manifiesta en la conversión y posterior actitud de Zaqueo, el publicano del Evangelio: «La mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más» (cf. Lc 19,8). Frente a la secularización, la proliferación de las sectas y la indigencia de tantos hermanos, es apremiante formar comunidades unidas en la fe, como la Sagrada Familia de Nazaret, en las que el testimonio alegre de quien se ha encontrado con el Señor sea la luz que ilumine a quienes están buscando una vida más digna.

Encomiendo los trabajos de este Consejo Pontificio Cor Unum y de la Fundación “Populorum Progressio” a la intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de toda América. Que Ella os asista y os guíe siempre. Como expresión de estos vivos deseos, imparto con afecto a todos vosotros, a vuestros familiares y colaboradores, la Bendición Apostólica.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
04/06/2013 21:00


DISCURSO DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI
A LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE ESLOVAQUIA

Viernes 15 de junio de 2007



Queridos hermanos en el episcopado:

Con gran alegría me encuentro con todos vosotros, con ocasión de la visita ad limina que estáis realizando durante estos días, y os dirijo a cada uno mi saludo cordial, que de buen grado hago extensivo a vuestras respectivas comunidades diocesanas. A través de vosotros, quisiera enviar mi saludo a todo el pueblo eslovaco, evangelizado por san Cirilo y san Metodio, y que en el siglo pasado padeció grandes sufrimientos y persecuciones de parte del régimen totalitario comunista. Me complace recordar que entre los obispos, los sacerdotes, los religiosos, las religiosas y los laicos que en aquellos años no lejanos dieron un testimonio heroico figura también el cardenal Ján Chryzostom Korec, al que os ruego llevéis mi abrazo fraterno.

A vuestra amada nación estaba muy unido Juan Pablo II que, en su tercera visita a Eslovaquia, en septiembre de 2003, eligió como lema: "Fieles a Cristo, fieles a la Iglesia". Este lema sigue siendo un auténtico programa apostólico y misionero no sólo para la Iglesia en Eslovaquia, sino también para todo el pueblo de Dios, sometido como está, especialmente en Europa, a una insistente presión ideológica que quisiera reducir el cristianismo al ámbito de lo "privado".

En efecto, desde el punto de vista religioso-cultural, Eslovaquia está entrando cada vez más en la dinámica típica de otros países europeos de antigua tradición cristiana, fuertemente marcados en nuestra época por un vasto proceso de secularización. Las comunidades cristianas, que han conservado antiguas y arraigadas prácticas religiosas católicas, después de salir del túnel de la persecución, recorren hoy el camino de la renovación promovido por el concilio Vaticano II. Se preocupan justamente por conservar su valioso patrimonio espiritual y al mismo tiempo por actualizarlo; se esfuerzan por permanecer fieles a sus raíces y compartir sus experiencias con las demás Iglesias que están en Europa, mediante un fraterno "intercambio de dones" que puede enriquecer a todos.

Eslovaquia y Polonia, que en el este de Europa son los dos países portadores de la más rica herencia de tradición católica, están expuestos actualmente al peligro de que dicho patrimonio, que el régimen comunista no logró destruir, sea seriamente minado por los fermentos característicos de las sociedades occidentales: consumismo, hedonismo, laicismo, relativismo, etc.

He escuchado durante estos días vuestros testimonios y me he enterado, por ejemplo, de que en muchas parroquias del campo —las que más conservan la cultura y la espiritualidad cristianas tradicionales— disminuye la población, que tiende a concentrarse en las ciudades más grandes, en busca de mayor bienestar y de empleos más rentables.

Venerados y queridos hermanos, esta es la situación en la que el Señor os llama a desempeñar vuestro ministerio episcopal. Sé que, precisamente para responder a las nuevas exigencias pastorales, desde hace tiempo estáis comprometidos en la elaboración del "Plan para la pastoral y la evangelización" de la Iglesia católica en Eslovaquia para los años 2007-2013, que debería aprobarse en el próximo mes de octubre. Con vistas al año 2013, en el que conmemoraréis el 1150° aniversario del inicio de la misión de san Cirilo y san Metodio en vuestra tierra, os habéis propuesto revivir y actualizar la acción evangelizadora de los dos santos hermanos de Tesalónica. Y habéis puesto como punto de partida de esta movilización misionera general el redescubrimiento de la tradición y de las raíces cristianas, vivas y profundas en vuestro pueblo.

Se trata de una empresa pastoral que quiere abarcar todos los ámbitos de la sociedad y responder a las expectativas del pueblo eslovaco, prestando especial atención a las exigencias espirituales de los jóvenes y de las familias. Por eso impulsáis en particular la pastoral juvenil, tanto en el ámbito escolar como en el parroquial. La experiencia os enseña que una formación de calidad en el ámbito escolar es muy útil para el futuro de las nuevas generaciones; al respecto, ofrecen una contribución valiosa las escuelas católicas, que en Eslovaquia son numerosas. Comenzando por los jardines de infancia hasta las escuelas de estudios superiores, se esfuerzan por garantizar a los alumnos una instrucción de calidad y, al mismo tiempo, una educación integral: espiritual, moral y humana.

Por lo que respecta a la pastoral juvenil parroquial, sé que podéis contar con el ministerio de numerosos sacerdotes jóvenes para ofrecer a los muchachos y a las muchachas, además de la debida preparación para los sacramentos de la iniciación cristiana, un verdadero itinerario de crecimiento espiritual y comunitario.

Recomiendo vivamente que toda propuesta se inserte siempre en proyectos orgánicos de formación, con el fin de educar a los jóvenes a unir siempre la fe a la vida, pues sólo así podréis ayudarles a formarse una conciencia cristiana capaz de resistir a las lisonjas del consumismo cada vez más insidiosas e invasoras.

Además, por lo que respecta a la realidad de las familias, he sabido que también Eslovaquia comienza a resentirse de la crisis del matrimonio y de la natalidad, y esto se debe, en primer lugar, a causas de carácter económico, que inducen a las parejas jóvenes de novios a aplazar su matrimonio. Se registra, asimismo, una escasa consideración social del valor del matrimonio, a la que se une una fragilidad de las nuevas generaciones, a menudo temerosas de asumir decisiones estables y compromisos para toda la vida. Otro factor desestabilizador es, sin duda alguna, el ataque sistemático al matrimonio y a la familia llevado a cabo por cierta cultura y por los medios de comunicación social.

En este marco, ¿qué debe hacer la Iglesia sino intensificar la oración y seguir comprometiéndose con fuerza para sostener a las familias al afrontar los desafíos actuales? Gracias a Dios, en vuestro país está bien estructurada la pastoral de los sacramentos vinculada a la de la familia. Para el matrimonio, el bautismo de niños, la primera Comunión y la Confirmación se prevé una preparación obligatoria; y vosotros, los pastores, así como los sacerdotes que colaboran con vosotros, os esforzáis constantemente por ayudar a las familias a recorrer un auténtico camino de fe y de vida cristiana comunitaria.

En vuestra acción pastoral pueden servir de valioso apoyo los grupos, los movimientos y las asociaciones laicales eclesiales, comprometidos en primera línea en la promoción de la vida conyugal y familiar, y en la difusión de la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio, la familia, la moral sexual y los temas de bioética.

Juntamente con la pastoral de la familia y la de jóvenes está la pastoral de las vocaciones. Eslovaquia es una nación que, después de 1990, ha experimentado un gran florecimiento de vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. Al único Seminario que permaneció abierto durante la dictadura se han añadido otros cinco durante estos años, y hoy casi todas las parroquias tienen su pastor. Demos gracias al Señor por esta abundancia de sacerdotes y, en particular, de sacerdotes jóvenes.

Sin embargo, como era previsible, dicha primavera no podía durar mucho y, por tanto, hoy es preciso estimular a todas las comunidades cristianas a dar prioridad a una atenta pastoral vocacional. En esa dirección, la formación de los monaguillos es un buen camino; muchas parroquias lo siguen, en colaboración con los seminarios. Naturalmente, el aumento numérico y cualitativo de las vocaciones también depende de la vida espiritual de las familias. Por tanto, trabajar por las familias y con las familias es un modo muy oportuno de favorecer el nacimiento y la consolidación de las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. Además, no hay que olvidar que todo debe estar alimentado por una oración constante e intensa.

Queridos y venerados hermanos, seguid manteniendo relaciones paternas y abiertas con vuestros sacerdotes; tratad de haceros cargo de sus dificultades, sostenedlos y preocupaos por su formación espiritual, promoviendo para ellos oportunos encuentros pastorales, retiros y ejercicios espirituales. Me alegra que, según las directrices del concilio Vaticano II, cada una de vuestras diócesis ha elaborado un plan formativo que prevé una sabia colaboración entre sacerdotes ancianos y jóvenes, para afrontar las diversas exigencias de cada uno. Transmitid a estos primeros colaboradores vuestros mi saludo cordial y aseguradles que los recuerdo en la oración.

Además, haceos intérpretes de mi afecto espiritual ante todos los fieles encomendados a vuestra solicitud pastoral, especialmente ante los enfermos y las personas más necesitadas. Sobre cada uno invoco la protección celestial de la Virgen de los Dolores, patrona de Eslovaquia. Con estos sentimientos, os imparto de corazón a vosotros, queridos hermanos, una especial bendición apostólica, que de buen grado extiendo a los fieles de vuestras comunidades cristianas y a todos los habitantes de vuestro amado país.


English

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
04/06/2013 21:01


DISCURSO DEL PAPA BENEDICTO XVI
AL CONGRESO ORGANIZADO
POR EL CONSEJO PONTIFICIO PARA LA CULTURA

Viernes 15 de junio de 2007



Señores cardenales;
venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
queridos hermanos y hermanas:

Me alegra encontrarme con vosotros hoy, en una circunstancia muy significativa: queréis recordar el 25° aniversario del Consejo pontificio para la cultura, creado por el siervo de Dios Juan Pablo II el 20 de mayo de 1982 con una carta dirigida al entonces secretario de Estado, cardenal Agostino Casaroli.

Saludo a todos los presentes, y en primer lugar a usted, señor cardenal Paul Poupard, a quien agradezco las amables palabras con las que ha interpretado los sentimientos comunes. A usted, venerado hermano, que dirige el Consejo pontificio desde 1988, le dirijo un saludo especial, lleno de gratitud y aprecio, por el gran trabajo realizado durante este largo período. Al servicio de este dicasterio usted ha puesto y sigue poniendo con provecho sus dotes humanas y espirituales, testimoniando siempre con entusiasmo la atención que impulsa a la Iglesia a entablar un diálogo con los movimientos culturales de nuestro tiempo. Su participación en numerosos congresos y encuentros internacionales, muchos de ellos promovidos por el mismo Consejo pontificio para la cultura, le han permitido dar a conocer cada vez más el interés que la Santa Sede tiene por el vasto y variado mundo de la cultura. Por todo esto le doy gracias una vez más, extendiendo mi agradecimiento al secretario, a los oficiales y a los consultores del dicasterio.

El concilio ecuménico Vaticano II prestó gran atención a la cultura, y la constitución pastoral Gaudium et spes le dedica un capítulo especial (cf. nn. 53-62). Los padres conciliares se preocuparon por indicar la perspectiva según la cual la Iglesia considera y afronta la promoción de la cultura, considerando esta tarea como uno de los problemas "más urgentes (...) que afectan profundamente al género humano" (ib., 46).

Al relacionarse con el mundo de la cultura, la Iglesia pone siempre en el centro al hombre, como artífice de la actividad cultural y como su último destinatario. El siervo de Dios Pablo VI se interesó mucho por el diálogo de la Iglesia con la cultura, y se ocupó personalmente de él durante los años de su pontificado. En su misma línea actuó también el siervo de Dios Juan Pablo II, que había participado en el Concilio y había aportado su contribución específica a la constitución Gaudium et spes. El 2 de junio de 1980, en su memorable discurso a la Unesco, testimonió personalmente cuánto interés tenía en encontrarse con el hombre en el terreno de la cultura para transmitirle el mensaje evangélico. Dos años después instituyó el Consejo pontificio para la cultura, destinado a dar un nuevo impulso al compromiso de la Iglesia para lograr que el Evangelio se encuentre con la pluralidad de las culturas en las diversas partes del mundo (cf. Carta al cardenal secretario de Estado Agostino Casaroli, 20 de mayo de 1982: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 6 de junio de 1982, p. 19).

Al instituir este nuevo dicasterio, mi venerado predecesor puso de relieve que debería perseguir sus finalidades dialogando con todos sin distinción de cultura y religión, para buscar juntamente "una comunicación cultural con todos los hombres de buena voluntad" (ib.). La gran importancia de este aspecto del servicio que presta el Consejo pontificio para la cultura ha quedado confirmada en los veinticinco años pasados, dado que el mundo se ha hecho aún más interdependiente gracias al extraordinario desarrollo de los medios de comunicación y a la consiguiente ampliación de la red de relaciones sociales.

Por tanto, resulta aún más urgente para la Iglesia promover el desarrollo cultural, cuidando la calidad humana y espiritual de los mensajes y de los contenidos, ya que también la cultura se ve inevitablemente afectada hoy por los procesos de globalización que, si no van acompañados constantemente por un atento discernimiento, pueden volverse contra el hombre, empobreciéndolo en lugar de enriquecerlo. ¡Y cuán grandes son los desafíos que la evangelización debe afrontar en este ámbito!

Por consiguiente, veinticinco años después de la creación del Consejo pontificio para la cultura, es oportuno reflexionar sobre las razones y las finalidades que motivaron su nacimiento en el contexto sociocultural de nuestro tiempo. Con este fin, el Consejo pontificio ha organizado un congreso de estudio, por una parte, para meditar sobre la relación que existe entre evangelización y cultura; y, por otra, para considerar esa relación tal como se presenta hoy en Asia, en América y en África.

¿Cómo no encontrar un motivo particular de satisfacción al ver que las tres relaciones de carácter "continental" han sido encomendadas a tres cardenales: uno asiático, uno latinoamericano y uno africano? ¿No confirma esto de forma elocuente que la Iglesia católica ha sabido caminar, impulsada por el "viento" de Pentecostés, como comunidad capaz de dialogar con toda la familia de los pueblos, más aún, de brillar en medio de ella como "signo profético de unidad y de paz"? (Misal romano, Plegaria eucarística V-D).

Queridos hermanos y hermanas, la historia de la Iglesia es también inseparablemente historia de la cultura y del arte. Obras como la Summa Theologiae, de santo Tomás de Aquino, la Divina Comedia, la catedral de Chartres, la Capilla Sixtina o las cantatas de Juan Sebastián Bach, constituyen síntesis, a su modo inigualables, entre fe cristiana y expresión humana. Pero si bien estas son, por decirlo así, las cumbres de dicha síntesis entre fe y cultura, su encuentro se realiza diariamente en la vida y en el trabajo de todos los bautizados, en esa obra de arte oculta que es la historia de amor de cada uno con el Dios vivo y con los hermanos, en la alegría y en el empeño de seguir a Jesucristo en la cotidianidad de la existencia.

Hoy, más que nunca, la apertura recíproca entre las culturas es un terreno privilegiado para el diálogo entre hombres comprometidos en la búsqueda de un humanismo auténtico, por encima de las divergencias que los separan. También en el campo cultural el cristianismo ha de ofrecer a todos la fuerza de renovación y de elevación más poderosa, es decir, el amor de Dios que se hace amor humano.

En la carta de creación del Consejo pontificio para la cultura, el Papa Juan Pablo II escribió precisamente: "El amor es como una fuerza escondida en el corazón de las culturas, para estimularlas a superar su finitud irremediable, abriéndose a Aquel que es su fuente y su término, y para enriquecerlas de plenitud, cuando se abren a su gracia" (Carta al cardenal secretario de Estado Agostino Casaroli, 20 de mayo de 1982: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 6 de junio de 1982, p. 19).

Quiera Dios que la Santa Sede, gracias al servicio prestado en particular por vuestro dicasterio, siga promoviendo en toda la Iglesia la cultura evangélica, que es levadura, sal y luz del Reino en medio de la humanidad.

Queridos hermanos y hermanas, expreso una vez más mi profundo agradecimiento por el trabajo que realiza el Consejo pontificio para la cultura y, a la vez que aseguro a todos los presentes mi recuerdo en la oración, invocando la intercesión celestial de María santísima, Sedes Sapientiae, le imparto de buen grado una especial bendición apostólica a usted, señor cardenal, a los venerados hermanos y a cuantos de diversas maneras están comprometidos en el diálogo entre el Evangelio y las culturas contemporáneas.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
04/06/2013 21:02


ENCUENTRO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
CON SU BEATITUD CRISÓSTOMOS II,
ARZOBISPO DE NUEVA JUSTINIANA Y DE TODO CHIPRE

Sábado 16 de junio de 2007



DISCURSO DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI
DISCURSO DE SU BEATITUD CRISÓSTOMOS II
DECLARACIÓN COMÚN
DISCURSO DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI



Beatitud y querido hermano:

Lo acojo hoy con alegría, escuchando resonar en el corazón las palabras del apóstol san Pablo: "El Dios de la perseverancia y del consuelo os conceda tener los unos para con los otros los mismos sentimientos, según Cristo Jesús, para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo" (Rm 15, 5-6).

Su visita es un don del Dios de la perseverancia y del consuelo, del que habla san Pablo dirigiéndose a los que escuchaban por primera vez en Roma el mensaje de la salvación. Hoy experimentamos el don de la perseverancia pues, no obstante la presencia de divisiones seculares y de caminos divergentes, y a pesar del esfuerzo realizado por cicatrizar heridas dolorosas, el Señor no ha cesado de guiar nuestros pasos por la senda de la unidad y la reconciliación. Y para todos nosotros esto es motivo de consuelo, pues este encuentro se inserta en un camino de búsqueda cada vez más intensa de la plena comunión tan deseada por Cristo: "Ut omnes unum sint" (Jn 17, 21).

Sabemos bien que la adhesión a este ardiente deseo del Señor no puede y no debe proclamarse sólo con palabras ni sólo de modo formal. Por eso, usted, Beatitud, siguiendo las huellas del Apóstol de los gentiles, no ha venido de Chipre a Roma solamente para realizar un "intercambio de cortesía ecuménica", sino para reafirmar la inquebrantable decisión de perseverar en la oración a fin de que el Señor nos indique cómo llegar a la comunión plena. Su visita es, al mismo tiempo, motivo de intensa alegría, pues ya el hecho de encontrarnos nos permite gustar la belleza de la anhelada unidad plena de los cristianos.

Gracias, Beatitud, por este gesto de estima y de amistad fraterna. En su persona saludo al pastor de una Iglesia antigua e ilustre, tesela esplendorosa del resplandeciente mosaico, el Oriente, que, como solía decir el siervo de Dios Juan Pablo II, de venerada memoria, constituye uno de los dos pulmones con que respira la Iglesia.

Su grata presencia me trae a la memoria la ardiente predicación de san Pablo en Chipre (cf. Hch 13, 4 ss) y el aventurado viaje que lo llevó hasta Roma, donde anunció el mismo Evangelio y coronó su luminoso testimonio de fe con el martirio. El recuerdo del Apóstol de los gentiles, ¿no nos invita a dirigir con humildad y esperanza el corazón a Cristo, que es nuestro único Maestro?
Con su ayuda divina no debemos cansarnos de buscar juntos los caminos de la unidad, superando las dificultades que a lo largo de la historia han determinado entre los cristianos divisiones y desconfianza recíproca. Que el Señor nos conceda poder acercarnos pronto al mismo altar para compartir todos juntos la única mesa del Pan y del Vino eucarísticos.

Al acogerlo, querido hermano en el Señor, quisiera rendir homenaje a la antigua y venerable Iglesia de Chipre, rica en santos, entre los cuales me complace recordar especialmente a san Bernabé, compañero y colaborador del apóstol san Pablo, y a san Epifanio, obispo de Constanza, en otro tiempo Salamina, hoy Famagusta. San Epifanio, que desempeñó su ministerio episcopal durante 35 años en un período turbulento para la Iglesia a causa del resurgimiento del arrianismo y de las nuevas controversias de los "pneumatómacos", escribió obras claramente catequísticas y apologéticas, como él mismo explica en el Ancoratus.

Este interesante tratado contiene dos Símbolos de la fe, el Símbolo niceno-constantinopolitano y el Símbolo de la tradición bautismal de Constanza, que corresponde a la fe nicena, pero está formulado de modo diverso y es más amplio; como dice el mismo san Epifanio, "es más apto para combatir los nuevos errores, aunque es conforme a la fe profesada por aquellos Santos Padres" del concilio de Nicea (Ancoratus, n. 119). En él —explica— afirmamos la fe en el "Espíritu Santo, Espíritu de Dios, Espíritu perfecto, Espíritu consolador, increado, que procede del Padre y recibe del Hijo, objeto de nuestra fe" (ib.).

Como buen pastor, san Epifanio indica al rebaño que le fue encomendado por Cristo las verdades que hay que creer, el camino que hay que recorrer y los escollos que hay que evitar. Se trata de un método válido también hoy para el anuncio del Evangelio, especialmente a las nuevas generaciones, muy influenciadas por corrientes de pensamiento contrarias al espíritu evangélico.

En este inicio del tercer milenio la Iglesia afronta desafíos y problemas muy semejantes a los que afrontó el pastor san Epifanio. Como entonces, también hoy es preciso velar atentamente para poner en guardia al pueblo de Dios contra los falsos profetas, contra los errores y la superficialidad de propuestas que no son conformes a la enseñanza del divino Maestro, nuestro único Salvador.
Al mismo tiempo, urge encontrar un lenguaje nuevo para proclamar nuestra fe común, un lenguaje compartido, un lenguaje espiritual que permita transmitir con fidelidad las verdades reveladas, ayudándonos así a reconstruir, en la verdad y en la caridad, la comunión entre todos los miembros del único Cuerpo de Cristo.

Esta necesidad, que todos sentimos, nos impulsa a proseguir sin desalentarnos el diálogo teológico entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa en su conjunto; y nos orienta a utilizar medios válidos y estables para que la búsqueda de la comunión no sea discontinua y ocasional en la vida y en la misión de nuestras Iglesias.

Ante la ingente obra que nos espera y que supera las capacidades humanas, es necesario recurrir principalmente a la oración. Esto no exime del deber de poner también hoy todos los medios humanos válidos que puedan llevarnos a conseguir ese fin. Desde esta perspectiva, creo que su visita es una iniciativa muy útil para hacernos avanzar hacia la unidad querida por Cristo. Sabemos que esta unidad es don y fruto del Espíritu Santo; pero también sabemos que, al mismo tiempo, exige un esfuerzo constante, animado por una voluntad cierta y por una esperanza inquebrantable en el poder del Señor.

Así pues, gracias, Beatitud, por haber venido a visitarme juntamente con los hermanos que lo acompañan. Gracias por esta presencia, que expresa concretamente el deseo de buscar juntos la comunión plena. Por mi parte, le aseguro que comparto ese mismo deseo, sostenido por una firme esperanza. Sí, "el Dios de la perseverancia y del consuelo nos conceda tener los unos para con los otros los mismos sentimientos, según Cristo Jesús". Así nos dirigimos con confianza al Señor, para que guíe nuestros pasos por el camino de la paz, de la alegría y del amor.



DISCURSO DE SU BEATITUD CRISÓSTOMOS II

"A todos los amados de Dios que estáis en Roma, santos por vocación, a vosotros gracia y paz, de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo" (Rm 1, 7).

Santidad, Papa de la antigua Roma
y Obispo de la Cátedra histórica del apóstol san Pedro:

La gracia del Espíritu Santo y nuestro deber de arzobispo primado de la santísima Iglesia mártir del apóstol san Bernabé con respecto a la unidad y la paz entre nuestras Iglesias apostólicas, han dirigido hoy nuestros pasos, junto con los de nuestro reverendo séquito, hasta aquí, al lugar del martirio de los corifeos de los Apóstoles Pedro y Pablo, al santuario de las catacumbas de los mártires de nuestra fe común, para encontrarnos con usted, que entre los obispos posee el primado de honor de la cristiandad indivisa, para darle el beso fraterno de paz y, después de siglos de camino no fraterno, construir de nuevo puentes de reconciliación y amor.

Es la tercera vez que nos encontramos después de las inolvidables exequias de vuestro amado predecesor el Papa Juan Pablo II, de feliz memoria, y la ceremonia gozosa de su entronización en este Trono apostólico, hacia el cual mira toda la Ecumene cristiana con grandes expectativas, esperando que el que lo preside, el teólogo sabio, el incansable pastor y el dinámico líder eclesiástico, realice gestos de diálogo, pacificación, acercamiento y amor.

En esta dirección es grande la importancia del desarrollo del diálogo teológico oficial entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa, en el que nuestra Iglesia apostólica de Chipre participa con responsabilidad y coherencia. Tal vez nuestros ojos no podrán ver la tan anhelada unidad de la Iglesia, pero, con la gracia del Espíritu Santo, habremos cumplido también nosotros nuestro deber en el tiempo y en el espacio como pacificadores y como verdaderos hermanos "ut omnes unum sint".

Además, tenemos la convicción personal de que, del mismo modo que el alejamiento y la división entre nuestras Iglesias hermanas se produjo a lo largo de muchos siglos con la acumulación de malentendidos, así también su reunificación y el restablecimiento de la confianza mutua y del verdadero amor entre ellas necesitará tiempo, paciencia y sacrificios; sin embargo, con sentido de nuestra gran responsabilidad, asumimos el encargo de llevarlos a cabo "en la verdad y la caridad" bajo la infalible guía del Espíritu vivificante de Dios.

Nuestro encuentro de hoy tiene lugar, felizmente, en vísperas del 35° aniversario del inicio de las relaciones diplomáticas oficiales entre la Santa Sede y la República de Chipre. En efecto, el año 1973, después del encuentro del etnarca arzobispo Macario III con el Papa Pablo VI en Castelgandolfo, la representación de las dos partes se encomendó respectivamente a mons. Pío Laghi, entonces arzobispo titular de Mauriana, delegado apostólico en Jerusalén y Palestina, y actualmente cardenal, y al señor Polys Modinós, entonces embajador en París.

Santidad, deseo mencionar aquí al primer embajador de Chipre ante la Santa Sede residente en Roma, su excelencia el señor Georgios Poulides, nuestro querido amigo, dándole gracias de todo corazón por su devoción, su respeto y su amor a la Iglesia, así como por su obra importante e indispensable.

Durante los últimos decenios después del concilio Vaticano II, algunos de nuestros teólogos chipriotas, clérigos y laicos, han realizado estudios post lauream en varias universidades pontificias con becas del Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos. Por eso, deseamos expresarle nuestro agradecimiento y nuestra intención de corresponder, por nuestra parte, con un gesto mínimo de gratitud, concediendo becas de verano en Chipre a teólogos católicos que estén interesados en aprender el griego moderno y conocer de cerca las riquezas litúrgicas de la Iglesia ortodoxa, para contribuir un día, también ellos, a la visión de la Iglesia unida.
Recientemente, su excelencia el presidente de la República de Chipre, señor Tassos Papadópulos, afirmó con énfasis: "Chipre siempre ha sido Europa, incluso antes de la institución de Europa. Con su ingreso en la Unión europea Chipre ha vuelto a su casa".

Sin embargo, Europa, nuestra casa común, la cuna de la civilización occidental, la sede gloriosa del espíritu cristiano, la madre de los santos y de los misioneros, está pasando un período de crisis y desorientación, de ateísmo y duda, de secularización y decadencia. La sociedad y el hombre de nuestro tiempo tienen sed y buscan. Tienen valores y principios, tradiciones y costumbres que fueron creadas a la luz del Evangelio y bajo la sabia guía de los Padres de la Iglesia y de las demás personalidades eclesiásticas, pero no pueden reconocer la presencia de Cristo y la fuerza de su mensaje salvífico. Rechazan la importancia fundamental de las raíces cristianas de Europa.

Es la hora de la Iglesia y de la nueva evangelización, la hora de la misión ad intra. Pero sin la colaboración de las Iglesias de Europa y nuestro testimonio cristiano común, ciertamente pocas cosas pueden tener éxito, y por desgracia muchos esfuerzos aislados de las diversas Iglesias y confesiones cristianas quedan condenados al fracaso.

Nuestro tiempo globalizado, en vez de influir positivamente en el cristiano europeo convencido, parece rechazar la ecumenicidad histórica del mensaje cristiano y deja al margen su dinámica y su eficacia. La secularización, el eudemonismo, la deificación de la tecnología y de la ciencia atea desorientan a nuestro prójimo y lo llevan inevitablemente a una desesperación existencial. Se escucha su grito angustioso: "Señor, ¿a quién iremos?" (Jn 6, 68).

¿Cuál es, entonces, nuestra responsabilidad como padres espirituales? ¿Cuál es nuestra solicitud espiritual con respecto a nuestra juventud? ¿Lograremos finalmente proteger la sagrada institución de la familia? ¿El carácter sagrado de la persona humana, ya indefensa ante la investigación médica, el aborto y la eutanasia? ¿La unicidad de la creación de Dios que nos rodea y corre el peligro de quedar destruida irreparablemente por nuestra causa?

La senda de la Ortodoxia pasa por la espiritualidad, la ascesis, el ayuno, el estudio de los textos de los Padres de la Iglesia inspirados por Dios, el sentido de lo sagrado y sobre todo la divina Eucaristía: estas son nuestras armas espirituales, y deseamos luchar juntamente con la Iglesia hermana de Roma para transformar la sociedad europea, que es antropocéntrica, en una sociedad cristocéntrica, respetando a nuestros hermanos de las demás religiones, los inmigrantes, los pobres, los prófugos y los débiles de la tierra.

Nuestra presencia hoy aquí, Santidad, es una llamada a usted, el Papa procedente de un país amigo, traumatizado por la división durante decenios, como el nuestro, pero gracias a Dios reunificado. Por eso, sólo usted puede comprender nuestros sentimientos de dolor. Nuestra patria, hermana vuestra, la Iglesia apostólica de Chipre, sufre, pero también resiste dignamente con la intercesión de sus santos y particularmente con la protección de su fundador, el apóstol san Bernabé. Se pisotean los derechos humanos; se destruyen monumentos; obras de nuestro patrimonio espiritual son objeto de comercio internacional; y la división de la última capital europea, Nicosia, parece perpetuarse eternamente. ¿Quién escuchará nuestra justa queja y alzará la voz para protestar ante los poderosos de la tierra que explotan el nombre de Cristo pero son sordos a la ley del amor?

Santidad, pedimos su apoyo a través de la invencible arma de la oración fraterna, pero también a través de su grito paterno en defensa de los derechos inviolables de la antigua y apostólica Iglesia hermana de Chipre, encrucijada de pueblos, religiones, lenguas y civilizaciones del Mediterráneo y de Oriente Próximo.

Queremos que esté a nuestro lado. A través de nosotros el apóstol san Bernabé invita a su hermano mayor, el apóstol san Pedro, a visitar por primera vez su humilde casa, a ser su huésped, a sentirse como en su casa, a bendecirla. Lo esperamos, Santidad, como Obispo de la Sede romana que preside la caridad, en el Chipre del diálogo, de la democracia, de la dignidad, de la fe, del monaquismo, de la hospitalidad, de los monumentos y de las obras de arte. Dígnese venir y denos la ocasión de corresponder a su hospitalidad fraterna de estos espléndidos días que hemos vivido en la ciudad eterna.

Santidad, con la intercesión de los apóstoles san Pedro y san Pablo, patronos de la diócesis de Roma; del apóstol san Bernabé, fundador de la Iglesia de Chipre; y de los apóstoles griegos San Cirilo y san Metodio, copatronos de Europa, le deseamos, desde lo más íntimo de nuestro corazón, salud, larga vida y la iluminación del Espíritu Santo para el feliz cumplimiento de su elevada misión como Pontífice, constructor de puentes entre pueblos, religiones y culturas.

"El Dios de la esperanza os colme de todo gozo y paz en vuestra fe, hasta rebosar de esperanza por la fuerza del Espíritu Santo" (Rm 15, 13).



DECLARACIÓN COMÚN

"Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo" (Ef 1, 3).

1. Nosotros, Benedicto XVI, Papa y Obispo de Roma, y Crisóstomos II, arzobispo de Nueva Justiniana y de todo Chipre, con alegría damos gracias a Dios por este encuentro fraterno, en la fe común en Cristo resucitado, llenos de esperanza para el futuro de las relaciones entre nuestras Iglesias. Esta visita nos ha permitido constatar que han progresado esas relaciones, tanto a nivel local como en el ámbito del diálogo teológico entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa en su conjunto. La delegación de la Iglesia de Chipre siempre ha dado una aportación positiva a este diálogo, entre otras maneras, acogiendo en 1983 al Comité de coordinación de la Comisión mixta internacional para el diálogo teológico, de modo que los miembros católicos y ortodoxos, además de llevar a cabo el arduo trabajo preparatorio, pudieran visitar y admirar las grandes riquezas artísticas y espirituales de la Iglesia de Chipre.

2. En la feliz circunstancia de nuestro encuentro fraterno junto a las tumbas de san Pedro y san Pablo, los corifeos de los Apóstoles como indica la tradición litúrgica, queremos declarar de común acuerdo nuestro sincero y firme deseo, en obediencia a la voluntad de nuestro Señor Jesucristo, de intensificar la búsqueda de la unidad plena entre todos los cristianos, realizando todos los esfuerzos posibles y que consideremos útiles para la vida de nuestras comunidades. Deseamos que los fieles católicos y ortodoxos de Chipre vivan fraternamente y con plena solidaridad, fundada en la fe común en Cristo resucitado. Asimismo, queremos sostener y promover el diálogo teológico, que a través de la competente Comisión internacional se dispone a afrontar las cuestiones más arduas que han marcado las vicisitudes históricas de la división. Es necesario alcanzar un acuerdo sustancial para la plena comunión en la fe, en la vida sacramental y en el ejercicio del ministerio pastoral. Con este fin aseguramos nuestra ferviente oración de pastores en la Iglesia y pedimos a nuestros fieles que se unan a nosotros en una invocación coral para "que todos sean uno, a fin de que el mundo crea" (Jn 17, 21).

3. En nuestro encuentro hemos considerado las contingencias históricas en que viven nuestras Iglesias. En particular, hemos examinado la situación de división y de tensiones que caracterizan desde hace más de treinta años la isla de Chipre, con los trágicos problemas diarios que afectan también a la vida de nuestras comunidades y de las familias. Desde una perspectiva más amplia, hemos considerado la situación de Oriente Próximo, donde la guerra y los enfrentamientos entre los pueblos corren el riesgo de extenderse, con consecuencias desastrosas. Hemos invocado la paz "que viene de lo alto". Nuestras Iglesias quieren desempeñar un papel de pacificación en la justicia y en la solidaridad, y para que todo eso se realice deseamos promover las relaciones fraternas entre todos los cristianos y un diálogo leal entre las diversas religiones presentes y operantes en la región. Que la fe en el único Dios ayude a los hombres de estas antiguas e ilustres tierras a recuperar una convivencia amistosa, con respeto recíproco y una colaboración constructiva.

4. Por consiguiente, dirigimos este llamamiento a todos los que, en cualquier parte del mundo, alzan la mano contra sus mismos hermanos, exhortándolos con firmeza a deponer las armas y a esforzarse por cicatrizar las heridas causadas por la guerra. Además, los invitamos a trabajar para que se defiendan siempre, en todas las naciones, los derechos humanos: respetar al hombre, imagen de Dios, es un deber fundamental para todos. Asimismo, entre los derechos humanos que hay que defender se debe incluir el derecho primario de la libertad de religión. No respetarlo constituye una ofensa gravísima a la dignidad del hombre, que es herido en lo más íntimo de su corazón, donde habita Dios. Así, profanar, destruir y saquear los lugares de culto de cualquier religión es un acto contra la humanidad y la civilización de los pueblos.

5. También reflexionamos sobre una nueva oportunidad que se abre para un intenso contacto y una colaboración más concreta entre nuestras Iglesias. En efecto, avanza la construcción de la Unión europea, y católicos y ortodoxos están llamados a contribuir a crear un clima de amistad y cooperación. En un tiempo de creciente secularización y relativismo, los católicos y ortodoxos en Europa están llamados a dar un renovado testimonio común de los valores éticos, siempre dispuestos a dar razón de su fe en Jesucristo, Señor y Salvador. La Unión europea, que no podrá limitarse a una cooperación meramente económica, necesita sólidas bases culturales, referencias éticas compartidas y apertura a la dimensión religiosa. Es preciso vivificar las raíces cristianas de Europa, que han hecho grande su civilización en el decurso de los siglos, y reconocer que las tradiciones cristianas occidental y oriental tienen, en este sentido, una importante tarea común que realizar.

6. En nuestro encuentro consideramos asimismo el largo camino de nuestras Iglesias y la gran tradición que, partiendo del anuncio de los primeros discípulos que llegaron a Chipre desde Jerusalén, después de la persecución contra san Esteban y siguiendo el mismo itinerario de san Pablo desde las costas de Chipre hasta Roma, como nos narran los Hechos de los Apóstoles (cf. Hch 11, 19; 27, 4 ss), llega hasta nuestros días. El rico patrimonio de fe y la sólida tradición cristiana de nuestras tierras, deben estimular a católicos y ortodoxos a dar un renovado impulso al anuncio del Evangelio en nuestro tiempo, para ser fieles a nuestra vocación cristiana y responder a las exigencias del mundo de hoy.

7. Suscita seria preocupación el modo como se afrontan las cuestiones concernientes a la bioética. En efecto, existe el peligro de que ciertas técnicas aplicadas a la genética, concebidas con el fin de salir al paso de necesidades legítimas, de hecho ofenden la dignidad del hombre, creado a imagen de Dios. La explotación del ser humano, las experimentaciones abusivas, los experimentos de una genética que no respeta los valores éticos, constituyen una ofensa a la vida, atentan contra la incolumidad y la dignidad de toda persona humana y no pueden ni deben justificarse o permitirse en ningún momento de su existencia.

8. Al mismo tiempo, estas consideraciones éticas y la preocupación común por la vida humana nos llevan a invitar a las naciones que con la gracia de Dios han conseguido significativos progresos en el campo de la economía y de la tecnología a no olvidar a sus hermanos que habitan en los países azotados por la pobreza, el hambre y las enfermedades. Por tanto, invitamos a los responsables de las naciones a favorecer y promover una justa repartición de los recursos de la tierra, con espíritu de solidaridad con los pobres y con todos los indigentes del mundo.

9. También han sido concordes nuestras preocupaciones por el peligro de destrucción de la creación. El hombre la ha recibido para poder realizar con ella el plan de Dios. Pero, poniéndose a sí mismo como centro del universo, olvidando el mandato del Creador y encerrándose en una búsqueda egoísta de su propio bienestar, el ser humano ha gestionado el medio ambiente en que vive realizando opciones que ponen en peligro su misma existencia, mientras que el medio ambiente ha de ser respetado y protegido por parte de todos los que lo habitan.

10. Juntos elevamos nuestra oración al Señor de la historia para que fortalezca el testimonio de nuestras Iglesias a fin de que el anuncio de salvación del Evangelio llegue a las nuevas generaciones y sea luz para todos los hombres. Con esta finalidad, encomendamos nuestros deseos y compromisos a la Theotokos, la Madre de Dios Odigitria, que indica el camino hacia nuestro Señor Jesucristo.

Vaticano, 16 de junio de 2007


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
OFFLINE
Post: 2.616
Città: VENEZIA
Età: 63
Sesso: Femminile
04/06/2013 21:04


VISITA PASTORAL
DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI A ASÍS
CON OCASIÓN DEL VIII CENTENARIO
DE LA CONVERSIÓN DE SAN FRANCISCO

ALOCUCIÓN DEL PAPA BENEDICTO XVI
A LAS MONJAS CLARISAS EN LA BASÍLICA DE SANTA CLARA

Domingo 17 de junio de 2007



Gracias por este canto tan hermoso. Es un canto de acompañamiento a la espera de la llegada del Señor. Pero el Señor siempre está llegando. Por tanto, se trata de un canto de bienvenida al Señor. Nosotros mismos estamos yendo al encuentro del Señor.

Este encuentro me hace pensar en encuentros análogos de los tiempos pasados: encuentros muy hermosos, que llevo muy profundamente grabados en mi memoria. Para mí siempre es una gran inspiración, un gran aliento, volver a ver esta vida de amor al Señor, esta vida de María, totalmente a la escucha del Señor y así a la escucha de la palabra de Dios para la humanidad de hoy.

Estamos celebrando el VIII centenario de la conversión de san Francisco. Conversión no es sólo un momento, un instante de la vida; es un camino. Y vosotras camináis, nos precedéis en el camino de la conversión, un camino que a veces resulta muy arduo, pero siempre va acompañado de las alegrías del Señor. Y esperamos que hoy sea un día así, vivido en la alegría del Señor. Un día en que el sol de Dios, tan bien cantado por san Francisco, sea realmente también nuestro "centro" e ilumine nuestro corazón y nuestra vida.

Ahora no estoy preparado para decir más cosas, pero de corazón os doy las gracias por todo. Para mí Asís siempre es un punto de referencia interior, porque sé que es una gran fuerza de oración, una fuerza para el Papa en su misión de estar al timón de la barca de Pedro, de la barca de Cristo.

Entonces, caminemos con el Señor. Yo oro por vosotras y vosotras orad por mí. Así, a pesar de la distancia exterior, estamos profundamente unidos.

Gracias de nuevo.


English

Français

Papa Ratzi Superstar









"CON IL CUORE SPEZZATO... SEMPRE CON TE!"
Nuova Discussione
 | 
Rispondi
Cerca nel forum

Feed | Forum | Bacheca | Album | Utenti | Cerca | Login | Registrati | Amministra
Crea forum gratis, gestisci la tua comunità! Iscriviti a FreeForumZone
FreeForumZone [v.6.1] - Leggendo la pagina si accettano regolamento e privacy
Tutti gli orari sono GMT+01:00. Adesso sono le 02:02. Versione: Stampabile | Mobile
Copyright © 2000-2024 FFZ srl - www.freeforumzone.com